“¿Cómo estás?
¿Cómo estás?
¿Cómo estás?
¿Cómo se responde a una pregunta así?”
⠀
Cuántas veces se me ha ahogado la respuesta a esa pregunta y, como una burbuja inevitable que asciende para deshacerse, he respondido: “ahí estamos”. Sabiendo que el ahí es un aquí, en la vida, y aceptando ese plural mayestático como una especie de red protectora de mi yo ingrávido, una frágil pero real barrera salvadora: estamos, estamos yo y todos mis yoes. Estamos. Que no es poco. “Ahí estamos”, todo por no responder con un falso, conveniente y complaciente “bien” que contiene todo el peso de la tristeza acallada.
⠀
¿Cómo funciona la tristeza? ¿cómo se mueve, se transforma y se explica? ¿cuál es la física de la tristeza? Como el minotauro en el laberinto, así. ¿Hay un hilo que te lleve a la tristeza y la liquide?
⠀
“Física de la tristeza” es la narración de la tristeza humana y es la historia de las multihistorias que somos, en este caso la(s) del protagonista y su laberinto por la tristeza, su empatía patológica (¿don o enfermedad?). La empatía como caja de resonancia y a la vez como archivo donde las experiencias emocionales, de los sentidos y de la propia narrativa se mantienen parpadeando. Sin linealidad narrativa caminamos por un laberinto en el que los caminos se entrelazan, se bifurcan, se desvían, se expanden y se contraen tanto en el espacio como en el tiempo.
⠀
Una amalgama de ficción y realidad, de verdad y sueños, de historia y mitos cuyos hilos te llevan a ti mismo, como si te leyera a ti y a tus pensamientos. Gospodínov tiene la consideración de facilitarnos altos en el camino, la posibilidad de respirar antes de seguir desentrañando el laberinto, un hilo por el que retomar y desenredar la madeja, desenredarte a ti.
⠀
Si la vida corre en exceso la atrapo con palabras, compro historias. Si la vida se tambalea, no dejo de buscar lo sublime y la belleza. Si tiemblo al leer “Física de la tristeza” es porque me mueve toda la tristeza, mis laberintos y mis yoes. Yo somos. Yo fuimos.
⠀
No hay nada innecesario en “Física de la tristeza”, como no lo es la imposibilidad de salir intacto del laberinto de la tristeza.
⠀
¿Cómo estás?
¡Cómo te envidio, Ana, qué capacidad de lectura! ¡Hasta que he encontrado uno que hubiera leído yo, y va y resulta que es el que estoy leyendo en este momento! Este libro es de una construcción prodigiosa, porque no se le va de las manos al autor a pesar de esas múltiples vías por la que transcurre (la introspección, los recuerdos personales, la historia familiar, la historia del país, lo mitológico...) y las consecuentes múltiples historias. Y luego tiene auténticos momentazos, tanto "serios" como humorísticos. Me partía de risa con el episodio aquel en que la "seño" pregunta una palabra que empiece por "d" y el protagonista responde "Dios", o con eso que dice de que en los westerns alemanes los indios eran los buenos. Un saludo.
ResponderEliminar