“Los mecanismos que impiden que nos ahoguemos son tan frágiles: ¿y por qué nosotros? […] Tipos de agua nos ahogan”
¿Qué es lo que nos impide ahogarnos? Nuestra mente es agua inasible y mutable: cristalina, turbia, torrencial, estancada, mansa, agitada, brillante, revoltosa, profunda, fresca, indiferente… Agua que va al mar para no detenerse jamás.
“Tipos de agua” es, en apariencia, un ensayo en forma de diario sobre el camino de Santiago. Para mí es pura poesía paisajística: paisajes del exterior y del interior más íntimo de la propia Anne Carson, extremadamente humana. Notable y delicioso equilibrio entre las descripciones de los paisajes y el detalle pormenorizado (y también inescrutable) de la vivencia interior de Carson durante el camino.
“Tipos de agua” o cuando la belleza te desarma con una sensibilidad narrativa que provoca una hemorragia de emociones. Una fragorosa batalla de los sentidos haciendo travesía, un camino hacia el fin del mundo. Y te caes al agua porque la tierra se acaba y se agota, llega a su fin, te ahogas o tal vez no. Más allí, más allá, un camino que no termina nunca porque desconoces la procedencia del hambre o la sed. Nunca lo sabrás. Inquietud o abandono, las palabras suceden fluyendo a cada paso porque también, como el tiempo, son camino.
Leer acurrucada, mecida, erizada y sobrecogida hasta la lágrima, agua que cae de la mirada (es también un tipo de agua). El vértigo de lo esplendorosamente hermoso, aceptar el horizonte como una adición. Parpadeo ante el brillo de la luz, sigo caminando con el corazón lleno de agua ¿quién va a querer un corazón seco?
Soy una peregrina lenta, comprimo el ardor de leer a Carson, me lo quedo, me lo guardo, lo protejo como quien intenta retener la luz en el agua, así de alocada es la esperanza, sin desperdiciar ni agotar el corazón, con la furia de lo perfecto que se hace piel tangible y acariciable, irresistible como un amanecer.
Cada viaje son tantos viajes…
“A veces basta con reconocer un camino”