viernes, 28 de septiembre de 2012

Las huellas de la vida (Tracy Chevalier)


Título original: Remarkable creatures
Traductor: Ignacio Gómez Calvo
Páginas: 352
Publicación: 2009 (2010)
Editorial: Lumen
Categoría: Novela Histórica
ISBN: 9788426417824
Sinopsis: Son las primeras horas de la madrugada de un día cualquiera de comienzos del siglo XIX y dos mujeres andan por las rocas escarpadas de la costa inglesa en busca de unas piedras extrañas que llevan la marca de vidas antiguas. Elizabeth, una dama culta y soltera, y Mary, una chiquilla de humilde condición, comparten una afición peculiar: las dos buscan y coleccionan fósiles. Su labor es discreta, pero llega el día en que Mary por fin encuentra una pieza de grandes dimensiones, que acabará en las vitrinas de un museo de Londres. A este hallazgo le siguen otros igual de sorprendentes que no consiguen sacar a Mary del anonimato y la pobreza, pero sí abrir el debate en la comunidad científica acerca del origen de las especies. Solo muchos años más tarde el talento tendrá su recompensa y el nombre de las dos mujeres entrará por fin en las páginas de la Historia con mayúscula.

Me ha encantado todo de este libro: la historia y cómo la cuenta Tracy Chevalier, los personajes, las descripciones, la ambientación, la mezcla de ficción y realidad… Gracias a este libro he conocido la historia de Mary Anning y Elizabeth Philpot, historia que desconocía y que me ha fascinado hasta el punto de disfrutar al finalizar la lectura buscando información sobre estas dos mujeres.

La relación entre ambas está entretejida con una delicadeza exquisita. Dos mujeres tan distintas, unidas por su pasión común (los fósiles) en una época en la que la mujer era menos que nada. Desgarrador leer cómo la mujer no tenía ningún papel en la sociedad, pese a que el mérito era de ellas (en este caso de Mary Anning) y la sumisión (casi diría la naturalidad) con que aceptaban ese hecho.

Historia llena de hermosos contrastes (sumisión y rebeldía, derrota y lucha, amistad y celos, religión y ciencia..) contada con un ritmo justo y preciso, que te hace ir saboreando cada página y paseando por las playas de Lyme Regis con la mirada puesta en piedras y rocas..

Aunque estamos hablando de una ficción novelada a partir de unos personajes reales,  la excelente documentación de la autora hace que llegues a pensar que realmente la historia ha podido ser tal y como la cuenta Tracy Chevalier. De hecho, muchos personajes fueron reales (las dos protagonistas y sus familias, Thomas James Birch, William Buckland, Georges Cuvier, Henry de la Beche, William Conybeare, incluso Tray –el perro de Mary- existió realmente) así como muchos hechos que describe. El libro contiene alteraciones en el orden cronológico de algunos hechos(reconocidas por la propia autora) para permitirle recrear la historia y dar a Mary y Elizabeth el reconocimiento que no tuvieron en su momento.

Hay dos historias en una: Por un lado, la relación entre Elizabeth y Mary, en la que se describe de forma espléndida el fuerte carácter de las dos mujeres; y por otro lado, la historia relacionada con los fósiles (y que refleja el nulo papel de la mujer en el mundo de la ciencia y académico). Ambas me han parecido muy interesantes. Dando voz alternativamente a cada una de las protagonistas, conocemos sus pensamientos y entendemos mejor sus reacciones y sentimientos.

Es posible que no sea una lectura que agrade a todo el mundo, porque carece de acción, de pasión y de momentos de tensión (salvo ciertos pasajes de tensión “emocional”). El relato transcurre de forma fluida y natural para leer plácidamente, pero situándonos perfectamente en el momento que relata los hechos. No podrían haber sido de otra manera, porque habla de personajes históricos cuyo día a día posiblemente careciera de muchas emociones y aventuras. Tracy Chevalier narra la normalidad de dos personas que, a su manera, influyeron en el curso de la paleontología y en el mundo académico sin haber sido reconocidas.

Primer libro que leo de esta autora. No será el último.
Elizabeth Philpot

Mary Anning
El Plesiosaurio descubierto por Mary Anning