“Una virtud hay que quiero mucho, una sola. Se llama obstinación”
Si hay un autor leído en mi adolescencia por el que tenga un cariño especial, ese es Hesse. No fue el único que marcó mis lecturas juveniles, pero es de aquellos a los que le tengo una debilidad personal. Leer “Obstinación” me ha recordado el porqué de ese afecto.
Este libro es un conjunto de textos autobiográficos que son esenciales para entender el recorrido espiritual de Hesse, un camino hacia el autoconocimiento que nos muestra el sufrimiento que tuvo que atravesar para llegar a ser el lobo estepario que fue en busca de la pureza existencial.
Pocos autores te bajan al infierno con la delicadeza que lo hace Hesse, que concebía el sufrimiento como una coraza que protege del exterior, pero desde cuyo interior se encuentran las fuerzas necesarias. El autodescubrimiento es algo íntimo y por eso Hesse es consciente de que no posee una verdad que pueda ni quiera imponer, sino que cada persona es única y ha de escuchar su propia alma.
Hesse valora la obstinación, pero si hay algo que yo valore firmemente en este autor es su brutal honestidad, nunca escamoteó su examen de conciencia y buscó el origen de los conflictos que tenía donde hay que buscarlos: en su propio interior. Si quería volver a ser inocente tenía que descubrir su propio mal y su propia culpa, asumiendo la inutilidad de intentar contar a los demás ese “angosto camino a través del desierto”.
Y, sin embargo, qué bien lo hizo, qué bien lo transmitió y qué deuda tan grande tengo con este autor honesto, insobornable y digno que consiguió recuperar la magia y reconquistar la sabiduría de la infancia. Lúcido, preciso, personal y, a la vez, tan reconocibles todos en su experiencia, sus dudas, su compromiso.
Alabado sea Hesse y su tenaz obstinación.
Has dicho lo que yo diría, hermana diría Hesse...
ResponderEliminarLeer a Hesse es un acto de introspeccion hacia lonque es ek ser humano
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