Páginas:
208
Publicación:
2011 (2012)
ISBN:
9788415472476
Sinopsis:
En Bretaña, una mujer de cuarenta y siete años rencuentra por casualidad a la
profesora de piano de su infancia, quien le propone irse a vivir con ella. Poco
a poco se reinstala en la ciudad en la que había vivido años antes, rencuentra
su primer amor y establece una profunda relación con su hermano menor. De
repente, un día, su hija, a la que no había visto desde hace veinte años,
regresa para estar con ella. De forma polifónica, todos los personajes que se
relacionan con ella evocan a esta mujer cuya historia y destino se convierte en
cada vez más sorprendente, a medida que se desvelan los secretos de familia,
los celos y la violencia oculta que anidan en los protagonistas de esta novela
profundamente inquietante y de una belleza sobria y envolvente que rastrea sin
fin el enigma que constituye el hecho de estar en el mundo.
Puedes leer las primeras páginas AQUÍ.
Hablaba en la anterior reseña sobre que las primeras páginas de un libro son muy importantes. Las solidaridades misteriosas no tiene un comienzo fácil. Y sin embargo es un libro hermoso. Y digo que no es un comienzo fácil porque resulta complicado al principio seguir el estilismo de Pascal Quignard, con frases cortas (un recurso deliberado en este libro), el ritmo que imprime a la narración con este recurso hace que al empezar a leer y durante bastantes páginas tengas la sensación de ir desacompasada.
Pascal
Quignard no cuenta: narra, describe. Describe muchos paisajes y lugares, pero
al final ha descrito personas. Ha tejido un libro de gran belleza, de la que al
principio únicamente vemos hilos sueltos, hebras que nos parecen deshilachadas;
se tarda un tiempo en alcanzar a ver la tela final, tan bella y perfecta. La
narración es mayormente descriptiva, a través de la lectura vemos paisajes y,
finalmente, a las personas y sus sensibilidades.
Claire
Methuen es el personaje central en torno al cual gira toda la novela. Claire es
lingüista y traductora, habla varios idiomas (creo recordar que quince) a la
perfección. Pero el silencio, ese lenguaje universal, es el que elige para
comunicarse. Pero no serán las personas con quienes decida comunicarse ("Pensaba tanto en él que nunca estaba sola").
Nos cuesta entenderla, percibimos sus emociones, pero no nos permite
proximidad. Cuando el autor da voz a otros personajes, el dibujo empieza a
perfilarse, a través de ellos se reconstruye la imagen final de Claire. De
forma poética y conmovedora la aparente frialdad de Claire (aunque diría más
bien distancia, no tanto frialdad) empieza a convertirse ante nuestros ojos en
intensa sensibilidad ("Fue
maravilloso verla triste, simplemente triste, después de tantos años sufriendo")
Todo
es tremendamente sutil, menos los acontecimientos. Estamos ante una novela tal
vez extraña, pero también poética, hermosa e íntima, de gran fuerza e
intensidad. La relación del hermano, Paul, con Jean, un cura, es descrita de
forma tan exquisita que sería conveniente que lo leyeran quienes se sienten
dolidos porque se les reconozca sus derechos a los homosexuales (derechos que,
por otro lado, no afecta a quien no sea homosexual). Y cito textualmente:
"El obispo nos pidió que fuésemos
más discretos. Al final del almuerzo nos bendijo". Con naturalidad.
El
último capítulo, en el que se le da voz al tío Calève es para enmarcar.
Únicamente por estas últimas páginas ya merecería leer el libro: son de una
belleza literaria que hace tiempo no disfrutaba. Magistral. Os pongo algunos
fragmentos de este último capítulo: "Era
lo que se llama una mujer amiga de las olas. A mí me gustaba. Creo que perdió
un poco la chaveta. Se puso a tener compasión de todo, de las marismas, de las
gaviotas, de los bambús, de los árboles, de las piedras.". "Cuando el hermano y la hermana caminaban
juntos, llamaba la atención la armonía que había entre ellos. Y eso que él era
muy bajo, y ella muy alta, pero era algo mágico.... No hablaban mucho. Se
detenían, miraban, proseguían, se mostraban cosas con el dedo. Se alejaban el
uno del otro, se esperaban, era como una goma elástica. Todo era de una
desenvoltura increíble, sin la menor impaciencia. Nunca se impacientaban el uno
con el otro. Esto no lo he visto nunca en otros seres humanos."
Pascal
Quignard es un reconocido escritor francés, que como la protagonista, Claire,
también ha decidido alejarse de la vida social ("adoro esas grandes playas de silencio en las que sólo me pertenezco a
mí misma"). Un magnífico narrador que he descubierto gracias a Las
solidaridades misteriosas.
Alguno
de los paisajes que se describen en el libro:
Capilla de Notre-Dame de La Clarté |
Saint-Énogat |
Dinard |