“Existe un enfermizo vínculo íntimo entre el traidor y la víctima de la traición”
Abuela grita y hace agujeros en las fotos. Madre duerme, ajena a las necesidades de su hija. Madre es fría y distante. Hija no entiende que madre se esconde en el sueño. Padre no está. Padre está ausente pero demasiado presente. Padre es un hombre de Dios. Hija duerme también.
No todos los besos son inocentes.
Leo sin hacer juicios de valor, intento practicar la “compasión difícil”, la compasión por el verdugo. Aquí hay un verdugo claro, egoísta y narcisista. Manipulador. ¿Cuándo alguien es lo suficientemente adulto como para que la escisión emocional provocada por una familia disfuncional te lleve a actuar correctamente ante la manipulación más vil, provocada por tu propio padre? ¿A los 18, los 20, los 40? Pero también aquí hay que practicar una compasión activa, esforzada, con la víctima.
Sentimos y actuamos. Si los sentimientos son confusos la actuación será confusa. Katryn fue una víctima. Que su brutal honestidad nos adentre en la complejidad emocional que se produce en una relación incestuosa no debe impedirnos ver su vulnerabilidad. Su aparente consentimiento no la hace menos víctima.
Lo que inquieta es que nos saca de un cliché fácil y cómodo en el que se tiende a juzgar en términos binarios y simplistas. No nos gusta sentirnos cuestionados, inquiridos. Nos gusta que las cicatrices sean visibles y nítidas y poder decir (sin dudas): ahí hubo una herida. Nos confunde y turba si la cicatriz se la causa una misma. Nos gusta que los malos estén en un lado y los buenos en otro, separados por un amplio y visible espacio. Pero ese espacio físico no existe. Nos gusta que las víctimas sean los “buenos”, que digan NO (“no es no”). ¿Pero si dice SÍ? entonces ya no es víctima, sentenciamos presurosos. Juzgamos.
No desvelo nada que no se sepa ya: esta es la historia de la relación incestuosa que la propia autora mantuvo con su padre, cuando ella tenía 20 años y él 40. Escrito con una prosa muy equilibrada, si queréis leer un libro que provocará un vivo debate en cualquier club de lectura, aquí tenéis uno bien polémico.