martes, 20 de febrero de 2018

H de halcón (Helen Macdonald)

Título original: H is for Hawk
Traductor: Joan Eloi Roca
Páginas: 384
Publicación: 2014 (2015)
Sinopsis: A raíz de la inesperada muerte de su padre, Helen Macdonald decide comprar y adiestrar un azor, el ave de presa más peligrosa y letal. Así empieza un viaje de exploración a lo más profundo del dolor y de lo salvaje, que llevará a la autora al límite de la locura y cambiará su vida. Destinado a convertirse en un clásico, H de halcón es un libro sobre el recuerdo, la naturaleza y el ser humano. Una lección magistral acerca de cómo reconciliar la vida y la muerte.

He aquí una palabra. Duelo. O doliente. La palabra inglesa para duelo, bereavement, procede del inglés medieval bereafian, que significa “desposeer de algo, arrebatar, aprehender, robar”. Robado. Arrebatado. Todo el mundo lo sufre. Pero lo sientes sola. Por mucho que lo intentes, no puedes compartir la conmoción de la pérdida.
El dolor es un camino que se recorre en solitario. Por mucha empatía que se ponga en marcha, más allá de acompañar y no soltar no puedes sentir el dolor ajeno como si fuera propio. Los matices del sufrimiento son personales, íntimos, lleno de pliegues.

Cuando fallece el padre de Helen Macdonald no solo se inicia en ella un duelo, sino también una búsqueda, no siempre consciente, no siempre acertada. Echa a correr, sin saber si huye de algo o si va en busca de algo. Yo a eso lo llamo “ir como pollo sin cabeza”. Cuerpo y cabeza, corazón y mente, se separan, cada uno por su lado.
Cuando estás roto, corres. Pero no siempre huyes de algo. A veces, sin poder evitarlo, corres hacia algo.
¿Es este un libro sobre el duelo? Sí y no. Es eso, pero también es más. No solo es la pérdida de su padre, es su propia pérdida, la pérdida de sí misma. Y cuando te pierdes así ciertamente no solo estás huyendo, sino que también estás corriendo, casi de forma inevitable, a encontrarte contigo misma o con alguna revelación que necesitas alcanzar.

También es un libro que habla de historia, de cetrería (cómo no), de otros libros. De esos libros que leíste en tu infancia y que vuelven, tiempo después, llenos de todo aquello que no comprendiste completamente y que ahora cobra todo su sentido. Formas de leer. Es también la historia de T. H. White (sí, ese escritor que en mi infancia me regaló Camelot y al que ahora veo, yo también, con otros ojos).
Fue más o menos entonces cuando fui presa de una especie de locura. En retrospectiva, creo que nunca estuve verdaderamente loca. Más bien loca menos cinco. […] Mi tipo de locura era distinto. Era tranquila y muy, muy peligrosa. Era una locura diseñada para mantenerme cuerda.
Me encantó esa expresión de “loca menos cinco”. Cómo la entendí. Sí, hay muchas formas de romperse, y alguna de ellas te dejan ahí, a menos cinco. Casi en punto. Pero sólo casi. Entonces tienes que empezar a gestionar lo que te está sucediendo para que las manecillas del desequilibrio y la locura no sigan avanzando.

Helen Macdonald se plantea un reto para atravesar su duelo: adiestrar un azor (al que llamará Mabel). Un gran depredador dotado de una inmensa agresividad. El chico malo de las aves rapaces. Pero… ¿se puede domesticar lo salvaje? Parece inevitable que en ese reto se produzca un profundo aprendizaje. Pero mientras llegas a ese aprendizaje lo único que hay es el presente, la única forma de sobrevivir en esa travesía del duelo y el sufrimiento. Aquí. Ahora.
El azor era un fuego que consumía mis penas. En él no cabían ni arrepentimiento ni duelo. Ni pasado ni futuro. Vivía solo en el presente, y ese era mi refugio.
Conocía el mundo de la cetrería de refilón; en alguna ocasión he tenido la oportunidad de ver cómo un ave rapaz salía del puño de su cetrero y volvía a él después de cazar. Me fascinaba siempre esa vuelta, como si los brazos fueran un hogar. En mi cabeza las aves viven en el cielo y no en unas manos. Jamás pensé en todo el trabajo y el adiestramiento que había detrás de ese hecho casi mágico que supone que el ave vuelva al cetrero.

Gracias a su relación con Mabel, Helen aprende a dejar ir, reaprende la paciencia y consigue tomar la distancia justa, la distancia perfecta, para encontrar el equilibrio. Hasta llegar justo ahí, a esa armoniosa estabilidad, es fácil que te vuelvas loca, o loca menos cinco, es casi hasta necesario a veces, porque pierdes la perspectiva, interpretas equivocadamente todas las señales, intentas aferrarte no sabes a qué y te deslizas sin darte cuenta. Pero al final la paciencia, también la inteligencia, te lleva al único lugar posible: el equilibrio.
Regocijándome en la feroz calma que se siente cuando una es invisible, pero lo ve todo. Viendo, sin hacer nada. Buscando la seguridad en no ser visto. Este hacerse invisible a voluntad puede llegar a convertirse en un hábito. Y no es algo útil en la vida. Créeme, no lo es. No con la gente ni con el amor ni con el corazón ni en el hogar ni en el trabajo.
Helen Macdonald es una magnífica narradora, y una excelente observadora. No puede ser de otra forma para alguien que escribe, pero que también es cetrera, para lo cual se precisa esa capacidad de observación, pero también la de ser invisible y muy, muy paciente. Helen ve en Mabel todo lo que ella quisiera ser, pero su azor es solo un ave, un animal salvaje y así es como Helen aprende a poner la distancia adecuada entre lo salvaje y lo humano, reúne de nuevo su cabeza y su cuerpo, su corazón y su mente, y alcanza la serenidad, la paz necesaria para aceptar la pérdida y aceptarse a sí misma.

Es un libro bien escrito, consciente de sí mismo, culto, incluso constructivo, muy emocional pero con una tristeza justa, sin desbordar. Necesitaba un libro así, que muerdes y te muerde, en el que participas sin romperte, acompañas sin descomponerte y atraviesas sin dañarte.
Hay un tiempo en la vida que esperas que el mundo esté siempre lleno de cosas nuevas. Y luego llega el día en que te das cuenta de que no será así en absoluto. Ves que la vida se convertirá en una cosa llena de agujeros. De ausencias. De pérdidas. De cosas que estuvieron allí y ya no están. Y te das cuenta, además, de que tienes que crecer alrededor y entre los vacíos, aunque si alargas la mano hacia donde estaban las cosas sientas esa tensa, resplandeciente opacidad del espacio que ocupan los recuerdos

martes, 13 de febrero de 2018

Todo lo que no te pude decir (Cristina Peri Rossi)

Páginas: 200
Publicación: 2017
Editorial: Menoscuarto
Sinopsis: Peri Rossi llevaba desde 1999 sin publicar novela... y la espera ha valido la pena, gracias a esta historia audaz sobre las asimetrías del amor de pareja. Siempre hay algo que no podemos decir, que quizá cambiaría nuestra vida, que acaso nos convertiría en inocentes... o en culpables. Todo lo que no te pude decir es la esperada y subyugante novela de Cristina Peri Rossi, donde ratifica por qué se mantiene desde hace décadas como la más moderna y audaz de las escritoras hispanas. En esta apasionante y lúcida historia coral, los personajes se enlazan con relaciones muy diversas (amor, sexo, amistad, poder, posesión...), pero con un hilo común: la asimetría que oculta algo, lo indecible, lo que frustra la comunicación plena.
Puedes empezar a leer las primeras páginas AQUÍ.
Es muy fácil creer lo que se quiere creer.
(Demasiado fácil)

Hace no mucho Cristina Peri Rossi me contó una historia (la suya con Julio Cortázar) de la que me sentí destinataria. Cuando vi que había publicado (por fin) una nueva novela, con ese título (Todo lo que no te pude decir) y esa portada… tardé cero coma en tenerlo en las manos. Feliz.
- Todo no se puede decir.
[…]
- ¿Me lo dirás algún día?
- ¿Qué?
- Todo lo que no se puede decir
(Dímelo)

Somos lo que hacemos, pero también lo que callamos. No, todo no se puede decir, pero queremos que nos lo digan todo e incluso a veces decirlo todo. Pero nunca se dice. No se puede. ¿Quién está preparado para la verdad? ¿Quién está preparado para decirlo absolutamente todo? ¿A quién le interesa saberlo todo? Pero a veces hay cosas que quieres decir, y no puedes, tal vez no quieran escucharte, no interesa lo que te mueres por contar, pero sí quieren que hables de aquello que quieres callar…

En todo lo anterior pensaba solamente con el título, mientras observaba la portada de Egon Schiele. Es la magia de los libros, las diferentes propuestas, más allá de la historia que contienen. Todo eso sin abrir el libro. 
Pensó que el amor tenía extraños caminos y extrañas manifestaciones y que él no era nadie para juzgarlos.
(Tantos caminos, tantas extrañas manifestaciones. Tan válidas todas)

Y una vez que empiezo a leer debo de reconocer mi extrañeza inicial… Las primeras páginas me desubicaron. No sé explicar bien la razón, no esperaba lo que me estaba contando, aunque tampoco esperaba nada en verdad. Y seguí leyendo. Y ya no pude parar, atrapada por la tela de araña que teje Peri Rossi. Seguía sorprendida, pero ya reconocí las trenzas que componían la red urdida por la autora, ya me sentía cómoda, admirada por la estructura que había construido, como si la telaraña construida fuera pegajosa, pero no molesta, sino atrapante. 

El amor, el deseo, la pasión, las relaciones personales, son temas recurrentes en la literatura de Peri Rossi. Pero como tantos otros temas universales, esa recurrencia no impide que construya con una gran solvencia esas relaciones, deseos… y, sobre todo, los personajes.
Estaba seducida por la diferencia  ¿entiende? Yo solo se amar desde la diferencia, desde la asimetría.
Que todas las relaciones son asimétricas es un hecho. Si fueran simétricas implicaría una correspondencia exacta, punto por punto, entre quienes conforman esa relación. El concepto de una relación perfectamente simétrica puede resultar muy romántico, pero sería poco efectivo (y posible). No creo que tanta simetría mejorara una relación, posiblemente la dinamitara. Ni siquiera somos simétricos en la relación con nosotros mismos. Las diferencias pueden unir muchísimo si están hábilmente combinadas con los parecidos, los acuerdos, el deseo, la pasión… Si las diferencias ajustan, concilian, tendremos un pacto, una alianza sólida. El problema es cuando esas diferencias, esa asimetría, se vuelve irreconciliable, incompatible con una relación equilibrada. 

Y sobre esas relaciones asimétricas, basadas en las diferencias entre los sujetos que mantienen una relación, construye Peri Rossi Todo lo que no te pude decir
Solo se engaña a quien se compadece y a quien se quiere dominar.
Cristina Peri Rossi ha abordado todos los géneros literarios posibles: novela, poesía, cuentos, relatos, ensayo… Y en Todo lo que no te pude decir despliega esa experiencia y combina todos los géneros.

Durante toda la lectura no podía evitar pensar en el concepto de modelado: como si estuviera modelando en barro o arcilla, Peri Rossi parece ir cogiendo diferentes fragmentos, diferentes recursos narrativos y literarios y los va añadiendo poco a poco, pausadamente, mientras va dando forma a la representación final. Y, así, lo que en principio tenía una forma imprecisa (que a mí me desconcertó) se va mutando, adquiriendo un perfil finalmente nítido.
Solemos idealizar lo perdido –dijo la psicóloga, suavemente-. Así, podemos desearlo otra vez.
Todo lo que no te pude decir es un libro que se va transformando según lo vas leyendo. Diferentes relaciones asimétricas, personajes que Cristina Peri Rossi nos va revelando con maestría y sutileza, sin juzgarlos, solo exponiendo lo necesario para comprenderlos porque, al fin y al cabo ¿sabemos de qué están hechos los deseos? Un libro ligeramente transgresor, definitivamente cautivador. Porque Peri Rossi escribe desde la libertad, de lo que le da la gana, se lo puede permitir porque es valerosa y está de vuelta.
Cuando sea capaz de sentir un deseo nuevo, estará curado –le dijo ella-. Pero no sabemos cuánto tarda cada persona en elaborar un deseo nuevo.
(Quiero desear de nuevo)