miércoles, 8 de noviembre de 2023

Los peces no cierran los ojos (Erri de Luca)


"La infancia acaba oficialmente cuando se añade el primer cero a los años. Acaba, pero no ocurre nada, uno se queda dentro del mismo cuerpo de crío atascado de los demás veranos, revuelto por dentro e inmóvil por fuera. Tenía diez años"

Diez años tiene el protagonista de "Los peces no cierran los ojos" (¿el propio Erri de Luca?), está dejando la infancia atrás pero aún no lo sabe, sabe que está aprendiendo a cantar en voz baja, que intenta aislarse leyendo mucho, que está empezando a llorar y por eso quiere seguir encerrado en su infancia, que ve a los adultos como niños deformados y llenos de patetismo y vulnerabilidad.

"Según mis diez años: nada era lo que parecía. La evidencia era un error, por todas partes había un doble fondo y una sombra"

Pero hay una evidencia que tiene nuestro niño de 10 años: la evidencia de su inferioridad. No pasa nada, la admite con humildad. En verano, su padre ausente, su madre sólida en casa, le gusta ir a la playa de los pescadores, contemplar las barcas y, si puede, subirse a alguna de ellas. Le gusta también hacer crucigramas, jeroglíficos, anagramas... Y leer. Será en la playa donde conozca a una chica que devora libros policíacos. La chica que un día dejará de pedirle que cierre sus ojos de pez cuando le besa.

Años después, cincuenta años después, ya no se acordará del nombre de la chica. Los recuerdos son así, caprichosos, selectivos, desmemoriados en su memoria. Los recuerdos no saben de nombres, de datos, saben de sensaciones, de detalles, de emociones. Es importante no olvidar que quien nos cuenta la historia tiene cincuenta años más, es una voz adulta que recuerda. Sabe cosas que ese niño de diez años no sabe. Pero también ha olvidado muchas otras cosas que ese niño de diez años sabía.

"La vida añadida más tarde, lejos de aquel lugar, no fue más que una divagación"

Podría decirse que esta novela breve es una novela de iniciación, de aprendizaje (bildungsroman se les dice). Y lo es, nuestro niño de diez años aprende a amar, ese verbo que no conocía -o no reconocía- hasta esa edad, ese verbo que le parecía una exageración de los adultos, ese verbo -amar- que le fastidia e incluso le irrita en su forma imperativa: ama. Pero también aprende lo que es la justicia. Porque si él conocía el comportamiento de los adultos hasta el punto de anticiparse a ellos, de conocer sus mentiras, de la distancia que hay entre lo que se dice y lo que se hace, ella sabe de animales y su comportamiento, ella sabe que existe la justicia en los animales ("en la naturaleza es imposible que tres machos se lancen contra uno").

La infancia es un territorio, Rilke decía que la infancia era la verdadera patria. Es un territorio que, en algún momento, perdemos. Posiblemente sea más importante de lo que parece aprender a decir adiós a esa infancia. Saber cuándo poner fin a una etapa, un momento, una persona... no implica olvidar. Implica aprender.

"Los peces no cierran los ojos" es un libro tipo cuencos apilables: el cuenco del primer amor, el cuenco del paso de la infancia a la adolescencia, el cuenco de un escritor de 60 años... Algo así es crecer, aprender, hacerse mayor, vivir: acumular cuencos unos dentro de otros. Cuantos más, mejor. Y que todos encajen a la perfección, como las capas de una cebolla, cada capa nueva cobijando a la anterior.

4 comentarios:

  1. Qué cómodo se me hace elegir libro gracias a ti. Me ahorras mucho trabajo ;-) Estoy acabando uno y éste irá a continuación. Me encantó tu reseña.

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  2. :) Supongo que tenemos gustos lectores parecidos ;)

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  3. Me ha gustado, es una historia sencilla pero tan bien escrita que lo he disfrutado mucho. Gracias por la recomendación.

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    1. Es un libro muy agradable, amable con el lector, sin ser indulgente. Gracias a ti por hacerme caso y por comentar :)

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En este blog NO se hacen críticas literarias ni mucho menos reseñas. Cuento y me cuento a partir de lo que leo. Soy una lectora subjetiva. Mi opinión no convierte un libro en buen o mal libro, únicamente en un libro que me ha gustado o no. Gracias por comentar o, simplemente, leer