jueves, 19 de septiembre de 2019

El cisne (Gudbergur Bergsson)


Y por la noche se despertó la eternidad, esa especie de añoranza […] Es la añoranza, más que la alegría, la que nos hace conscientes de que el tiempo existe

La protagonista de “El cisne”, una niña de 9 años, se encuentra en la frontera que hay entre la niñez y la adolescencia. Como toda linde, es una tierra de nadie en la que la personalidad deambula entre quien has sido, quien eres y quien vas a ser. Y esa construcción de su propia geología la va a hacer inmersa en el paisaje islandés, alejada de su familia y su mar y enfrentada a la naturaleza, la naturaleza que ni tiene educación ni entiende de jerarquías ni compasiones. Y en un entorno humano en el que las personas se vigilan entre sí constantemente.

¿Cómo defenderte de lo extraño y de lo desconocido? Con mucha imaginación, por ejemplo esparciendo un veneno invisible alrededor. Mientras que los adultos se ocupan de lo terrenal, la niña vive lejos del mundo, quizás en otro mundo (que está en este), aunque sabe que está aquí y que los otros están ahí. En un entorno nuevo, ajeno, el despertar es doloroso pero también misterioso, no entiende nada pero a la vez lo comprende todo.

La inocencia es limpia y pura y bella, pero es inevitable su (des)encuentro con la realidad, despertar al mundo exterior, tangible y carnal. La naturaleza y el entorno rural la empujarán a descubrir la muerte, la violencia, el sexo… en definitiva la vida con lo bueno, lo malo, lo mejor, lo peor, lo bello y lo aterrador.

“El cisne” tiene pasajes muy profundos y evocadores, pero también cierta frialdad narrativa que oscila entre lo poético y lo distante y que, junto a un exceso de alegorías, dificultaron una conexión más fluida, no tanto con la lectura como con la protagonista. Intuyo que en parte porque la superabundancia de simbolismos no me encajaba con una niña de 9 años, en los que la fantasía y la imaginación pueden actuar de forma natural pero no como una metáfora continuada.


7 comentarios:

  1. Es que los excesos no son buenos y menos en literatura, por muy alegoricos que sean; el caso es que no pinta mal, fíjate lo que te digo, le doy una vuelta 🙃

    Besitos 💋💋💋

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    1. Bueno, yo a un exceso en literatura igual le doy un pase :D Ya contarás.

      Un abrazo

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  2. Hola, es que es muy difícil por parte de un adulto querer meterse en la piel de un niño, y si así ya te llevas más de un susto, imagínate dentro de la mente, es imposible, puedes recordar pasajes de tu niñez y plasmarlas, algún pensamiento y evocarlo en papel, pero escribir un libro entero, hay que ser o muy valiente, o muy inconsciente. Y no quiero decir que sea malo, pero es lo que dices, siempre se tiende ha querer que hable el niño como nos gustaría a nosotros. Creo que me he explicado bien ¿o no? jajaja Besos.

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  3. He visto tu foto en Instagram y como no conocía este libro he venido curiosa a leer tu opinión. Bueno, parece que tiene sus pegas y aún con eso me sigue atrayendo. Lo meditaré.
    Besos

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    1. Esa parte de que igualmente te atraiga me gusta, porque no es mi intención que nadie deje de leer un libro porque yo le encuentre peros. Siempre digo que cada libro tiene su lector. En cualquier caso, y pese a todo, no ha sido mala lectura ni mucho menos.

      Un abrazo

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  4. Me encantan este tipo de libros, lo anoto.

    Besotes

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En este blog NO se hacen críticas literarias ni mucho menos reseñas. Cuento y me cuento a partir de lo que leo. Soy una lectora subjetiva. Mi opinión no convierte un libro en buen o mal libro, únicamente en un libro que me ha gustado o no. Gracias por comentar o, simplemente, leer