martes, 14 de agosto de 2018

En el mar (Toine Heijmans)

Título original: Op Zee
Traductora: Goedele De Sterck
Páginas: 160
Publicación: 2011 (2018)
Editorial: Acantilado
Sinopsis: Inmerso en una profunda crisis personal, Donald decide navegar en su velero durante tres meses, con el silencio y la soledad como única compañía. Sólo en la última etapa de la travesía recogerá a su hija de siete años, María, para que lo acompañe del norte de Dinamarca a los Países Bajos. Alejados del mundo, el viaje se anuncia idílico, y entre padre e hija surge una complicidad que nunca antes habían conocido. Pero de pronto las nubes negras acechan en el horizonte y Donald está cada vez más angustiado; la noche en que estalla la temida y aterradora tormenta, María desaparece del barco… En el mar es una evocadora alegoría sobre la travesía de la vida y la posibilidad de gobernar el propio destino, y un magnífico homenaje a los navegantes legendarios, desde Ulises hasta el capitán Ahab.
Puedes empezar a leer las primeras páginas AQUÍ.
Quien deja de pensar con lucidez queda a merced del mar.
Este libro engaña ya desde su sinopsis. No, no es que engañe, más bien es un libro manipulador, tanto que esa manipulación descarada me tuvo alerta desde las primeras páginas. Se me hacía tan evidente que Heijmans me obligaba a ir por donde él quería que inevitablemente la desconfianza fue mi compañera más decidida en esta lectura.

La historia es clara, demasiado clara, desde el principio. Un hombre en crisis, un padre que necesita reivindicarse, un vacío que se necesita llenar. Una huida con el mar de fondo en busca de lo esencial, del encuentro con uno mismo. El mar como única compañía. Excepto los últimos días de esa travesía solitaria, en las que la presencia de la hija, de siete años, acompaña al protagonista. Y creo que no miento al decirlo así. No voy a hacer trampas yo también.
Los niños apenas distinguen entre el sueño y la vigilia. Ojalá les sucediera lo mismo a los adultos. Para mí, la realidad puede ser un sueño. Y viceversa.
No pretendo yo que los libros no hagan trampas, que los autores no tengan sus recursos para llevarnos donde quieren. Faltaría más, cada cual utiliza las herramientas para las que está dotado o sabe utilizar. Pero… la sutileza, la sutileza es tan necesaria. Entre otras cosas porque eso implica que se dota al lector de la capacidad de poner de su parte, bien dejándose llevar y sorprender, bien admirándose de lo que el autor hábilmente escondía. Pero si no te dejan que te hagas preguntas, porque continuamente te anticipan (e incluso repiten) respuestas para llevarte donde quieren, pero sabiendo el lector que algo no cuadra, que nada cuadra… pues no voy a decir que me siento estafada, pero sí decepcionada.

Debo decir que el libro lo leí del tirón, en un día, porque el ritmo impuesto, las frases cortas, te van llevando como esos vagones de una montaña rusa, sin posibilidad de salirse de los raíles, a veces subiendo, a veces bajando, con una cadencia lenta en ocasiones para luego coger una velocidad endiablada y trepidante. Y tú dejándote llevar. Y también que ese protagonista secundario (aunque no tanto) el mar, fue para mí lo más bello del libro.
Sabemos cosas que preferimos no contar, ni siquiera a nosotros mismos. Y cuando el barco de papel se hunde, hacemos uno nuevo.
Pero ves venir el descenso y lo único que me preguntaba es ¿lo resolverá bien Heijmans? Y ahí saltaron todos los costurones, porque en mi opinión no lo resuelve bien. Demasiado trabajo puesto en llevar al lector donde quería llevarlo para luego no saber cómo solventar todo el laberinto montado. Para que no deshagamos el camino andado, Heijmans directamente abre una puerta falsa en ese laberinto que él mismo nos había metido. 

Y es entonces cuando todas las preguntas que te hacías, todas esas alarmas que se empeñaban en sonar, se desatan. Pero ya no importa porque te das cuentas que esas cuestiones las provocaba esa mano de Heijmans en el cogote, obligándote a ir por los caminos del laberinto que él quería. Que no me parece mal, si no fuera porque me parecieron torpes y poco sutiles sus formas.
Las madres nos llevan ventaja, una ventaja inalcanzable, al menos a padres como yo. En asuntos de niños, no parecen dudar jamás. Y de hecho no dudan. Madre e hijo tienen la misma sangre, el mismo pulso.
Aparte de todos los aspectos que me hacían dudar, que no me cuadraban, hubo algo que también provocó mi desconfianza y es esa insistencia del protagonista en transmitir que un hombre juega en desventaja con la paternidad. Como si las mujeres naciéramos todas madres, siendo buenas madres, como si no hubiera dudas, temores, miedos. No, la mujer no tiene que preocuparse como madre, parece que, según Heijmans, nacemos con ese chip, una predisposición innata no solo para ser madre, sino también para que no nos suponga esfuerzo, una ventaja que nos es dada por el hecho de ser mujer. Pero los hombres parece que no, que son los únicos que tienen esa lucha por conquistar y hacerlo bien con los hijos.

Como excusa para que Donald, el protagonista y narrador, intente tener una relación especial con su hija, me parece muy pillada por los pelos. Incluso su crisis existencial, provocada en parte por una situación laboral de total insatisfacción, se nos deja tan explicitada que me chirría por todos los costados (¡esos meses sabáticos pagados!). Porque ese problema, esa necesidad de Heijmans de hacernos evidentes ciertos elementos, no vayamos a ir por donde no interesa que vayamos (porque sino no hay historia), fue para mí un lastre excesivo.
El problema del ser humano es que lo humaniza todo. El ser humano cree que el agua tiene un plan. Quiere ser más fuerte que el agua, mientras que el agua es o que es: agua, sin pensamientos, sin segundas intenciones.
Y ver tan claramente las intenciones, no sé si primeras o segundas, de Heijmans desmontó todo el tenderete. Que aun valorando los elementos con los que pretende jugar: crisis existencial, los difusos límites entre la normalidad y la locura, la realidad y la fantasía, con un mar de fondo que pone a prueba al ser humano, aun así… creo que Heijmans no supo jugar sus bazas con acierto. No llevaba mala mano, pero cuando alguien se empeña tan descaradamente en hacer creer que tiene determinada jugada en la mano, todo te hace pensar que es justamente porque algún as en la manga tiene. Pero hay que saber sacar ese as con elegancia e inteligencia y en el momento más oportuno. No fue el caso. 

No quiso pillarse los dedos Heijmans y deja pistas claras de que Donald es un narrador poco fiable. Y si para encima tienes que lidiar una crisis vital con la soledad de navegar en el mar, ya sabemos dónde va a llevar la situación, porque el mar no tiene amigos ni enemigos, pero el  hombre tiene un enemigo terrible: su propia estupidez. El mar se merece ser una metáfora más sutil.

19 comentarios:

  1. A ver, es que si es otro tipo de novela y no quieres dejar nada al azar pues entiendo que lo ates todo y lo lleves por dónde quieres pero si planteas algo tan reflexivo como esta propuesta y que tiene en principio la intención de ser de los que escarban y se hacen preguntas, algo de margen tienes que dejarle al lector. Así que nada, siento tu decepción, que encima lo del mar sé que te tira pero bueno, otra vez será. Y que los hombres piensan que a las mujeres nos resulta más fácil lo de la maternidad o que nos viene de serie es así, lo piensan y lo peor es que hay mujeres que alimentan eso también, haciéndoles creer que son torpes o que ellos lo hacen mal y solo ellas saben cuidar a sus hijos.
    Un abrazo

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    1. El problema es que atar, lo que se dice atar, no lo ata todo. Me parece que la idea de Heijmans es buena, que quiere moverse además a un nivel, digamos, psicológico que me parece muy interesante. Pero luego no maneja bien todos los hilos, quizás teme que se nos escape algo y entonces como que quiere manejar demasiado su barca, vaya. Que conste que la parte relacionada con el mar sí me gustó. Lo que más, de hecho. Sobre el tema paternidad/maternidad qué decir... que es complejo, como poco ;)

      Un abrazo

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  2. Hombre, la maternidad no es inherente de manera incondicional a la mujer, pero es evidente que hay un vinculo de nueve meses, en el caso de l maternidad biológica, que eso no lo tendrá nunca un hombre por más que lo quiera.. Eso no hace a la mujer más hábil ante la maternidad, la mujer "sufre" y "disfruta" de la maternidad de manera diferente al hombre y me parece que empeñarse en una igualdad, antinatural en este caso, no conduce a nada, me parece antifeminismo... Dicho lo cual, no me atrae mucho la novela, por tu reseña pero también por la sinopsis. No me gustan las novelas de personajes solos, aunque finalmente aparezca la hija.
    Abrazo.

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    1. Claro que esa maternidad biológica no es transferible a los hombres, y por ahí ese vínculo. Pero de ahí a suponer que las mujeres nacemos con una especie de manual de maternidad que deja en desventaja a los hombres respecto a su paternidad hay un trecho. Creo que son roles distintos, ni uno mejor o peor que el otro, pero en cualquier caso roles que son necesarios aprender, a veces sobre la marcha y que, como muchos roles, no deben de pretender la perfección.

      Un abrazo

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  3. Cien por cien de acuerdo contigo en todos los aspectos que tratas. También yo tengo algo escrito por ahí y, cada una a su manera, venimos a decir lo mismo.
    Saludos blogueros

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    1. Pues me alegro, porque ya me sentía bicho raro, el libro gusta mucho. Aunque hay gente a la que le ha desconcertado el final, a mí me produjo desconfianza casi desde el principio. Me gustaría saber qué has escrito ;)

      Un abrazo

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    2. http://unlibroaldia.blogspot.com/2018/07/toine-heijmans-en-el-mar.html?m=1

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  4. Creo que entiendo lo que quieres decir. Porque a mí me gusta que los autores jueguen conmigo, que me lleven donde ellos quieran, pero también que me la cuelen, que me hagan partícipe del juego y que traten al lector con respeto y confiando en su inteligencia. Supongo que eso es lo que te ha faltado en esta lectura y el hecho además de haberte dado cuenta desde el principio no ha ayudado mucho a que hubiera feeling entre ella y tú.
    Respecto al libro lo veo mucho últimamente por Instagram y siempre con comentarios positivos. Me he fijado en él porque siempre me fijo en los libros de Acantilado. Y me alegro de que tu reseña no sea entusiasta (no de que tú no hayas disfrutado del libro) porque soy de la opinión de que es imposible que un libro guste a todo el mundo. Así que si por un casual algún día cae en mis manos y me decido a leerlo ya voy con una idea de lo que puedo (o no puedo) encontrarme.
    Un abrazo

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    1. Pues ojalá lo leas, me encantaría saber tu opinión, y estoy segura de que aunque a ti te gustara, entenderías mis argumentos.
      Yo también siempre me fijo en los libros de Acantilado, de hecho es de las editoriales que más sitio ocupan en mis estanterías, pero bueno, nadie es perfecto ;)

      Un abrazo

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  5. ¡Ay! ¡Cómo me ha dolido! Es que he visto el título y me he venido arriba pensando que sería un novelón... Qué pena. A mí eso de que me pongan trampas, de que se vea el plumero o de que me engañen para esconder el plumero no me gusta nada. Lo llevo fatal. ¡Lo que me enfadé con Amenábar la primera vez que vi 'Los otros' porque me engañaba! Siento que te haya decepcionado. Conociendo tu pasión por el mar, seguro que la decepción ha sido grande.

    Besotes.

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    1. Claro! Si yo también me fijo bien en los libros relacionados con el mar. Y este además venía tan bien valorado por las redes sociales que, pese a mi desconfianza del ruido mediático, no pude resistirme. Y, ea, otra vez lo mismo de siempre: mucho ruido, pocas nueces. Aunque en este caso, más que pocas nueces lo que había era alguna nuez "hueca".
      La parte del mar sí que la disfruté. Pero vamos, que ahora mismo ya disfruto hasta un salvapantallas del mar :)

      Un abrazo

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  6. No me importa que me engañen un poco y que a media trama o al final salgan detalles inesperados, siempre que, como dices, salgan con elegancia y terminen por redondear la trama y mejorarla. Las sorpresas epatantes que lo único que consiguen es sorprender y provocar que alguien diga "qué original" o "qué buen autor", no me gustan; como tampoco me gusta que las cosas se repitan para que todo te quede bien claro y no te permitas imaginar nada, y que todo cuadre a la perfección (entiendo perfectamente lo de los meses sabáticos pagados). En fin, que había visto este libro en tu publicación de Instagram y pensaba que sería otra cosa. Como Lorena digo, que si cae en mis manos, igual me animo a leerlo, pero con muchas suspicacias.
    Un beso.

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    1. Aquí la falta de "elegancia" estuvo en dejar unas migas demasiado explícitas para que las siguiéramos y la necesidad de dejar tan claras algunas cuestiones que a mí me saltaban todas las alarmas. Pero siempre digo lo mismo: que cada cual decida, a mí a veces críticas desfavorables me empujan más a leer un libro (si ya tenía pensado leerlo o me interesaba previamente).

      Un abrazo

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  7. Me encantan este tipo de libros, además la editorial es una apuesta segura =)

    Besotes

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    1. Sin duda, Acantilado para mí también es una garantía. Pero en este caso...

      Un abrazo

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  8. hola! ante todo valoramos la honestidad en una reseña y en la tuya la hallamos, asi que podria leerse sabiendo que puede haber trampas o cosas no muy bien resueltas, se agradece infinitamente!! abrazosbuhos.

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    1. Se me da fatal mentir :D No podría hablar bien de un libro que no me ha convencido porque no tendría argumentos... Pero ciertamente, que a mí un libro no me convenza no es motivo para que nadie deje de leer ese libro.

      Un abrazo

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  9. Pues no lo conocía. Y de primeras pintaba bien este libro. Pero tras leerte, lo voy a dejar pasar. No me convence. Y que no sepa rematar encima bien la faena...
    Besotes!!!

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  10. Algo había leído acerca de él, pero no me convencía, y tus lineas deciden su suerte.
    Gracias por tu reseña, siempre tan sentida, Ana.
    Un gran abrazo.

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