Título original: 84, Charing Cross Road
Traductor: Javier Calzada
Páginas: 128
Publicación: 1970 (2002)
Editorial: Anagrama
ISBN: 9788433969828
Sinopsis: En octubre de 1949, Helene Hanff, una joven escritora desconocida, envía una carta desde Nueva York a Marks & Co, la librería situada en el 84 de Charing Cross Road, en Londres. Apasionada, maniática, extravagante y muchas veces sin un duro, la señorita Hanff le reclama al librero Frank Doel volúmenes poco menos que inencontrables que apaciguarán su insaciable sed de descubrimiento. Veinte años más tarde, continúan escribiéndose, y la familiaridad se ha convertido en una intimidad casi amorosa. Esta correspondencia excéntrica y llena de encanto es una pequeña joya que evoca, con infinita delicadeza, el lugar que ocupan en nuestra vida los libros... y las librerías.
Este debiera ser el comentario de una lectura conjunta. Entiéndase por lectura conjunta el leer exactamente a la vez. Dos personas que aman los libros y que leen, sienten y viven igual.
¿Empezamos?
Sí
¿Hasta qué página?
¿La 42?
Vale, perfecto.
Y así todas las páginas. En tres días. A la vez. Lectura conjunta. Con. Junto a.
Así fue leído este libro. Así nos encontramos a una Helene que nos enamoró con su fuerza, su vitalidad, su inteligencia, su soltarlo todo así… brrrruuuummmm… Y con un Frank al que nos parecía que le faltaba un hervor, tan contenido y reservado. Tan distintos ambos, tan iguales en su amor por los libros.
Y así, de la mano y sin soltarnos, fuimos leyendo esta historia de amor (amor a los libros, amor a las personas), de amistades sólidas, de personas que se encuentran sin encontrarse, de afectos llenos de ternura. Poco a poco Frank se va haciendo querer. Constatamos que, bendita sea, ahora las distancias se acortan gracias a las nuevas tecnologías. O eso pensábamos en ese momento, que las distancias son más cortas…
Pero no son las distancias, son los afectos. El cariño, el amor. Que sea a la vez, como un baile acompasado, da igual que el ritmo cambie, los pasos siempre van a la vez…. Eso es lo que se carga las distancias. No los correos, ni los aviones ni los trenes ni los barcos ni toda la tecnología actual… Es que sea a la vez. Al mismo paso. No uno delante y otro detrás. Sino a la vez, ella vehemente, él prudente. Dos formas distintas, un amor común (los libros), el mismo caminar milimétrico.
Helene y Frank van de la mano, aunque parecen ir con tiempos distintos. Ella impetuosa, irónica, rápida, directa, sin filtros. Él despacio, frío incluso, sin perder el norte, comedido, ¡¡los libros, los libros!!…. Parecían dos pasos distintos. Y no lo eran. Eran el mismo. Y en ese encuentro mágico en torno a los libros se van sumando personas (eso sí que es sumar): la propia mujer de Frank, sus compañeros de trabajo… 20 años de intercambio epistolar sin llegar a tocarse… ¡¡20 años!!
¿Quieres leer un rato conmigo?
Claro. Página 82.
Hasta el final.
Hasta el final.
…
(mierda)
Me he quedado de una pieza
…
Terminamos?
Sí.
Todo encaja, lees… leemos… y de repente… nos quedamos sin aire. A la vez. Allí y aquí. ¡No puede ser!. (No nos pasará, no nos pasará…). La fragilidad de las cosas. Todo parece sólido, atado, indestructible. Y se nos olvida que todo es quebradizo. Un instante y, zas, todo cambia. Todo acaba y todo empieza en un instante. La vida es impredecible. La solidez de lo aparentemente nimio y la fragilidad del… ser.
Es curioso. Creo que la grandeza de este libro está en lo que pone el lector de su parte. En la ternura de lo que no se ve en las palabras escritas. En lo que nos llega de esa relación sin verla, sin leerla en verdad. Es el calorcito por dentro de las relaciones bellas entre las personas, que intuimos, que sentimos. Esa calidez. El encuentro de almas. El amor por los libros.
Luego, la vida, pone lo suyo. O lo quita.
Cuando Helene finalmente pudo viajar a Inglaterra la librería de Frank ya había cerrado. El encuentro con la familia de Frank parece que fue bastante decepcionante, según transmite una de las hijas de Frank y la propia Helene. Qué triste, la cálida amistad no perseveró lo suficiente…
El libro es hermoso. La lectura conjunta lo hizo aún más hermoso si cabe.
Luego, la vida…
Este es el último libro que leí. Hace semanas. No he vuelto a leer. Sólo poesía, ensayos, cosas sueltas. Sobre todo mucha poesía, ese lugar de la literatura al que se llega y se vuelve con el alma desnuda. Y como estoy así, con el alma desnuda, es por lo que este blog también lo está.
Decirte que... ¡¡los libros, los libros!!
(©AnaBlasfuemia)
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Decirte que... ¡¡los libros, los libros!!
(©AnaBlasfuemia)
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