martes, 6 de agosto de 2019

Física de la tristeza (Gueorgui Gospodínov)


¿Cómo estás?
¿Cómo estás?
¿Cómo estás?
¿Cómo se responde a una pregunta así?
Cuántas veces se me ha ahogado la respuesta a esa pregunta y, como una burbuja inevitable que asciende para deshacerse, he respondido: “ahí estamos”. Sabiendo que el ahí es un aquí, en la vida, y aceptando ese plural mayestático como una especie de red protectora de mi yo ingrávido, una frágil pero real barrera salvadora: estamos, estamos yo y todos mis yoes. Estamos. Que no es poco. “Ahí estamos”, todo por no responder con un falso, conveniente y complaciente “bien” que contiene todo el peso de la tristeza acallada.
¿Cómo funciona la tristeza? ¿cómo se mueve, se transforma y se explica? ¿cuál es la física de la tristeza? Como el minotauro en el laberinto, así. ¿Hay un hilo que te lleve a la tristeza y la liquide?
“Física de la tristeza” es la narración de la tristeza humana y es la historia de las multihistorias que somos, en este caso la(s) del protagonista y su laberinto por la tristeza, su empatía patológica (¿don o enfermedad?). La empatía como caja de resonancia y a la vez como archivo donde las experiencias emocionales, de los sentidos y de la propia narrativa se mantienen parpadeando. Sin linealidad narrativa caminamos por un laberinto en el que los caminos se entrelazan, se bifurcan, se desvían, se expanden y se contraen tanto en el espacio como en el tiempo.
Una amalgama de ficción y realidad, de verdad y sueños, de historia y mitos cuyos hilos te llevan a ti mismo, como si te leyera a ti y a tus pensamientos. Gospodínov tiene la consideración de facilitarnos altos en el camino, la posibilidad de respirar antes de seguir desentrañando el laberinto, un hilo por el que retomar y desenredar la madeja, desenredarte a ti.
Si la vida corre en exceso la atrapo con palabras, compro historias. Si la vida se tambalea, no dejo de buscar lo sublime y la belleza. Si tiemblo al leer “Física de la tristeza” es porque me mueve toda la tristeza, mis laberintos y mis yoes. Yo somos. Yo fuimos.
No hay nada innecesario en “Física de la tristeza”, como no lo es la imposibilidad de salir intacto del laberinto de la tristeza.
¿Cómo estás?

1 comentario:

  1. ¡Cómo te envidio, Ana, qué capacidad de lectura! ¡Hasta que he encontrado uno que hubiera leído yo, y va y resulta que es el que estoy leyendo en este momento! Este libro es de una construcción prodigiosa, porque no se le va de las manos al autor a pesar de esas múltiples vías por la que transcurre (la introspección, los recuerdos personales, la historia familiar, la historia del país, lo mitológico...) y las consecuentes múltiples historias. Y luego tiene auténticos momentazos, tanto "serios" como humorísticos. Me partía de risa con el episodio aquel en que la "seño" pregunta una palabra que empiece por "d" y el protagonista responde "Dios", o con eso que dice de que en los westerns alemanes los indios eran los buenos. Un saludo.

    ResponderEliminar

En este blog NO se hacen críticas literarias ni mucho menos reseñas. Cuento y me cuento a partir de lo que leo. Soy una lectora subjetiva. Mi opinión no convierte un libro en buen o mal libro, únicamente en un libro que me ha gustado o no. Gracias por comentar o, simplemente, leer