Traductor: Fernando Otero
Páginas: 224
Publicación: 2013 (2014)
Editorial: Nevsky
Sinopsis: En su nueva colección de relatos, Anna Starobinets vuelve a llevarnos de la mano a los paisajes reales y mentales sutilmente alterados que destacaban en su primera colección, Una edad difícil. El subtítulo del volumen es El libro de las metamorfosis, y uno de sus principales temas es el cambio y la transformación, los horrores que conllevan, pero también la liberación que pueden aportar.
La vulgaridad más profunda, habría dicho Nabokov, reside en la belleza artificial
A veces, solo a veces, busco los márgenes más habitados de los márgenes, las orillas más próximas a las zonas de confort. También en los libros. Una forma, como otra cualquiera, de explorar territorios menos explorados y visitados por mí, de no olvidarlos, de que la perspectiva no se vea limitada en sí misma, recordar que la visión es amplia sólo si miras telescópicamente y en ángulo completo y no sólo lo más cercano.
Así que ¿por qué no? Lo novedoso no es que lea relatos, pero la ficción fantástica o la ficción científica (como es definido este libro) no es un género (si de género literario estamos hablando) que frecuente desde que me pegué, años ha, una “jartá” de Asimov que casi me provocó una sobredosis. Pero mi afición por Black Mirror, esa conexión entre la tecnología, los avances científicos y el alma humana… en fin, muy tentador.
Y con esas, busco en mis estanterías y encuentro este libro de relatos, empiezo a leer y… pues como que mi vena adictiva se activa y me lo leo casi de una sentada. Disfruto de los relatos que son un mundo en sí mismos, se abren y se cierran. Como burbujas redondas y perfectas, independientes entre sí pero hechas de la misma materia.
No siempre que apenas subrayo un libro implica que no lo disfrute o que su narrativa carezca de cierto lirismo. En este caso más en el contenido que en la prosa, pero sin duda el estilo de Starobinets, además de personal, es sobradamente atractivo como para que la lectura sea amena pero también con mucho poso y no carente (ni muchísimo menos) de reflexión. Ahí llega el acuerdo. Ahí sé que no me he equivocado en la lectura.
Todos y cada uno de los relatos son turbadores y muy sugerentes en sí mismos, con la habilidad además por parte de Starobinets de introducirte en cada historia con una desenvoltura sorprendente. Y una vez dentro ya estás atrapada en un mundo que, bajo su apariencia de improbable, no dejas de reconocer como posible.
Como igualmente reconocible es saber que basta un pequeño detalle para que algo o todo cambie, y que sepas que ese cambio es inquietante, como lo son todos los cambios (incluso los deseables) por lo que de incertidumbre traen consigo. Aferrados como estamos a lo conocido, lo predecible, lo rutinario, lo esperable… y sin embargo basta una minucia, una puerta que no se abre, unos garabatos en una hoja, una canción entonada por alguien que solo bebe agua, una frontera que existe o tal vez no, decidir entre flamencos y palomas… para que las alarmas salten. Todo muy trivial en un mundo inusual. Pero no será lo inusitado de esos mundos los que, curiosamente, nos inquiete sino ese ligero cambio que se produce en ellos, cada vez.
Aunque estén presentes elementos fantásticos (hablamos de mundos en los que la tecnología existente nos parece ahora algo lejano… pero no tanto), su fin es el mover en la mente del lector ese mecanismo de la infancia en donde todo es probable y real, desde los dinosaurios a los duendes pasando por los unicornios, el hombre del saco o los monstruos en la oscuridad. Y a fe que Starobinets rescata ese mecanismo de la fantasía de la mente de un niño, la activa, y a partir de ahí atraviesas el pasillo encendiendo todas las luces, ligeramente encogida, mirando a todos los lados, tocando las paredes con las manos, como si la pared fuera un espacio seguro. El pasillo es real, ahí está la alfombra, aquí el aparador, allá el interruptor de la luz… pero también está la amenaza del ogro que surgirá no se sabe de dónde. Ni cuando. La imposibilidad de lo improbable pero, pardiez, tan reconocible.
Eso son estos relatos. Una situación bajo la apariencia de normalidad, un cambio aparentemente nimio que dispara todos los espantos y todos los miedos, la inquietud ubicada en el esternón.
No hablamos, no obstante, de relatos de terror. No al menos de un terror irracional. Al fin y al cabo el miedo es universal, aunque sus raíces sean personales en cada uno. El miedo nos transforma. Y de eso, de transformaciones y metamorfosis (en planos distintos) hablan estos relatos. Un cambio desencadena un miedo, y el miedo inicia la metamorfosis.
Estando muerto, podría haberlo amado, añorado, haber preservado su recuerdo. Estando vivo, era un cabrón y un traidor, había que olvidarlo para siempre.