Recuerdo perfectamente el momento en el que me di cuenta que era invisible. No tenía ni un año de edad y como no había aprendido a gatear me desplazaba de culo. Toda una declaración de intenciones. Como era bastante agotador a menudo me dejaba estar en el suelo, inmóvil, dejando que fuera mi mirada la que se moviera por mí y me llevara a los sitios. El problema era que las piernas ajenas chocaban conmigo. Al principio lloraba. Luego dejé de hacerlo porque nadie me veía ni nadie me oía. Cambié de táctica. Cada vez que veía venir unas piernas me abrazaba a ellas y así aprendí a desplazarme. Ya no tenía que ir de culo. Las piernas ajenas hacían de las mías. Mis piernas favoritas eran las de mi madre, que aprendió con resignación a llevar ese sobrepreso en sus piernas, especialmente su pierna izquierda.
Con el tiempo el fenómeno de mi invisibilidad fue cada vez más evidente. Cuando me regalaron mi primera bicicleta tuve que aprender a sortear a la gente porque nadie se fijaba en mí y no se apartaban. Después de varias denuncias por atropellar a propios y extraños con mi bici, decidí que era mejor aprender a sortear los obstáculos que significaban los demás (otra declaración de intenciones).
Durante muchos años y durante mucho tiempo luché contra mi invisibilidad. Fue un error, hacía mucho ruido al no querer ser invisible y eso no gustaba. Tardé en darme cuenta, así que finalmente acabé convirtiendo mi invisibilidad en mi aliada. Y ahora la gente habla conmigo sin problemas porque en realidad es como si no estuviera. Un espejo amable que no distorsiona la imagen devuelta. Me lo cuentan todo, sus laberintos de preocupación, sus sueños sosegados, sus pesadillas más íntimas. Algunos hasta me echan el humo de sus cigarros a la cara mientras desenredan sus secretos a viva voz, tan ignorantes de mi presencia. No esperan que les responda. Los invisibles no hablamos, sólo susurramos. Pero yo anoto en una libreta todo lo que me dicen. Y anoto en color rojo a aquellos que me hacen llorar con el humo de sus cigarros.
Durante muchos años y durante mucho tiempo luché contra mi invisibilidad. Fue un error, hacía mucho ruido al no querer ser invisible y eso no gustaba. Tardé en darme cuenta, así que finalmente acabé convirtiendo mi invisibilidad en mi aliada. Y ahora la gente habla conmigo sin problemas porque en realidad es como si no estuviera. Un espejo amable que no distorsiona la imagen devuelta. Me lo cuentan todo, sus laberintos de preocupación, sus sueños sosegados, sus pesadillas más íntimas. Algunos hasta me echan el humo de sus cigarros a la cara mientras desenredan sus secretos a viva voz, tan ignorantes de mi presencia. No esperan que les responda. Los invisibles no hablamos, sólo susurramos. Pero yo anoto en una libreta todo lo que me dicen. Y anoto en color rojo a aquellos que me hacen llorar con el humo de sus cigarros.
Hoy fui al supermercado a comprar pan. La puerta no se abrió. Di dos pasos hacia atrás para volver a intentarlo, pero seguía sin abrirse. Me disponía a golpear la puerta con los nudillos para que las cajeras me abrieran la puerta cuando una mujer cargada de bolsas se acercó para salir y la puerta se abrió. Aproveché para entrar. Cuando salí lo hice junto a un jubilado que acababa de comprar un chusco de pan y un brick de vino peleón. Al volver al trabajo las puertas no se abrieron. Como no entraba ni salía nadie no pude pasar y me fui al parque a pasear al sol.
Así, hoy ha vuelto a pasar. Las puertas no me ven. Pero lo que no saben es que ya no soy invisible. A veces soy lluvia y a veces soy aire. Aire pegado a ti.
(©AnaBlasfuemia)
(©AnaBlasfuemia)
Que bonito!!Me ha encantado,besotes
ResponderEliminarGracias Susana, me alegro que te haya gustado ;)
Eliminarbesos
Ana, cada vez que publicas un texto escrito por ti, consigues que no pueda despegarme de la pantalla hasta terminar de leerlo. Enhorabuena por esa forma de escribir.
ResponderEliminarBesos:)
Sara!! qué exagerada, pero me alegro que te pases un rato agradable leyendo mis blasfuemiadas. Gracias ;)
EliminarBesos
De exagerada nada eh!!! es la verdad jajaja
EliminarBesos:)
Precioso Ana, muchas gracias , besos
ResponderEliminarGracias a ti por pasarte por aquí, María, me gusta verte por este rincón ;)
EliminarBesos
Me ha encantado esta historia atipica, un beso
ResponderEliminarMe alegro Rocío ;) Besos!
EliminarHermosas palabras, Ana, y me quedo con esa frase de El Principito, que es de mis favoritas, porque creo fervientemente que lo esencial es sin duda invisible a los ojos.
ResponderEliminarMil besos.
Gracias Aglaia. Totalmente de acuerdo, es más, creo que si nos gusta leer es porque en muchos libros nos "visibilizan" esas cosas esenciales ¿verdad?
Eliminarbesos
Ana disfruto mucho con tus entradas de escritos personales. Todavía me emociono al recordar la preciosa entrada que dedicaste a tu gata. Hoy he vuelto a disfrutar con la mujer invisible.
ResponderEliminarUn beso y gracias por compartirlo con nosotros.
Gracias Marie, aunque aquí hasta cuando comento las lecturas es personal ;) ¡¡Mi Blas!! Yo también me emociono al recordarla, condenadas mascotas, como se las quiere!!. Me alegro que hayas disfrutado con mi invisibilidad ;)
EliminarGracias a ti por leer y comentar. Besos
Un relato precioso, fantásitco. Espero que en algún momento reunas todos los que tienes y los podamos disfrutar.
ResponderEliminarUn beso.
Enzo, siento desilusionarte pero ya puedes esperar sentado :P Aunque así a pequeñas dosis intentaré dejar más blasfuemiadas ¿quién sabe?
EliminarBesos
Un texto muy interesante^^
ResponderEliminarGracias Laura ;)
EliminarGracias! Me has conmovido hasta las lagrimas. Creo que ultimamente estoy muy sensible. Pero siempre disfruto tus escritos y coincido con alguna amiga tuya que escribió por ahi, que si escribieras mas, aqui nos tendrias pegadas a tu blog.
ResponderEliminarBesos!
Ay mi Ginger!! Sí que estás sensible, pero no te sientas mal por ello. La sensibilidad es sana y a veces hasta sabia ;) Yo es que tengo unas amigas muy exagerás, no vayas a hacer caso de todo lo que dicen ;)
EliminarUn abrazo!!
Un relato muy esclarecedor, a pesar de tu invisibilidad :)
ResponderEliminarBesos
Una invisibilidad que viene y va, pero que me acompaña de nacimiento ;)
EliminarBesos
Madre mía. Me he quedado sin palabras. Ahora no sé si me gustaría ser invisible. Gracias por el relato.
ResponderEliminarUn beso.
Tiene sus cosas buenas, no te quieras, como todo, depende si lo vivimos como un inconveniente o una ventaja :)
EliminarGracias a ti, Lady. Beso!
Me encanta lo que escribes. Creo que todos en determinados momentos nos hemos sentido invisibles, en especial invisibles de sentimientos. Besos.
ResponderEliminarGracias Briseida. De la invisibilidad se podría hablar mucho ¿verdad?. De la buscada y de la impuesta...
EliminarBesos
Un relato precioso, no nos tienes muy acostumbrados a estas cosas, y a mi me encantan :)
ResponderEliminarBesos y feliz finde!
Gracias Laura, no quiero acostumbraros que luego querréis de donde no hay ;)
EliminarBesos!
Desde la oscuridad, un saludo maravillado a la invisibilidad. Un placer leerte, Ana. :-)
ResponderEliminar¿Hacemos una alianza? Una invisible oscuridad, o una oscura invisibilidad.. ¿cómo lo ves? ;) El placer es mio Zazou!! Besos
EliminarHola Ana, un relato hermoso, reflexivo... y que invita a la reflexión.
ResponderEliminarHay que tener cuidado donde miramos, pero más aún lo que dejamos de mirar
Besos
Y sobre todo, hay que preocuparse de aquello que por más que miramos, no somos capaces de ver. Claro que luego está el otro lado del cristal... ¿por qué invisibilizar y no mostrar? (ahí lo dejo) ;)
EliminarBesos
Me encanta Ana, no me ha gustado, me ha fascinado, y ya estaba preparada para un final más dramático, pero no era el que pensaba. Se lo voy a pasar a mi madre, que habla mucho de esto de la invisibilidad. Un besazo.
ResponderEliminarYa vendrán los dramatismos, de momento mejor dejarlos estar ;) Espero que tu madre lo disfrute, es de una generación que sabe mucho de invisibilidades ¡Besos!
EliminarMuy bonito Ana, sobre todo ese final. Fan de las blasfuemiadas. Besos :)
ResponderEliminarGracias Yossi. Te nombre presidente del club (de fans) :P
EliminarBesos
Acojo el cargo agradecidísimo
EliminarMe ha gustado muchísimo. Y un desenlace inmejorable, que deja pensando... Me encanta leerte!
ResponderEliminarBesotes!!!
Gracias Margari, me gusta que te guste :D
EliminarBesos
Tú deberías ser escritora a parte de lectora. Me ha gustado, ya no solo por haberme identificado en tu relato, sino por cómo lo has expresado. Un beso!!
ResponderEliminarAy Caminante... yo debería de ser muchas cosas que no soy, pero te aseguro que la de escritora no es una de ellas ;)
EliminarBesos
Me ha dado penita pero me ha conmovido. Vale, para mí también eres invisible pero puedo escucharte porque no se te ve pero se te oye.
ResponderEliminarUn beso
Mujer, que no te de penita. Yo era muy feliz desplazandome agarrada a piernas ajenas, y oir las confidencias de los demás también tiene su parte agradable. Es verdad, a veces quieres que te escuchen, pero si no lo hacen, que al menos te lean ;)
EliminarGracias Norah. Besos
Un texto muy bueno , yo lo habría terminado aquí: "Así, hoy ha vuelto a pasar. Las puertas no me ven. Pero no saben que ya no soy invisible". Perdona, son ínfulas de editora aficionada. Es un placer leerte.
ResponderEliminarUn abrazo,
Sonia
Es que dejo de ser invisible para ser... aire, lluvia... jajajaj Lo hice, los deshice y lo rehice varias veces (el final). Tranquila, yo experimento con la escritura aquí, tienes vía libre para hacer todas las correcciones editoras que quieras ;)
EliminarGracias Sonia. Abrazo.
Me ha encantado!!! Es muy bonito y se lee con tanta facilidad!
ResponderEliminarSigue escribiendo♥
Besos
Gracias Dess y bienvenida. Nos leemos
EliminarBesos
Me ha gustado mucho Ana. Un placer;)
ResponderEliminarBesos
Gracias Marybel. Besos
EliminarQue bonito Ana.
ResponderEliminarGracias kabu ;)
EliminarMe ha gustado mucho, Ana, es un texto muy bonito. Y sigo pensando lo mismo, que tienes mucho talento para escribir. Besos.
ResponderEliminarGracias Pilar, yo también sigo pensando lo mismo: que exageras ;) Besos!!
EliminarXulo. Un final más xulo aún. Besos
ResponderEliminarGracias Marisa, me alegro que te guste ;)
EliminarBesos
Qué bonita esta pequeña historia, me ha encantado, especialmente el final
ResponderEliminarBesos
Gracias Tatty, yo creo que gusta porque es pequeña, si fuera más larga aburriría a las piedras :P
Eliminarbesos!
Siempre he fantaseado con ser invisible, aunque desde una perspectiva más traviesa, pero tal y como lo planteas (al menos hasta el estupendo final) me quedo con mi cuerpo material hecho de polvo de estrellas, como dicen los científicos. Una gran blasfuemiada, gracias por compartirla. 1beso!
ResponderEliminarClaro, siempre que estamos delante de algo que deseamos y no alcanzamos... nos acordamos de la invisibilidad ;) Y bueno, también en otros momentos más personales. Ser polvo de estrellas no está nada mal tampoco, eh ;) Gracias Tizire. Besos
EliminarMuy bonito Ana. Hay que fijarse incluso en lo que no se ve...o en lo que solopodemos ver con el corazón.
ResponderEliminarUn beso!
Gracias Lesincele. Hay todo un universo delante de nuestros ojos que no vemos, hay que descubrirlo ;)
EliminarBesos
Ohhh Ana, que bonito escribes hija. Me ha encantado. Curiosa y divertida la idea el "invisible", me ha fascinado. Al principio incluso creí que lo había leído en algún otro lugar...Sigue escribiendo, por favor, que lo haces muy bien.
ResponderEliminarBesos.
Filias, gracias!! Sobre invisibilidad hay mucho escrito y más que se debira escribir (sobre todo estos días). Seguiré, seguiré... a poquitos, eso sí ;)
EliminarBesos
Qué bonita historia. Triste pero increíblemente bella. Espero que sigas porque lo haces de maravilla.
ResponderEliminarUn saludo.
Gracias!! ¿Sabes? En realidad no es triste ;) La tristeza es un estado relativo, así que ¡alehop! le damos la vuelta :)
EliminarBesos
Has aprendido a vivir con tu invisibilidad y ha sacarle partido, ¡muy bien hecho! No me importaría a mi que me viniera esa invisibilidad tuya un lunes por la mañana para no entrar a trabajar y poder ir al parque a tomar el sol, jejeje.
ResponderEliminarMe ha encantado Ana :))
Besos
Esa es la lectura Jara, en realidad no es nada triste ;) Hay que sacarle partido a todo: si te chocas con las piernas ajenas ¡agárrate a ellas! ;) Uy, lo del trabajo ya es una licencia narrativa, obvio, pero no veas, teniendo un parque al lado del curro (entre mi casa y el curro además) con estos días primaverales lo que apetece perderse por el parque un ratito... o dos (ratitos).
EliminarGracias Jara. Besos
¡Cuánto realismo y naturaleza se respira en el relato!. Más de uno debería aprender a redactar así, en serio. Yo a veces desearía ser invisible.
ResponderEliminarUn saludo.
Gracias Angry. Es que el relato es real ;) Ahora sobre lo de aprender a redactar así discrepo. Que para eso están los colegios ;) Angry: desea muy fuerte ser invisible y lo conseguirás, aunque a veces los superpoderes se convierten en inconvenientes ;)
EliminarBesos
Quiero más! más relato y más datos, por ejemplo de dónde viene el germen de la historia. La invisibilidad me gusta, creo que no hace falta que a ti te lo cuente. Pasar desapercibida o quizás no llamar la atención, un pasaba por aquí me resulta suficiente. En cuanto a las puertas automáticas, pir ese criterio nos habrían borrado a más de uno/a.
ResponderEliminarEvocador el relato, con ingenio y calado... luego dime que no harás carrera, blablabla.
Un besito visible
PD me debes una conversación Blasfuemiada, espero pero no olvido
Niña deja de pedir tanto!! :P que hay que dosificar. Sobre el germen ahora te cuento. La invisibilidad nos gusta a todos según como se mire, otras veces es como una patada en el estómago. En cualquier caso, todo consiste en ser feliz y si para eso hace falta ser invisible, se es y si hay que visibilizarse pues a mostrarse. Faltaría más. No hago carreras más que en el campo ;) A mi me gusta ser representante, ya sabes.
EliminarBeso y al germen que voy
Te has metido bien en la piel del personaje invisible y como consecuencia lo has dejado hecho muy verosímil :)
ResponderEliminarBesos.
No me hacia mucha falta esforzarme en esa piel taty ;) Gracias
EliminarBesos
No hay nada mejor que un escrito que lleva a la reflexión y es evidente que este lo hace..., ¡y de qué modo! Un tema interesante el de la invisibilidad, cuántos matices e interpretaciones. Aunque coincido en que da cierta pena al principio, me encanta el giro optimista que pega tu historia. ¡Di que sí!, hay que aprender a aceptarse y a sacar partido hasta de nuestras pequeñas "taras" ;).
ResponderEliminarPor cierto, ¿qué clase de lluvia eres? ;). Un beso, guapa, y no dejes de escribir.
Un estupendo relato. Ser invisible, quien no ha pensado alguna vez en esa posibilidad, siempre observándolo desde el punto de vista positivo, pero se puede convertir en angustioso si las puertas dejan de abrirse.
ResponderEliminarUn abrazo!!
Me ha encantado, Ana. Un placer leerte:)
ResponderEliminarQué buen relato! plas plas plas! Yo también soy invisible, la gente siempre choca conmigo por la calle y en el trabajo también me cuentan su vida en verso. Luego me los cruzo por la calle y aunque sé toda su vida, ellos no me reconocen. Curioso lo de estar de cara al público! Besazos!!!!!!
ResponderEliminarUna historia muy buena y un final muy amable! Estaré atenta a las blasfuemiadas!! Felicidades
ResponderEliminar¡Me ha encantado! Al principio pensaba que era parte de un libro, y he bajado con el ratón para ver cuál era y anotarme el título, pero no, es un escrito tuyo!
ResponderEliminarDe verdad, maravilloso.
Un beso.
Supongo que no seré la única que te anime a plasmar en papel tus ideas, tienes un don para escribir y hay que aprovecharlo.
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