domingo, 30 de agosto de 2015

Gracias por tanto


Tan rápido. ¿Cómo interpretar las señales? No las supe ver.

No lo esperaba. No lo merecías. 


La alegría se ha ido tras de ti. Tu alegría… tu amor… Me sostenías. Tu despeinada torpeza, tu hambre selectiva, tu mirada llena, tus juegos improvisados, tu barriga ancha, tu alma inmensa, tus mimos por la espalda, tu lealtad absoluta, la paz con la que me llenabas… Me protegías y no, no lo supe ver, no sabía de qué, de quién...

¿Y ahora? ¿ahora qué? ¿dónde? ¿quién? ¿cómo? ¿por qué?

No tengo palabras, se me han extraviado, borrado, perdido, tal vez me las han robado o las he olvidado. Las busco en los rincones en los que te escondías para que no te viéramos ir, y que ahora va recorriendo Truca (el ancla que me queda), respirando tu olor, buscándote a ti. Ambas te buscamos como pajarillos asilvestrados que no saben si van o vienen o tienen algún lugar en el que posarse.



Cada día sin ti duele.

Los días pasan y las ausencias crecen y se clavan hasta que el alma sangra, mordiscos de silencios. Es el mismo bolero de antes y de siempre. Dentro de mí busco un mundo que siga su curso hacia la vida. La falta de ti es como un eco, tal vez un mañana despertándose al alba.

Y yo, que no entiendo ni de cielos ni de infiernos, mucho menos de paraísos, quiero pensar que hay algún lugar en el que estás y que allí hay unos dedos que acarician tu barriga y que me sacas la lengua y te burlas de mí, mientras abres los ojos, los redondeas y alguien te peina.



Que se abran las puertas de luz. Candela va.

Blas fue mía. Y Candela también. Os volveré a ver.

Gracias por tanto.

@AnaBlasfuemia