Traductora: María Teresa Gallego Urrutia
Páginas: 96
Publicación: 2001 (2014)
Editorial: Contraseña
Sinopsis: En 1999, al regresar de un viaje breve a París, adonde se ha desplazado para firmar ejemplares de su segunda novela, "Nico", para la prensa, Brigitte Giraud se entera de que su compañero, Claude, se ha matado en Lyon en un accidente de moto. Un amigo la acompaña. Hay que ir en el acto al hospital y a la comisaría, recibir a la familia, contestar al teléfono, organizar el entierro, poner al tanto del drama ocurrido al hijo de la pareja. La narradora tendrá que vivir esas horas aferrándose a las tareas materiales, a detalles nimios, pero dándose cuenta ya de que a partir de ese momento en su vida habrá un «antes» y un «ahora».
… y la muerte que se ocupa de dar tareas para ser así un poco soportable (Laurent Mauvignier, “Lejos de ellos”)
Es curioso cómo algunas lecturas se conectan entre sí. Cuando leí el libro de Mauvignier subrayé la frase anterior porque me hizo pensar que la liturgia de la muerte ciertamente no nos deja reaccionar de forma inmediata a la pérdida de un ser querido. Hay tanto ritual, papeleos, trámites y formalidades que resolver que impiden que el dolor te estalle con la urgencia que el ánimo requiere.
Esa idea se hizo nube y se ubicó sobre mi cabeza, como una tormenta lejana que parece no llegar nunca ni concretarse en lluvia. Y dos libros después, me encuentro con Ahora, de Brigitte Giraud y me cuenta de forma admirable y con una pericia sorprendente lo que llevaba días rondándome.
La sinopsis hace referencia a Claude como el compañero de Giraud. A veces las palabras llevan a equívocos, o no se hacen justicia a sí mismas: detrás de la palabra “compañero” hay, había, 20 años de relación y un hijo en común de 8 años de edad. Y, evidentemente, había también amor, mucho amor. En Ahora, Giraud nos cuenta día a día la semana que transcurre a partir del fallecimiento de Claude.
Con este libro me ha pasado algo curioso: que se ha empeñado en darme respuestas, en dar forma concreta a algunas de las cosas que en mi cabeza eran intangibles y difíciles de cristalizar en palabras. Incluso me preguntaba a mí misma cuál era la razón por la que un texto escrito con un lenguaje asombrosamente sencillo y simple me estaba llegando de una forma que admiraba, mientras que con otros libros ese mismo lenguaje me parece que desluce una historia o que es reflejo de una falta de recursos que no me transmite nada. Es decir ¿por qué a veces un libro escrito desde un lenguaje directo, reconocible y sencillo, me parece una genialidad y otras me parece de tal simpleza que me deja fría? ¿De qué hablamos cuando hablamos de lenguaje sencillo? Pues cuando me estaba haciendo estas preguntas, como si Giraud escuchara mi mente (amaré toda la vida a quien sepa oírme sin que tenga que hablar), me encuentro esto:
No contar el dolor, aprender a escribir de forma sencilla, sobre todo muy sencilla. Que no quede bonito, que no quede vistoso, no escribir de forma aparatosa, escribir sin ambición. Que no quede literario. Nada de frases brillantes. Dar con el tono. Que se pueda decir: sí, eso es; llegar a esa evidencia. Eso es exactamente.[…]Aborrezco las metáforas y las palabras universales. Aborrezco la salsa entre las palabras. Aborrezco las palabras de sentido oculto, que quieren decirlo todo y no dicen nada.
Sí, ¡eso es!. Me encanta cuando una lectura me va dando respuestas a inquietudes que ella misma me genera. Fiel a sí misma, Giraud no literaturiza ni pone condimento de más. Encuentra el tono, la medida, las palabras y la distancia para contarnos una experiencia desgarradora para cualquier ser humano (la pérdida inesperada de la persona a la que amas) sin necesidad de apelar al drama, al envoltorio de la ficción, del estilismo literario, sin que haya que interponer ninguna realidad extra a la realidad. La vida en sí misma ya es suficientemente retórica y excesiva. Basta con contarla tal cual.
Tengo un problema con las palabras. De repente, las aborrezco. Se resisten, se retraen. Me dejan tirada. Que se vayan a la mierda. Que les den, con esa sonoridad suya y esa elegancia suya. Tengo miedo.
Nadie dijo que lo sencillo sea fácil. No todo lo sencillo traspasa, comunica. El lenguaje sencillo desnuda en verdad a quien escribe. En mi opinión, Giraud en pocas páginas construye una memoria del duelo magnifica y fascinante. Cercana, muy cercana. No creo que nadie que haya pasado por la experiencia de perder a un ser querido no reconozca en cada una de estas páginas los movimientos, sentimientos, reacciones… que habitaron en nuestra propia piel en esas circunstancias. Posiblemente nunca conseguimos ponerlas en palabras, transmitirlas, compartirlas. Giraud, gracias, lo hace por ella misma y por todos nosotros.
Los cambios de la voz narrativa de primera a tercera persona me ha parecido genial, como un reflejo de lo que sentimos en los momentos de duelo: tan pronto estamos en las simas más profundas de nosotros mismos como, de repente, nos alejamos, somos alguien que observa desde el exterior, asépticos, indoloros, ajenos. Un mecanismo de supervivencia.
Aunque parezca increíble, no estamos ante una lectura dramática, sino totalmente realista; en ella no hay lágrimas, sino el desconcierto y el asombro de alguien que siente su alma amputada de forma tan repentina como inesperada: quien amabas estaba y, de repente, no está. La extrañeza, la confusión, la inercia, la sorpresa. La toma de conciencia de que de pronto hay que improvisar la vida. Y Giraud lo describe con tino y un equilibrio de agradecer.
Durante toda la lectura recordaba a Joan Didion y El año del pensamiento mágico. Se complementan tan bien estos dos libros, hay tanta empatía y amor entre ambos que, finalmente, los he puesto muy juntos en la misma estantería. Un gesto simbólico que me ha hecho sentir que estaba poniendo las cosas en orden.
Hola, por circunstancias personales me interesan mucho los libros de duelo y éste es uno de mis favoritos, como bien dices, la forma que tiene de tratar la muerte y la pérdida acongojan de pura sencillez. Otro que leí muy interesada por la fama que tenía, "También esto pasará", de Milena Busquets, la verdad es que no me gustó nada, me decepcionó bastante, porque en lugar de tratar el tema del dolor y la pérdida, se centra únicamente en vivencias amorosas de la autora muy superficiales y que no me aportaron nada. En cambio, hay otros tres libros que me gustaron mucho más porque precisamente tratan este tema del duelo mucho mejor, me parece: “Lo que no tiene nombre", de Pilar Bonnett (impresionante), “La pertenencia”, de Gema Nieto, y “Una pena en observación”, de C.S. Lewis. También “Noches azules”, de Joan Didion, aunque este último me gustó algo menos. Si alguien sabe más libros con esta temática les agradeceré sus recomendaciones.
ResponderEliminarUn abrazo, me gusta mucho tu blog.
Un par de títulos más, Despedida que no cesa y Un hombre de palabra de Imma Monsó. Saludos
EliminarDejas cuestiones jugosas:
ResponderEliminar¿De qué hablamos cuando hablamos de lenguaje sencillo?
Es una paradoja que resulte tan difícil revelar lo sencillo de la vida (escribirlo, además), desde la complejidad que hemos ido enmarañando alrededor de ella.
Supongo que esa es la facultad de los grandes sabios, extraer la sencillez de la vida y hacérnosla ver desde la aparente complejidad que construimos en torno a ella.
Recuerdo un comentario de Milan Kundera referente a las metáforas (lo señalaba en su libro “El arte de la novela”), las repudiaba cuando, más que sustituir a la palabra y su sentido, se aposentaba sobre ella como un mero adorno floral, algo en lo que caían muchos escritores, según él.
Yo tiendo más a improvisar la vida que a planificarla, y eso que soy padre de dos niñas, quizás sea por eso precisamente, mis hijas están en la edad de improvisar, y yo en realidad nunca he salido de esa edad de la improvisación, ya no me apetece cambiar.
Ahora, mejor ahora que mañana. Gran título lleva este libro.
Un abrazo.
Es un libro que ahora mismo no es el momento de leer. Es que escribir sencillo es complicado porque te puede quedar en plan lista de la compra. Hay gente que lo hace genial y otros que no lo consiguen.
ResponderEliminarMe voy nadando a la cantina ;)
Abrazos
Preciosa reseña y estimulante propuesta (me lo llevo anotado). No sé qué es el lenguaje sencillo, cada uno se expresa como puede, sabe o siente, pero las palabras no pueden expresar lo que sentimos, en muchas ocasiones, me admira quien lo puede hacer de manera certera y brillante (como tú), pero no todos podemos hacerlo.
ResponderEliminarLa muerte no deja de ser un hecho de la vida, de la vida de los sobrevivientes al muerto, claro. Y éstos deben ocuparse de este ceremonial, de los tràmites y del aspecto social, que también lo tiene. Cuando he tenido que vivir la muerte de un ser querido, hay un punto de asombro, asombro de que la vida continue cuando algo importante (o que así lo consideraba hasta aquel momento) de la vida de los deudos se ha ido; hay una sensación de estar viviendo como en sueños, ocupada en las tareas que conlleva el hecho de la muerte de esa persona que tanto quieres.
La pérdida no se supera, se aprende (debemos aprender) a convivir con ella, como una cicatriz que en ciertos momentos duele, pero que llevas siempre contigo. Y aceptar la huella que su presencia y ausencia dejan en tu vida y en tu personalidad. Y aceptar que la vida continua. Afortunadamente.
Me gusta lo que nos cuentas, y se me antoja su lectura. Me lo llevo anotado.
ResponderEliminarGracias por tu reseña. Besos
Tal vez la respuesta sea que hay libros con lenguaje simple y otros con lenguaje sencillo. Pero bueno, ya te ha respondido Brigitte Giraud mucho mejor que yo.
ResponderEliminarLos papeleos y rituales que acompañan a la muerte de un ser querido, aunque me parecen una tortura, es cierto que ayudan a poner distancia. El auténtico duelo comienza cuando acaba todo, uno vuelve a casa, vuelve a la realidad y toma consciencia de que esa realidad ha cambiado.
Me recuerdas además "El año del pensamiento mágico" que anda por ahí perdido en mi lista de pendientes. Así que quedan los dos apuntados pero para leer espaciados, que aunque sean dos libros para colocar juntos en la estantería, creo que será mejor cederles a cada uno su propio tiempo de lectura.
Un abrazo
Te plantea cuestiones y te da las respuestas, con las que puedes estar más o menos de acuerdo... Me gusta. Aunque ahora mismo con tanto pendiente, tardará mucho en caer.
ResponderEliminarBesotes!!!
Interesantes las cosas que planteas. ¿Por qué a veces un libro de lenguaje sencillo es fabuloso y otras es pobre? Preguntas así me hago yo muchas veces, siempre hay como un "algo" oculto y que cuesta de explicar (al menos, yo no consigo explicarlo).
ResponderEliminarTengo mucho pendiente (como siempre), pero tendré esta lectura en cuenta.
Un abrazo.
Me gusta. Las palabras de la escritora que nos regalas y las que te inspiran a escribir esta entrada. Sin duda solo tenemos el ahora, y en ocasiones se embadurna con mucho del pasado y del futuro. Vivencias así, tan desgarradoras, son las que esperamos que nunca sucedan y en ocasiones llegan como un chorro de agua fría. Le dejaré un espacio a este libro. Tengo esperando el pensamiento mágico...
ResponderEliminarUn beso grande y feliz día. Como siempre un placer pasar por aquí.
Yo creo que el lenguaje sencillo es sencillo de leer, pero no de escribir. Supone una depuración de las frases y de los párrafos que a mí se me antoja bastante complicada.
ResponderEliminarMe tienta mucho esta novela, aunque también me da un poco de miedo. Enfrentarme a la muerte de seres queridos es algo que no se me da muy bien. Lo apunto y a ver qué psas.
Un beso.
Ya sabes que el de Didion me dejó algo fría, esperaba más y creo que fallé eligiendo el momento para leerlo. Así que con este me quedo con dudas...
ResponderEliminarBesos
Entiendo esa sencillez a la que aspira la autora en parte por el tema que aborda. He leído hace poco un libro de Héctor Abad "El olvido que seremos", sobre la muerte de su padre y el autor también confiesa que durante años trató de escribirlo sin éxito, porque no daba con el tono adecuado. En mi caso, me imagino en tal situación y no podría ser tan descarnado, las metáforas vendrían en mi ayuda,pero para dar forma a esa angustia que es el duelo. Como acabo de leer hace un rato (qué casualidad): aceptar la muerte -la propia, la de los allegados-es la única forma de permanecer fiel a la vida hasta el final.
ResponderEliminarUn abrazo.
Mientras te iba leyendo iba pensando en Joan Didion y El año del pensamiento mágico, por eso he sonreído al comprobar sin haber leído Ahora que estaba en lo cierto puesto que tú que sí que la has leído has mostrado ese vínculo.
ResponderEliminarRespecto a la escritura sencilla, mentiría si dijera que no me gusta, pero también mentiría si dijera que no me gusta la escritura compleja o, mejor, difícil. Depende de la obra y del autor/a, depende cómo transmita la historia que nos quiere contar.
Un abrazo.
Pues me gusta, la verdad. Este tipo de libros que me hacen reflexionar y se alejan del dramatismo barato siempre me han atraído
ResponderEliminarBesos
A mí lo sencillo no solo no me parece fácil, me parece muy complicado. Conseguir sencillez sin caer en la simpleza es muy difícil, por tus palabras veo que este libro lo logra.
ResponderEliminarPresiento que es una lectura dura, si como bien comentas todos los que hemos perdido a alguien muy querido nos veremos reflejados en sus páginas. Con todo y con eso me apunto esta lectura, creo que me gustará.
Gracias por traerme una obra que desconocía.
Un abrazo.
Pues a mí este me resulta interesante. Te hace pensar. Besos
ResponderEliminarHola Ana.
ResponderEliminarA pesar de que parece una buena propuesta y que atrae tal y como lo has contado por esa manera fácil de contar, que permite empatizar y buscar conexiones en los propios sentimientos, justo por la temática no me apetece leerlo en este momento.
Para mi cada libro requiere de su tono y de su voz, sencilla o compleja, encontrarlo es lo que hace que disfrutemos de un libro, que nos hagan vibrar sus palabras y que lo recordemos.
Un beso
"La vida en sí misma ya es suficientemente retórica y excesiva. Basta con contarla tal cual"
ResponderEliminarAl llegar a esto he decidido leerlo. Veamos qué es la vida tal cual ;).
Gracias.
Marta G.
Sospecho que tras un lenguaje sencillo hay mucho trabajo de corrección y del uso adecuado del lenguaje.
ResponderEliminarMe parece interesante que el texto se ocupe de la pérdida, del `día después, y subsiguientes´. Son pocos lo que lo hacen y si, además, lo hacen bien, pues doblemente interesante. Apuntado queda.
Un fuerte abrazo, Ana.
Memorias de una viuda, de Carol Joyce Oates. Autobiográfica. Para quien pidió algún título más.
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