“La historia de mis viajes es solo la de mis dolencias […] Mi peregrinación es siempre en pos de otro peregrino”
Aquí radio nómada: nos movemos y el desplazamiento es imparable. Si muevo el dial sé que mi movimiento más imparable, el más fértil, como un viento preñado de semillas, ha germinado desde la quietud más inhumana y arrasadora. Es hora de peregrinar.
“Los errantes” me causó, por este orden y con el mismo punto de partida que de llegada: admiración, desconcierto, desorientación, pausa, revelación, deslumbramiento, admiración. Como si fueran hitos en un mapa borroso de algún ignoto territorio que va cambiando a cada paso, convirtiendo todo en localizaciones mutables, paisajes en movimiento, en los que ni el propio cuerpo permanece estático, de tan frágil.
He necesitado captar las señales sutiles pero inequívocas que Tokarczuk va dejando a lo largo de los 116 textos que componen “Los errantes”, dejarme ir a la deriva en un itinerario inexistente, y sin embargo evidente, para llegar a encontrar el hilo que uniera este patchwork inquieto y movedizo, fascinante y brillante.
Nos movemos en pos de la salvación, hasta llegar a una invisibilidad anónima y discreta que nos permite ajustar el punto de mira. El movimiento puede ser un reemplazo. Perderse también es camino, decía Lispector, y Tokarczuk nos pierde sin abandonarnos. Justo cuando no hay brújula nos deja señales, detalles reveladores, dónde y cómo mirar para hacer camino. Reducir la panorámica antes de ampliarla, el mundo no carece de sentido y verdad pese a su caos. Más allá no hay nada, miremos aquí (aquí, aquí estoy) y desandemos lo trillado por inservible para caminar por lo atípico, el camino del interior, la pista correcta.
Porque Olga nos ayuda a leer su laberíntico libro y nos pide al lector que seamos inseguros, curiosos e ingenuos. Nada es inocente (hasta el dolor purifica) ni seguro, salvo que nos obligan a caminar y estar en movimiento. La quietud, incluso cerrar los ojos (que es otra forma de ver, la mirada correcta es un don), puede ser revelación y rebelión. La importancia de los detalles y las casualidades nos ayudan a descifrar el enigma de la existencia.
Es hora de volver.
Normalmente todo lo que me causa admiración también suele confundirme y como decía una buena amiga, confusionarme, todo al mismo tiempo sin orden y a veces sin concierto.
ResponderEliminar"Anna en las tumbas del mundo" me fascinó y "Un lugar llamado Antaño" ocupa un lugar importante en mi imaginario lector.
Anotado.
Besitos 💋💋💋
Pues sí que ibas tú avanzada. Yo no conocía nada de esta autora, la verdad, y no suelo leer autores desconocidos por los premios, pero con Tokarczuk tuve una intuición y la verdad que pese a el desconcierto en un momento dado, la lectura me ha merecido mucho la pena.
EliminarUn abrazo
Me compré hace poco "Sobre los huesos de los muertos" aunque aún no he podido leerlo. Este también lo tengo apuntado y después de leerte, a pesar de la complejidad que aparenta, sigue interesándome mucho.
ResponderEliminarBesos
Ese es el que me he comprado ahora, porque quiero leer más de esta autora, aunque dejaré pasar un tiempo porque presiento que son dos lecturas muy distintas y todavía estoy muy metida en las sensaciones de "Los errantes".
EliminarUn abrazo