"El conflicto trágico no alcanzaría a serlo, a ingresar en la categoría de la tragedia, si consistiera solamente en una destrucción; si de la destrucción no se desprendiera algo que la sobrepasa, que la rescata"
¿Cuáles eran las reflexiones de Antígona antes de suicidarse? ¿O sus reflexiones en la oscuridad más absoluta de su propia tumba? Será la propia Antígona la que hable, también la que escuche y la voz que le permita a Zambrano reflejar una represión, un sacrificio, un exilio.
El prólogo de la propia María Zambrano es absolutamente revelador y nos da las claves del pensamiento de la autora, el sacrificio, la esperanza, el renacimiento, la falta de libertad, la lucha contra el poder, la catarsis. Zambrano le da una oportunidad a Antígona, la oportunidad de ser la Antígona que en vida no pudo ser y la oportunidad de cerrar heridas familiares y es así como aparecerán distintos personajes con los que Antígona o bien dialoga o bien les dirige un monólogo (Edipo, la nodriza, Yocasta, Etéocles, Polinices, Hemón, Creonte, la Harpía...). En esta revisión del mito de Antígona, Zambrano recrea cómo en su tumba, en lugar de suicidarse, alcanza su plenitud y su ser renace.
"Pues no es mi condena, es la ley que la engendra, lo que mi alma rechaza"
Antígona era un ser libre, que se rebeló ante la ley de los hombres (¡ese gesto de amor!) y que resuelve el conflicto trágico heredado de su familia a través del sacrificio, a partir del cual consigue la liberación de la culpa asumida y la esperanza puede, ahora sí, abrirse paso. No puede ser de otra forma porque sino estaríamos ante la mera narración de unas catastróficas desdichas. La tragedia necesita de esperanza y para que esa esperanza vea la luz Antígona ha de hacer un recorrido interior dialogando con sus fantasmas, mirar la oscuridad para encontrar la grieta por la que entra la luz.
¿Por qué leer este libro? Me remito a palabras de la propia Zambrano: “No podemos dejar de oírla, porque la tumba de Antígona es nuestra propia conciencia oscurecida. Antígona está enterrada viva en nosotros, en cada uno de nosotros”
Zambrano merece que se le haga justicia, no dejar que su obra caiga en el olvido, nutrirse de sus escritos intuitivos e inteligentes. Inseparables en ella la filosofía y la poesía, que embellecen su escritura y convierten la experiencia lectora en una experiencia catártica, leerla es sumergirse en la belleza.
"Ahora sí, ha de ser la hora ya. Ahora que está aquí la estrella"
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