lunes, 31 de marzo de 2014

La analfabeta (Agota Kristof)



Título original: L'analphabète
Traductor: Julio Peradejordi
Páginas: 80
Publicación: 2004 (2006)
Editorial: Obelisco
Categoría: Biografías y Memorias
ISBN: 9788497773324
Cubierta: Enrique Ibarra
Sinopsis: Once breves capítulos para once momentos de la intensa vida de Agota Kristof. Una obra autobiográfica que sintetiza en once fragmentos, los once momentos fundamentales de una existencia apasionada. Unas páginas que han sido definidas por la crítica como «un regalo para el intelecto». Un trayecto vital que describe primero a una joven que devora libros en húngaro para luego dar la palabra a una escritora reconocida en otro idioma, el francés. De la infancia feliz a la pobreza después de la guerra, los años de soledad en el internado, la muerte de Stalin, la lengua materna y las lenguas enemigas como el alemán y el ruso, la huida de Austria y la llegada a Lausanne (Suiza) con su bebé. Una historia hecha de historias llenas de lucidez y humor. Sus palabras nunca son tristes, son implacablemente justas y precisas. Todo el mundo de Agota Kristof está aquí, en este libro caracterizado por frases breves, minimalistas, diminutas en las que se perciben en todo momento las grandes reflexiones y los poderosos pensamientos que las han provocado.

Leo. Es como una enfermedad. Leo todo lo que cae en las manos, bajo los ojos. Diarios, libros escolares, carteles, pedazos de papel encontrados por la calle, recetas de cocina, libros infantiles. Cualquier cosa impresa. Tengo cuatro años. La guerra acaba de empezar. Vivimos en un pueblecito que no tiene ni estación, ni electricidad, ni agua corriente, ni teléfono.

Hace tiempo que esta autora, Agota Kristof, me ronda. Lo tentador era ir directamente por Claus y Lucas (su famosa trilogía), pero quise dar un rodeo porque me gusta cada vez más conocer la vida de los autores que leo, me ayuda a entender su obra. Y así es como llegue a este libro.

80 páginas de autobiografía (menos en realidad) parecen pocas para alguien que nació en 1935 y que tuvo que irse de su país cuando en 1956 la revolución húngara fue aplastada por el Pacto de Varsovia. El estilo minimalista de Agota se plasma absolutamente en este pequeño libro, pequeño por las páginas, que no por el contenido. No adornos, no excesos, no rodeos, ni una brizna de divagaciones ni despistes: al grano, así nos cuenta Agota su vida en este libro del que la propia autora no estaba muy satisfecha, porque según ella misma describe en una entrevista "Me equivoqué al publicar esos textos. Es una recopilación de narraciones que, hace años, mandaba a una revista en alemán de Zúrich. No tienen ningún valor. Son redacciones escolares. ¿Por qué las publiqué? Entonces porque necesitaba el dinero. Ahora porque se empeñó el editor suizo. Estaban en el archivo del Estado, en Berna. Allí mandé todos mis papeles. A mí me daba igual. De todos modos, no hay quien entienda nada. Mi editor francés no lo quiso y en Alemania le dieron el premio de los críticos. Diez mil euros. No fui a recogerlos".

Agota, lo siento, yo he disfrutado de tu “equivocación”, de tu estilo sencillo y sin artilugios, pero a la vez tan contundente. Tal vez precisamente con esa contundencia que da la verdad desnuda, la realidad tal cual se vive y se siente, desde dentro. No puedo menos que alegrarme de que en Alemania los críticos te premiaran, tendrías que haber recogido los diez mil euros, eso sí.

Es cierto que La analfabeta es un libro escrito de forma sencilla, incluso puede parecer que demasiado. Y que es una autobiografía que (aparentemente) no profundiza, sólo muestra pinceladas (¿sólo?). Sin embargo hace un retrato aterrador y certero del exilio, la pérdida de identidad, de raíces, la renuncia, la soledad, la extrañeza… Impresionante. Agota no necesita más que lo esencial para mostrar el desarraigo y el padecimiento del exiliado. Parece ser que esto, ese minimalismo al que me refería antes, tiene mucho que ver con que el francés no llegó a ser un idioma que manejara bien, pero vaya, manejar no sé, pero transmitir… a base de bien. Para muestra, un botón:

¿Cómo habría sido mi vida si no hubiera dejado mi país? Más dura, más pobre, pero también menos solitaria, menos rota; quizá feliz.

De lo que estoy segura es que hubiera escrito lo que fuera en cualquier lengua.

Yo no sé, pero a mi esa respuesta a su propia pregunta me dice tantas cosas…; y esa seguridad de que escribiría, en el idioma que sea, pero escribiría… ya merece leerla, ya merece mucho.

Hay pocas cosas que me entusiasmen más en una lectura que, desde un lenguaje aparentemente sencillo, se muestre toda la complejidad, todas las aristas, de una realidad. Y sí, Agota me ha entusiasmado.

Entre esos once recuerdos, esos once momentos, que nos muestra Agota ha habido uno tan coincidente con uno de mis recuerdos, tan milimétricamente similar que me ha dado hasta miedo. Claro, esto lo cuento para espantar fantasmas, porque sólo yo sé qué momento, pero caray… hay coincidencias que hermanan.

La analfabeta es un libro duro, sólido, fuerte, preciso y necesario. Libro sección “joyita”. No os de miedo leerlo, no hay sentimentalismo en sus palabras, dejaros sacudir por Agota. El libro se lee de dos sentadas. Bueno, en realidad en una sentada, pero yo soy culo inquieto. Me ha encantado leer esta pequeña autobiografía, conocer a Agota Kristof y entender el título de su autobiografía (La analfabeta). Ahora estoy preparada para leer Claus y Lucas.

Recomendable también esta entrevista a Agota Kristof publicada en la revista Babelia.
(©AnaBlasfuemia)


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viernes, 28 de marzo de 2014

Alexis o el tratado del inútil combate (Marguerite Yourcenar)


Título original: Alexis ou le traité du vain combat
Traductor: Emma Calatayud
Páginas: 168
Publicación: 1929 (1994)
Editorial: Alfaguara
Categoría: Epistolar
ISBN: 9788420427072
Sinopsis: La larga carta que Alexis dirige a su esposa, desmenuzando dolorosamente el inútil combate sostenido entre sus inclinaciones y su vocación, constituye la totalidad de estas páginas. Y a través de ella asistimos al retrato de una voz, como lo ha llamado la misma Marguerite Yourcenar, pero también a la exposición de un tema del que pocos se atrevían a hablar en 1929, fecha en que fue publicado el libro. En un país hoy desaparecido, en un momento en que las circunstancias históricas transforman toda Europa, finalizando con un mundo y una manera de vivir, Alexis se detiene para rendir cuenta de esas mismas transformaciones en carne propia, para finalizar con un engaño y para intentar iniciar un nuevo modo de vida entre millones de seres que, a su vez, también lo inician.

Esta carta, amiga mía, será muy larga. He leído con frecuencia que las palabras traicionan el pensamiento, pero me parece que las palabras escritas lo traicionan todavía más.

Este libro es lo que dice ser: una carta, una larga carta. No hay un intercambio de correspondencia. No hay una carta escrita en distintos momentos, como si fuera una especie de diario. No, es sólo una carta. Larga. Tierna. Triste. Una confesión que se va desplegando poco a poco ante nuestros ojos. Una carta hermosamente escrita, llena de pudor y sutileza (no esperéis encontrar en ella nada explícito, ni siquiera aparece la palabra homosexualidad).

Dicen, se rumorea, que Alexis y Mónica, tenían su versión en la realidad: la pareja formada por Jeanne y Conrad de Vietinghoff (amante, ella, del padre de Yourcenar, y aristócrata homosexual, él)


La carta empieza dubitativa, con miedo a que las palabras escritas no alcancen, no sean suficientes. Pero nuestro protagonista necesita explicarse, necesita desnudar su alma. Porque la felicidad de Mónica, su esposa, le importa. Y además, se siente culpable

soy demasiado culpable para contigo y tengo que obligarme a establecer una distancia entre tu compasión y yo.

Alexis se ha analizado mucho a sí mismo, Y ha observado con lupa todo su recorrido vital hasta llegar al momento en que escribe la carta. Recuerda su infancia con quietud pero reconociendo en ella ciertos toques de alarma (estremecimientos del alma y estremecimientos del corazón)

Hay ciertos momentos de nuestra existencia en que somos, de manera inexplicable y casi aterradora, lo que llegaremos a ser más tarde.

Cuando el deseo se convierte en temor está claro que algo no va bien y que la inocencia deja de ser artífice de la felicidad. Es entonces el momento de irse, tal vez de huir.

Estamos atados por tantas ligaduras al lugar en que hemos vivido que nos parece que al alejarnos será también más fácil alejarnos de nosotros mismos.

Si hacemos un recorrido por nuestras vidas es inevitable encontrarse con vacíos, aquellos que han dejado las ausencias y que en cierta forma condicionan nuestra felicidad.

A medida que van desapareciendo los que hemos amado, disminuyen las razones de conquistar una felicidad que ya no podemos gozar juntos.

Es en la música donde Alexis encuentra su balón de oxígeno, ese aire puro y dulce que todos necesitamos para respirar y descansar de las agotadoras luchas internas. La música, al final, le abre la puerta a la aceptación y con ella, a la serenidad (y cómo entiendo esa pasión por la música y lo que nos da).

La música me transporta a un mundo en donde el dolor sigue existiendo, pero se ensancha, se serena, se hace a la vez más quieto y más profundo, como un torrente que se transforma en lago.

Creo que la música debería ser el desbordamiento de un gran silencio.

La confesión de Alexis es larga y desplegará ante nosotros (ante su mujer, ante él mismo) su largo combate, una lucha desigual contra uno mismo. Desigual porque el perdedor siempre será un parte de ti. Aunque el combate de Alexis se refiere a la aceptación de su propia sexualidad, todos podemos reconocernos en muchos aspectos: soledad, miedos, inseguridades, alejarse y acercarse a aquellos que deseamos/tememos, aceptación, culpas, debilidades,... Es por ello que esta lectura transciende más allá de la homosexualidad del protagonista y su confesión. Al fin y al cabo el combate de Alexis es el combate que todos tenemos con (contra) nosotros mismos, y que tiene que ver más con la aceptación propia que con la ajena. ¿A quién no le suena ese fregado? 

Creíste que bastaba con ser perfecta, para ser dichosa; yo creí que para ser dichoso, bastaba con no ser culpable

Marguerite Yourcenar publicó este libro en 1929. La escribió cuando tenía 24 años (claro que a los 8 años leía a Aristófanes, así que no hay de qué sorprenderse…). En 1963 revisó el libro pensando que se habría quedado desactualizado. Nada más lejos de la realidad, pronto comprendió que seguía siendo un tema que aún en los sesenta provocaba reacciones que hacían que siguiera siendo un tema de actualidad. Y qué vamos a decir de 2014, donde después de notables avances empieza a detectarse un retroceso alarmante (en este y otros muchos derechos sociales). La otra razón que hizo que Yourcenar en su revisión mantuviera el texto tal cual (excepto alguna advertencia de estilo) es que la confidencia y el combate de Alexis está unido a un momento social e histórico concreto y sobre todo está unida al carácter personal de la confesión de Alexis.

Amiga mía, siempre te he creído capaz de comprender, lo que es más difícil que perdonar.
Una lectura necesaria, emotiva y bella, que en mi caso ha sido relectura resaboreada y redisfrutada.

miércoles, 26 de marzo de 2014

Reto de Escritoras Únicas: Marguerite Yourcenar




Marguerite Yourcenar se llamaba en verdad Marguerite Cleenewerck de Crayencour, empezó a utilizar Marguerite Yourcenar (Yourcenar es un acrónimo de Crayencour) como seudónimo y cuando se nacionalizó en EEUU lo adoptó como nombre oficial.

Marguerite nació un 8 de junio de 1903 en Bruselas (Bélgica), su madre falleció a los diez días de su nacimiento, así que su educación corrió exclusivamente a cargo de su padre, de familia aristocrática, Michel-René Cleenewerck de Crayencour, quien le enseñaría latín a los 10 años de edad y griego clásico a los 12. Cuando latín y griego importaban, claro. Tampoco le daría mucho miedo a Marguerite, que a los 8 años leía a Jean Racine y a Aristófanes. La refinada educación de su aventurero padre sentó las bases del amor de Yourcenar por los viajes y por la cultura, especialmente la cultura griega y oriental, no obstante, su padre siendo muy culto, era también de vida alegre, así que se puede decir que Marguerite fue bastante autodidacta y se creó (o se inventó) un poco a sí misma.

                                                                                   Michel-René Cleenewerck de Crayencour con Yourcenar y Barbe (la criada) 
Alexis o el tratado del inútil combate fue la primera novela que le publicaron, en 1929. Diez años después, en 1939, es invitada por su amiga, la traductora Grace Frick, a Estados Unidos, para huir del ambiente bélico que había en Europa. En Nueva York daría clases de Literatura comparada y obtendría la nacionalidad en 1947.

Yourcenar era también traductora (tradujo obras de Henry James, Yukio Mishima, Constantin Kavafis..), y así es como conoció a Virginia Woolf:

El 23 de febrero de 1937, Virginia Woolf anota en su diario que, el día anterior, la traductora al francés de su novela Las olas había venido a consultarle: "No tengo ni tiempo ni espacio para describir a la traductora, salvo para decir que llevaba unas lindas hojas de oro en su vestido negro; es una mujer que supongo oculta algo en su pasado; dada al amor; intelectual; vive la mitad del año en Atenas; es parte del grupo de Jaloux [el influyente crítico francés]; de labios rojos; tenaz; una francesa trabajadora; amiga de los Margerie; prosaica". Se trata, agrega Woolf apresuradamente, de "una señora o señorita Youniac (?) No es ése su nombre".

Su nombre (o el nombre que había elegido) era Yourcenar. Por razones económicas, había aceptado traducir la novela de Woolf; el encargo le brindaba la excusa de conocerla. Años más tarde, Yourcenar describiría aquel encuentro "en las tinieblas, en un salón iluminado apenas por el fulgor del hogar", donde las dos novelistas se hablaron por primera y única vez. Para Yourcenar, la mujer "con cara de joven Parca" era sin duda "uno de los cuatro o cinco virtuosos de la lengua inglesa"; para Woolf, la joven entusiasta era poco más que una interrupción en su ajetreado día. Es posible que la disparidad de sus respectivos recuerdos de aquel encuentro reflejen algo más profundo: dos visiones fundamentalmente distintas del quehacer literario.

(texto extraído del artículo de El País Una francesa trabajadora)

En 1951 publicó una de sus obras más conocidas Memorias de Adriano, una obra pionera dentro de la novela histórica.

En 1980 fue nombrada miembro de la misógina Academia Francesa ¡la primera mujer! (Ya pertenecía desde 1970 a la Academia belga). Parece que Marguerite decía que en un momento de su vida dejó de ser una mujer que escribía para convertirse en un escritor que ocasionalmente era una mujer. De hecho se la “elogiaba” porque su obra no parecía estar escrita por una mujer. Iba a discrepar, porque lo que he leído de esta autora me parece de una sensibilidad muy femenina, pero claro, eso llevaría implícito negar a los hombres la posibilidad de esa sensibilidad. Y me consta que no es así.

Marguerite era bisexual y de hecho ella y Grace Frick (que sería la traductora de Yourcenar al inglés) fueron amantes hasta el fallecimiento de Grace por un cáncer de mama en 1979. No obstante, Marguerite nunca hablaría abiertamente de esta relación y se refería a Grace como “mi amiga”, incluso se mostraba bastante irritable cuando le preguntaban por esta relación (odiaba la palabra homosexual), quizás por ello acabe declarando en una especie de quiebro para que le dejaran de preguntar que: “En fin es algo muy sencillo: primero una pasión; después una costumbre, y al final, sólo una mujer que cuida a otra mujer enferma”.


Cuando Grace muere, un hombre, Jerry Wilson, un fotógrafo de 28 años, entra en la vida de Yourcenar consiguiendo sacarla de la reclusión y acompañándola en diversos viajes como secretario y tal vez como amante. Ella tenía 75 años. Una historia ambigua, puesto que poco antes de que falleciera Jerry lo hacía el amante de este, Maurice, víctima del Sida, enfermedad de la que también falleciera el propio Jerry. Hay quien dice que contagiaría a la propia Yourcenar, pero cuando ni siquiera se sabe si llegaron a tener relaciones sexuales, sería muy arriesgado afirmar tal cosa. En cualquier caso Jerry no fue precisamente un compañero ideal, por mucho que Marguerite le justificara continuamente. Y a mí que me da que en el fondo a Yourcenar le aterraba la soledad…

 Jerry Wilson

Parece que Marguerite Yourcenar era una mujer de grandes pasiones, yo diría que de pasiones elevadas, y afectos complejos y universales. Poco dada al yo, su alma era más propensa a lo universal, quizás por eso protegió su privacidad y sus emociones con esmero.

Marguerite Yourcenar fue una persona austera, que al igual que el protagonista de Alexis o el tratado del inútil combate, se sintió durante toda su vida victima de la pasión y, por tanto, excluida de la felicidad. Los diarios de Yourcenar y su correspondencia amorosa no serán públicos, por expreso deseo de ella, hasta el 2037. Han de pasar, pues, 23 años todavía para conocer la verdad de Marguerite Yourcenar que con tanto empeño se ha esforzado en borrar y postergar. No sé yo si estaré para esos trotes… No deja de ser curioso, en cualquier caso, que quien quiso escribirlo todo y dejar testimonio de tantas cosas, preservara tan fervorosamente su propio testimonio personal.

Obviamente lo que aquí cuento es una aproximación, pequeña y modesta, a la figura de esta gran mujer que fue Marguerite Yourcenar. Una mujer de gran inteligencia y cultura que es una imprescindible en el panorama de la LITERATURA (en mayúsculas). Una mujer fascinante y, seguramente, fascinadora. Lo que he estado mirando durante estos días, más lo que conocía (tengo en casa, leída hace mucho, una biografía de Josyane Savigneau “Marguerite Yourcenar. La invención de una vida”) me ha aportado mucho, porque además de gran escritora fue también una persona con ideas muy interesantes y nada propensa a la vacuidad. A quien quiera y pueda le recomiendo profundizar en la vida y obra de Yourcenar.. y esperar a lo que el 2037 nos depare (podemos hacer una quedada para ese día en que Marguerite Yourcenar se nos desvele ¿no? … y comentamos…)


http://loqueleolocuento.blogspot.com.es/2013/12/reto-escritoras-unicas.html