martes, 31 de diciembre de 2019

Algunas de las mejores lecturas de 2019 y las razones


Me ha costado. Hay ausencias que me duelen pero están conmigo. Esta es mi lista de lecturas preferidas del 2019:
Si no, el invierno. Fragmentos de Safo (Anne Carson): Porque siento que es el mejor homenaje a la poesía. Quién, si no Safo de la mano de Carson.
Tres senderos hacia el lago (Ingeborg Bachmann): Porque hay caminos que se hacen sola.
La suerte de Omensetter (William H. Gass): Porque para esto, para esto leo. Demencial obra maestra.
La pasión según G.H. (Clarice Lispector): Porque con Lispector siempre remuero y siempre revivo.
Bartleby, el escribiente (Herman Melville): Por el dolor escondido en la soledad, preferiría no tenerlo.
La compasión difícil (Chantal Maillard): Porque me culpo (no como causa, sino como consecuencia), y porque empiezo a perdonarme con la compasión más difícil.
Física de la tristeza (Gospodínov): Porque temblé al recorrer este laberinto de tristeza.
Cartas a Sandra (Vergilio Ferreira): Porque me partió en mil pedazos y cada pedazo se partió en otros mil.
Voss (Patrick White): Porque una novela de aventuras y amor puede atravesar los desiertos del alma humana.
Un simple vestido de fiesta (Bobin): Porque nunca has sido tú la causa de mi soledad. Y porque Bobin jamás hiere.
Memoria de elefante (António Lobo Antunes): Porque así leo, buscando y encontrando luz donde otros ven tristeza y complejidad. Me ayuda a existir.
Diarios (Eugène Ionesco): Porque me hizo elegir entre pena y remordimiento. Por el asombro de ser(se).
Contar es escuchar (Ursula K. Le Guin): Por la escucha. Me acompañó y me cobijó.
El nombre en la punta de la lengua (Pascal Quignard): Porque leo a Quignard para sobrevivivir y porque la lectura no es una experiencia tranquila.
Tipos de agua (Anne Carson): Porque cada viaje son muchos viajes y yo los estoy viajando todos.

Obras completas (Sarah Kane): Porque “todo acto es un símbolo cuyo peso me aplasta”. Porque a las 4.48 me desperté y me salvé. Una vez más.
Os deseo lo mejor en el 2020 y que lo mejor sea lo correcto.

jueves, 26 de diciembre de 2019

Si no, el invierno. Fragmentos de Safo (Anne Carson)


pero a mí me has olvidado tú

Safo fue una musa y poetisa griega de hace muchos años. Tantos que ni Cristo había nacido. Poco se sabe de ella con certeza, todo son cábalas y conjeturas. Pero sí se sabe que ya practicaba la sororidad, que rompía estereotipos y que creó una lírica emocional, intimista y sutil contrapuesta a la lírica épica, arcaica y homérica de su época.

El patriarcado, la indolencia, la censura, el tiempo, la inhumana humanidad… han provocado que de su obra solo queden algunos fragmentos en papiros o extraídos de citas. Y no se me ocurre mejor traductora de Safo que Anne Carson, capaz de hacer de la traducción una metapoética y de convertir textos fragmentados en una poesía y una lírica portentosa. Los extractos perdidos, los espacios desaparecidos, las palabras volatizadas, los textos ausentes, los papiros ilegibles… todo ello se convierte en un espacio en blanco, en una estética del corchete que instaura tanto un ritmo como una imaginación, materializando la singularidad de Safo.

llegaron [
para no

Significado o exactitud, la elección del lector pasa por identificar lo incorpóreo, situar entre líneas el misterio de lo que no está, estando. Como el espacio en blanco de una partitura, ahí donde resuena la melodía sin que esté en el aire, sino en tu interior.

Carson en su traducción hace una poética fragmentada en la que la pérdida de las palabras de Safo se convierte en un lenguaje propio, el arte de la insinuación, aislando los espacios para convertirlos en mensaje e imagen, deshilando la maraña de fragmentos hasta adquirir la fuerza de un junco y la belleza de la música, la lírica, el erotismo. La mujer.

Los fragmentos perdidos provocan, en mano de Carson, un misterio similar al de una nota caída del pentagrama. No impide la música, la recrea en ti, que te ves impelida y convocada a interpretar el espacio vacío en clave de fantasía, pasión, belleza y libertad.

alguien nos recordará
⠀ ⠀ ⠀ ⠀ ⠀ ⠀ lo afirmo
incluso en otro tiempo

Safo, la traducción de Anne Carson y sus notas son un lujo que atesoraré con toda la fuerza de la admiración, la pasión y el amor.

domingo, 22 de diciembre de 2019

Manual de escapología (Antonio Pau)


Un viejo tópico asocia huida a cobardía. Y sin embargo es todo lo contrario: huir es, en la mayoría de los casos, un acto de valor. No se trata de huir de los deberes y responsabilidades, naturalmente, sino huir de una circunstancia vital que resulta hostil. Porque la felicidad es un deber […] Hay que dar a las realidades dolorosas su espacio propio, pero su espacio justo. Agotado ese espacio, hay que tener la valentía de huir

Soy una escapista profesional. Primero busqué y como no encontré ni comprendí, empecé a huir. Y no paré de perpetrar huidas hasta el día de hoy, que me encuentro inmersa en la última huida, esa que supone encontrarme conmigo misma, mis raíces, mi identidad. He encontrado mi lugar en el mundo y voy a huir hacia él.

No, huir no es de cobardes. Hay que huir de lo que nos perjudica, hacerlo desde la reflexión y desde la libertad de elección. ¿Qué nos perjudica y qué es un entorno hostil? Todo es una realidad personal que nuestra mente crea a partir de la realidad física. Es mi percepción del entorno lo que le convierte en hostil o acogedor. Dicho esto, cada cual tiene su mochila y se acomoda en su trinchera dispuesto a combatir, conseguir la paz, conquistar un espacio o ir en búsqueda de otro.

Nadie va a huir hacia terreno minado, en principio se huye hacia el sosiego. Pero no hay una brújula que nos indique dónde están los oasis de paz, el mar crepuscular, el racimo de luz o el cielo azul.

He huido desde la rebeldía, desde el rechazo, la rabia, el dolor, la vergüenza, el miedo… Mis huidas han sido prepositivas: he huido a, hasta, sin, hacia, desde, con, para, por, tras… Identificar mis huidas asociándolas a todas y cada una de las preposiciones me ha ayudado a descifrarme y preparar el equipaje para mi gran evasión: la última (en realidad la penúltima, la última no la decidiré yo)

“Manual de escapologia” me ha hecho sentirme cómplice de mí misma. He sonreído mientras reconocía cuántas de las 30 huidas planteadas por Pau he practicado de una forma u otra. Todo está inventado ya y me complace reconocerme en las acciones, pensamientos y sentimientos de la humanidad desde que es “sapiens”.

Es la hora de mi (pen)última huida.

miércoles, 18 de diciembre de 2019

Génie la loca (Inés Cagnati)


A una loca en libertad todo el mundo la mira. Pero de una loca encerrada todo el mundo se olvida

A veces, algunas veces, muchas veces, los libros me dejan sin palabras. No siento que me las roban ni me las quitan, sino que se deshacen como si fueran un muñeco de nieve en un desierto o un puñado de arena en mi mano que el mar reclama a golpe de olas. Y entonces pienso que utilizamos las palabras con mucha alegría, me refiero a esa alegría inconsciente con la que los niños pequeños, por ejemplo, descubren las palabrotas malsonantes, y llaman puta o caca a su madre o cabrón o caraculo a su padre. Y se ríen y nos reímos, porque nos hace gracia, aunque nunca he entendido dónde está la gracia.

De adultos no mejora esa facilidad para utilizar algunas palabras con alegría casquivana: loca, tarada, mongola… Loca. Voy a quedarme con esta palabra, “loca”, porque así llaman a Génie, la madre de Marie. Marie es la voz que cuenta la historia. Las historias. ¿He dicho “cuenta”? Miento, no nos las cuenta: nos las canta. Porque este libro es como una canción, una melodía que te envuelve, con sus estribillos que se repiten, pegadizos, para que no olvides lo esencial. ¿La oís? Es dulce, es poética, es sencilla. Y te arrasa.

Te arrasa como lo hace un alud, un tsunami o un huracán. Te asola y te deja vacía, llorando y vomitando. Con el mismo vacío, las mismas lágrimas y el mismo vómito con el que se construye Génie la loca: el de las renuncias. La renuncia por amor. El amor que solo una madre puede sentir por su hija, a la que le arrebatan la felicidad nada más nacer y cuya vida se construye con las ausencias de lo que le quitan. ¿Cómo construir una vida si te lo van quitando todo?

Puedes amar desde el silencio, el sacrificio y la renuncia, puedes amar mirándolo todo con amor y con miedo. El amor como una letanía.

Y tú lees y cuando quieres darte cuenta tus brazos no sostienen el libro. Sostienen a Marie y a Génie, has hecho un nido con ellos y quieres cobijarlas. Para cuando quieras darte cuenta otra vez, tú también estás dentro del nido, protegiéndote, abrumada porque un libro tan bellamente contado te desgarre con tanta intensidad.

domingo, 15 de diciembre de 2019

Poética para acosadores (Stanley Elkin)


La disolución y la muerte no son tan inescrutables como las pintan. Son la hostia de escrutables

Se pregunta Elkin en el prólogo “¿Por qué este libro, por qué estos relatos? Sin duda he escrito libros mejores. Sin duda soy más bueno ahora que cuando escribí estas historias. Así pues ¿por qué? En serio, ¿por qué? Me gustaría saberlo” Más allá del realismo, la sencillez, el estilo accesible y franco, tengo mi propia respuesta para Elkin: los personajes. Los personajes de los nueve cuentos de “Poética para acosadores” (todos hombres) son la trama.

Pero hay más: los personajes me son ajenos y lejanos. Me resultan de entrada turbios e irracionales. Y ahí está el mérito de Elkin: ese escrutinio que hace de los personajes me lleva a entenderles, a comprender sus decisiones, sus actos, sus motivaciones, sus frustraciones. Y se produce esa perturbadora sensación que supone sentirte próxima de quienes percibías como extraños y distantes de quien tú eres. Una inquietud grata en el fondo que me recuerda, nuevamente, que nada me es ajeno y que toda sombra tiene su luz y toda luz su sombra.

El sórdido humor de Elkin convierte estos cuentos en una especie de comedia existencialista o de tragicomedia humana con personajes que, como cada uno de nosotros, intentan sobrellevar la vida con todo lo que de heroicidad cotidiana implica. Desplegando una variedad de temas, estilos y personajes, “Poética para acosadores” consigue un balance brillante en el hilo común de todos ellos: todos los personajes son personajes derrotados y fracasados. Todos son también víctimas. Y esa es, precisamente, la poética del acosador.

La lógica no es nada. El deseo puede más

Y así, no busquéis la lógica reconocible y cómoda de lo previsible sino personajes expandiéndose en la trama que son ellos mismos y en la trama del lenguaje, un lenguaje que empuja y se acumula con una destreza exuberante y con un humor negro y extravagante como recurso para abordar la angustia que subyace en nuestra cultura.

martes, 10 de diciembre de 2019

Clarice Lispector


El universo de Lispector es exacerbado, profundo e intensamente inquisitivo. Un universo en el que escribir era un pozo al que arrojarse, una cúpula sin límites y desordenada que requiere explorar y combinar rompiendo las reglas. El lenguaje para ella era como un nacimiento al que puedes traicionar para dar sentido a un nuevo idioma, el sentido lispectoriano de la vida y el universo. Lispector apostató del lenguaje común y normativo porque sabía que la vida es irreductible.

Estruendosa hasta en los saltos de línea, los silencios y los márgenes, Lispector tenía el poder de una diosa que se precipita a la escritura cavando abismos hacia los que luego se arroja como quien tira una piedra a la superficie del agua para solidificarla o como quien dispara rayos al firmamento para que en su desgarro alguna nube rompa a llorar o a suplicar un cielo que sea germen y colofón de su existencia.

Lispector era como el Agua viva que fluye muy Cerca del corazón salvaje, surcando los espacios intersticiales que hay entre latido y latido, el lugar Donde se enseñará a ser feliz Para no olvidar que La ciudad sitiada puede ser un encuentro tan revelador como devastador con una cucaracha o tal vez con La araña que teje en Silencio El libro de los placeres y Todos los cuentos a los que las almas inquietas acudimos buscando la Revelación de un mundo que nos aporte Un soplo de vida, una respiración más, necesaria para no olvidar los Descubrimientos que nos precipitan hacia el frío de la madrugada.

Porque, Queridas mías, siempre estamos Aprendiendo a vivir, y la vida es una búsqueda de La lámpara que ilumine La manzana en la oscuridad para poder morderla con el ansia de quien sabe que ya es La hora de la estrella. Clarice es como una religión para la cual no necesito más fe que la de acudir a sus páginas para que me salve dándome el misterio de la vida: el Por qué este mundo.

Hoy Clarice Lispector cumpliría 99 años.

lunes, 9 de diciembre de 2019

Muerte de un silencio (Clemence Boulouque)


A veces la realidad supera la aflicción

He leído este libro hace tiempo. No sabía qué decir de él, ni bueno ni malo. Pero ahora siento que el libro sigue vivo en mí, que me conmovió más de lo que acepté en su momento. Que su lectura fue más poderosa de lo que pensaba y que necesitaba concretarla escribiendo sobre ella. El tiempo, poniendo las cosas en su sitio. La realidad, superando la aflicción.

Hija de un juez antiterrorista en los 80 (hablamos de Francia), su padre se suicida en 1990, cuando Clemence Boulouque tenía 13 años. Decide alejarse de sus recuerdos, hasta que escribe sobre ellos para matar el silencio.

Entender el miedo, la presión, el gesto final. Rehabilitar la memoria de su padre, reinterpretar el suicidio sustituyendo la idea de abandono y la ira, por el sentimiento de comprensión. Domar el pasado sin hacer juicios, ausentar los reproches, reencontrarse con el padre, acabar con el duelo. Encontrar la paz.

Boulouque consigue conmover sin caer en dramatismos, entrar en lo íntimo encontrando las palabras que le permitan aceptar la ausencia. Más allá del duelo, hay también una mirada a un clima político frenético, al papel de los medios como generadores de opiniones torticeras, la corrupción de los gobiernos, el terrorismo, la independencia judicial… todo ello sumerge a la familia en una situación delirante de rechazos y amenazas que les impedirán vivir en un clima de normalidad.

El suicidio es una muerte silenciosa, una forma de morir condenada al ostracismo y al secreto, a la mirada hacia otro lado, con esa extraña creencia de que aquello de lo que no hablamos no existe. Pero existe y algún día brotará como un dolor oprimido que se derrama con impetuosidad y exceso de la cápsula en la que lo hemos encerrado. Clemence Boulouque decide romper ese silencio con este libro cargado de sensibilidad y exento de grandes pretensiones, para que el dolor no le estalle sin control.

No guardarme el duelo para mí. Matar el silencio. Yo, que no soporto ni el ruido ni la muerte

viernes, 6 de diciembre de 2019

Una soledad demasiado ruidosa (Bohumil Hrabal)


Los libros me han enseñado, y de ellos he aprendido que el cielo no es humano en absoluto y que un hombre que piensa tampoco lo es

La prosa de Hrabal es arrolladora, apretada, tan ruidosa como los pensamientos que pueblan la mente del solitario Hanta, que lleva 35 años prensando libros y papel viejo, rescatando libros de los inquisidores, 35 años bebiendo cerveza.

Cerveza, trabajo y libros mantienen a Hanta en el umbral de la conciencia, transitando del mundo real al imaginario, del ficticio al material, del alucinatorio al físico. Alejado del mundo que le rodea, un marginal en una sociedad opresora y gris que prefiere los subsuelos y las cloacas de Praga antes que su superficie. Si pudiera, en lugar de prensar papel viejo prensaría cabezas humanas, esos humanos que, como las ratas, se aniquilan en guerras absurdas. La cultura, los ángeles caídos, la belleza helénica y el espíritu griego, la filosofía, la poesía y el pensamiento elevado solo tienen cabida en las cuevas subterráneas.

Hanta, culto y erudito a pesar de sí mismo, 35 años en su trabajo, 35 años llenos de dignidad sobreviviendo a una humanidad absurda. Y un buen día, todo cambia. Unas manos más jóvenes, unas prensas más modernas. El rodillo tecnológico, la juventud moderna y adoctrinada. Y Hanta, que se ha pasado 35 años rescatando el sentido de la vida del aniquilador, pierde ese sentido de la vida y pierde su alma. Trabajar rápido, destruir libros, no pensar: prensar y no pensar es la nueva orden. Hanta es un hombre que piensa y por eso también es capaz de decidir y decide ir “más allá de la frontera del ser y de la nada”, allí donde la caída es una ascensión.

“Una soledad demasiado ruidosa” es un largo monólogo de su protagonista, en el que las (largas) oraciones se conectan en un fluir de conciencia en el que no hay un discurso directo sino que oscila entre lo lírico y lo surrealista. Un monólogo irónico y meticuloso plagado de reflexiones simbólicas sobre el desmoronamiento de una época y el desmoronamiento del propio Hanta. Condenado a una sociedad podre y decadente Hanta elige su propia madriguera, esa que no sabemos si es una rendición o una resistencia heroica.

jueves, 5 de diciembre de 2019

Estrictamente bipolar (Darian Leader)


La mente humana es fascinante: compleja, impredecible, versátil, opaca. Personal. El orden y el caos. Fluida y en constante cambio, elige, deshecha, combina. Intento desencriptar la abigarrada maraña de la mente, comprender a los demás, a mí. Recurro a los recursos que tengo: la introspección, la escucha, la empatía y la lectura.

Todo tiene un nombre, una etiqueta, un diagnóstico. No me interesan nombres, etiquetas ni diagnósticos, quiero saber qué nos hace sentir, pensar y actuar como lo hacemos. No puedo mirar siempre hacia el mismo lugar y desde el mismo lugar. Busco en los laterales, en el filo de los acantilados, en la raíz bajo tierra. En minorías, incomprendidos, marginales y apartados. ¿Cómo entender lo incomprensible si solo miramos lo que podemos discernir en nosotros mismos?

Por eso he leído “Estrictamente bipolar” y porque este trastorno no me es ajeno (que no propio, matizo). Una persona con trastorno bipolar no es solo una persona ora maniaca ora depresiva. Primero es persona, ESA persona y no otra, pero es mucho más que ese pasar de la euforia a la depresión, un péndulo emocional e incontrolable. Y Darian Leader amplía esa alternancia básica: los comportamientos extremos de las personas bipolares son “maneras de purificar los extremos: el gris debe separarse en blanco y negro”. No se trata tanto de un vaivén como de “un esfuerzo por mantener separados dos polos”. La bipolaridad como un sistema de pensamiento. Hay que escucharles.

Leader acusa a la psiquiatría y sus continuas subdivisiones diagnósticas; a los cambios culturales que primero ensalzan la depresión (una melancolía romántica) y luego aúpan la creatividad y energía propias de la manía; a las empresas farmacéuticas (con la boca pequeña).

Planteamientos interesantes y provocadores los de Leader, si bien le ha faltado firmeza (o le ha sobrado miedo) y no termina de ofrecer una teoría sólida y coherente. ¿Es nuestra sociedad capitalista y consumista la que está “construyendo” personas bipolares? No tengo una respuesta corta, más bien tengo muchas preguntas que solo puedo resolver con los recursos que tengo: introspección, empatía, escucha y libros.

domingo, 1 de diciembre de 2019

Parecidos razonables (Christina Rossetti)


Venid a sentaros a mi lado, queridas niñas, que os voy a contar un cuento

No uno sino tres cuentos serán los que contará la narradora a sus sobrinas, consiguiendo de esta manera que hagan sus tareas. Y que yo me lea el libro de una sentada en media tarde.

Aunque hay parecidos más que razonables que pueden establecerse entre Christina Rossetti y Emily Dickinson (nacieron en el mismo año con cinco días de diferencia, mujeres poetisas, ambas permanecieron solteras y relativamente aisladas, abordaron temas espirituales similares…) sin embargo en estos cuentos el paralelismo se establece, inevitablemente (y las bellas ilustraciones de Arthur Hughes contribuyen muy mucho a ello), con “Alicia en el país de las maravillas”

Las comparaciones no me resultan nada agradables porque suelen ser injustas, pero la evidencia es innegable, Alicia sale ganadora de esta confrontación. Y sin embargo, he disfrutado de “Parecidos razonables” como si se tratara de un exquisito trozo de chocolate que me encuentro inesperadamente en la nevera, aunque no por casualidad estaba ahí.

¿Qué significan, de qué nos hablan estos cuentos mágicos? Tres cuentos que son como una llave a un mundo onírico y secreto, lleno de imaginación, que nos abre la puerta de paisajes y personajes inusuales. Los tres textos tienen una intención didáctica evidente, una moralina en forma de lección de vida para las tres niñas protagonistas de los cuentos, que en sus aventuras se encontraran con la parte menos atractiva de sí mismas.

En estos “Parecidos razonables” nos encontramos una clara crítica al doble rasero que tenía la sociedad victoriana respecto a hombres y mujeres, ricos y pobres y también una crítica al darwinismo social de aquella época en la que se sobrevivía a costa del más débil. Rossetti contrapone a ello los valores morales religiosos en los que la armonía se alcanza a través de la colaboración de todos.

La prosa precisa, magnífica y envolvente de Rossetti hacen de esta breve lectura una de esas inesperadas joyitas que te llevan a otros mundos que están en este y te hacen evocar el poderoso papel de los cuentos en la infancia.

jueves, 28 de noviembre de 2019

La muerte de Virginia (Leonard Woolf)


No se puede escapar al Destino, y siempre he pensado que el Destino no se halla en el futuro, sino en el pasado

Con esa cita tan a lo Cesare Pavese de Leonard Woolf, debo decir que Leonard intentó que el Destino fuera mucho más amable, no solo para él, sino también para los suyos y para la sociedad. Un hombre que intentó crear un Destino sabiendo que este se construye con lo que hacemos, vivimos, decidimos y trabajamos.

“La muerte de Virginia” es parte de la autobiografía de Leonard Woolf, concretamente la que va de 1939 a 1969 y, sí, habla de la muerte de Virginia, pero no constituye ni mucho menos la base del libro puesto que es, no olvidemos, la autobiografía de Leonard y no la biografía de Virginia.

He disfrutado mucho de esta lectura, si bien hay cosas que me han interesado menos, pero me he sentido arropada por la personalidad de Leonard Woolf, que, sin duda, fue la mejor persona que Virginia podía tener a su lado. Cuestionar su relación implicaría no entender las diferentes formas del amor y la nobleza y honestidad que puede haber detrás de muchas relaciones que a la mayoría les resultan inexplicables.

El cariño, la comprensión y el respeto con el que habla de ella, el dolor que sintió por el propio dolor de Virginia y por su suicidio impregna la parte en la que habla de los meses previos al fallecimiento de Virginia y al momento en el que desaparece. No se regodea para nada (normal, puesto que consideraba el sentimentalismo un vicio congénito), no es su estilo, está en la impronta de la persona justa y lúcida que era Leonard el ser fuerte y estoico en la vida.

Muy interesante también la parte dedicada a hablar de Hogarth Press y el mundo editorial, la IIGM, el mundo laboral, la política… Si os acercáis a este libro hacedlo no intentando buscar solo a Virginia Woolf, hacedlo buscando a Leonard Woolf.

He dicho que me he sentido arropada por la personalidad de Leonard, no carente de contradicciones y clasismo, pero también he de decir que me he sentido esperanzada, que es como me siento cuando me acerco (aunque sea a través de los libros) a personas nobles impregnadas de serenidad, dignidad y verdad.

martes, 26 de noviembre de 2019

La intrusa (Monika Zgustova)


Gala se mantenía en silencio: siempre prefería escuchar y aprender que brillar

Tengo desde siempre una fascinación declarada y reconocida por la obra artística y la personalidad de Salvador Dalí (genio, extravagante, tímido patológico, acomplejado). Fascinación que se extiende a la mujer de su vida: Gala. Ambos vivieron ese amor raro, diferente e incomprensible para los ojos de los demás, pero que estaba predestinado a ser. Un amor inevitable, como las olas que parecen querer alejarse del mar pero que, de forma necesaria y rítmica, vuelven a él. Destinos ineludibles.

Quiero conocer en la medida que pueda todo aquello que me fascina, así que este libro fue también inevitable. Y lo cierto es que salgo de la lectura decepcionada porque “La intrusa” no añade nada nuevo a lo que ya se sabe y lo más interesante del libro son las reproducciones de los escritos de la propia Gala, una mujer reservada, pero libre y decidida en un mundo de hombres con unos egos muy bien alimentados.

Repetitivo y narrativamente deslavazado y superficial, me ha hecho acudir a los diarios de Anaïs Nin en los que menciona su encuentro en Virginia (EEUU) con Gala y Dalí y describe en pocos párrafos a una Gala con gran capacidad organizadora (“toda la casa estaba funcionando para el bienestar de Dalí”). También cuenta cómo “no levantaba nunca la voz ni trataba tampoco de seducir ni conquistar. Aceptaba silenciosamente que todos los que nos encontrábamos allí estábamos para servir a Dalí, al gran genio indiscutible” Poco necesitó Nin, una observadora analítica y aguda, para captar a Gala y su relación con Dalí.

También se habla de su relación con Paul Eluard y Max Ernst y su amistad con Marina Tsvtáieva. No podía atraerme más todo esto… y sin embargo termino el libro sintiendo que Gala sigue siendo un enigma, que esta lectura se ha quedado en la superficie, como biografía y como narración, y que la autora desaprovecha una oportunidad, aunque pueda ser un libro interesante como acercamiento a Gala e incluso a Eluard y Dalí, pero con toda la información que hay hoy en día a golpe de clic se queda corto, carente de profundidad, análisis e intencionalidad.

domingo, 24 de noviembre de 2019

Escalada (Ludwig Hohl)


Cuando cualquier perspectiva y posibilidad de acción ulterior fallan, la obligación de dedicarse a cuestiones inmediatas y corrientes, tan banales y cercanas que hasta ese momento casi siempre se han pasado por alto, propicia descubrimientos inusitados

Hay libros que son como gotas. No una gota cualquiera, sino como una gota de oxígeno en la profundidad del mar o una gota de agua en la inmensidad del desierto. Se mantienen en un improbable escenario para su existencia esperando que alguien les dé su sentido primigenio. La editorial Minúscula es especialista en este tipo de goteo. Libros de tamaño pequeño pero de calidad imperecedera.

“Escalada” admite una doble lectura: como un texto sobre la aventura de dos escaladores (con personalidades muy diferentes) que afrontan el ascenso a una dura cima, o dotar a la narración de un simbolismo que Hohl no utiliza de forma explícita pero que nos conduce inevitablemente a toda la simbología de la montaña y al símil con la vida a través de las poéticas y precisas descripciones de la escalada del glaciar: sacrificar una cuerda, descender para intentar ascender por un tramo más favorable, repartir la fuerza en innumerables lugares, descartar la fuerza bruta para elegir el movimiento preciso, no correr riesgos en solitario, afrontar dificultades no enfrentándose a ellas sino esquivándolas, rodear o retroceder para evitar los abismos, ser sensato y tenaz, abandonar o insistir, decidir…

Las interpretaciones son más profundas de lo que la apariencia del texto nos da. Un escalador decidido, temerario y flexible, otro indeciso, pusilánime y melancólico. Ambos han de afrontar la cima, el miedo. La parábola es inevitable. El escenario de la montaña alpina provoca que, pese al lenguaje realista y diáfano de Hohl, la narración se interprete no sólo como un drama en la montaña, sino como un dilema existencial que Hohl dilucida optando por la inevitabilidad del destino.

Hay una respuesta muy certera a la pregunta sobre qué impele a las personas a escalar montañas. La respuesta a la pregunta esencial (“¿Por qué escaláis montañas?”) es de una clarividencia que redondea esta lectura hasta convertirla en una de esas delicadas joyas condensadas en pocas páginas.

miércoles, 20 de noviembre de 2019

Nobleza de espíritu (Rob Riemen)


Vender la mercancía mostrando solo su parte más presentable, comprar a mitad de precio, hacer pasar la basura por algo bueno, la forma por el contenido, silenciar alguna condición, recurrir al sentido literal, parecer en vez de ser, comportarse decentemente en lugar de comportarse bien, sustituir la dignidad interna por la respetabilidad externa

La cita anterior es la descripción más certera que he leído nunca sobre las redes sociales. Pero lo realmente preocupante es que Rob Riemen está describiendo en realidad a nuestra sociedad europea actual, colapsada y fanatizada. Y ahí ya me tiemblan las canillas.

Riemen reivindica los valores más humanos, la belleza, la fe filosófica, un nuevo clima espiritual, la nobleza de espíritu que hoy en día es ya una idea olvidada. En un ensayo que recurre también a una ficción muy atractiva e interesante, hace un noble esfuerzo para que no olvidemos que el pensamiento y la búsqueda de la verdad es parte intrínseca de la VIDA. El deseo de que sean intelectuales y filósofos quienes nos gobiernen no está exento de críticas (a veces torticeras, todo hay que decirlo) a esos mismos intelectuales y filósofos, por eso apela a su responsabilidad a la hora de transmitir valores humanistas en desuso.

Es en las conversaciones, en la capacidad de diálogo, donde encontramos una actitud idónea y muchas respuestas y por eso Riemen recrea de forma ficticia conversaciones inolvidables entre mentes de indudable brillo (Sócrates, Spinoza, Nietzsche, Thomas Mann, Leone Ginzburg…) que sirven de argumento para reivindicar los valores humanistas y el crecimiento noble del alma humana.

“Nobleza de espíritu” es un libro extraño (algo confuso en su ausencia de concreción sobre qué sería esa nobleza de espíritu y en su creativa recreación de hechos históricos) pero también admirable en su esfuerzo de denuncia y de reclamar una valentía moral para que no se nos olvide que no debemos de maltratar aquello que nos hace nobles: compartir, respeto, atención, verdad, belleza, dignidad, búsqueda…

Añado empatía a la ecuación.

domingo, 17 de noviembre de 2019

El chico que nunca existió (Sjón)


Se entretiene diferenciando la vida real de la sombra de la vida

“El chico que nunca existió” es tal cual lo que dice su título: la historia de un chico que nunca existió. O sí, porque ¿qué vida no se ha vivido ya? Es también la historia de la sociedad islandesa en Reikiavik a principios del siglo XX y cómo afecta a la población la gripe española.

Me ha resultado una lectura extraña y dispersa por la que he avanzado a trompicones, entre la neblina de los difusos límites de la realidad y la imaginación y la mirada oscura y onírica del protagonista. He respirado el ambiente, el clima, el paisaje, los espacios y los personajes creados, pero me he mantenido distante porque no conseguía estar ni entrar dentro de lo que leía, no por ajeno, porque nada me es ajeno, pero sí porque no conseguía ponerme en contacto con la historia.

No he conseguido conectar, ha sido un “yo quería quererte y tú no”. Sjón crea una atmósfera muy cinematográfica, en blanco y negro, pero no logro introducirme en ella, como si me hubiera quedado a ver una película de pie y a una distancia tan alejada de la pantalla que no consigue sacarme de mis propias ensoñaciones ni sentirme cómoda.

La prosa repleta de alegórica fantasía que transmite Sjón no consigue crearme una realidad a pesar de valorar sus intenciones y las brutales y eficaces descripciones de algunas escenas sexuales y las relacionadas con la devastación causada por la gripe española.

Lo leí y lo cuento como un libro que también hizo camino en mi autobiografía de lecturas comentadas. Existió. Y no pudo ser. Eso me suena.

jueves, 14 de noviembre de 2019

Los errantes (Olga Tokarczuk)


La historia de mis viajes es solo la de mis dolencias […] Mi peregrinación es siempre en pos de otro peregrino

Aquí radio nómada: nos movemos y el desplazamiento es imparable. Si muevo el dial sé que mi movimiento más imparable, el más fértil, como un viento preñado de semillas, ha germinado desde la quietud más inhumana y arrasadora. Es hora de peregrinar.

“Los errantes” me causó, por este orden y con el mismo punto de partida que de llegada: admiración, desconcierto, desorientación, pausa, revelación, deslumbramiento, admiración. Como si fueran hitos en un mapa borroso de algún ignoto territorio que va cambiando a cada paso, convirtiendo todo en localizaciones mutables, paisajes en movimiento, en los que ni el propio cuerpo permanece estático, de tan frágil.

He necesitado captar las señales sutiles pero inequívocas que Tokarczuk va dejando a lo largo de los 116 textos que componen “Los errantes”, dejarme ir a la deriva en un itinerario inexistente, y sin embargo evidente, para llegar a encontrar el hilo que uniera este patchwork inquieto y movedizo, fascinante y brillante.

Nos movemos en pos de la salvación, hasta llegar a una invisibilidad anónima y discreta que nos permite ajustar el punto de mira. El movimiento puede ser un reemplazo. Perderse también es camino, decía Lispector, y Tokarczuk nos pierde sin abandonarnos. Justo cuando no hay brújula nos deja señales, detalles reveladores, dónde y cómo mirar para hacer camino. Reducir la panorámica antes de ampliarla, el mundo no carece de sentido y verdad pese a su caos. Más allá no hay nada, miremos aquí (aquí, aquí estoy) y desandemos lo trillado por inservible para caminar por lo atípico, el camino del interior, la pista correcta.

Porque Olga nos ayuda a leer su laberíntico libro y nos pide al lector que seamos inseguros, curiosos e ingenuos. Nada es inocente (hasta el dolor purifica) ni seguro, salvo que nos obligan a caminar y estar en movimiento. La quietud, incluso cerrar los ojos (que es otra forma de ver, la mirada correcta es un don), puede ser revelación y rebelión. La importancia de los detalles y las casualidades nos ayudan a descifrar el enigma de la existencia.

Es hora de volver.

martes, 12 de noviembre de 2019

Historia del silencio (Alain Corbin)


Convendría reflexionar sobre este terror al silencio en sí mismo, que determina, hoy en día, la huida fuera del no-ruido y de la interioridad

A veces el silencio me habla con claridad y precisión, con una pureza de manantial. A veces el silencio es una capa protectora y aislante, pero también un filtro que me ayuda a escuchar. El silencio como un escondite, un hogar, una sinfonía y también un amplificador, un eco que me devuelve la voz propia pero también la ajena, una voz límpida y transparente que me ayuda a comprender.

Necesito silencio para escucharte. Y para escucharme. Necesito silencio para comprenderte. Y para comprenderme.

“Historia del silencio” es exactamente lo que dice su título: la historia del silencio desde el renacimiento a nuestros días, a través de aquellos que han buscado, practicado o explorado el silencio (escritores, místicos, poetas, músicos, pintores…) Un recorrido erudito y culto, lleno de delicadeza, profundidad y sabiduría que nos recuerda cómo el silencio está siendo asfixiado por un exceso de ruido que nos aleja de nosotros mismos y lo que implica para la humanidad su pérdida y su vasta gradación (desde amenazador a calmo, pasando por sagrado, hostil, intimo, beneficioso, agónico, revelador, dialogante y una amplia gama emocional que convierten al silencio en una profunda y necesaria experiencia humana).

Estamos olvidando que el silencio no es sólo ausencia de ruido y Alain Corbin nos recuerda cuál es su textura a través de numerosísimas citas hiladas por una refinada sensibilidad e inteligencia enciclopédica.

Con silencio escucho mejor.

domingo, 10 de noviembre de 2019

La visita del arzobispo (Ádám Bodor)


La basura posee luz propia, o sea, que nunca oscurece del todo, ni siquiera de noche […] Está llena de un resplandor magnético, como si la iluminaran por dentro las luciérnagas; algo así como el fulgor de una bendición titila sobre la ciudad

¿Sabéis esas espirales que se alejan cada vez más del centro sin dejar de girar a su alrededor? Una figura con gran magnetismo de algo que se aleja de su eje sin terminar de desprenderse de él, una extraña sensación de que algo se expande y a a vez se contrae en constante movimiento giratorio. Pues algo así me ha sugerido esta lectura. Una especie de cuadro de Van Gogh en blanco y negro, esa noche estrellada llena de turbulencias y remolinos tan poderosamente atractiva.

No es una lectura fácil la de “La visita del arzobispo” pero no por ello menos fascinante. No hay nada de convencional en la trama ni en el desarrollo de la misma, con una mixtura entre el realismo y una imaginación fantasiosa que nos devuelve una alegoría de la surrealista dictadura del régimen comunista rumano.

La atmósfera creada por Bodor es opresiva, enrarecida, cruda y hasta pestilente, creando un mundo narrativo extraño, como esa hélice que se aleja y vuelve al centro reiteradamente y que amenaza con amputarte si te acercas demasiado. Y es justamente eso lo que te atrae como un imán.

“La visita del arzobispo” contiene grandes trucos narrativos y rarezas formales, un humor absurdo y grotesco y una estructura temporal elíptica que deviene en atemporalidad.

No siendo una lectura cómoda ni fácil, consigue seducir al esforzado lector que, por mucho que intente alejarse, nuevamente vuelve al centro de la lectura en un estado hipnótico semejante al delirio.