“Los libros me han enseñado, y de ellos he aprendido que el cielo no es humano en absoluto y que un hombre que piensa tampoco lo es”
La prosa de Hrabal es arrolladora, apretada, tan ruidosa como los pensamientos que pueblan la mente del solitario Hanta, que lleva 35 años prensando libros y papel viejo, rescatando libros de los inquisidores, 35 años bebiendo cerveza.
Cerveza, trabajo y libros mantienen a Hanta en el umbral de la conciencia, transitando del mundo real al imaginario, del ficticio al material, del alucinatorio al físico. Alejado del mundo que le rodea, un marginal en una sociedad opresora y gris que prefiere los subsuelos y las cloacas de Praga antes que su superficie. Si pudiera, en lugar de prensar papel viejo prensaría cabezas humanas, esos humanos que, como las ratas, se aniquilan en guerras absurdas. La cultura, los ángeles caídos, la belleza helénica y el espíritu griego, la filosofía, la poesía y el pensamiento elevado solo tienen cabida en las cuevas subterráneas.
Hanta, culto y erudito a pesar de sí mismo, 35 años en su trabajo, 35 años llenos de dignidad sobreviviendo a una humanidad absurda. Y un buen día, todo cambia. Unas manos más jóvenes, unas prensas más modernas. El rodillo tecnológico, la juventud moderna y adoctrinada. Y Hanta, que se ha pasado 35 años rescatando el sentido de la vida del aniquilador, pierde ese sentido de la vida y pierde su alma. Trabajar rápido, destruir libros, no pensar: prensar y no pensar es la nueva orden. Hanta es un hombre que piensa y por eso también es capaz de decidir y decide ir “más allá de la frontera del ser y de la nada”, allí donde la caída es una ascensión.
“Una soledad demasiado ruidosa” es un largo monólogo de su protagonista, en el que las (largas) oraciones se conectan en un fluir de conciencia en el que no hay un discurso directo sino que oscila entre lo lírico y lo surrealista. Un monólogo irónico y meticuloso plagado de reflexiones simbólicas sobre el desmoronamiento de una época y el desmoronamiento del propio Hanta. Condenado a una sociedad podre y decadente Hanta elige su propia madriguera, esa que no sabemos si es una rendición o una resistencia heroica.
Hace tiempo que tengo apuntado este libro como pendiente. Gracias por compartirlo. Un abrazo
ResponderEliminarHe leído y visto la película "Yo que serví al Rey de Inglaterra" y su novela "La pequeña ciudad donde todo se detuvo" es una de mis favoritas; no se si me gustan más sus historias o su estilo narrativo, pero una vez comienzas a leer tienes la necesidad de seguir haciéndolo.
ResponderEliminarQué gran autor.
Besitos 💋💋💋