Publicación: 2017
Editorial: Caballo de Troya
Sinopsis: Narrada en una descarnada primera persona, Madre mía es el viaje de la autora a través de un recorrido visceral de idas y venidas: de un lado la obligación y el deseo de cuidar de su madre enferma, de otro, la fuerza que la arrastra a vivir su propia vida, su necesidad de construirse lejos de las fronteras familiares, con toda la complejidad de esa raíz, de esa pertenencia. A un lado del océano, una madre con cáncer. Al otro, una hija buscando su lugar, su identidad, su libertad imposible.
Podéis leer las primeras páginas AQUÍ.
Cuanto más escribo más sé que casi nada puede traducirse al lenguaje de las palabras (Material que aunque es palabra no se deja ver…) No es un problema del escritor, es un problema humano.
Madre mía… eso digo yo ¡madre mía! Qué difícil comentar este libro y mantener la distancia que tanto me he impuesto últimamente. Hay libros escritos desde la trinchera, con un fuego cruzado por encima de la cabeza. Y hay otros escritos en tierra de nadie, entre trincheras enemigas, espacios que nadie quiere ocupar porque son incontrolables o tienen un alto coste. Y ahí, en esa tierra de nadie que acabo de describir, se sitúa Florencia del Campo para escribir Madre mía. A pelo. Sin protección, sin barreras. Sin red. Cómo me identifico con ese vértigo.
Empecé el libro. Lo dejé. No podía. Lo volví a retomar, despacio, venga Ana. Seguí, lo terminé. Dejé pasar el tiempo hasta que me siento a escribir sobre esta lectura. Justo ahora. Y todavía no sé qué decir, qué callar, ni cómo.
No les conté el relato que habita en la fisura, en la escisión, en el borde, en la zona exacta donde se dobla el papel y no es cara ni contracara. ¿Cómo se narra desde ahí, desde ese no-lugar o lugar-tan-fino-y-resquebrajado? ¿Cómo se hace equilibrio en la grieta, en el intersticio, desde el lenguaje?
Cada vez me atraen más los libros arriesgados, los que plantean temas sobre los que no se habla pero que están ahí, en las aristas más invisibles y sigilosas de nuestra alma, adheridas a lo secreto. Y que todos nos planteamos alguna vez en silencio, ese tener que responder(nos) a preguntas que no queremos ni plantearnos. Responderlas con la sinceridad que anida en un rincón remoto y oscuro de nuestra verdad. Meter el dedo en la hendidura, escarbar, decidir. Zanjar desde la zanja.
Madre mía es un libro atrevido. Un libro arriesgado de escribir. Un libro arriesgado de leer. Habrá quien diga incluso que es un libro imprudente. Porque es incómodo. Porque de esas cosas no se habla, Florencia (ironía, of course). Porque la culpa es el centro en torno al cual se construye Madre mía y la cima a la que no queremos llegar, pero por la que todos tenemos que pasar. La conversación definitiva con nuestros propios fantasmas.
Demandaste lo que no enseñaste. Aprendí sola y no te gustó.
Las relaciones familiares nos hacen. O nos deshacen. O ambas cosas: nos construyen, nos destruyen. Las arrastramos. Las añoramos. De nuevo con las contradicciones. Pero como dice la propia Florencia del Campo: La familia es la obviedad más innata que yo nunca aprendí.
Abres el libro y las voces de la culpa nos arañan y nos gritan y nos señalan, con descaro incluso. Se hacen oír. Los juegos de palabras, la escritura asociativa, el flujo de conciencia como herramienta: Florencia libra la batalla con el lenguaje y los pensamientos/sentimientos (el sentipensar…) con, quizás, la única forma de enfrentarse al peligro de escribir desde las grietas abiertas en lo más íntimo: con el caos y la cronología confusa y enredada de los pensamientos, que se evocan unos a otros, se asocian unos con otros en una vorágine de memoria (des)encadenada sin orden ni concierto ni lógica ni razón.
Y a veces cae en un bucle, porque así es también como pensamos en ocasiones: circularmente, sin avanzar, dando vueltas, rotando en torno a un eje insospechado, como si fuéramos la tierra, circular, voluble y sin un péndulo de Foucault que nos evidencie esos bucles en torno a los cuales giramos incesantemente.
Y entonces, Florencia escribe, busca otro eje, tal vez el sol (la luz entrando en la grieta) que la saque del bucle: ¿soy culpable? ¿culpable de qué? ¿de romper el frasco? ¿de querer respirar? ¿de querer vivir? ¿de escribir? Algún día habrá que acabar con el espanto de la culpa y no dejar que el remordimiento nos muerda a dentelladas.
Gracias por este libro, Florencia del Campo.
No importa cuántas veces una se vaya, la que realmente cuenta es la primera.
Desde luego parece una lectura potente.Yo creo que no me animaré al menos de momento aunque lo dejo apuntado sin duda.
ResponderEliminarUn beso
No es un libro que se lea así por leer. Tiene que tener su momento. Remueve.
EliminarUn abrazo
De momento, lo voy a dejar pasar, aunque no lo descarto.
ResponderEliminarBesos
Los libros llegan cuando tienen que llegar, eso está claro ;)
EliminarUn abrazo
Dice el escritor Jordi Sierra i Fabra:
ResponderEliminar«Escribir también es terapéutico, te vacías en el papel, te limpias. Cuando tengo un problema se lo hago sufrir a un personaje, veo su evolución, qué hace para liberarse. Aprendo de él.»
Cada vez tengo menos claro que es eso de estar en la zona de confort en cuanto a los libros, se supone que aislarte de aquellas lecturas que te perturban e incomodan… y sin embargo hay una necesidad vital de buscarlas, por lo menos en mi caso (cada uno es un mundo), de refugiarte ahí, en esas zonas brumosas del alma que uno tiende a esquivar, y sin embargo son las que más te ayudan a entender la vida.
Claro, tampoco hay que renunciar a las lecturas más amables, jeje, lo sabio es buscar un equilibrio. En fin, cada uno acude a la lectura tratando de llenar los vacíos que sean, el estado de ánimo es muy voluble, y ese es el que decide ;)
Parece un libro muy estimulante.
Un fuerte abrazo, Ana
Me ha sorprendido que menciones a Jordi Sierra I Fabra...
EliminarPara mi la zona de confort en los libros es justamente la que me saca de la zona de confort en la vida. Me sacuden, sí, pero no me incomodan, en parte porque me amplía como persona. Por supuesto que no renuncio a lecturas más amables, todo tiene su momento, pero cuando paso un tiempo en la comodidad de lo amable noto que necesito otra vez la agitación. Supongo que soy una yonqui de cierto tipo de lectura.
Un abrazo grande, Paco.
Je,je, bueno no es tan sorprendente, Jordi Sierra i Fabra ha sido uno de los grandes periodistas musicales de este país, sus totems son los Beatles, Dylan, Led Zeppelin y Bruce Springsteen... por ahí es fácil que nos encontremos.
EliminarCuídate ;)
Vale, ahora entiendo y me quedo más tranquila 😂
EliminarAbrazo relajado
Aunque me has intrigado, ¿por qué te sorprende que lo mencionara?
EliminarTal vez tiene un lado oscuro que desconozco...
Abrazos!!
Pues porque es un autor de literatura infantil y juvenil de esos que escriben libros como churros... Pero es verdad que tiene esa otra parte musical que, en este caso, sí valoro muy mucho.
EliminarNo es exactamente un lado oscuro... :)
Abrazo de vuelta.
Una lectura intensa y emocional a tope, me gusta, me gusta mucho...no siempre se puede vivir en los mundos de Yupi.
ResponderEliminarUn besito.
Muy emocional. Y desde luego, lejos de los mundos de Yupi. Es decir: cerca de los mundos reales (aunque nadie quiera explorarlos).
EliminarUn abrazo
Pues tiene pinta de ser potente, no?
ResponderEliminarMe encanta!
Me gustan este tipo de lecturas, diferentes y que te descolocan =)
Besotes
Mucho, por la forma en que está escrito pero también por el tema que aborda, de esos que están al margen porque poca gente se introspecciona en esos terrenos.
EliminarUn abrazo
Me atrae poderosamente. He leido novelas sobre las relaciones familiares, las relaciones madre-hija, padre-hija, entre hermanos. Es un tema que te interpela siempre, todo el mundo tiene o ha tenido una família, para bien y tambien para mal.
ResponderEliminarMe lo llevo anotado no sin antes recordarte que hay que ir a la superfície a tomar aire...
AbrazoS
Es un libro valiente, mucho, nada fácil.
EliminarTranquila, soy especialista en apneas ;)
Un abrazo
A mí este libro me da miedito, no obstante, si con él me vendieran el tiempo para leerlo, lo intentaría.
ResponderEliminarOye, Ana, ¿Qué le pasa al Madrid?
Hasta pronto, besos.
Pues lo mismo te lo vas a tener que leer, porque es fácil que venga al club de lectura :P
EliminarAl Madrid le pasa... soberbia. Lo de siempre, vaya.
¡Abrazo!
Uf, qué tremendo. Qué valientes son este tipo de escritores, abrirse en canal de esa manera, asumir los riesgos, exponerse sin defensa. Van hasta el final y asumen y padecen las consecuencias. Desde luego no la veo una lectura para mí ahora, no porque estoy en otro sitio y no quiero más preguntas que bastante tengo con lo mío. Y qué acertado lo del bucle de pensamiento del que encima no queremos salir ni aunque nos tiendan la mano.
ResponderEliminarAbrazo
Muy valiente Florencia, aunque supongo que también tiene esa parte terapéutica, ya sabes. Sé que no es una lectura para ti (ahora), pero si un libro te busca es difícil esquivarlo.
EliminarLos bucles de pensamiento... qué capullos son. Pero necesarios si al final conseguimos salir de ellos.
Un abrazo.
Un tema en el que estoy ahora inmersa, por fortuna no me coge en un momento de construirme lejos de las relaciones materno filiales, que ya estoy bastante construida en ese sentido. Sin embargo las preguntas, la culpa, cómo hacer las cosas... rebotan dentro de mi desde el verano en que se precipitó la situación de mi madre. Y ahí ando buscando un cierto equilibrio (como mínimo he recuperado el equilibrio que perdí durante un tiempo). Veremos...
ResponderEliminarYa sabes que yo sí pongo distancias con las lecturas, no las evito pero pongo distancia para que cada lectura no me remueva en exceso.
Abrazos.
La culpa es un invento muy jodido pero que tenemos muy inoculado en sangre. Sé que has aprendido a poner una distancia necesaria en las lecturas, que ahí sí que tienes muy buen equilibrio, yo no sé si quiero tener esa distancia, porque cada vez que la pongo siento como que cojeo de algo. Necesito esa dosis. Y sé que tú, aunque mantengas esa distancia, no evitas ciertas lecturas.
EliminarUn abrazo.
Hoy, por hoy, no me siento capaz de leer este libro. Mis padres con más de ochenta años, y muy enfermo él, amenazan con llegar a ese final para el que los hijos, sin darnos cuenta, nos vamos preparando, y aunque estoy más hecha a la idea de lo que nunca creí que lo estaría, no deja de ser una idea que escuece y duele. No me atrevo a meterme con esos temas, que ya me dan bastante guerra durante el insomnio nocturno, sin que nada extra venga a evocarlos. Algo de lo que nunca presumiré es de valiente. Por cierto, valiente es tu reseña.
ResponderEliminarUn beso.
Claro, lo entiendo perfectamente, Rosa, por eso yo misma cogí el libro, lo empecé, lo dejé, volví a él, tardé en escribir sobre él... Pero soy un poco kamikaze...
EliminarNo se trata de ser valiente o cobarde, es valentía ambas cosas.
Un abrazo.
Ahora mismo creo que me afectaría mucho esta lectura. Estoy cobarde, no quiero arriesgarme en esta ocasión. Pero si me la llevo, que estoy segura que me gustaría esta lectura. Pero tiene que llegar su momento.
ResponderEliminarBesotes!!!
Soy consciente de que no es una lectura fácil, y que según el momento de cada cual, incluso puede ser una lectura a evitar. Mencionas tú también, como Rosa más arriba, que es por cobardía el decidir no afrontar el tema. A mí me parece igualmente valiente que lo contrario, Margari, porque en ambos casos hay una conciencia de la situación y de lo que siente cada uno y el dolor que nos causa.
EliminarUn abrazo
Cómo me alegro de que finalmente salieses de tu zona de confort y lo leyeses... Veo que coincidimos en aspectos como ese ritmo de lectura interrumpido por silencios. Dejo el libro, lo cojo, lo dejo... y que al final lo terminaste con el cuerpo mareado y las emociones explosionadas. Un libro único y muy diferente que deja huella cuando se ha encontrado su momento.
ResponderEliminarUn abrazo y gran reseña, Ana. Acabo de descubrir tu blog y me ha encantado. Mi libreta de libros pendientes de lectura se ha echado a temblar al verlo ;-)
Raquel, si lo mío es la zona... de disconfort :) Pero es verdad que entré y salí del libro varias veces porque me escocía demasiado. Es un libro al que cada cual tiene que llegar en su momento, como lectora y como persona.
EliminarSí, sí... si mi lista también tiembla con tu blog, aunque como tenemos gustos similares algunos de tus libros ya están por mis estanterías ;)
Un abrazo
Qué puedo decir, que firmo todo lo que dices en tu reseña. Si no me equivoco fue mi primera lectura de este año (ahí tengo la reseña ya escrita y esperando para ver la luz en unas semanas). La culpa, el deber, el querer volar, la familia que agarra,... Valiente, incómodo. Cuántas preguntas sin respuestas. Madre mía ¡qué libro!, ¿verdad, Ana?
ResponderEliminarUn abrazo