jueves, 11 de enero de 2018

En estado salvaje (Charlotte Wood)

Título original: The Natural Way of Things
Traductor: Miguel Temprano García
Páginas: 256
Publicación: 2015 (2017)
Editorial: Lumen
Sinopsis: Son diez, y al despertarse una mañana descubren el horror: alguien las ha drogado y trasladado a un lugar siniestro en medio de la nada. Están encerradas en barracones oscuros, llevan unas túnicas de algodón basto, unas botas viejas y el pelo rapado. Van atadas como animales, caminan sin descanso a las órdenes de sus captores, y al volver les esperan un cuenco de papilla amarillenta y un vaso de agua sucia. No hay luz en el barracón ni conexión alguna con el mundo exterior. Son diez, diez mujeres jóvenes que fueron muy hermosas. Hace poco seguían las últimas tendencias de la moda, y ahora intentan saber qué pasó, dónde están y cómo salir de esta pesadilla. Preguntan, intentan averiguar, seducir a quien haga falta, pero la verdad tarda en llegar. ¿Vale la pena esperar?
Puedes empezar a leer las primeras páginas AQUÍ.
Esa tarde en que las empujaron aquí dentro y cerraron las puertas con candado y ellas se sentaron en las camas, duras con las sábanas descoloridas y pensaron que morirían esa noche, y luego desearon haber muerto.
Son diez, son mujeres, jóvenes y hermosas. Han sido secuestradas, drogadas y encerradas en un espacio en medio de la nada: sin luz, agua ni posibilidad de conectarse con el mundo exterior. Dos hombres y una mujer las vigilan. De esa vigilancia que no protege ni cuida sino que veja con desprecios, humillaciones y violencia.

¿Por qué están allí? ¿Por qué ellas? ¿Cómo escapar? ¿Qué tienen en común? ¿Cuáles son las normas? ¿Morirán? ¿Qué deben de hacer para vivir? ¿Matarán a sus carceleros? ¿Sus carceleros las matarán a ellas?

No os equivoquéis: En estado salvaje no es un thriller. Es un alegato feminista tan brutal, salvaje y descarnado como directo. De los que escuece. Y Wood, que no está dispuesta a disculparse, crea para ello un clima asfixiante y claustrofóbico que vamos a visualizar como si fuéramos una de las diez mujeres encerradas. O de los hombres (o la mujer) que las vigilan.
Por lo visto, hacer que los muertos descansen, como fregar, alimentar y dar a luz, es tarea de mujeres.
En estado salvaje es una lectura bronca, áspera y tremendamente incómoda. Con un lenguaje directo, descriptivo, contundente y sin rodeos, Wood construye una alegoría cargada de un simbolismo fascinante en el que disecciona, llevándolo a un extremo brutal, la fibra de la que está hecha el músculo del machismo. Wood no juega con las emociones del lector, le basta con exponernos a una situación que, aunque disfrazada de situación poco probable, sin embargo está construida con todos los elementos de la realidad que vivimos hoy, ahora, aquí, allí y que, de forma más o menos transversal, está en absolutamente todas las sociedades del siglo XXI.

Las diez mujeres se encuentran en esa situación porque todas ellas se han visto envueltas en escándalos sexuales de más o menos notoriedad social. Curiosamente, cada uno de los diez casos tienen su correlato en la realidad, y basta para ello tener memoria o revisar la prensa internacional. Victimas que son señaladas como culpables… por ser mujeres. Por eso están encerradas ahí. No desvelo nada que no se sepa, ni en la vida real ni en el propio libro, ya que pronto queda despejada esta incógnita. No es el porqué las llevan allí, sino qué pretenden al mantenerlas encerradas. Algo que nunca llegaremos a saber.

Ese es el punto de partida: castigar a la víctima. Culpabilizar a la víctima. Eres mujer, eres joven, eres bella, eres puta… Cuando te despojan de todo lo que te visibiliza como mujer… sigues siendo mujer. Cuando te despojan de todo aquello que te dignifica como persona… sigues siendo mujer. 

Charlotte Wood reviste de metáforas esta parábola que supone En estado salvaje  y el lector, desde su posición de espectador, no podrá evitar entrar en la salvaje prisión que supone para estas diez mujeres su encierro involuntario. No somos espectadores pasivos, porque te ahogas. Presión y prisión son dos palabras que en castellano sólo se distinguen por una vocal, y seguramente sin pretenderlo, Wood consigue un juego entre ambas palabras que es realmente espeluznante, cuando hablamos de la presión de ser mujer y de la prisión que supone ser mujer en una sociedad que te condena aunque seas víctima. Presión y prisión. Externas e internas.
… incluso su cuerpo tan problemático había sido olvidado excepto para esto: andar, sentir dolor, hambre y sed, comer, dormir, mear, cagar y sangrar.
En una lectura tan cargada de simbolismo como de sutilezas, vamos reconociendo no solo aquellos dardos envenenados que convierten a la mujer en una persona despojada de derechos, sino que también asistimos a cómo las propias mujeres asimilamos ciertos axiomas con tintes machistas de forma inconsciente, fruto de muchos años de (mala) educación, y nos cuesta desprendernos de micromachismos e ideas que nos perjudican a nosotras mismas.

Cuando se ha sexualizado tanto el cuerpo de la mujer, parece imposible desprenderte de todo aquello de lo que te has venido empapando durante muchos años hasta llevarnos al punto de que si tienes un cuerpo espectacular acaba suponiendo tanto estigma como si no lo tienes.

De las diez mujeres, serán dos a quienes más conoceremos, Yala y Vera (no es tanto un libro de personajes sino de tendencias, de la inclinación que hay a interpretar ciertas situaciones desde la perspectiva patriarcal). Ellas (y, en cierta forma, también Hetty) son las únicas capaces de aprender, reaprender y también (y no menos importante) de desaprender. De desprenderse del cascarón de su cuerpo. De hacer un recorrido, distinto en cada caso, que les lleve a liberarse de la doble prisión/presión a las que se ven sometidas: la externa y la interna. No podrán escapar si primero no lo hacen de su propia prisión/presión.  

Tampoco penséis que es un libro en el que todos los hombres son malos malísimos y todas las mujeres buenas, valientes e inteligentes. Aunque es cierto que los hombres no salen bien parados, también Wood nos muestra cómo las mujeres tampoco somos unas santas. En cualquier caso, lo que pretende es que nos cuestionemos, intenta incluso incomodarnos, que asumamos responsabilidades, tomemos decisiones, no nos victimicemos y que seamos conscientes de las intrincadas raíces de la misoginia y el machismo.

No esperéis un nudo, desarrollo y desenlace. El gran acierto de este libro es que la interpretación libre de cada lector/espectador tenga su protagonismo. No esperéis tampoco una historia al uso, no interpretéis lo que las 10 mujeres hacen como algo imposible, planteándote lo que harías tú en esa situación (tú -yo- intentarías escapar, claro). Wood nos muestra una historia en una especie de salvaje escaparate que no podemos evitar observar, porque quiere mostrarnos algo. El final no es un final, es un principio que se inicia en cada lector. Abre un debate en el que esparce un raudal de preguntas y cuestiones que cada cual tendrá que contestarse. Mi interpretación, que solo he podido apuntar aquí por no destripar demasiado, me ha dejado como cuando te dan un mordisco y ni pestañeas, atónita y consciente de la dentellada que te acaban de arrear.
Es posible renovarse.

17 comentarios:

  1. Me lo llevo a la de ya! Interesante propuesta, un tema candente, la mujer es víctima sospechosa en esta sociedad machista, incluso en mujeres suficientemente preparades (leer manifiesto contra el puritanismo sexual donde aceptean ciertas formes de galanteria que suelen ser micromachismos...).
    Recomiendo un articulo de Lucía Etxeberria que le viene muy al pelo sobre los casos más actuales: "El Chicle', los arandinos, La Manada y nuestro silencio còmplice" http://www.elperiodico.com/es/opinion/20180106/el-chicle-arandinos-la-manada-nuestro-silencio-complice-6531758.
    Abrazo de nuevo!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. La verdad que este año ha sido el año del boom de la literatura feminista. Hay que filtrar, claro, pero en general ha habido buen nivel. Este libro es muy alegórico, pero tiene una carga de profundidad tremenda.

      Un fuerte abrazo

      Eliminar
  2. No me asusta ni lo áspero ni lo incómodo cuando de leer se trata, me gusta ante todo que un libro me aporte curiosidad, cosquillas y alguna bofetada si es necesario, no me gustan los libros que enmascaran, ocultan o disfrazan.
    Me lo llevo.

    Un besito.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Si no te asusta, adelante con él. Es críptico, pero contundente.

      Un abrazo.

      Eliminar
  3. Lo tengo apuntado de una reseña que leí hace poco, creo que puede ser una lectura muy muy maja =)

    Besotes

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. No sé si definirla como lectura "maja", pero interesante lo es, te lo aseguro.

      Un abrazo

      Eliminar
  4. Lo recibí como regalo de cumple a finales de octubre y aún no he podido leerlo, después de leer tu reseña lo he puesto más visible en la estantería a ver si lo pillo en breve.
    Un beso

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Es un buen regalo :) Es verdad que a veces hay libros que se quedan semiocultos en la estantería, pero cuando tienen que leerse, zas, saltan ;)

      Un abrazo

      Eliminar
  5. Ya llevo unos cuantos de este pelaje, de los duros, casi violentos y que encima sacuden porque es difícil quedarse tan afuera como querrías para leer. Así que no, este no, ya me parece demasiado. Entiendo lo que se pretende, y que parece que hay que ponerse serio porque si no, la gente no escucha pero yo no estoy ahora por la labor de entrar en otra prisión ni de estar al borde del ahogamiento.
    Se agradece que haya un poco de todo, aunque sea poquito de todo en ambos bandos.
    Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Es cierto que lleva la historia al extremo, pero es que es necesario para el mensaje que quiere transmitir. A mí desde luego me ha dejado boquiabierta.

      Un abrazo.

      Eliminar
  6. No lo conocía pero no termina de convencerme. A mi me gustan las historias con su planteamiento, nudo y desenlace. Para eso soy muy clásica.

    Besotes

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Entonces este no encaja, sin duda, en las historias que te gustan. No sé si es cuestión de ser clásica o no, sí de gustos :)

      Un abrazo

      Eliminar
  7. Promete ser una historia dura. Me imagino que nos pone, a las mujeres, ante muchas contradicciones con las que tenemos que cargar. Cuántas veces en el origen del machismo está el propio machismo del que las mujeres hemos mamado desde pequeñas. Unas más que otras, dependiendo del tipo de familia, país y educación, tenemos nuestra dosis. Cuantas mujeres educan de manera totalmente distinta a hijos e hijas y cuantas convencen a las hijas de que su futuro está en pillar un buen marido.
    No he leído el libro, pero cuando se habla de machismo, nunca dejo de tener en cuenta esas cosas. Además, como profesora, todo el día entre adolescentes, veo cada cosa...
    Un beso, Ana, y que tengas un buen año.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Es muy bruta la historia, pero aún más el mensaje que transmite. Es que queda mucho, muchísimo, por aprender, por reaprender y, lo más difícil de todo, desaprender.

      Un abrazo (y buen año!)

      Eliminar
  8. Una reseña impresionante igual que lo parece el relato de estas mujeres. Todavía no leí a esta autora, pero de este año no pasa. Me gustan los libros duros y feministas, son enseñanza.
    Besos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Este libro es duro, sin duda, me hizo reflexionar mucho sobre algo que, en el fondo, sé que es así, tal y como cuenta, aunque se haya servido de una historia tan tremenda para escenificar el mensaje.

      Un abrazo

      Eliminar
  9. Las mujeres tienen poder para cambiar muchas cosas, pero son tantos siglos sometidas al yugo masculino, acallando sus voces, que una buena parte no llegan a esa convicción.

    Libros como éste que nos traes de Charlotte Wood, son un magnífico toque de atención.

    No ha sido la inteligencia del hombre (al menos no tanto como algunos pensarán…) lo que ha sometido a las mujeres, sino la violencia, la intransigencia, cuando no la fuerza bruta. Y no es la fuerza bruta de las mujeres con lo que están combatiendo, y dando zarpazos, al machismo, sino con su inteligencia y sensibilidad.

    Tengo dos hijas, la mayor, aunque solo tiene séis años y medio, disfruta leyendo cuentos, incluso se lleva uno a la hora de dormir. La otra todavía es pequeña y está aprendiendo a hablar.

    Hay muchos libros en mis estanterías, muchos, escritos por mujeres. Si un día mis hijas se interesan por la literatura quiero que tengan un amplio margen para decidir sus lecturas, que su elección no sea huérfana por carecer del universo que ellas mismas representan, mujeres en un mundo que no pertenece exclusivamente a los hombres.

    Un fuerte abrazo, Ana ;)

    ResponderEliminar

En este blog NO se hacen críticas literarias ni mucho menos reseñas. Cuento y me cuento a partir de lo que leo. Soy una lectora subjetiva. Mi opinión no convierte un libro en buen o mal libro, únicamente en un libro que me ha gustado o no. Gracias por comentar o, simplemente, leer