“Había dejado de oponer la resistencia que opone todo lo que vive; había dejado de alzarse contra el viento, de domeñar las olas y sacar provecho de esa misma resistencia”
Cuando, deslumbrada y abrumada, terminé de leer esta maravilla me encontré a mí misma sosteniendo el libro como quien sostiene a un pajarillo caído en el suelo, con ambas manos en forma de cuenco remedando un nido que cobije lo roto, lo frágil… lo puro. Estuve así horas, días, aún os escribo con el libro entre las manos. No sabía dónde depositarlo, qué hacer con esta inmensidad tan quebradiza que contiene todo el universo y su inevitabilidad, toda la verdad, simple y escurridiza, toda la existencia y su sentido, toda nuestra suciedad y también nuestra belleza.
Siento que hay un latido en lo muerto, una corriente de vida en lo inerme, una advertencia que está clamando, silenciosa y coral, en lo que mantengo entre mis manos. Quiero darle un aliento, o tal vez respirar el suyo, aspirar el último suspiro de lo putrefacto, abandonarme al horror para empaparme de lo puro, descifrar los silencios de las ballenas, los códigos de las mareas, el misterio del frío. Romper, destruir, aniquilar la indiferencia. Explotar como un átomo.
Sigo con el libro entre las manos, con esta ballena que se me derrama por la comisura de los ojos, manantial de mar en la mirada.
Ya sé qué hacer con él. Os lo voy a pasar a vosotr@s, con toda la delicadeza de la que soy capaz. Y os voy a pedir que lo sostengáis con ternura y con cuidado, que no dejéis que se rompa, que no se rompa, que no se rompa…Y que luego lo paséis a otras manos que sigan resguardando y protegiendo este vidrio tan quebradizo y frágil. Pasadlo de unas manos a otras y preservar la pureza.
Y entonces podré deshacer este nudo en el corazón que se desliza de arriba hacia abajo y vuelve a ascender por la garganta, como buscando un camino del que me han expulsado. Somos cristal fino, que las lágrimas broten desde la conmoción, “con esa indolente obstinación de las cosas que se hacen sin saber”. Pero que no nos impidan cambiar el mundo.