Traductor: Marian Ochoa de Eribe
Páginas: 384
Publicación: 1993 (2012)
Editorial: Impedimenta
Sinopsis: Nostalgia, la obra que consagró a Mircea Cărtărescu como la voz más potente de las actuales letras rumanas, constituye una auténtica revolución literaria. El volumen, de una calidad prodigiosa, se abre con «El Ruletista», que narra la improbable historia de un hombre al que nunca le ha sonreído la suerte, pero que, sorprendentemente, hace fortuna participando en letales sesiones de ruleta rusa. En «El Mendébil», un mesías impúber de aires proustianos pierde sus poderes mágicos con el advenimiento de su propia sexualidad, y se ve perseguido por una legión de jóvenes acólitos. En «Los gemelos», Cărtărescu se entrega a la bizarra exploración de la ira juvenil, hasta desembocar en la pieza central del libro, «REM», que narra la historia de Nana, una mujer de mediana edad, enamorada de un estudiante de instituto en una Bucarest pesadillesca, enciclopédica, que se eleva a la categoría de ciudad universal.
Puedes empezar a leer las primeras páginas AQUÍ
La última vez me dijiste que tú no vives, sino que existes; sé que, cuando avanzas de espaldas por el pasillo de tu memoria, te tropiezas, te arañas, te golpeas, pero no puedes evitar encontrar algunos sitios transparentes en los que tú eres verdaderamente tú y no una pobre mujer madura, una funcionaria solitaria sin futuro alguno que vive bajo la tierra, a millones de kilómetros de profundidad bajo los cimientos de la ciudad, en este cubo luminoso de tu apartamento.
No existe un manual de instrucciones para leer a Cărtărescu. Leí El ruletista hace cinco años. Me quedé impresionada con aquella lectura, sabiendo que no se trataba tanto del Ruletista como del personaje del Escritor (con el pálpito de que detrás del Escritor estaba el propio Cărtărescu). Fui comprando (que no leyendo) todos sus libros hasta fecha de hoy, incluyendo el último, El ala izquierda (primera parte de la trilogía Cegador). Mientras, fui leyendo todas las entrevistas que se publicaban por internet, el primer encuentro con Cărtărescu en la librería Albertí, su discurso inaugural de la Feria del Libro de Madrid de este año. Y finalmente, en el mes de octubre, pude acudir en persona a la presentación del libro El ala izquierda en la librería Alberti, con la asistencia del propio Cărtărescu, recién recogido el Premio Formentor.
Verle, escucharle, darle la mano, empaparme del universo Cărtărescu directamente, a escasos metros de distancia. En un espacio atiborrado de personas, sentí que no había nadie a mí alrededor y que sólo estábamos Cărtărescu y yo, rodeados ambos de un radiante nimbo que nos mantenía aislados del resto del mundo, pero conectados con el universo.
Verle, escucharle, darle la mano, empaparme del universo Cărtărescu directamente, a escasos metros de distancia. En un espacio atiborrado de personas, sentí que no había nadie a mí alrededor y que sólo estábamos Cărtărescu y yo, rodeados ambos de un radiante nimbo que nos mantenía aislados del resto del mundo, pero conectados con el universo.
Estaba lista ya para seguir leyendo a Cărtărescu. Parecería que debería de hacerlo con el El ala izquierda, o con el deslumbrante Solenoide. Pero no. El primer libro de Cărtărescu publicado por Impedimenta fue El Ruletista, que es uno de los relatos (concretamente el primero) que aparece en este libro que os traigo, Nostalgia. Un libro de relatos que puede leerse como un todo, paisajes interconectados del vasto universo de Cărtărescu.
Los hombres no son todos del mismo tipo. Los hay de cuatro tipos: los que no han nacido, los que viven, los que no han muerto y los que ni han nacido, ni viven, ni han muerto.
¿Por qué decide Impedimenta publicar en primer lugar El Ruletista, y no por ejemplo El arquitecto -el último de los relatos que compone Nostalgia y que podría (aparentemente) considerarse el relato menos cohesionado con el resto- o cualquiera de los otros libros que Mircea ya había publicado en Rumanía? Porque el editor de Impedimenta, Enrique Redel, es muy inteligente y conocía de primera mano la obra de Cărtărescu. Sabía cómo el lector debería ir ascendiendo este Everest literario que es la obra de Cărtărescu y El Ruletista era el mejor anticipo posible de la complejidad y la magnificencia de este autor. Era el anzuelo ideal, el primer paso posible para avanzar por este universo personal, único y fantástico que nos ofrece Cărtărescu y hacerlo desde la comprensión de la totalidad de su obra. Si quería seguir progresando en la escalada, la siguiente etapa tenía que ser Nostalgia.
En mi cabeza, bajo la bóveda craneal, vive un hombrecillo idéntico a mí […] Porque él es mi marionetista. Pero la bóveda celeste no es sino el cráneo de un niño gigante, que también es idéntico a mí […] Porque yo soy su marionetista.
Con todo ese recorrido previo que os he contado, empezar a leer Nostalgia (incluyendo la relectura de El Ruletista) fue fluir a través de su lectura como si llevara leyendo a Cărtărescu toda la vida, como si hubiera leído todos sus libros, como si fuera mi amigo del alma, la amígdala de mi sistema límbico… o quizás él fuera mi marionetista y yo el suyo.
Hay en Nostalgia una amalgama de realismo, fantasía, espacios oscuros, onirismo, bichos varios, surrealismo, descripciones detalladas, escenarios extraños, arquitecturas dalinianas, pesadillas... característicos de este autor, todo ello envuelto en un lirismo y una prosa elegante, corrosiva y privilegiada a la que dota de una musicalidad excelsa.
Sueño muchísimo, en colores dementes, tengo en los sueños sensaciones que no busco nunca en la realidad.
He de decir que leí Nostalgia dos veces, de dos formas. En un estado de ensoñación por la noche, y releyendo de día con lucidez y atención lo leído por la noche en ese estado de embriaguez de la modorra previa al sueño. Que además a la vez estaba leyendo las entrevistas de Pierre Michon recogidas en Llega el rey cuando quiere, con lo cual establecí conexiones entre ambos autores (y alguno más), sus pensamientos y su espiritualidad, mi momento vital, que son irreproducibles para mi limitado léxico. Sensaciones con las que me quedo y me guardo como una experiencia mística, personal e íntima.
Cărtărescu es inabarcable. No es solo su literatura, su universo, es también lo que araña en lo más esencial de una misma, esa demanda que hace a tu propia alma. No es solo un escritor, es un pensador, y como tal al leerle te interpela, te expande, provoca marejadas de reflexiones, agita cada célula, cada poro, todas las fisuras de tu físico y tu ser temblando como un cachorro.
Me despertaba muchas veces llorando de soledad.
¿Qué es Nostalgia? Un laberinto. Un laberinto con todas sus encrucijadas y su complejidad que, sin embargo, no pretende confundirte sino ofrecerte varias salidas posibles sin renunciar a recorridos alternativos, multiviarios, senderos en los que puedes tanto perderte como encontrarte. El lector de Cărtărescu es un Teseo enfrentándose a las adversidades del ser humano, derribando una a una todas las barreras y compartimentos de nuestra propia naturaleza.
El universo de Cărtărescu es un universo matrioshka con contenedores y contenidos infinitos, desde el centro del cerebro hasta la estructura universal más grande conocida: un supervacío a millones de años luz. Desde el espacio más pequeño de nuestra sesera hasta ese gigantesco supervacío hay múltiples barreras y compartimentos, como islas conectadas entre sí, que hay que atravesar, destrozar incluso, poseerlas con humildad y conocimiento si quieres conseguir la inmortalidad (morir sin morirse del todo) y tocar con la punta de los dedos el infinito.
Que el yo, puesto que existe, debe encontrar una forma de asegurar su permanencia. Que me convertiré en otra cosa infinitamente más compleja. De lo contrario es absurdo, y no encuentro espacio para lo absurdo en el proyecto del mundo. Miles de millones de galaxias, campos imperceptibles, en fin, este universo que rodea mi cabeza como un aura no podría existir si yo no tuviera que conocerlo en su totalidad, poseerlo, ser él.
En una entrevista dice Cărtărescu: “cuando no escribo intento no suicidarme”. Yo hago lo mismo cuando no leo. Por eso leo.
Nos vemos en los libros. O no.
Nos vemos en los libros. O no.
Modo Guadiana ON.