“Estoy cansada y no quiero sufrir más dolor. Quiero un amor corruptible y humano y normal”
Amor, amor, amor… tanto amor, tantas formas de amar, tanto amor transmutándose en celos, odio, rencor… Las formas del amor, las formas del amar, los miedos tontos, tontísimos, que hacen ilegible la alegría e intraducibles las intenciones y se enredan en una niebla espesa que nos dificulta amar con claridad, amar con sencillez. Como si el amor nos abrumara y no fuéramos capaces de vivirlo como un océano: inagotable, calmo y feroz, ingobernable y acogedor, cálido y gélido al mismo tiempo. Vivirlo sin querer someterlo, sin hacer nada más que sentir y fecundarlo cada día. No se puede domesticar el amor.
Pero no. El miedo a perder lo que tenemos es el filo del cuchillo que deslizamos, punzante y glacial, por las raíces del amor, arrancándolas de su tierra, acabando con todo lo orgánico del amor. Celos, inseguridad, miedo, silencios, promesas, dramas y empieza a brotar el dolor allí dónde las raíces deberían crecer sanas, libres, absorbiendo todos los nutrientes necesarios del verbo amar.
El miedo a las consecuencias, atarnos a promesas, aceptar las contradicciones y las variaciones del amor, el amor como una muñeca rusa, una matrioshka con piezas infinitas que se cobijan unas a otras, haciendo nido, inseparables para no crear desiertos entre ellas.
¿Es “El final del affaire” el mejor libro de Graham Greene? No lo sé. Es el que más he disfrutado de Greene, el que más me ha absorbido, en el que más he percibido la devastación del autor y más me ha seducido su escritura (que nunca me ha parecido especialmente brillante pero sí eficaz), su hábil narración. Me sobran las últimas páginas y va de más a menos porque el diario enérgico e intenso de Sarah, su nobleza titánica, pone el listón a una altura difícil de superar, ya visibles las dos caras de una misma moneda: cobardía y heroicidad.
El amor, cualquier forma de amor, siempre nos transforma. Indómito amor.
“Lo quiero todo, todo el tiempo, en todas partes. Tengo miedo del desierto”
Yo tampoco se si esta es su mejor obra, pero sin duda es una de las que más se disfrutan, creo que es porque en mayor o menor grado nos sentimos identificados 😉
ResponderEliminarBesitos carinyet 💋💋💋
En mi caso no tanto que me sintiera identificada, pero sí me parecían más reconocibles algunos de los planteamientos, y muy coherentes con las dudas que tenía Greene respecto a la religión, con todo lo creyente que era.
EliminarUn abrazo
Podría estar bien, una novela de amor y otras emociones asociadas.. Ayer vi una peli, triste, por el dolor que siente la protagonista, se titula “La búsqueda de la felicidad”, habla del amor cuando uno (una en este caso) de la pareja no es feliz, cuando además la vida del matrimonio es perfecta a ojos de todos, aunque también se ven las necesidades de la mujer postergadas en aras del equilibro familiar. El marido no sabe por qué su mujer no es feliz, se angustia porque no sabe qué hacer ni qué es lo que quiere su mujer. Una peli dura en algun momento y dolorosa. Así que este también me lo apunto.
ResponderEliminarAbrazo.
No he visto la película que comentas pero la tengo fichada. No va este libro por ahí ni mucho menos. Es justo lo que dice el título: el final de un affaire, con el tema de fondo que le preocupaba a Graham Greene y su "catolicismo agnóstico" Hacía mucho que no leía a este autor, porque tuvo su momento pero no es un autor de los que admire y vuelva a ellos, y la verdad es que no me ha desangrado este reencuentro con Greene.
EliminarMás en la línea de la película que comentas esta un libro de Pascal Quignard que espero comentar la semana que viene: Villa Amalia. Está descatalogado (he podido leerlo a través de un préstamo interbibliotecario), y tiene su versión cinematográfica, aunque es una adaptación que se queda a medias, bastante incompleta.
Un abrazo
Hola, pues no lo conozco, ni al autor, ni mucho menos su obra, pero yo creo que tanto hablar del amor y todas sus formas se me va ha hacer cuesta arriba. Besos.
ResponderEliminarJolin! Cuánto sin leer a Greene. Lo leí en la facultad, en inglés, y me gustó un montón. Me lo pasé pipa, pero nunca se me ha ocurrido volver a leerlo. Ahora me has dado una gran idea porque creo que podría disfrutar este libro. Y esta vez, ¡en castellano! Jejeje. BEsos
ResponderEliminarA mí me pasaba lo mismo. Greene era un autor al que leí en en su momento pero no pensaba volver. Y ya ves. Los comentarios sobre el libro han dado de sí más que la lectura, que no ha sido mala lectura ni mucho menos. Un Greene diferente al que recordaba, aunque todos los elementos con los que el jugaba están ahí, pero más al descubierto.
EliminarUn abrazo.