“Pero ella ya empieza a caer en el abismo de una nueva y profunda depresión, como si ésta fuera la ley de su enfermedad. Unos cuantos días fabulosos, unas cuantas noches con las estremecedoras experiencias de la alucinación, una breve euforia, la sensación de ser extraordinaria, y después, la caída, la realidad, el desengaño”
Vuelvo a Zürn seis años después, en una especie de círculo imposible de cerrar porque si lo cierro me atrapa dentro. Dentro es afuera, fuera de la vida. Zürn me cruje como un oso aplastando las costillas de un bebé con un abrazo tan lleno de amor como de exceso. Intento encontrar las palabras y no las tengo, me desborda la lucidez de su locura que me deja sin aliento y llena de dolor, comprensión y compasión.
Leer a Zürn es sentir el grito subiendo y bajando en la garganta, no encontrando un lugar en el que hacerse voz ni palabra, un torrente en los ojos impelidos al desbordamiento. Quizás habrá quien haya escrito sobre su propia esquizofrenia con más lucidez, que lo dudo, pero nadie me conmueve y sacude con tanta ternura como ella.
Vuelan las palabras en la voz de Zürn buscando lo perdido, como ave de paso que anida en el aire y no encuentra lugar donde reposar. Tan grande para este mundo. Sus descripciones afiladas, virtuosas, intensas. La memoria de Zürn era un rio de basura que no calmaba ni curaba. Cómo iba a encontrar el principio si solo veía el final y sus delirios eran una adicción, agua que saciaba su sed.
Sometida a la imposición de ser ella misma, perdida en la frontera entre realidad y alucinación, oyendo recitar a un poeta en su vientre, pariendo una Alemania sin muros, viendo todo, en conflicto constante con la sociedad, aturdida por la vida, creyendo en milagros con la intensidad de los niños, queriendo plantar árboles de pan para acabar con el hambre…
No me gusta ver la locura como algo bello, pero la mirada de Zürn lo era porque su alma era pura y cristalina, niña herida por la vida que se mató por querer vivir. Esa gran contradicción ¿no?: morir por querer vivir, tanto. Tanto. Tanta vida.
Escondo sensaciones y este remolino que siempre me provoca Zürn porque elijo vida viva una y otra vez.
Llevo desde el año 2017 saqueando "mis prefes" y ese año leí "Primavera sombría" que me encantó. De esa lista-tesoro (tengo guardado el link y sigo accediendo a ella) me quedan muy pocos pendientes y gracias a ella disfruté de ese libro, entre otros muchísimos. Buscaré éste que reseñas, me lo has vendido muy bien ;-)
ResponderEliminarUn abrazo
:D He quitado el enlace a "Mis prefes" porque en verdad no los estaba actualizando, quizás porque últimamente casi todo lo que leo pasa a estar entre mis preferidos... Este libro es todavía más... Zürn, que "Primavera sombría". Terrible.
EliminarUn abrazo
Me has dejado con el pico abierto y mucha curiosidad...
ResponderEliminarLa curiosidad es una buena compañía ;)
EliminarUn abrazo