Título original: L'attachement
Traductora: Alicia Martorell
Páginas: 152
Publicación: 2012 (2015)
Editorial: Alianza
ISBN: 9788420698960
Sinopsis: Anna descubre una larga carta escrita por su madre, Marie, una escritora de éxito, tras haber fallecido. Iba dirigida al que fue su primer gran amor, H., su profesor de literatura cuando ella tenía diecisiete años. Un hombre, casado y con dos hijos, al que nada le unía: ni la edad, ni la clase social, ni su aspecto desaliñado... Pero al que amaba y admiraba profundamente al haberle él abierto los ojos al mundo, al arte, a la literatura... ¿Llegó a enviar aquella carta? ¿La recibió H.? Según la va leyendo, Anna quiere saber más de ese hombre. Pregunta a su familia y a los compañeros de su madre, tratando de entender aquella relación; de conocer mejor a su madre, desaparecida cuando Anna tenía catorce años en un accidente de tráfico, y al mismo tiempo a sí misma. A través de esta carta, madre e hija establecen un diálogo tan íntimo como imprevisto.
Así empieza el libro, con preguntas, con esas desuniones internas, una cosa y la contraria coexistiendo, de nuevo las inevitables contradicciones. ¿Por qué tiene que ser una lucha? Intentamos fusionar todas nuestras partes, nuestros fragmentos, nuestras aristas. Unificarnos. E intentamos razonar. Pensar. Ser coherentes. ¿Somos más coherentes si aglutinamos todas nuestras luces y sombras en un único prisma que no descomponga las luces y sombras en un arrebolado arco iris? Elijo la ilógica coherencia de la diversidad, de la diferencia, de variedad, e incluso de las contradicciones… La alocada coherencia de ser una misma.
Anna intenta responder a esa pregunta a través de la carta de su madre, Marie, que a su vez intenta desglosar qué ocurre, qué ha ocurrido en su interior al enlazarse con alguien a quien nunca debiera de haberse acercado. El problema es que, quizás, la pregunta esté mal planteada y por eso ya se responda a sí misma cuando añade lo de “nunca hubiéramos debido acercarnos”.
Un homenaje a Nabokov y su Lolita. Más que un homenaje, una réplica. Digamos que intenta mostrarnos la mirada de Lolita. Lolita mirando a Humbert Humbert. Y Marie será nuestra Lolita, que con 17 años se enamora (y es correspondida) de un hombre del que le separan 32 años. Porque claro, parece que 32 años de diferencia separan, no unen. Pero los lazos que ensamblan alma con alma son… irracionales. Ante algo así, mejor sentir y no pensar.
Y es que a veces hay que arriesgar. ¿Por qué es un riesgo? Por los clichés. Que hay relaciones que parecen imposibles. Hace no mucho veíamos la relación entre una mujer y un oso, y parece que la relación entre dos personas que se llevan 32 años de diferencia es igual de antinatural. O al menos poco entendible. Todo el mundo tendrá algo que decir de esa relación, que nadie parece comprender salvo las dos personas que la viven. Intentar encontrar una lógica al amor sí que es antinatural, va contra la propia esencia del amor.
No será una atracción física lo que sienta Marie por H., el magnetismo nacerá de algo mucho más poderoso: la mente y el alma de H., un hombre inteligente y sensible. La inteligencia, la música, la literatura, los sentidos, sus esencias… eso les entrelazará. Y esos lazos son indestructibles. Perdurarán más allá de la relación.
¿Y qué pasó?
Debiéramos de serlo. Dueños de nuestras propias historias. Pero no vivimos solos, nos rodea una sociedad que, con más o menos sutileza, va apropiándose de historias que no le corresponde. Si eres fuerte, serás libre, serás quien escriba tu propia historia. Ser libre te deja sola. Pero si no lo eres, no podrás con el lastre de aquello que te rodea.
Si queréis saber qué eligió Marie tendréis que leer este libro, delicado y tierno, del que saldréis con muchas preguntas y reflexiones, las que la propia Marie plantea y las que surjan de vosotros/as.
(©AnaBlasfuemia)
Traductora: Alicia Martorell
Páginas: 152
Publicación: 2012 (2015)
Editorial: Alianza
ISBN: 9788420698960
Sinopsis: Anna descubre una larga carta escrita por su madre, Marie, una escritora de éxito, tras haber fallecido. Iba dirigida al que fue su primer gran amor, H., su profesor de literatura cuando ella tenía diecisiete años. Un hombre, casado y con dos hijos, al que nada le unía: ni la edad, ni la clase social, ni su aspecto desaliñado... Pero al que amaba y admiraba profundamente al haberle él abierto los ojos al mundo, al arte, a la literatura... ¿Llegó a enviar aquella carta? ¿La recibió H.? Según la va leyendo, Anna quiere saber más de ese hombre. Pregunta a su familia y a los compañeros de su madre, tratando de entender aquella relación; de conocer mejor a su madre, desaparecida cuando Anna tenía catorce años en un accidente de tráfico, y al mismo tiempo a sí misma. A través de esta carta, madre e hija establecen un diálogo tan íntimo como imprevisto.
¿Cuántos soy? ¿Tú también sientes lo mismo? Esta disgregación. Todos estos fragmentos de mi yo en migajas que se espían sin comprenderse. El que habla y el que escribe, el que ama y el que razona, el enardecido y el que duda. En mi interior hay alguien que actúa y alguien que se contempla mientras actúa. El segundo dice al primero. “¿Por qué lo has hecho? ¿Por qué lo has hecho?"
Así empieza el libro, con preguntas, con esas desuniones internas, una cosa y la contraria coexistiendo, de nuevo las inevitables contradicciones. ¿Por qué tiene que ser una lucha? Intentamos fusionar todas nuestras partes, nuestros fragmentos, nuestras aristas. Unificarnos. E intentamos razonar. Pensar. Ser coherentes. ¿Somos más coherentes si aglutinamos todas nuestras luces y sombras en un único prisma que no descomponga las luces y sombras en un arrebolado arco iris? Elijo la ilógica coherencia de la diversidad, de la diferencia, de variedad, e incluso de las contradicciones… La alocada coherencia de ser una misma.
¿Qué ocurre en nuestro interior cuando creamos lazos con un ser al que nunca hubiéramos debido acercarnos?
Anna intenta responder a esa pregunta a través de la carta de su madre, Marie, que a su vez intenta desglosar qué ocurre, qué ha ocurrido en su interior al enlazarse con alguien a quien nunca debiera de haberse acercado. El problema es que, quizás, la pregunta esté mal planteada y por eso ya se responda a sí misma cuando añade lo de “nunca hubiéramos debido acercarnos”.
Un homenaje a Nabokov y su Lolita. Más que un homenaje, una réplica. Digamos que intenta mostrarnos la mirada de Lolita. Lolita mirando a Humbert Humbert. Y Marie será nuestra Lolita, que con 17 años se enamora (y es correspondida) de un hombre del que le separan 32 años. Porque claro, parece que 32 años de diferencia separan, no unen. Pero los lazos que ensamblan alma con alma son… irracionales. Ante algo así, mejor sentir y no pensar.
Y es que a veces hay que arriesgar. ¿Por qué es un riesgo? Por los clichés. Que hay relaciones que parecen imposibles. Hace no mucho veíamos la relación entre una mujer y un oso, y parece que la relación entre dos personas que se llevan 32 años de diferencia es igual de antinatural. O al menos poco entendible. Todo el mundo tendrá algo que decir de esa relación, que nadie parece comprender salvo las dos personas que la viven. Intentar encontrar una lógica al amor sí que es antinatural, va contra la propia esencia del amor.
No será una atracción física lo que sienta Marie por H., el magnetismo nacerá de algo mucho más poderoso: la mente y el alma de H., un hombre inteligente y sensible. La inteligencia, la música, la literatura, los sentidos, sus esencias… eso les entrelazará. Y esos lazos son indestructibles. Perdurarán más allá de la relación.
Pero ya ha ocurrido lo esencial. Me has dicho “Te amo” con el lenguaje del Siglo de Oro. Y en nuestro pequeño teatro sentimental, esto será para siempre la “escena primitiva”. La Impronta.
¿Y qué pasó?
Pensaba que éramos dueños de las historias que contamos
Debiéramos de serlo. Dueños de nuestras propias historias. Pero no vivimos solos, nos rodea una sociedad que, con más o menos sutileza, va apropiándose de historias que no le corresponde. Si eres fuerte, serás libre, serás quien escriba tu propia historia. Ser libre te deja sola. Pero si no lo eres, no podrás con el lastre de aquello que te rodea.
Esto es lo que te sugiero: nada de docilidad, nada de modestia. Olvida a la jovencita bien educada. Sé inmoral, presuntuosa, arrogante, desagradable. Atrévete a la falta de respeto absoluta. Tienes que ser como eres: delicada, narcisista, hipersensible, egocéntrica, fantasiosa, provocadora. No temas salirte del buen camino. Elige la vida. La vida viva.
Si queréis saber qué eligió Marie tendréis que leer este libro, delicado y tierno, del que saldréis con muchas preguntas y reflexiones, las que la propia Marie plantea y las que surjan de vosotros/as.
(©AnaBlasfuemia)