“En el fondo, lo que las comunidades humanas tienen en común es aquello que inevitablemente las enfrenta: la tendencia a creerse mejores”
Y resulta que la primera lectura que quiero comentar en realidad es la última “antes de”. Después, la nada más absoluta. Y maldije hasta la extenuación haberlo leído porque habría sido la lectura perfecta para que no se produjera en mí esta incapacidad de leer que me ha durado casi 50 días. Quién me iba a decir a mí que el junco del Nilo, que posibilitó la materia prima del libro (después de intentarlo con tablillas, telas, maderas…) y le dio su perdurabilidad, iba a entrelazarse con ese “soy como el junco que se dobla pero siempre sigue en pie. Resistiré” al que he cogido, he de confesar, un poco de manía. El junco no sólo nos dice que resistimos todo lo que nos echen y más, sino también que en él cabe el infinito en forma de libros.
Quizás los ensayos no sean el género literario que más se comenta por redes sociales dedicadas a los libros. Tal vez se piense que es un tipo de lectura sesuda, compleja y que, en los tiempos que corren, con la capacidad de concentración tambaleante y pocas ganas de pensar (pero mucha necesidad de reflexionar), no se contempla que sea algo ameno, entretenido, que exista la posibilidad de disfrutar de un ensayo desde el esparcimiento y la fiesta que supone una lectura divertida, grata y muy instructiva.
Irene Vallejo combina de forma delicada y nada casual imaginación, hechos contrastados e hipótesis, con la convicción de que la historia es tan frágil como lo son los propios libros. Consigue sortear con habilidad el exceso de datos y las ideas repetidas gracias a una exposición entretenida y ágil, repleta de anécdotas, especulaciones y curiosidades.
Este recorrido por la invención de los libros en el mundo antiguo, volver a la cultura griega y romana que tantas lecturas provocaron en mi preadolescencia, ha sido un viaje inolvidable por una memoria del mundo que sigue mandándonos mensajes en la actualidad: el conocimiento nunca, jamás, es un lastre. Leamos.
“Sentir cierta incomodidad es parte de la experiencia de leer un libro; hay mucha más pedagogía en la inquietud que en el alivio”
©AnaBlasfuemia