miércoles, 30 de julio de 2014

Reto de Escritoras Únicas: Carmen Martín Gaite



Carmen Martín Gaite necesita poca presentación, siendo como es una de las escritoras más conocidas, reconocidas y leídas de nuestra literatura española.

Monumento a Carmen Martín Gaite en la Plaza de los Bandos, Salamanca

Nació en Salamanca en diciembre de 1925. Hija de un notario liberal, su educación inicial fue a cargo de profesores particulares, puesto que su padre no se fiaba mucho de la educación impartida por curas y monjas. Y en Salamanca, y en aquella época más aún, era difícil encontrar colegios laicos. Mientras que su hermana pudo ir a estudiar el bachillerato a Madrid, la guerra impidió que Carmen pudiera hacer lo propio, por lo que hizo el bachillerato en un instituto femenino de Salamanca. Este “encierro” involuntario en una ciudad de provincias como Salamanca le serviría de base para su novela Entre visillos. Salamanca le dio a Carmen Martín Gaite el amor a la literatura y también el escenario de sus primeras obras.

Aunque es de justicia decir que mucho de ese amor a la literatura se lo debía a su padre, gran amante también de la literatura y que tenía entre sus clientes a nada menos que Unamuno. Y también es de justicia decir que la ambientación de Galicia que aparece en muchas obras de Carmen Martín Gaite venía de la procedencia de su madre y de la aldea de Orense en la que pasó muchos veranos: San Lorenzo de Piñor.

Carmen Martín Gaite y Rafael Sánchez Ferlosio (Barcelona, 1957)

Se licenció en Filosofía y Letras y posteriormente hizo el doctorado ya en Madrid, donde conocería (entre otros) a Rafael Sánchez Ferlosio, con quien se casaría en 1953. Es curioso, porque he visto varias fechas del año en el que estos dos autores contrajeron matrimonio: 1953, 1954, 1958. La más fiable parece 1953. Donde hay acuerdo es en el año en el que se separaron: 1970. Aunque la separación fue amistosa, Carmen (que admiraba profundamente a Sánchez Ferlosio) sufrió mucho con la ruptura, nunca volvió a casarse ni a tener una relación larga. Tuvieron dos hijos en común. Un niño que nació en 1954 y falleció al año de meningitis. En 1956 tendrían una hija, Marta.

Quisiera ser delicada en este punto. Pero creo necesario entender que tal vez la vida de Carmen Martín Gaite no fue tan fácil como muchos puedan pensar. Acabo de comentar que la separación de Carmen con Rafael fue amistosa, pero tremendamente dolorosa para ella. Cuando se separaron, Carmen se quedó viviendo con su hija, con la que tenía una estrecha y especial relación. Marta, falleció en 1985. Sobre su muerte hay poca información. Digamos que un caballo cabrón y cuatro putas letras dieron un golpe brutal a Carmen Martín Gaite, arrebatándole a su hija.

Carmen Martín Gaite era única no sólo por ser una gran escritora, sino porque fue también una persona que tenía dudas, miedos, inseguridades, pero también una gran fortaleza, por ello siempre luchó y siempre quiso vivir, en el sentido pleno de la palabra: V-I-V-I-R. Después del fallecimiento de su hija siguió trabajando, más intensamente aún. Y Carmen no sólo fue escritora de novelas: traductora, guionista, ensayista, poeta, investigadora… Mujer inquieta e inteligente, viajar, escribir, aprender, buscar…, y luego contar, ese era su oficio.

La personalidad de Carmen era arrolladora: vital, desenfadada, divertida, simpática, apasionada. Quizá esa imagen ha escondido para muchos una búsqueda continua de sí misma y una mente inquieta, proclive a la intimidad y tremendamente independiente. Tanto, que renunció a ingresar en la Real Academia para no renunciar a su libertad a la hora de escribir, contar y narrar. Con la misma independencia y renuncia a ataduras que decidió dejar de ir a la peluquería, dijo no a la Real Academia de la Lengua…

La literatura para ella fue el filtro a través del cual veía (y creaba) la vida y los recuerdos. Y así concibe Carmen la literatura: no sólo ficción, sino también memoria.. Buscadora infatigable, lúcida y entusiasta, la realidad para ella no tenía límites: estaban los sueños y la fantasía para mirarse en el interior y enriquecer la vida y la escritura.

Carmen Martín Gaite falleció el 23 de Julio de 2000 de un cáncer que se la llevó con 74 años, dejándonos a los lectores, como lo ha hecho también la reciente muerte de Ana María Matute, un poco más huérfanos. Quizás nunca consiguió la felicidad del todo, pero sí nos ha hecho (nos hace) un poco más felices a sus lectores. En su libro Lo raro es vivir, el mensaje es claro: vivir es duro, pero la vida siempre merece la pena (vivir la vida, como contrapunto a vivirla dejándola pasar)

De los Cuadernos de todo (Carmen Martín Gaite)

En mi recuerdo muchas de sus obras (Entre visillos, Retahílas, El cuarto de atrás, Fragmentos del interior, Nubosidad variable, Caperucita en Manhattan, Lo raro es vivir…) están asociadas a su lectura en la misma ciudad en la que ella nació: Salamanca. Una ciudad que me conectó de forma especial e imperecedera a esta autora, no siendo este el único punto de conexión que ha hecho que Carmen Martín Gaite tenga un hueco muy importante en mi bagaje lector y también personal. Llegó a mi adolescencia casi como una revelación, y me ayudó a leer más, a leer mejor y a leer más lejos. En cierta forma, ha puesto su granito de arena en mi “autoconstrucción”. Incluso ha hecho la definición de “lector” con la que más identificada me siento: “Es una mezcla de drogadicto y de excursionista”. Sin duda, es la autora del Reto de Escritoras Únicas con la que me siento más en deuda. Gracias, Carmen Martín Gaite por ser la interlocutora de mi voz interior.
(©AnaBlasfuemia)

lunes, 28 de julio de 2014

El capote (Nikolái Gógol)

Título original: Shinel
Traductor: Víctor Gallego
Páginas: 80
Publicación: 1842 (2008)
Editorial: Nórdica
ISBN: 9788493669577
Sinopsis: Gélido invierno en Rusia. Sopla un viento helado. Un funcionario busca desesperadamente su capote para combatir las bajas temperaturas. Akaki Akákievich, un personaje que no es nadie y que podría ser cualquier persona que deambulara por la calle, intenta resguardarse del frío. Cuando consigue su ansiado abrigo sigue sintiendo frío: el invierno que lleva dentro es mucho más gélido que el mundo que le rodea.
Ilustraciones de Noemí Villamuza
Podéis ver las primeras páginas AQUÍ
En los tiempos que corren, cada particular considera que si se toca a su persona, se ofende al conjunto de la sociedad
Esta pequeña historia, publicada en 1842, tiene la virtud de las buenas novelas: que por ella no pasan los años. El capote refleja muy bien las características que fueron santo y seña de Nikolái Gógol: realismo (realismo crítico, para ser más exacta), sentido del humor, sátira y un toque de elementos fantásticos, posiblemente por eso es uno de los cuentos más conocidos del autor. Y como a mí hay cuentos que sí me gusta que me cuenten (otros, no), pues me dejé.

Nikoláis Gógol, para contarnos El capote, tira de familiaridad: te pone la mano en el hombro y se dirige a ti, lector, para presentarnos a Akaki Akákievich y su historia. Lo primero que engancha a esta lectura, además de esa familiaridad con la que te trata Gógol es el humor burlón y socarrón.
Bautizaron al niño, que se pasó la ceremonia llorando y haciendo muecas, como si presintiera que un día sería consejero titular.
¿Y quién es nuestro protagonista? Akaki Akákievich, un don nadie, uno de esos seres invisibles que, por serlo, son tratados como inferiores y son carne de cañón para ser objeto de burla y desprecios. Una de esas personas que se calla, no se defiende ni replica. El silencio es su respuesta. Es copista y ama su trabajo. Pero no tiene ambiciones, porque no tiene espíritu de trepa, sólo de hacer aquello que ama, que en este caso es su trabajo. No necesita dejar cadáveres en el camino porque su ambición es ser feliz con aquello que le gusta, y lo que le gusta son cosas sencillas. Mirad a vuestro alrededor ¿quién no conoce a alguien así? Eso si no hemos sido nosotros alguna vez un don nadie, en algún momento. O nos han hecho sentir así: nadie.

Vive en San Petersburgo, una ciudad muy dura: hace un frío que te pelas, y para alguien que tiene un sueldo mísero eso es un problema terrible: necesitas de un buen capote para sobrevivir al frío de las heladas septentrionales. Así que Akaki no tiene dinero pero necesita un capote. Y conseguir ese capote dará color a su vida gris. ¿Por qué? Porque ahora Akaki tiene un objetivo, una ilusión. Y esa es una buena razón para vivir: tener ilusiones. Una forma de ser (por fin) alguien.

En este cuento podemos ver cómo a veces un pequeño relato puede contener muchas cualidades y ofrecernos muchas cosas, como por ejemplo ese duelo al que vamos a asistir entre la humildad y la soberbia. Injusticia social, alineación, aislamiento, invisibilidad, burocracia, materialismo… Son muchos los temas e interpretaciones que se pueden hacer de esta lectura y, ahí está lo grande, posiblemente todas sean válidas.

A algunas personas el infortunio les persigue, quizás no saben luchar, quizás consideren que no debiera de ser necesaria la disputa para que te respeten (y tendrían razón, no debiera de ser necesario, pero…). Pero el caso es que a estas personas, como nuestro Akaki, hasta los golpes de buena suerte les duran poco. Pero también podemos pensar que hay cosas por las que merece la pena levantarte y luchar. Y tal vez, Akaki se levante y se rebele. Tal vez.

Casi al finalizar, Gógol introduce un elemento fantástico. Y como es así de campechano, nos lo dice:
En definitiva, nuestro modesto relato, ya en su tramo final, adquiere de pronto, de manera inesperada, tintes fantásticos.
Hay que decir que estos toques fantásticos fueron una manera (en este y otros relatos de la época) de eludir la censura. Pero había que hacer justicia, así que si hay que recurrir a la fantasía para ello, se recurre. Antes fantástica y fantasiosa que injusta, faltaría más.

Me ha gustado mucho la familiaridad y el humor irónico de Gógol. No le digamos novela, digamos cuento o relato, pero tan completo, entrañable y bien escrito… Dostoievski dijo que “Todos crecimos bajo El capote”, con lo que ya os podéis suponer la influencia que ha tenido este cuento en la literatura rusa (Gógol ya no hablaba de una Rusia imperial, sino de una Rusia con personas reales: simples funcionarios que no conocían otra cosa que trabajar y sobrevivir al día a día). Se lee en poco tiempo, con una mezcla de congoja por Akaki y de sonrisa en los labios. Este cuento es una genialidad de Gógol de gran calidad literaria.

Recomendable la edición de la Colección Ilustrados de la editorial Nórdica, si bien he de decir… un pelín cara. Yo lo leí gracias a la biblioteca de mi ciudad, esa que está enfrente de mi casa y a la que le voy a poner un monumento. O un algo.
(©AnaBlasfuemia)

miércoles, 23 de julio de 2014

Mi alma en China (Anna Kavan)



Título original: My Soul in China
Traductora: Laura Freixás
Páginas: 128
Publicación: 1975 (2004)
Editorial: El Nadir
ISBN: 9788493176181
Sinopsis: Kay, Martin y el australiano bien pudieran formar parte de un triángulo amoroso convencional. Kay abandona el hospital tras una grave crisis para enfrentarse a la ruptura con Martin, su marido, del que sigue prendida. Cuenta para ello con la ayuda del australiano que ha conocido casualmente a la salida de la clínica. Ante el desvalimiento y desequilibrio de Kay para afrontar las consecuencias de esta ruptura, el australiano promete prestar ayuda a la joven: ésta le acompañará a California, donde alquilarán una casa junto a la playa hasta que ella se reponga, momento en el que él volverá junto a su esposa e hijos en Nueva Zelanda. Pero tanto el cinismo del ex marido como la ingenuidad del australiano propician el caos. Anna Kavan traza una novela de amor que se transforma en lo contrario, la radiografía de un tormento incruento que lleva a la soledad más absoluta.

Este libro lo descubrí en una de esas catas sabrosonas de Zazou. No contaba mucho, pero lo transmitía todo, así que lo puse en “búsqueda y captura”. No parecía un libro fácil de encontrar, indagué un poco y al final miré en la biblioteca… y no lo tenían. Hice una desiderata, por si acaso, y cuál no será mi sorpresa cuando me dicen que la rechazan porque el libro está en el catálogo de la biblioteca. Con las cejas en alto y los ojos muy abiertos hago una búsqueda y, oye, ahí está, salido de la nada. En la sección de “Romántica” para más inri, algo que no me cuadraba mucho, pero como confío en Zazou, allá que voy a visitar esas estanterías de la biblioteca a las que no les limpio el polvo precisamente (y eso que hay mucho, entiéndase la ironía). He de decir que después de leerlo he sugerido a la biblioteca que lo cambien de sección…

Vale, tengo el libro y tengo las ganas y aunque tiempo tengo menos se saca de donde haga falta. Pero como seguía sin saber muy bien qué era lo que tenía entre manos y que tanto había agitado a Zazou acudí a San Google y puse Anna Kavan. Y ahí estaba. Un perfil de Escritora Única. Una vida marcada por la adicción a la heroína, haciendo de Anna Kavan una persona errática y mentirosa pero también una escritora de gran productividad y profundidad. Una vez más, escribir para escapar e intentar entender un mundo que se percibe como hostil. Estás (te sientes) fuera y escribir te adentra.

Lo primero que pensé es que al conocer la historia de Anna Kavan seguro que mucha gente ya de entrada iba a rechazar esta lectura. Pero lo cierto es se me antoja casi imprescindible conocer algo de la vida de la autora para valorar la esencia de este libro, porque vas a encontrar a Anna Kavan entre sus páginas, vas a encontrar sus demonios, sus fantasmas, su visión de lo que le rodea, de lo que hace que su alma esté en China mientras la mía se queda con la boca abierta, reconociendo el paisaje desde fuera.
En un extremo, la seguridad, lo familiar, la anestesia de la rutina, de los días consagrados a tareas aprobadas; una vida protegida y vegetal, sin riesgos ni emociones, que bien mirado no es vida en absoluto; mientras que el otro extremo se desvanece en lo peligroso y desconocido: nubes amenazadoras se acumulan ahí, fríamente. Presa del pánico, intento conservar el equilibrio, sin moverme; pero si es inevitable resbalar, por lo menos que sea hacia el infierno conocido: una vida vegetal, sin excitación ni emociones, no quiero ningún cambio, el aburrimiento es lo más seguro, lo mejor. No puedo soportar ningún nuevo peligro.
Por si fuera poco estamos ante seis relatos, así que, venga, otro grupo de potenciales lectores que descartarán la lectura. ¿He dicho relatos? No lo tengo yo tan claro, más bien diría que son distintas miradas al alma de Anna Kavan. El relato principal y más extenso (los otros cinco son muy muy cortos) es el que da título al libro, y cuya lectura provocó que resonara constantemente en mi cabeza otra que todavía tengo muy presente: Hace cuarenta años de Maria Van Rysselberghe (y no es un truco para retener a potenciales lectores: sé que quienes disfrutaron del libro de Van Rysselberghe no se asustan de vidas erráticas ni de lecturas de relatos)
Serás feliz si eres razonable: los infelices, además de no tener felicidad, no tienen razón.
Eso es lo que le dice su amante australiano a la protagonista (y alter ego de Anna Kavan) de Mi alma en China, un hombre aparentemente tan equilibrado, razonable y sensible como egoísta y dañino. Un vampiro emocional que deja sin sangre el alma de quien le desestabilice mínimamente. Aleja el sufrimiento infligiéndolo a los demás con demagogias y soterrados chantajes emocionales y huye del sentimiento de culpa depositándolo en el otro. La culpa siempre es de los demás. Y la razón suya, claro.

En realidad este libro es un prisma. En el sentido óptico de la palabra un prisma es un objeto capaz de refractar, reflejar y descomponer la luz en los colores del arco iris. Y yo fui la luz que al leer cambié de dirección, desperdigándome en múltiples cajas de resonancia, percibí reflejos de mi alma y algo se descompuso en mi interior. Descomponer en sentido positivo, como si la luz se multiplicara en racimos de destellos brillantes. Y no porque sea una lectura alegre, para qué nos vamos a engañar, sino porque es una lectura que enriquece y extiende la mirada, la intensifica.

Las personas estamos llenas de contrastes y contradicciones que a veces nos cuesta reconocer y aceptar, y Anna Kavan nos muestra su alma confusa con una mezcla de fina lucidez y pesadilla fantasmagórica, que refleja tanto su inseguridad como su inteligente y a la vez exigente percepción de ella misma y lo que le rodea.

Una lectura impactante, extraña e inquietante, demoledora especialmente en el último relato, Julia y el bazooka. La soledad de fondo, el rechazo y la marginación, la sensibilidad excesiva, la droga como herramienta para hacer el mundo habitable, el reinventarse de forma constante una y otra vez, vida reclamando vida, los detalles (o ausencia de ellos) capaces de salvar o hundir, los silencios llenos de emociones calladas, gestos que se interpretan o malinterpretan, gritos mudos… Eso y más nos vamos a encontrar en este libro, un espejo aparentemente distorsionado, pero muy agudo, del alma de Anna Kavan.

Intuyo, ya digo, que este libro va a ser descartado por mucha gente: un libro de ¿relatos? y una vida tortuosa reflejada entre sus páginas. Pero no es mi pretensión que cuando comento una lectura sintáis la obligación de leerlo, sólo pretendo compartir las sensaciones que me ha provocado. Cuando se abre un libro estamos haciendo un gesto absolutamente personal e íntimo. Se abre un espacio en el que esas páginas te van a contar algo a ti y a nadie más, porque a otra persona le contarán otra cosa, parecida, distinta… ¿quién sabe?. Leer siempre es algo personal. Decidir qué leer, también.

Gracias Zazou.
(©AnaBlasfuemia)

lunes, 21 de julio de 2014

Reseñas Express (7)

Terapia (Sebastian Fitzek)

Título original: Die therapie
Traductora: Irene Saslavsky Niedermann
Páginas: 271
Publicación: 2006 (2008)
Editorial: Ediciones B
ISBN: 9788466638692
Sinopsis: Josy, la hija de doce años del conocido psiquiatra Viktor Larenz, desaparece en misteriosas circunstancias de la consulta del médico que la trata de una extraña enfermedad. Cuatro años después, Viktor, sumido en una profunda tristeza, se ha retirado a una remota casa en una isla del Mar del Norte. Allí lo localiza una hermosa desconocida que padece alucinaciones: ve constantemente a una niña pequeña, una niña que padece una extraña enfermedad y que desaparece de la consulta del médico sin dejar rastro. Viktor inicia entonces un tratamiento con la desconocida, pero la terapia se convierte paulatinamente en un dramático interrogatorio… ¿Es posible lo inconcebible?

Fitzek me parecía un valor seguro para mi pretensión de leer “libros de verano”, lecturas un poco de “usar y tirar”, tramas que me atrapen pero que no permanecen especialmente en el recuerdo. Y en cierta manera así fue, Fitzek maneja bien los hilos necesarios para construir un thriller psicológico que enganche al lector. El problema es que esta vez lo vi venir y eso hizo que el interés único fuera llegar al final para confirmar si me había equivocado o no con mi hipótesis de cómo se resolvería el planteamiento de Fitzek; y no, no me equivoqué. Esta fue la primera novela que publicó Fitzek, puede que por ahí le faltara más maña para despistar al lector. Aun así, cumplió con su función: vuelo Madrid-Estocolmo distraída con la lectura y no dejando que me comiera el tarro con los baches que hay en el cielo, puesto que mi “tarro” estaba dilucidando una apuesta conmigo misma sobre si la trama se resolvería tal y como pensaba. Pillarle el truco a este tipo de libros siempre resta interés, pero tal y como está escrita y desarrollada, con capítulos cortos que siempre terminan con una vuelta de tuerca que te lleva al siguiente capítulo, hace que la lectura sea bastante ágil. Cumplió, sin más.

No confíes en Peter Pan (John Verdon)

Título original: Peter Pan must die
Traductores: Santiago del Rey | Javier Guerrero
Páginas: 480
Publicación: 2013
Editorial: Roca
ISBN: 9788499186252
Serie: Dave Gurney 04
Sinopsis: Han pasado cuatro meses desde que David Gurney resolvió el caso del Buen Pastor y las consecuencias han sido terribles: se perdieron vidas y hubo carreras profesionales afectadas. Uno de los que más ha sufrido ha sido Jack Hardwick, que violó la normativa por ayudar a Gurney. Los superiores de Hardwick pensaron que despidiéndole arreglaban todos sus problemas. En realidad, se buscaron un enemigo acérrimo. Ahora, Hardwick se propone demostrar la ineptitud de sus antiguos empleadores presentando pruebas que sirvan para revisar algunas condenas muy sonadas. Empieza con el caso Spalter, un rico empresario y promotor asesinado en el funeral de su madre. Su infiel esposa Kay fue condenada a cadena perpetua pero Hardwick está seguro de que a la mujer le hizo la cama un detective corrupto y quiere que Gurney le ayude a probarlo.

Un libro más a la saca de mi objetivo de tener un verano de lecturas que no me comprometan. Este en concreto amenizó el vuelo Estocolmo-Bergen y no consiguió del todo que no fuera consciente de esos insistentes baches que el avión se empeñó en coger sí o sí. Y la confirmación de mis sensaciones con este autor: buen narrador, pero empeñado en enmarañar las tramas y añadir cabos y más cabos que luego no termina de recoger y ahí se quedan: sueltos e innecesarios. Me gustó el que se centre más en los personajes, aunque siga desarrollando los mismos (Gurney, su mujer y Hardwick), lo que hace que en cierta forma parezcan más complejos pero por otro lado no se perciba una evolución porque es más de lo mismo. Creo que leo a este autor porque me gusta cómo escribe este tipo de tramas, pero tal vez debiera de arriesgar con algo diferente para no dar la sensación de que los ingredientes del menú son poco variados. Entretenido, pero predecible y bastante mejorable. Sensación de estancamiento de los personajes y las tramas.


El brillo de las luciérnagas (Paul Pen)

Páginas: 284
Publicación: 2013
Editorial: Plaza & Janés
ISBN: 9788401354571
Sinopsis: El protagonista de esta historia sería un niño como cualquier otro si no llevara toda su vida encerrado en un sótano impenetrable junto a sus padres, sus dos hermanos y su abuela. Todos están horriblemente desfigurados por un misterioso incendio del que nadie habla. Pero la vida oculta de la familia va a cambiar: su hermana acaba de dar a luz, el Hombre Grillo acecha peligrosamente en las sombras y él recibe la visita de unas misteriosas luciérnagas, cuyo potente brillo le animará a intentar escapar del sótano en busca de la verdad.

La alegría de la huerta en mi decisión de lecturas veraniegas. Hizo conmigo el vuelo Oslo-Madrid, y me ayudó muy mucho a sobrellevar ese largo descenso que tienen que hacer los aviones en el aeropuerto de Madrid, en este caso además con viento de cola. El piloto lo hizo muy bien y al final se llevó los aplausos del respetable, mientras yo seguía agarrada como una posesa al brillo de las luciérnagas que impidieron que entrara en pánico. Me gusta cómo escribe Paul Pen, el ritmo atrapante que imprime a sus historias, las historias en sí y cómo transmite el punto de vista de los niños protagonistas de sus dos libros. Me gustó muy mucho este niño de las luciérnagas, cómo se desenvuelve en el día a día en su inexplicable encierro. En menor medida también me gustaron la madre y la abuela. Pero el resto de personajes me dejó un regusto extraño, no llegué a comprenderlos del todo, algo me faltó o algo me sobró. Paul Pen es un escritor arriesgado y valiente, innovador y original en sus planteamientos y tramas. Sabe mantener la tensión y se nota el oficio que tiene de guionista. El “pero” en mi caso viene porque no tengo claro las decisiones que toman los personajes y cómo se nos plantean, pero me parece un libro recomendable, sorprendente y muy adictivo. Seguiré muy de cerca a Paul Pen.

Y hasta aquí llegaron mis buenas intenciones sobre lecturas veraniegas. Una lee lo que lee y lee como lee y hay lecturas que me gustan pero espaciadas; así como del tirón y seguido va a ser que no. Como diría una buena amiga, tengo que encontrarme en los libros, así que me fui a la búsqueda de mí misma.

El día que Nina Simone dejó de cantar (Darina-al-Joundi y Mohamed Kacimi)

Título original: Le jour où Nina Simone a cessé de chanter
Traductora: Isabel Murillo
Páginas: 168
Publicación: 2008 (2010)
Editorial: Alfaguara
ISBN: 9788420405421
Sinopsis: Toda la historia del Líbano contemporáneo se concentra en la historia de una mujer fiel al sueño perenne de un padre periodista y escritor para quien la libertad no es negociable. Pero este sueño se estrella contra la violencia y el odio de la guerra civil, donde todo es posible, donde el sexo desafía al miedo, la droga desafía la vida, y el rechazo de todas las reglas sociales y costumbres religiosas desafía a una sociedad que se vengará duramente. Este libro es una confesión, es la historia de una redención, del reencuentro con la vida de una chica que se convierte en mujer conviviendo de cerca con la locura y la muerte.

Entre Beirut y la ciudad en la que vivo hay 3.520 Km. Entre la ciudad en la que (sobre)vivo y el lugar en el que nací hay 647 Km. Tardaría en llegar a Beirut lo que tardaría en ir y volver a mi lugar de nacimiento un total de tres veces (digamos que unas 36 horas de viaje en coche). No parece una distancia insalvable. Y sin embargo, el Líbano parece tan lejano… Pero lejanía no es indiferencia. Nunca he dejado que la distancia kilométrica y cultural me volviera indiferente a lo que ocurre en otros lugares de esta nuestra casa llamada Planeta Tierra. Es por eso que a veces, entre otras cosas, busco lecturas que me acerquen a mis vecinos, a mis iguales, para que mi mirada no se cubra de fría indiferencia. Si además aparece Nina Simone por ahí entonces ya está hecho. Así llegué a este libro, para que esta extraterrestre siga siendo humana con sus hermanos, las personas que habitan en la Tierra y me habitan en el alma.

La mujer a la que hace referencia la sinopsis es la propia Darina-al-Joundi. Darina entregó un texto a Mohamed Kacimi, y a partir de ahí, además de una amistad, surgió una obra de teatro y, posteriormente, este libro. Darina le contó su vida a Kacimi y este la fue escribiendo. Así que este libro no es ficción, aunque pueda leerse como tal, como una biografía novelada. El problema que tuve con este libro lo resumo rápidamente: no me gusta como está contado. No me llegó. Lo terminé por cabezonería, pero no encontré lo que esperaba. Elección errónea. Me quedo con Nina Simone.


Qué hacer cuando en la pantalla aparece THE END (Paula Bonet)
Páginas: 200
Publicación: 2014
Editorial: Lunwerg
ISBN: 9788415888505
Sinopsis: Un libro sobre finales que llegan, sin avisar, que nos parten en dos mitades, que se arrastran durante años y que nunca se acaban porque confunden orgullo con recuerdo. Y entonces cogemos trenes, reservamos habitaciones de hotel en pueblos olvidados, vivimos enganchados a pantallas esperando que alguien decida hablarnos para informarnos del siguiente movimiento, el que nos acercará conscientemente a un final que hace años que buscamos. Pero ese final no llega. Y de repente un día nos despertamos y sentimos el vacío: en la pantalla aparece THE END y decidimos empezar otra historia. Una en la que nunca tengamos que fingir que no nos conocemos. Esta historia.

A lo seguro, Ana. Este libro llevaba conmigo mucho tiempo. Se merece una entrada para él solito (posiblemente se la haga, pero hoy... no), pero en la secuencia de lecturas, sí que era un valor seguro y tenía, por fin, que ponerle el THE END a esta lectura que había empezado hace bastantes semanas prolongándose hasta hoy. La razón por la que ha estado tanto tiempo conmigo y su lectura se ha dilatado tiene mucho que ver con la estructura y el contenido de esta joyita que tanto me ha gustado. No sé si es un libro ilustrado propiamente. Son un conjunto de historias, un conjunto de finales, y sí, tiene ilustraciones. Maravillosas, delicadas y muy sugerentes. Tanto que por sí mismas nos cuentan historias. Podría ser perfectamente un libro sólo con las ilustraciones. Pero luego además está el texto, esas pequeñas historias, pequeñas en extensión pero con un contenido muy inspirador y también (como las ilustraciones) muy sugerente. 40 historias y 40 ilustraciones. Me hice con este libro por casualidad, porque buscaba otra cosa, pero lo vi… y lo abrí. Lo cerré inmediatamente, miré a todos los lados como si lo fuera a robar, lo estreché en mis brazos y me lo compré. Cuando volvía a casa me detuve en un banco que el ayuntamiento parecía haber puesto ahí expresamente para que yo hiciera un alto en el camino y pudiera abrir el libro de nuevo y comprobar si me había equivocado. No, no lo había hecho. Desde entonces, cada día leía una historia, o volvía atrás y releía otra. O miraba las ilustraciones y me dejaba llevar. Hasta que ahora, por fin, he decidido terminarlo, aunque ahí sigue y volveré a él, a las canciones y libros que sugiere, a esas ilustraciones tan vívidas, a esos textos desconcertantes que me dicen e insinúan tanto. Inspirador y recomendable.
(©AnaBlasfuemia)

miércoles, 2 de julio de 2014

Un hombre llamado Ove (Fredrik Backman)



Título original: En man som heter Ove.
Traductora: Carmen Montes Cano
Páginas: 352
Publicación: 2012 (2014)
Editorial: Grijalbo
ISBN: 9788425351549
Sinopsis: Ove no es el típico vecino con el que te apetece cruzarte en el barrio. Es un cascarrabias, un pesado que insiste hasta la exageración en mantener el orden y la disciplina, un casi sesentón solitario y resentido a quien el destino ha arrebatado demasiadas cosas. Sin embargo, en la vida de Ove algo está a punto de cambiar. Una serie de circunstancias fortuitas van devolviéndole poco a poco la fe en el género humano. Y, al mismo tiempo, las personas que le rodean comienzan a comprender que su barrio no sería el mismo sin el gruñón de Ove. Sería un lugar más frío, menos solidario y, aunque parezca mentira, también mucho menos divertido. Porque, al final, todo el mundo quiere a Ove.
Podéis leer el primer capítulo AQUÍ.

Mi propósito para este verano es reducir mi lista de pendientes con lecturas de esas a las que, por una u otra razón, nunca les encuentro hueco. También leer libros ligeros de equipaje y carga emocional. No sé si podría decir lecturas superficiales, de esas que no activan especialmente mi solitaria neurona, no te hacen pensar, no te remueven nada, no te conmueven, no te encuentras, no te hacen ponerte de pie, o que al terminar el libro sigas dándole vueltas. Y con ese propósito cogí este libro, una novedad con marchamo de bestseller de una gran editorial, que no es un tipo de lectura que suela hacer y menos recién salido del horno.

Pues este libro es como un anuncio de Coca-Cola: siempre positivo, nunca negativo, hecho para emocionar y enternecer tirando de los recursos de manual, tocando las teclas más fáciles, esas que siempre funcionan (gato, niños, personas de edad, personajes incomprendidos y tiernos, viudo, Alzheimer, cáncer, accidente, amigos…).

Es un libro escrito con sencillez, nada de lirismo, nada de juegos inteligentes con el lenguaje, nada de evocaciones ni construcciones complejas. Fácil para el traductor (la traductora en este caso).

¿Os acordáis de El hombre que saltó por la ventana y se largó? Pues Fredrik Backman se acuerda bien. Y ha pensado ¿qué pasa si intento algo parecido? Cojo un personaje peculiar pero tierno: un viejo gruñón de los de toda la vida, por ejemplo. Voy a intentar que los lectores sientan antipatía por este hombre, pero luego voy a hacerlo querible. Lo rodeo de personajes que faciliten la tarea y cuya única función va a ser ayudarme a que a Ove lo adoren todos los lectores (además de que representen a distintos perfiles con los que las personas se puedan identificar -potenciales lectores-: mujer inmigrante, embarazada, dos hijas encantadoras y un marido torpón, homosexual tímido, joven con sobrepeso, un adolescente por aquí, personajes malos por allá, esposa encantadora, amigo con alzheimer, ...). Voy a contar la vida de este hombre en el momento actual pero también su pasado. Creo situaciones divertidas aunque sean un poco absurdas. Voy a rizar el rizo también creando una situación que se repite una y otra vez (Ove quiere hacer algo que nunca consigue).

Como yo también me acuerdo de El hombre que saltó por la ventana y se largó resulta que encuentro los mismos defectos: personajes creados en función de la historia, que no se necesita profundizar en su perfil porque no son importantes en sí mismos, son piezas que se utilizan para llevar al lector a donde el autor quiere llevarnos: a emocionar, a enternecer. Humor fácil. Bucles en los que se repite la misma idea una y dos y tres y las veces que haga falta. El problema es que Fredrik Backman se esfuerza tanto, pero tanto tanto, en emocionarnos que no le importa recurrir a todo el azúcar habido y por haber, a todos los trucos más facilones y que no suelen fallar. Y por si no fuera poco repite algunos conceptos varias veces para que nos quede claro y nos situemos donde él quiere. Todo demasiado obvio. Demasiado forzado. Todo el tiempo he sentido que Backman me empujaba, me empujaba, sin disimulo ninguno. Con lo que me molesta eso, con lo que me gusta la sutileza…

Que necesita dejarnos claro cómo es Ove… pues si hay que repetir hasta cuatro veces que es un hombre que trabajó duro, nunca se puso enfermo, amortizó sus préstamos, pagó los impuestos, cumplió, hizo lo que tenía que hacer… pues se repite. Porque claro, a lo mejor el lector no se entera, así que mejor dárselo masticado todo para que no tenga que poner nada de su parte, y repetir las mismas ideas varias veces como si el lector fuera un niño pequeño para que le queden claras. Todo muy explícito, muy explicado, muy mostrado, como si el autor nos preguntara ¿te has fijado en esto? ¿te has dado cuenta de esto otro? ¿has visto que frase más profunda? ¿te das cuenta de este mensaje tan Mr. Wonderful?.

Y claro, no podría faltar la recurrida crítica a la burocracia sueca y su estado del bienestar, que digo yo que a los suecos les pasa como a los españoles: que si en vez de quejarse tanto votaran mejor lo mismo algo cambiaria ¿no?. La crítica es demasiado obvia y fácil también, nada más fácil que hacer un perfil típico de funcionario despiadado, sin corazón, con chanchullos a su espalda, ineficaz y que quiera llevarse a la fuerza a un asilo a uno de los personajes. Todo para loor de Ove, claro, que hay que darle ocasiones para que se luzca. Porque si el título de este libro hubiera sido Apología de Ove, pues tan ricamente.

Y parece inevitable que lo mismo que Jonas Jonasson mostró poco conocimiento de España (aún me duele su paella andaluza), Fredrik Backman haga lo mismo o al menos refleje una imagen de los españoles un poco… sueca:
De modo que así fue. A pesar de que en España la gente parecía darse importancia por el mero hecho de cecear y poner música extranjera en los restaurantes e irse a dormir en pleno día. Y a pesar de que, en el autobús, durante el viaje, la gente iba bebiendo cerveza desde por la mañana, como si trabajaran en el circo.
Y para rematar:
Notó al subir que el conductor olía a vino, pero se dijo que así eran las cosas en España, y que no pasaba nada.
El subrayado es mío.

Que no digo yo que sea mala lectura. No, por favor. Gustará a mucha gente, veréis muchos comentarios y reseñas positivas de este libro. Al final incluso me dije, venga Ana, emociónate un poquito que el hombre se ha esforzado. Y oye, pues nada, me emociono un poquitín, con condescendencia casi, cierro el libro y a otra cosa, mariposa: elijo otra lectura veraniega. Ah, que si gustará a mucha gente y tiene buenas críticas, entonces ¿de qué te quejas, Ana? ¿Por qué estás tan cabreada?. Pues porque es un libro “técnicamente” muy pobre, de una calidad literaria justita, recursos muy manidos y tramposos… y resulta que hay cientos y cientos de autores españoles con un libro debajo del brazo sin que ninguna editorial se digne siquiera a considerarlos. Que contarían lo mismo que este libro mucho mejor y más honestamente. Que tienen muchas historias que contar. Pero no son suecos, aunque las editoriales sí hayan decidido hacerse las suecas…

El cabreo no me impide que, camino de los fiordos noruegos, vaya a hacer un alto en el camino en Estocolmo, y espero que si me encuentro con Fredrik Backman no me tenga en cuenta que su libro no me ha gustado mucho (venga, me ha entretenido a ratos…) y ya le explicaré cómo somos los españoles. Tengo un par de días para hacer la maleta, nos leemos a la vuelta. Leed como si no hubiera mañana.
(©AnaBlasfuemia)