Publicación: 2017
Editorial: Galaxia Gutenberg
Sinopsis: Los personajes de los trece relatos que conforman La vida sumergida aspiran a estar constantemente en otro sitio y a ser lo que no son, conscientes de que, al final, tendrán que dar con la mejor manera de sobrevivir. Para ellos es más incitante el camino que la llegada y más gratos los preparativos de un evento que su auténtica celebración. Comparten la vocación de apartarse y recluirse en casas que son lugares de encierro pero también de libertad, al constituir el espacio perfecto para imaginar, recordar, fantasear y, en definitiva, huir. Pero la vida acecha siempre en todas partes.
Así que pidió a Brígida que se muriera. La única manera de conseguir una identidad personal.
Y días después, Brígida estaba muerta.
Ya está aquí, de nuevo, Pilar Adón. Porque no puede evitar escribir, porque le urge escribir. Porque Las efímeras era un caleidoscopio con múltiples espejos y algunos de ellos tenían vida propia más allá de Ruche. Y de aquellos colores y formas que le revolotearon mientras escribía Las efímeras, nacen los relatos de La vida sumergida.
Un título muy acertado, por cierto (nunca deja nada al azar), puesto que de lo sumergido precisamente nos hablan los 13 relatos de La vida sumergida, de lo insondable, de lo anegado de líquido amniótico, protegido de miradas externas, pero vivo, muy vivo en nuestro interior.
El privilegio supremo de la elección.
Cada vez me cuesta creer más en nuestra capacidad de elección. Cuando trabajaba con niños con distintas problemáticas les enseñaba a los padres el truco de la falsa elección. Si un niño, por ejemplo, era muy selectivo con su alimentación, les pedía que hicieran una lista con los alimentos menos frecuentes en el menú de su hijo/a. Y luego les pedía que ofrecieran a su hijo la posibilidad de elegir entre el alimento que más detestara y el que menos. No fallaba: elegían el que menos le gustaba. Estaban eligiendo algo que en realidad no querían pero que ellos decidían, y así poco a poco se introducía más variedad en la alimentación.
Reconozco que nunca me sentía bien con este “truco”, aplicable a muchas situaciones y actividades. Pero solía funcionar. Al niño/a se le daba la posibilidad de elegir en lugar de imponerle algo sí o sí. La sensación de que eres tú quien eliges es muy poderosa. Pero es una falsa elección. Y quizás este truco se nos presente no tan intencionadamente pero sí con más frecuencia de lo que creemos en nuestro día a día.
Ella había deseado vivir sola, saberse sola, transformarse sola. Sin más obediencia ni más resignación ante los caprichos de nadie.
Los protagonistas de La vida sumergida han elegido, la mayoría de ellos han tomado decisiones, no viven la vida que quieren vivir, no están donde quieren estar (¿a qué me sonará esto?). Las decisiones pueden ser varias: huir, abrazarse a la naturaleza, desear que alguien se muera, optar por seguir siendo sumisa, desligarse de la realidad, encerrarse, rebelarse... Sí, deciden, actúan, levitan… pero ¿qué sucede si aquello de lo que huyes, si aquello que te impide vivir la vida que quieres vivir… está dentro de ti? ¿somos nosotros nuestro mayor obstáculo? ¿somos capaces de desanudarnos de aquello que nos ata, incluso de las ataduras externas? ¿tenemos que aislarnos por completo para conseguir encontrar nuestro lugar en el mundo?
Ah, sí… Si algo hace Pilar Adón es justamente eso: que terminas de leer sus libros, en este caso sus relatos, y de repente tienes un saco con un montón de preguntas. Ya no temo al hombre del saco. Temo al saco. Y mira que busco respuestas en muchas lecturas, pero cuando me dejan repleta de interrogantes también lo valoro sobremanera, porque de repente sé la textura que tienen las cosas que me inquietan, aunque vengan en forma de interrogaciones. Las propias preguntas son una respuesta en sí mismas.
Las tres reglas de oro para lograr sobrevivir en un mundo ajeno: primera, que no todo lo que flota es inmaterial; segunda, que también el sol se muestra en el ánimo; tercera, que se puede sentir una presencia a la espalda cuando ya no se espera.
Hace muchas cosas Pilar Adón cuando escribe, entre ellas crear atmósferas y mundos en los que recrea aquello que le desasosiega y le provoca marejadas internas. Ella no huye: busca.
Como una buena chef literaria, pone todos los ingredientes a nuestra disposición. Pero, ah, poner la mesa, mantel, vajilla, decoración, música ambiental e incluso combinar los ingredientes, el punto de cocción o elaboración y sobre todo masticarlos y digerirlos… eso ya es cosa nuestra. Es una proveedora de elixires y nutrientes, verduras, legumbres, carnes, lácteos, frutas, cereales, azúcares… Nos apunta alguna receta, alguna posibilidad, pero el resto ya está en manos de nuestra libertad.
Porque libertad es lo que proporciona: necesitamos que nuestra mente quede libre después de cada relato, libre de obstáculos y limitaciones, de narraciones explícitas y masticadas, libre de señales unidireccionales, de literatura del sometimiento de lo fácil y plácido. En esas atmósferas y escenarios cerrados y aislados que construye tan admirable como eficazmente, lo que hace es liberar nuestra mente, porque sólo desde ahí, desde una amplitud mental sin cortapisas captas la naturaleza de los personajes, los paisajes y las situaciones que nos plantea Pilar Adón.
No debemos acostumbrarnos a la presencia de nuestras cosas ni a la presencia de otras personas porque aferrarse implica depender.
Vivimos en comunidad. Somos seres interactivos. Y aunque a veces no te aferres, igualmente dependes. Te aíslas en un espacio, tal vez en la naturaleza, intentas liberarte de sumisiones y ataduras, buscando mundos quiméricos, sueños creados por nuestras cabezas. Buscando la libertad. Es necesario reflexionar, sumergirnos en nosotros mismos, palpar y dar forma a lo que no la tiene.
Con la belleza al alcance de la mano. La auténtica belleza. La que no exigía comprensión ni entendimiento ni la intervención de la razón. Solo aceptación.
Leer a Pilar oprime en ese espacio vacío que de vez en cuando utiliza recursos propios para recordarte que está ahí. Pilar moviliza agujeros negros, espacios ocultos, aires invisibles. Espejea. Y eso… es vida. Vida sumergida.
Ya comenté en su momento que Pilar Adón tiene la bondad de tratar a sus lectores como personas inteligentes. Y la virtud de escribir como pocos escritores en nuestro panorama nacional. Que no sea una escritora considerada comercial, que sea tan coherente con ella misma, con su ritmo narrativo, con los mundos externos e internos que crea y recrea, con una forma de contar con mucha base poética y una cadencia casi musical, que no escriba para una gran masa de lectores, que sea consciente de ello y que no se doblegue, solo hace que aumente mi admiración por una escritora galáctica (y no lo digo porque publique en Galaxia Gutenberg) y una persona muy generosa. Ella solo quiere escribir. Y yo solo quiero seguir leyéndola.
Los seres salvajes no han nacido para ser felices.
Los escritores comerciales pierden el horizonte y la empatía facilmente, buscan el éxito y la venta y se olvidan de las personas que hay detrás de esas cifras. ESta novela me gusta, me la llevo anotada.
ResponderEliminarBesitos.
No es tanto que pierdan el horizonte como que tienen otros horizontes (que a mí no me interesan tanto).
EliminarUn abrazo
Lo anoto para cuando tenga un hueco.
ResponderEliminarBesotes
¡Genial! Aunque con la lista de pendientes que tenemos tan grandes hacer huecos es toda una aventura :)
EliminarUn abrazo
Leí "Las efímeras" tras ver tu reseña y me dejó fascinada. No soy muy de relatos (aunque cada vez más), pero apunto este libro porque eso de personajes que desean estár donde no están y ser lo que no son, me han dejado con muchas ganas de saber más de ellos.
ResponderEliminarUn beso, Ana y que el nuevo año 2018 venga lleno de buenas lecturas y buenas vivencias.
Reconocerás a la Adón de "Las efímeras" en estos relatos, sin duda.
Eliminar¡Allá vamos con el 2018!
Un abrazo
Has puesto mi palabra favorita del mundo entero, libertad. Solo por eso ya merece la pena. Lo de dejar demasiadas preguntas, bueno, a veces estoy por la labor y otras no tanto. Las reflexiones sí me gustan.
ResponderEliminarQue sí, que me apunto. Que a ver si elijo o no leerlo pronto. Que a veces elegir lectura no es tan fácil.
Abrazo
Mi palabra preferida es vida, pero libertad está muy cerquita :)
EliminarSí, reflexiones, preguntas... en fin, como te pille el cuerpo, pero deja unas cuantas ;)
No elijas lecturas, deja que las lecturas te elijan a ti :P
Un abrazo
Me parece fascinante lo que cuentas y aunque no soy de relatos cada vez me estoy aficionando más a ellos y estos parecen fabulosos.
ResponderEliminarUn beso
A mí cada vez me gustan más los relatos, y la verdad es que hay libros muy buenos. No para leer varios libros de relatos seguidos, pero sí intercalando.
EliminarUn abrazo
Podrá no ser comercial pero se ganó un lugar en esas ediciones de GG tan bellas. El tema me llama poderosamente y si, recuerdo que habías hablado de ella en alguna ocasión puesto que en aquel momento anoté el nombre. Un abrazo grande y gracias.
ResponderEliminarDesde luego, es cierto que las ediciones son bonitas. Y que, afortunadamente, hay editoriales que van más allá de los best-seller y apuestan por la calidad y no por la cantidad (aunque si viene, bienvenida sea). Creo que es el tercer libro de una autora que comento aquí, algo poco habitual...
EliminarUn abrazo (y gracias a ti)
Lo tenía apuntado ya, lo tuve en la mano no hace mucho y pinta muy muy bien =)
ResponderEliminarBesotes
Pues para la próxima vez... de la mano a la estantería (o a la mesita de noche) :)
EliminarUn abrazo
No he leído nada de ella pero me llama mucho la atención y la tengo entre mis lecturas pendientes. ¿Qué me recomiendas para empezar? ¿Este o "El mes más cruel"?
ResponderEliminarAbrazo!
Pues yo te recomendaría "Las efímeras" que a mí me parece una novela redonda. Pero cualquiera de los dos de relatos vale. Y si te gusta la poesía... también tiene ;)
EliminarUn abrazo
Has dicho algo que me provoca urgencia para buscar a Pilar Adón, que genera interrogantes, es lo que busco en los libros, así que apunto en mi libreta la "necsidad" de buscarla.
ResponderEliminarUn abrazo
Sí... interrogantes y reflexiones. Es una autora para lectores activos, y tú lo eres. Así que... (blanco y en botella).
EliminarUn abrazo
Yo soy más pesimista, creo que la elección nunca será libre, influenciados por nuestra cultura y nuestra educación, a la que sumamos el repiqueteo sempiterno, que no acaba nunca, de la voz de nuestros conocidos, de los medios de comunicación, de esa que se llama la "opinión pública" y no es más que una suerte de limpiaparabrisas al servicio de la ideología reinante, así que siempre creo que las elecciones de nuestras elecciones (de nuestras elecciones , de nues..) no son ni serán libres.
ResponderEliminarMe alegro que existan escritoras como Adón que pongan en el punto de mira algo que no nos dejan, ni quieren, que miremos.
gracias
cuídate Ana
Pues eso es lo que pienso yo: que no somos tan libres de elegir. Aunque cada cual maneja ese espacio de libertad, más amplio o más reducido. Pero es verdad que hay más presión de la que sentimos y que estamos sometidos a mucho bombardeo exterior que nos condiciona más de lo que pensamos.
EliminarAdón es una escritora diferente :)
Un abrazo grande, Wineruda.
Hola Ana.
ResponderEliminarPosiblemente no lea a Pilar Adón en un futuro inmediato, pero sé que es una escritora interesante, la tengo en el horizonte, no la ignoro.
Y me consta que puede ofrecer algo a un lector como yo, siempre con la mirada, precisamente, en el horizonte, pensando en lo efímero que es todo, la vida.
En cuanto a ese párrafo del libro que seleccionas, y empieza así:
"No debemos acostumbrarnos a la presencia de nuestras cosas (...)"
Ahí pues... uno siempre necesita aferrarse a algo en algún momento de la vida; a los libros, al mar, a lo que estime cada uno. No aferrarse es estimulante al comienzo, pero su ejercicio prolongado lo acaba convirtiendo en costumbre, y terminas irremediablemente aferrado... estamos presos en un continuo movimiento de rotación, no tenemos escapatoria, jaja no pasa nada, ¿Adónde íbamos a ir?
Cuídate, Ana ;)
Nunca se sabe cuándo llegamos a los libros, cuándo ellos llegarán a nosotros. Aunque los tengamos en la estantería. Tú lo sabes y yo también.
EliminarClaro, a algo nos aferramos. Pero muchos de los personajes de Adón precisamente se desprenden de muchas cosas, buscando... Hay mucho imprescindible y no siempre es clara la barrera entre lo prescindible y lo que no lo es, y a veces incluso cuando conseguimos lo que creemos, no siempre se obtiene lo que esperábamos. Por ahí van los tiros (uno de los muchos).
Un abrazo largo, Paco.
Bueno, no hay duda de tu pasión por esta escritora. Ya que no puedo apuntarme a ningún reto, me he propuesto seguir mi propio reto personal: arriesgarme con aquellos escritores que no elegiría normalmente. He visto pasión en tu reseña y algunos rasgos que me gustan sobre esta autora. Creo que este será un buen primer libro para mi reto. Abrazos.
ResponderEliminarEn general leo con pasión y cuento de la misma forma. Por Pilar tengo debilidad, por conocerla personalmente, pero sobre todo por su escritura. De hecho ya me cautivó antes de conocerla.
EliminarAdelante con el reto ;)
Un abrazo
No he leido nada de PIlar Adón. Estos relatos parecen un buena manera de empezar a conocer su literatura y sus historias.
ResponderEliminarA pesar de los condicionantes, creo que siempre existe un pequeño margen de libertad para decidir o elegir, el peso de los condicionantes y la decisión personal puede tener pesos diferentes en función de variables difícicles de predeterminar...
Gracias por tus reseñas siempre interesantes y muy personales.
Abrazo.
Sí, sí... antes lo decía. El margen de libertad puede ser más amplio o menos pero algo queda. Pero elección con libertad y sin condicionante alguno... no lo tengo tan claro, la verdad. Son muchas variables, muchos condicionantes, mucho peso de lo vivido... demasiadas cosas.
EliminarGracias a ti por comentar, que con la de tiempo que llevas por aquí debiera de darte un premio o un algo :D
Un abrazo
Leerte a ti es el premio que recibo cada vez que das cuenta de alguna reseña.
EliminarComparto contigo un texto que recibí hace unos días:
Valgo
De tanto perder aprendí a ganar; de tanto llorar se me dibujó la sonrisa que tengo. Conozco tanto el piso que sólo miro el cielo. Toqué tantas veces fondo que, cada vez que bajo, ya sé que mañana subiré. Me asombro tanto como es el ser humano, que aprendí a ser yo mismo. Tuve que sentir la soledad para aprender a estar conmigo mismo y saber que soy buena compañía. Intenté ayudar tantas veces a los demás, que aprendí a que me pidieran ayuda. Trate siempre que todo fuese perfecto y comprendí que realmente todo es tan imperfecto como debe ser (incluyéndome). Hago solo lo que debo, de la mejor forma que puedo y los demás que hagan lo que quieran. Vi tantos perros correr sin sentido, que aprendí a ser tortuga y apreciar el recorrido. Aprendí que en esta vida nada es seguro, solo la muerte… por eso disfruto el momento y lo que tengo. Aprendí que nadie me pertenece, y aprendí que estarán conmigo el tiempo que quieran y deban estar, y quien realmente está interesado en mi me lo hará saber a cada momento y contra lo que sea. Que la verdadera amistad si existe, pero no es fácil encontrarla. Que quien te ama te lo demostrará siempre sin necesidad de que se lo pidas. Que ser fiel no es una obligación sino un verdadero placer cuando el amor es el dueño de ti. Eso es vivir… La vida es bella con su ir y venir, con sus sabores y sin sabores… aprendí a vivir y disfrutar cada detalle, aprendí de los errores pero no vivo pensando en ellos, pues siempre suelen ser un recuerdo amargo que te impide seguir adelante, pues, hay errores irremediables. Las heridas fuertes nunca se borran de tu corazón pero siempre hay alguien realmente dispuesto a sanarlas con la ayuda de Dios. Camina de la mano de Dios, todo mejora siempre. Y no te esfuerces demasiado que las mejores cosas de la vida suceden cuando menos te las esperas. No las busques, ellas te buscan. Lo mejor está por venir”
Jorge Luís Borges
Un abrazo!
Esplendido Ana, ahora lo leeré con otros ojos, Luisa Daimiel
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