“Las palabras siguen siendo los principales instrumentos de control. Las sugestiones son palabras. Las persuasiones son palabras”
No es Burroughs un autor fácil para mí. No porque sea complejo sino porque no me inspira empatía. Era un autor oscuro, impenetrable, pero también inteligente. No atrae al lector porque a él no le importamos, pero muchas veces lo que nos repele también nos deslumbra por alguna misteriosa ley de la atracción. Con Burroughs me concilia su estrambótica originalidad, su lúcida locura, su inconsciente marginalidad.
Si existen las voces es porque todo pensamiento es deseo, las palabras son virus incluso en su caída porque la única verdad es la de la magia. La voz de Burroughs era un enigma que se despeja ligeramente con la lectura de estos textos que ayudan a comprender su escritura experimental, grotesca y simbólica. Ayuda a destramar la realidad retorcida de Burroughs.
En La máquina sumatoria Burroughs aborda temas como el psicoanálisis, las conspiraciones, el control, la escritura… Sin duda, leerlo es como meterse un tripi en vena: pura psicodelia.
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