Título original: Un altare per la madre
Traductor: Miquel Izquierdo
Páginas: 132
Publicación: 1978 (2014)
Editorial: Minúscula
ISBN: 9788494145711
Sinopsis: «Una persona buena -afirma Ferdinando Camon en el prefacio-, por más que sea miserable, inculta, analfabeta, malhablada, vaya mal vestida y descalza, sea casi anónima, alguien a quien nadie fotografió, escuchó, ni agradeció nada, puede merecer la inmortalidad más que caudillos, banqueros, políticos, aventureros. No es la fuerza lo que salva a la humanidad, sino esa particular forma de amor que se llama "bondad". No me cabe ninguna duda de que el personaje que describo aquí se haya salvado, merezca el recuerdo y esté en la gloria. No sé cuántos personajes de la gran historia oficial, los plutócratas, los superganadores, los amos del mundo, se han salvado y merecen el recuerdo. Quizá ninguno.»
Cada libro que traigo aquí tiene su historia. No siempre la cuento, pero es así. Este libro tiene tres historias. Una, hace tiempo que sigo a Sofía en A cubierta libros y ya iba siendo hora de traer aquí algún libro de los que le he “robado” allí. Dos, tenía que haber sido una lectura conjunta con alguien que estoy (estamos) deseando leer algo a la vez. Pero mis despistes ponen inevitablemente a prueba a la buena gente y a los buenos amigos. No perdí una amistad, es evidente, porque entre otras cosas es muy sólida. Pero sí la ocasión de compartir la lectura de este hermoso relato.
La tercera historia es que en realidad no elegí yo la lectura. Una mano, digamos inocente, me fue guiando por las estanterías y libros que las habitan: izquierda, 8, izquierda, 33. Y ahí estaba el altar. Bien, después de la intensidad de Anaïs Nin parecía una lectura más sosegada, pero a la vez no alejada de aquello que me toca la fibra.
Así comienza, con el autor acompañando el ataúd de su madre. Y podemos pensar que nos enfrentamos a unas páginas llenas de dramatismo y dolor. Y no. Más bien estamos ante el homenaje de un hijo a su madre. Pero no sólo a ella, también a la familia, a las tradiciones, a las buenas gentes del campo, a la cultura de lo rural… A la esencia de lo que somos y que se va perdiendo según nos alejamos más y más de la tierra y lo que ella nos da mientras deambulamos como fantasmas por el asfalto, lleno de luces, móviles, ruidos, apariencia, hipocresía…
No hay fotografías de su madre. Sí de la mujer que fue antes de ser madre. Pero no de la madre. Por eso, Ferdinando la devuelve a la vida a través de las palabras, la rescata, al igual que su padre lo hace construyendo de forma casi agónica un altar para la mujer que tuvo a su lado y cuya presencia fue soslayada hasta que se transmutó en ausencia. Un altar que, como el propio autor menciona, es un puente, es una cercanía.
Hay mucha sensibilidad en este libro. No me refiero a una sensibilidad lacrimógena, impostada. No. Es una sensibilidad delicada y tierna, profunda como las raíces del ser humano.
Uauuu… Qué párrafo más esclarecedor… Me gusta mirar así las historias que nos cuentan algunos libros y cómo las cuentan. Sin cerrar los ojos. Viendo. Exactamente igual que a las personas. La vida es más, el miedo debería de ser menos.
La muerte, claro, reflexiones en torno a ella. Reflexiones sin dramatismo, más bien al contrario, un acercamiento a la misma desde la conciliación. Sin temor, un acontecimiento que nos iguala a todos pero sobre todo que nos congenia con la vida, aportándole el prisma adecuado para dotarla de su auténtica valía, esa que se nos pasa desapercibida con las prisas, las rutinas, la dichosa zona de confort, los miedos, las renuncias con tal de proteger la red que nos proporcione tranquilidad…
Ferdinando Camon reescribió varias veces este relato, hasta 19. Tal vez no fuera lo suficientemente objetivo, o justo, consigo mismo y con lo que había escrito y le costó darse cuenta de que es un relato que ensambla, hermana, y sobre todo recupera la bondad natural, la sencilla, la esencial de tantas personas anónimas que son inmortales porque desde esa bondad salvan y se salvan.
Libros pequeños que contienen mucho. Qué bello es leer. Así.
Traductor: Miquel Izquierdo
Páginas: 132
Publicación: 1978 (2014)
Editorial: Minúscula
ISBN: 9788494145711
Sinopsis: «Una persona buena -afirma Ferdinando Camon en el prefacio-, por más que sea miserable, inculta, analfabeta, malhablada, vaya mal vestida y descalza, sea casi anónima, alguien a quien nadie fotografió, escuchó, ni agradeció nada, puede merecer la inmortalidad más que caudillos, banqueros, políticos, aventureros. No es la fuerza lo que salva a la humanidad, sino esa particular forma de amor que se llama "bondad". No me cabe ninguna duda de que el personaje que describo aquí se haya salvado, merezca el recuerdo y esté en la gloria. No sé cuántos personajes de la gran historia oficial, los plutócratas, los superganadores, los amos del mundo, se han salvado y merecen el recuerdo. Quizá ninguno.»
Cada libro que traigo aquí tiene su historia. No siempre la cuento, pero es así. Este libro tiene tres historias. Una, hace tiempo que sigo a Sofía en A cubierta libros y ya iba siendo hora de traer aquí algún libro de los que le he “robado” allí. Dos, tenía que haber sido una lectura conjunta con alguien que estoy (estamos) deseando leer algo a la vez. Pero mis despistes ponen inevitablemente a prueba a la buena gente y a los buenos amigos. No perdí una amistad, es evidente, porque entre otras cosas es muy sólida. Pero sí la ocasión de compartir la lectura de este hermoso relato.
La tercera historia es que en realidad no elegí yo la lectura. Una mano, digamos inocente, me fue guiando por las estanterías y libros que las habitan: izquierda, 8, izquierda, 33. Y ahí estaba el altar. Bien, después de la intensidad de Anaïs Nin parecía una lectura más sosegada, pero a la vez no alejada de aquello que me toca la fibra.
Frente a la iglesia se había formado una pequeña multitud, muchachos, mujeres y hombres de todas las edades, que se iban agrupando según el grado de parentesco o por casualidad: bastaba con que uno dijera una palabra y otro respondiera para que se hicieran compañía. Yo me encontré solo, y el último.
Así comienza, con el autor acompañando el ataúd de su madre. Y podemos pensar que nos enfrentamos a unas páginas llenas de dramatismo y dolor. Y no. Más bien estamos ante el homenaje de un hijo a su madre. Pero no sólo a ella, también a la familia, a las tradiciones, a las buenas gentes del campo, a la cultura de lo rural… A la esencia de lo que somos y que se va perdiendo según nos alejamos más y más de la tierra y lo que ella nos da mientras deambulamos como fantasmas por el asfalto, lleno de luces, móviles, ruidos, apariencia, hipocresía…
No hay fotografías de su madre. Sí de la mujer que fue antes de ser madre. Pero no de la madre. Por eso, Ferdinando la devuelve a la vida a través de las palabras, la rescata, al igual que su padre lo hace construyendo de forma casi agónica un altar para la mujer que tuvo a su lado y cuya presencia fue soslayada hasta que se transmutó en ausencia. Un altar que, como el propio autor menciona, es un puente, es una cercanía.
Hay mucha sensibilidad en este libro. No me refiero a una sensibilidad lacrimógena, impostada. No. Es una sensibilidad delicada y tierna, profunda como las raíces del ser humano.
De crío oí a un niño que le decía a su madre: “Lávame pero no me mojes”
Un hombre estaba a punto de matar a un perro y su hijo le rogó: “Mátalo pero no le hagas daño”. Hay algo aquí que debo aprender.
Un niño jugaba con otros al escondite. Cerraba los ojos y así creía que no lo veían. Ahí hay algo que debo evitar.
Uauuu… Qué párrafo más esclarecedor… Me gusta mirar así las historias que nos cuentan algunos libros y cómo las cuentan. Sin cerrar los ojos. Viendo. Exactamente igual que a las personas. La vida es más, el miedo debería de ser menos.
El caso es que yo vivía sabiendo que ella estaba, ahora debo cambiar de vida. En algún momento he pensado que temía quedar expuesto: como si la presencia de la generación anterior, la que me parió, fuera una garantía para mí y toda mi generación interpuesta, que nos esconde, la muerte no nos ve, nosotros no podemos morir todavía.
La muerte, claro, reflexiones en torno a ella. Reflexiones sin dramatismo, más bien al contrario, un acercamiento a la misma desde la conciliación. Sin temor, un acontecimiento que nos iguala a todos pero sobre todo que nos congenia con la vida, aportándole el prisma adecuado para dotarla de su auténtica valía, esa que se nos pasa desapercibida con las prisas, las rutinas, la dichosa zona de confort, los miedos, las renuncias con tal de proteger la red que nos proporcione tranquilidad…
Es una equivocación cómo nacemos, cómo bautizamos, cómo nos casamos, cómo trabajamos, cómo tenemos hijos, cómo se va al hospital, cómo se hace la guerra, cómo se muere: todo está equivocado por ese error que es la falsedad
Ferdinando Camon reescribió varias veces este relato, hasta 19. Tal vez no fuera lo suficientemente objetivo, o justo, consigo mismo y con lo que había escrito y le costó darse cuenta de que es un relato que ensambla, hermana, y sobre todo recupera la bondad natural, la sencilla, la esencial de tantas personas anónimas que son inmortales porque desde esa bondad salvan y se salvan.
Libros pequeños que contienen mucho. Qué bello es leer. Así.
Todos los libros tienen varias historias...no solo la que nos cuenta el autor o autora, sino también eso que nos transmite solo a nosotras/os. El "viaje" que hacemos para encontrarnos con el libro, es una historia más, y forma parte de lo que vamos a leer...Me gusta visitar las estanterías y dejar que me guíen, de algún modo,...de forma casi impredecible, los "fantasmas" que la habitan...
ResponderEliminarDel libro no había escuchado nada, o me pasó desapercibido. Lo buscaré y al menos tendremos un momento en algún rincón de la librería. Dudo que me lo lleve...tengo tanto que leer, y tantos "fantasmas" a mi alrededor, que no creo que pase mucho rato con este libro...aunque nunca se sabe en el futuro.
Un abrazo grande y felices lecturas.
Cierto, no sólo están las historias que contienen, sino las que los rodean. Cómo accediste al libro, cuándo se leyó y porqué, incuso con quien... Son historias todas ellas curiosas, personales, se suman las unas y las otras :)
EliminarSi el momento de encuentro el libro te dice algo, te lo llevarás. Y tendrás otra historia que contar. O no.
Un abrazo
Escribir sobre gente normal, anónima, a la que no le sucede nada, digamos extraordinario, no suele ser objetivo habitual en las novelas. Para vida normal ya tenemos la nuestra ¿no? sin embargo, a mi me gusta leer y disfrutar leyendo sobre gente normal a la que le pasan cosas normales, con sus relaciones familiares y sus sentimientos. Lo difícil es escribir sobre ello y hacerlo interesante. Creo que Camon sí lo ha conseguido y tomo buena nota.
ResponderEliminarBesos
Su propia madre. Una mujer del campo, callada, sencilla. Vidas normales que siempre esconden algo grande, algo que contar. Como en Stoner poner el foco en lo "normal" y encender la luz, o descubrir que allí ya la había (luz). Claro, es difícil escribir sobre eso y hacerlo bien. En este caso está bien contado.
EliminarUn abrazo
Esta historia creo que me tocaría demasiado la fibra sensible :) Aunque dices que no es una historia triste ni dramática, me costaría ponerme con ella :)
ResponderEliminarBesos!
Es emotivo, pero no de esa emotividad incómoda, sino... bella :) No duele.
EliminarUn abrazo
En resumen, atracción y rechazo a partes iguales; un libro que una vez abierto no puedes soltarlo...
ResponderEliminarMe gusta la editorial, todo lo que leí de Minúscula me agradó.
Un abrazo Ana
Es corto además, con lo cual te deslizas por la lectura con fluidez. A mí también me gusta la editorial, tiene cosas curiosas, distintas.
EliminarUn abrazo
No creo que me gustara esta lectura, pero me ha gustado la reseña, sobre todo cuando comentas cómo vino este libro a ti.
ResponderEliminarUn beso.
Al menos te ha gustado algo :) (me alegro)
EliminarUn abrazo
Este no me llama la atención. Me gusta lo que dices de la sensibilidad sin caer en el dramón aunque el tema se presta a ello pero me parece de esos que están todo el tiempo rondando una misma idea. Si fuera otro tema igual sí.
ResponderEliminarBesos
Nada de drama. Sensible, sí. Emotivo, también. Pero como comento por ahí arriba, no duele. Prueba a echarle un vistazo.
EliminarUn abrazo
No conocía ni el libro ni a su autor pero esta vez no me convence demasiado lo que nos cuentas, creo que yo no disfrutaría de su lectura
ResponderEliminarBesos
Es que esta editorial suele presentarnos a libros y autores poco conocidos, pero tiene buena selección. El disfrute de cada cual es libre ;)
EliminarUn abrazo
Parece un bonito homenaje este a la madre (como figura), he leído hace nada un libro similar, bueno, también con mucho que ver con una madre y lo rural, en otro tipo de mentalidad, aunque los hijos, los hijos no son como este (sensible) ¡menuda panda! Imagino al pobre autor reescribiendo el libro multitud de veces.
ResponderEliminarLo que más me llama la atención es la gente buena o la gente sencilla, me gusta esa aproximación.
Respecto a Chopin y su porque sí, no quiero saber los motivos ¿para qué? Ella cambia, empieza sentir como nunca, a experimentar lo que llevaba tiempo esperando y decide darse una oportunidad, contra las convenciones, si hubiera una razón más allá que eso ya no me parecería tan interesante, es una liberación que supone un coste, por eso no estoy de acuerdo con quienes señalan que es una insensata detrás del amor (seguro que si fuese amor justificarían (en parte) sus actos, "perdió la cabeza", yo lo entiendo como un "darse cuenta", un respiro, no sé si me explico).
De todas formas, por supuesto, es mi lectura y como lo veo, quizá tú percibas cosas diferentes, esa es la gracia.
Un abrazo
Homenaje a la madre, pero también a una forma de vida, a unos valores que se pierden. Ya sabes, el contraste rural/urbano. Y yo que soy más de campo que las amapolas pues soy caldo de cultivo para este tipo de libros. Curiosamente ahora estoy leyendo otro libro en cierta forma similar (familias, rural vs urbano...), por descartar otro libro que abordaba el tema de la muerte cogí con el que ahora estoy sin darme cuenta que la temática tampoco variaba mucho. Pero bueno, los libros mandan y estoy leyendo igualmente un gran libro. La gente buena. A mí también me llama la atención :)
EliminarSobre el porque sí es que entendí que lo ponías como hándicap, el que pareciera no haber motivaciones para ese "despertar". Y pensé precisamente en lo que comentas, experimentar, sentir... decidir vivir de acuerdo con lo que se siente y como se siente... Eso en sí ya es una motivación suficiente. Ser coherente con una misma. Es que el libro lo conozco hace mucho y es un poco la sensación que tengo, por eso quería leerlo. No parece que vayamos a ver cosas muy diferentes (y esa también es la gracia) ;)
Un abrazo
También me enfrasco en temáticas y empiezo por una y leo varias similares sin pretensión. Me gusta lo que reclama en la sinopsis de la gente buena :)
EliminarLo pongo como handicap, tienes razón, porque entiendo que es lo conflictivo, entiendo que ese "despertar" es lo que mueve (y da título) pero no es bien recibido (ni por contemporáneos, ni ahora) desde una perspectiva feminista la opción a elegir sin dar explicaciones parece ofensiva (digo feminista porque se la cuestiona por ser mujer, esposa y madre) y los hijos como segundo plano..., ahí ya sí que "el lector" se desengancha. En cierto modo es como Preferiría no hacerlo de Bartleby, sujeto a interpretaciones (que haberlas haylas a montón). Le sacarás partido, es lírica, simbólica y da de sí, el prólogo te encantará (que me lo leí antes pero que destripa la novela enterita) lo que me falta es proximidad, y es curioso, porque puedo "entenderla" pero no "sentirla" es lo que realmente echo en falta (mi handicap). (parece una reseña paralela, jajajaja) Cuando lo leas me cuentas... bueno, ese es el lema¿no? ;) ... La gracia es contarlo
El caso es que no pretendía yo leer en la misma línea y, sin darme cuenta, estoy viendo que estoy leyendo casi monotemático...
EliminarVale, entendía que era un hándicap PARA TÍ, entiendo que te refieres que lo puede ser para la mayoría de lectores, o al menos para ti no ha sido suficiente hándicap. Esa diferencia entre entenderla y sentirla es definitiva. Y quizás a eso me refería (sin saberlo), que puede que yo ahora mismo sea probable que llegue a sentirla, por mi momento personal, o quizás no, quien sabe, que precisamente por eso lo mismo me cabreo con esa falta de proximidad, algo así me pasó con la Carta a una desconocida, que pululó un semicabreo por el fondo...
Ah, para eso están los comentarios, siempre se matiza más que en las reseñas... cuando los comentarios dan pie, claro.
Cuando lo lea, lo cuento, sí, jajajja. Te lo cuento.
Un abrazo
Uy uy uy, me parece que aquí has dado en el clavo por muchas cosas, porque siempre hablamos de la mirada directa al lado oscuro, a forzarnos a ver lo que no queremos o no debemos para interiorizarlo, asumirlo y seguir adelante... un libro que explora todo lo contrario, que supone una reconciliación de opuestos es algo que me vendría genial ahora..., el párrafo introductorio, la cita, es algo que he defendido siempre a ultranza. Muero por esa sensibilidad de la que hablas y me recuerdas algo.....
ResponderEliminarSi Lispector te removió como dices, Lispector es para ti toda ella, aunque eso yo ya lo sabía ;)
El presiviendo el lado claro de la la luna.... Besos.
Andas tú con muchos clavos últimamente :) Entiendo que te refieres a la segunda cita que puse, no a la primera ¿no?. Tiene mucho contenido... ¿Qué te recuerdo?
EliminarLispector, las páginas que alcancé a leer, me removió, me revolucionó, me provocó... Y no podía en ese momento, aún no estoy segura de poder ahora mismo, pero ya se volverá a caer de la estantería, ya.
Un abrazo, presi
La culpa es tuya que más que comprarme otra estantería voya tener que poner una ferretería ;)
EliminarHablo la vaca y dijo muuuuuu :) Si pones una ferretería me compro un superimán ;)
EliminarAbrazo
No sé, yo. Creo que esta vez el libro no es de mi estilo. Me interesa más el fondo que la parte que cuentas, así que creo que tendré que esperar el momento apropiado. Pero ahora mismo, no.
ResponderEliminarBesos
¡Pero si tú eres multiestilo! No distinguiendo yo muy bien el fondo de la parte que cuento, me remito a que los libros nos eligen y no al revés, así que si este tiene que caer, caerá, y si no, pues no.
EliminarUn abrazo
Leyendo tu reseña no pude sino pensar en Kyung-Sook Shin y su "Por favor, cuida de mamá". ¿Lo conoces? Es fenomenal que una novela coreana, y por ende tan lejana culturalmente, sea tan cercana. La mejor prueba de que todos somos iguales en este mundo.
ResponderEliminarun abrazo
Lo conozco y tengo el libro... ¡aleluya! (porque viniendo de ti lo normal es que me descubras autores y libros que no conozco y me interesan -algo que me encanta, para que quede claro-). Es que es eso: la muerte nos iguala a todos. Ojalá algún día la vida también.
EliminarUn abrazo
Me gusta que el dramatismo que hay sea tratado de forma dulce y delicada y que no sólo busque la lágrima fácil, me gusta.
ResponderEliminarUn beso!
A ver, que a mí me gustan los libros duros, realistas, que me hacen "sangrar". Pero siempre que no sea desde lo impostado, forzado, sino... como sin darme cuenta :) La lágrima fácil no me va, ya tengo yo bastante con lo mío ;)
EliminarUn abrazo
Este "alguien" dice que vaya una amistad de modondanga si se tambalease por una cosa así; este "alguien" dice que se emociona (vale, vale, que ya sé que soy fácilmente emocionable) cuando te acuerdas de ella por escrito; este "alguien" dice que es como los libros cerrados, es decir, un amigo que espera (aunque para ti sea más bien un libro abierto ;P); este "alquien" dice que habrá otros libros y, sobre todo, habrá otros momentos :).
ResponderEliminar¡Ah, se me olvidaba! Este "alguien" dice que ha comprobado un extraño pico en las visitas a su modesto blog en el día de hoy, fenómeno paranormal donde los haya... Gracias :), bueno, gracias por eso, pero sobre todo por contar, qué bonito cuentas, Ana, catadora de libros.
Abrazo muy fuerte :)
Bueno, ya lo dices tú (que eres fácilmente emocionable), así que yo no digo nada. No sólo me acuerdo por escrito, que conste. Pero en estos tiempos laberínticos lo mismo no te das ni cuenta.... Habrá libros. Habrá momentos.
EliminarPues además del pico anecdótico espero que algunos se animen a visitarte, que (por cierto) estás poco prolífica... Yo no cuento bonito, cuento sobre libros bonitos. Es un matiz, pero importante :P
Abrazo, fuerte.
A priori con el tema me cuesta. Ahora prefiero no tocarlo y tampoco me llama excesivamente.
ResponderEliminarNo es obligación, tranquila...
EliminarAbrazo
Creo que desde que vi esa foto, hace ya un par de semanas, en tu cuenta de IG me quedé seducida por el título. A veces, ya sabes, un simple título te dice tantas cosas... Y mi impresión no fue equivocada, algo así era lo que esperaba encontrar tras ésas letras. Gracias por otro descubrimiento.
ResponderEliminarBesos.
Y mira que no suelo "adelantar" lo que estoy leyendo, pero leer por el campo y la montaña es lo que tiene, que se presta a la imagen :) El título, la editorial y que venía "recomendado" por alguien con quien comparto gusto lector... Gracias a ti por comentar y pasarte por aquí ;)
EliminarUn abrazo
Como dice alguien por arriba, cuentas muy bonito, sabes transmitir las sensaciones que te ha producido una lectura, en este caso... Como he dicho en otras ocasiones, tu reseña, casi siempre, está a la altura de la obra reseñáda, y en bastantes ocasiones, está muy por encima. Y eso hace que a veces no disfrutemos como tú de las lecturas reseñadas, porque, como bien dices, el camino es personal, aunque lo hagas acompañado. En este blog he descubierto libros y autores a los que no me hubiera acercado, si tú no los hubieras re-escrito para nosotros, tus lectores. Porque tú también tienes lectores... y no digas que no quieres esa responsabilidad porque te contesto: ah, se siente, no haber re-escrito... :)
ResponderEliminarHace poco leí un libro sobre “Una madre” (Alejandro Palomas) que reseñaste aqui. Me gustó mucho. Este, tal como lo presentas, es muy atractivo: ese homenaje a la madre, que por cercano, no nos damos cuenta, de las heroicidades cotidianas, pequeñas...o no, que llevan a cabo tantas madres como en el mundo han sido y son. Me lo llevo apuntado.
Y recomiendo otro del que guardo un recuerdo imborrable: “Con mi madre” de Soledad Puértolas, en el que habla de su propia madre, que leí cuando hacía poco que había muerto mi madre y que me unió a esta escritora, de la que he leido otros libros que no he disfrutado tanto, pero que sólo por éste que comento, ya tiene un sitio de honor entre mis afectos literarios.
Abrazo y gracias.
Lo dice Beatriz, lo de que cuento bonito :) Es una fan, no le hagas mucho caso :p Pero sí, son sensaciones, y yo últimamente las tengo a flor de piel, sensaciones revolucionadas y sensibles que parecen estar en una primavera sin fin ni final. Estoy con la sensibilidad disparada y eso se nota en la forma de leer, y si cuento lo que leo no puedo hacerlo de otra forma que contando las sensaciones que me provoca la lectura. Es verdad que en algunos momentos puedo hacer hasta una oda a un prospecto de ibuprofeno, así ando... :) Pero sé que me filtráis.
EliminarCurioso que menciones lo de re-escribir, hace poco en una muy interesante conversación sobre libros, lectores, formas de leer... y el escribir, una escritora decía que ella no escribe, que re-escribe, y que todos los autores en cierta forma lo hacen y por eso nunca enseñan sus bibliotecas, porque allí está, digamos, la fuente de aquello que luego ellos (re)escriben.
Y no vas a tener que contestarme (bueno, si quieres...). Quiero esa responsabilidad. Porque quiero tener lectores en el blog, claro (y comentaristas), si no los quisiera todo esto se quedaría en el cajón de la mesita o en la memoria del ordenador. Sería hipócrita si dijera lo contrario. Pero no tanto porque quiera lectores, sino porque quiero hablar y conversar sobre libros e historias.
El libro de Palomas toca la fibra y la línea de flotación. Es muy hábil Palomas, aunque se mueve en una cuerda floja que algún dia (ojalá que no) puede pasarle factura. Es muy visceral, muy de piel, pero qué voy a decir yo...
De Soledad Puértolas he leído cosas, aunque han dejado una huella muy débil en mi. Anoto el que mencionas, aunque entiendo también que el momento en que lo leíste hizo lo suyo para que ocupe ese puesto de honor.
Un abrazo (y gracias a ti)
¡Hola!
ResponderEliminarA mí me llama bastante, así que espero poder leerlo pronto.
Muy buena reseña.
Nos leemos. =)
Cuando toque...
EliminarUn abrazo
Creo que puede gustarme y MUCHO, me encantan el tipo de novelas o historias en general que homenajean a esas personas anónimas, y si se trata de una madre no puede ser mejor, que estoy sensiblona últimamente con este tema. No sé por qué no te seguía, mira que te he visto por blogs y pensaba que si. En fín, nada, que por aquí me quedo chafardeando. Y el libro, apuntadísimo. Besos!
ResponderEliminarA mi me gusta mucho también las historias cotidianas, bien contadas, que te hacen sentir parte de algo importante, como que rescatan lo cotidiano y lo embellecen...
EliminarPues nada, bienvenida :)
Un abrazo
No conocía el libro y no me habría llamado la atención, pero después de tu reseña creo sin duda que lo leeré. Me gusta porque según cuentas, no cae en el dramatismo ante la situación que describe. Más que llorar la muerte, parece que celebre la vida.
ResponderEliminarBesos!
Hay tanto libro que es difícil a veces que la atención se nos ponga en el sitio adecuado. Pero para eso contamos lo que leemos, y leemos lo que otros cuentan, para ir viendo posibles lecturas :) No, nada de dramatismos ni lágrimas fáciles. No van los tiros por ahí.
EliminarUn abrazo
¡Tiene muy buena pinta! A parte que esta editorial no suele fallar
ResponderEliminarBesos
Es verdad que lo que he leído de esta editorial hasta ahora todo son aciertos, aunque claro, voy a tiro fijo casi... :)
EliminarUn abrazo
Ohhh Ana. Qué bonita la reseña y qué relato más interesante. Sensible, sincero profundo y sin merengadas. Me lo apunto. Me lo tengo que apuntar. Gracias, titiritera.
ResponderEliminarMil besos
Ohhh Izaskun, qué ímpetu el tuyo :) El relato me ha gustado mucho, cómo aborda el tema. Delicado, sin duda. Gracias a tí y tu entusiasmo ;)
EliminarMil abrazos
Me gustan a mí esos héroes cotidianos, supervivientes del día a día, que merecen mucho más protagonismo que aquellas personas que erróneamente se consideran exitosas. No conozco el relato ni al autor, pero parece una historia sincera y bella. Y a ver quién se resiste a eso.
ResponderEliminarBesos!!
Es que la batalla de sobrevivir a lo cotidiano y sobrevolar por encima tiene muchos héroes ¿verdad?. Anónimos, pero héroes. Muchas veces no es donde está el ruido donde está el protagonismo, ni donde mira el mogollón... No te resistas :)
EliminarUn abrazu
Que yo ya no sé si fiarme de ti. Que no puede ser que me guste todo lo que reseñas. Claro, lo cuentas todo con "sensibilidad delicada y tierna" y pasa lo que pasa. Y luego coges los fragmentos más bonitos y zasca. Pero seguro que el resto del libro no es tan genial. O a lo mejor sí.
ResponderEliminarNo sé, que el libro en sí no me convence, pero vuelvo a leer esas citas y me lo pienso otra vez, y vuelta a empezar.
Abrazos.
:) Tú sí que sabes. No. No hay que fiarse de mí, Caminante. Subo varios grados la temperatura de las lecturas porque estoy así, que hiervo ;) Eso sí, los fragmentos están ahí en el libro, tal cual. El libro me ha gustado, qué quieres que te diga, planteando el tema así, distinto, y contándolo bonito. Pero ya lo digo, a mí no hacerme caso. No quiero responsabilidades ;)
EliminarUn abrazo
No sé si el libro me gustaría..., me he quedado dudando. Lo que sí me gusta es la reseña y la manera en la que te acercaste a él.
ResponderEliminarUn abrazo.
Pues las dudas muchas veces sólo las resuelven el tiempo. O los libros. A mí me gustó la manera en la que Ferdinando Camon se acerca a un tema tan delicado, como es la muerte de una madre (la suya en este caso.
EliminarUn abrazo
Qué hermosa reseña... ¡me lo apunto!
ResponderEliminarGracias. El libro es más hermoso (que lo mío ni es hermoso ni es reseña) ;)
EliminarUn abrazo
Parece de esos libros que en pocas páginas dice muchas cosas. No lo he leído, pero me lo apunto, que me ha gustado lo que cuentas.
ResponderEliminarBesos:)
Es por eso que me gusta esta editorial, libros pequeños, pocas páginas... pero un contenido muy grande.
EliminarUn abrazo
Hola. Creo que ahora no me voy a meter con esta novela. Quizá más adelante. Un beso.
ResponderEliminarCuando sea, como si no es, que no es obligatorio leer lo que yo leo. Yo sólo lo cuento.
EliminarUn abrazo
Ana Me ha gustado mucho tu reseña y algunas de las frases que citas me han dado que pensar. Mucho. Me ha encantado la imagen del niño que se esconde cerrando los ojos. Con cuanta frecuencia de manera inconsciente hacemos eso en nuestro día a día.
ResponderEliminarAún y así, de momento no creo que me atreva con el libro. La muerte me resulta demasiado dura, sobre todo la de los seres a los que amas y que te han dado la vida.
Un abrazo y que pases un fantástico fin de semana
Gracias Conxita. El libro tiene unos cuantos subrayados. Y algunos no sólo es que sean bonitos, es que es cierto que dan que pensar. Y eso siempre me gusta. A mí también me ha gustado ese párrafo. Y eso que aparece en el libro como deslavazado, que no parece venir a cuento, pero sí, está dentro del espíritu del texto... Y lo hacemos mucho, cierto, cerrar los ojos. A veces no nos damos cuenta. Otras lo hacemos deliberadamente...
EliminarNo aborda el tema de la muerte de forma triste, aunque claro, esa pelusilla ahí está. Pero no es triste en verdad. A mí la muerte me resulta muy dura, tremendamente dura. Pero no me importa leer sobre el tema, es como exorcizarla...
Un abrazo y buen fin de semana también para ti!
Acabo de salir de una temporada de muertes y madres, así que ahora mismo no me animo. Eso sí, me han gustado mucho los fragmentos que has elegido para ilustrar tu preciosa reseña. 1beso!
ResponderEliminarEspero que te refieras a literariamente hablando, claro... Que yo las muertes y demás lo sobrellevo en los libros pero no en la vida real...
EliminarUn abrazo
¡Hola! No lo conocía pero tiene un algo que me llama así que me lo apunto a ver si algún día puedo leerlo :)
ResponderEliminarPor cierto me gusta mucho tu blog así que me quedo por aquí.
Un beso!
Hola! Me alegro que te haya llamado la atención, he echado un vistazo por tu (vuestro) blog y creo que te gustará. Yo ya andaba por tu blog y me quedé ;)
EliminarUn abrazo
Me gusta lo que cuentas de esta novela. Me la descubres y me descubres a su autor, así que me la apunto bien.
ResponderEliminarBesotes!!!
Pues espero que también te guste la lectura, Margari :)
EliminarUn abrazo
¡Hola! No conocía este libro... Me gustaría leerlo pero creo que me sentiría un poco incomoda. En tu reseña dices que no es una sensibilidad lacrimógena, sino tierna y delicada pero aún así, no sé. O sea, el libro tiene buena pinta pero creo que me chocaría un poco el tema en este momento, pero si más adelante tengo la oportunidad de leerlo seguramente lo haré. ¡Saludos y felices lecturas! Administradores, Espectros Literarios.♥
ResponderEliminarPD: ¡Tienes una nueva seguidora!
No, es verdad que no se retuerce en el dolor, que los tiros no van por ahí. Pero claro, los límites de lo cómodo y lo incómodo son personales, a veces también circunstanciales. Échale un vistazo y seguro que sabrás si es sí o es no :)
EliminarNos seguimos. Un abrazo
No lo conocía... (qué raro, con la cantidad de libros que me has descubierto ya oye xD).
ResponderEliminarMe lo llevo, creo que podría gustarme =)
Besotes
jajajja... bueno, leo mucho de pequeñas editoriales, o libros que no están masificados. Bueno, qué bobada, leo de todo :) Pero está bien descubrir libros ¿no?, hay tantos...
EliminarUn abrazo
ahhh el tema en estos momentos me parece muy doloroso. Lo dejo para mejor ocasión.
ResponderEliminarUn beso,
Ale.
El tema es doloroso, pero la lectura no lo es. Aunque entiendo que no sea fácil acercarse a ciertas temáticas.
EliminarUn abrazo
Esta vez me quedo con la sensación de que tengo que darle una viernes antes de decidir si si o si no. Le echaré un vistazo
ResponderEliminarBesos
Me quedo pensando en qué es eso de darle "una viernes" ;) e intuyendo que el autocompletado ha hecho lo suyo ;) Un vistazo, supongo que dices. Pues claro, es lo mejor, coger el libro, tenerlo en las manos, abrirlo, echarle un vistazo. Y el libro te dirá algo, o no. Y decidirás ;)
EliminarUn abrazo
Alrededor de la madre cuantas posibilidades de reflexión, de afecto y ternura (también existe la versión "madrastra"). Según cuentas merece la pena adentrarse por esas páginas e ir descubriendo eso y mucho más.
ResponderEliminarQué bello es leer, sí. A veces me iría de muchos sitios para sumergirme en la lectura, abrir la puertecita que me lleva a otro lugar y que me abre esos interrogantes que tanto me gustan y de los que estoy llena (igual no son necesarias las respuestas ¿no?).
Abrazos!!
Es verdad, la figura de la madre, en relación con su propia madre, con sus hijos, con su pareja... dan muchas posibilidades, en todas las direcciones. A mí me gustó este libro, relato más bien, el tono, el enfoque.
EliminarSonrío porque esta tarde he quedado con un grupo de amigos en una casa en el campo (con piscina...). Yo llevo un par de libros, no te digo más. Cuando saquen los juegos de mesa, zas, Ana sacará un libro.
No siempre son necesarias las respuestas, a veces la búsqueda ya llega ;)
Un abrazo