viernes, 27 de noviembre de 2020

Exhalación (Ted Chiang)

Pero hay gente con la que puedes contar para cualquier cosa y luego está la gente con la que sólo puedes contar para algunas cosas, y tienes que saber distinguir quién es quién

Y distinguir con tino a unos y a otros no es fácil. Como elegir un libro a ciegas ¿será una lectura satisfactoria, plena o ni fu ni fa? Toda mi vida he elegido a la gente con la que contar y los libros que comprar en base a dos cosas: intuición y experiencia. He de decir que la intuición me ha dado cal y arena: lecturas esplendidas, amistades grandiosas, bodrios de libros, gente que me la ha metido doblada. Pero la experiencia… qué aliada más magnífica para convivir con la intuición. Si se aprende de ella, claro.

Así que intuición y experiencia (lectora) me han llevado a este libro, sin saber de qué iba, dejándome llevar por una combinación de factores (algún comentario leído, la editorial, ciencia ficción, la referencia a la habilidad del autor para “indagar en los enigmas de la condición humana y abordar los conflictos que la relación con la tecnología plantea en nuestra existencia”)

Bingo.

Llevar la ciencia ficción a lo plausible, a algo en lo que el lector pueda encontrarse, no es tarea fácil, por mucho que Chiang lo haga sin (aparentemente) despeinarse. Tira de variedad de contextos e historias y nos lleva siempre a una advertencia y, a la vez, a una esperanza. Como quien dice “mira qué desastre” y te lo desmenuza con paciencia, señalando dónde, cuándo, cómo y porqué, pero luego te señala el lugar exacto por el que entra la luz, la herramienta para revertir el desastre. Y todo ello con una narrativa que no puedo definir de otra manera que pedagógica.

Todos los relatos enganchan porque Chiang es un hábil contador de historias e incluso aquellas que están más próximas al ensayo que al relato funcionan con precisión. Todas nos interrogan sobre cómo la tecnología nos cambia y nos inquieren sobre los recuerdos, la narrativa que nos hacemos de nuestras propias vidas, la verdad, la memoria, el perdón, la educación.

Con una asombrosa sutileza y muchos conocimientos sobre la cognición humana, Chiang ha sido un descubrimiento y leerle una experiencia fantástica.

©AnaBlasfuemia

jueves, 19 de noviembre de 2020

Toda pasión apagada (Vita Sackville-West)


“Además, entre la gente que me gusta, encuentro algo duro y concentrado en su interior, algo áspero, casi cruel. Una especie de piedra de la honestidad. Como si estuvieran decididos a toda costa a ser fieles a aquello que consideran importante

La potente literatura de Virginia Woolf, su papel tan icónico en el feminismo y el morbo que produce, aún hoy en día, su relación con Vita Sackville-West ha hecho que el papel de esta última dentro de la literatura tenga un interés menor. Pues desde aquí os digo: qué pena. Claro que si me dieran a elegir qué escritora quisiera ser elegiría a Woolf. Pero si me dijeran qué persona querría ser, diría Vita.

No tiene la complejidad literaria ni la inmensa calidad de Virginia, pero lo que he disfrutado con esta lectura y lo inesperado de la escritura de Vita: convincente, poderosa, irónica, perspicaz… Vale que posiblemente es la novela más conocida de Vita, que el tema que abarca es muy ”woolfiano” (empoderarte, tomar el control de tu propia vida), aunque creo que se influenciaron mutuamente. Pero, qué carajo, aunque Vita tire de una estructura narrativa clásica, su análisis inteligente e hiriente de los personajes y de la época (de lo humano) me ha agradado enormemente. Sutil y eficaz, con claras referencias feministas. Cínica pero no arriesgada. Hábil en la narración y en la descripción. Divertida y tierna. Sugerente, sin necesidad de ser explícita ¿Se puede pedir más? (sí, claro que sí, pero el nivel de satisfacción con esta lectura está claramente por encima de la media)

Además, que ya va siendo hora de ver a la mujer “mayor” de otra forma, y Vita señala el camino. Podemos tomar nuestras propias decisiones, no importa la edad, no dejarse influir por las expectativas externas, sino por las internas. Claro que esto es lo deseable para cualquier edad, pero es que la protagonista de “Toda pasión apagada” lo consigue a sus 88 años. Hay esperanza (siempre la hay, qué es la vida, sino concatenar esperanzas, tener sueños y, a veces, cumplirlos -aunque sea por aproximación-)

©AnaBlasfuemia

miércoles, 11 de noviembre de 2020

Las huellas del diablo (John Burnside)


Es un error fijarse demasiado en el punto en que han empezado las cosas. Las cosas empiezan muy por debajo de la superficie: cuando son visibles tienen vida y dirección propia

Y sin embargo “Las huellas del diablo” es un recorrido hacia ese punto en el que empezaron las cosas para Michael Gardiner que, a partir de un acontecimiento concreto, inicia una huida hacia delante que, inevitablemente, le lleva a una travesía hacia su pasado, recorriendo retazos de memoria, fragmentos que va recogiendo como quien sigue las huellas del diablo, entre la curiosidad y el temor.

Gardiner se considera a sí mismo un exiliado interno en el pueblo en donde creció y vive con su mujer, un pueblo idílico en lo estético pero infame en lo ético. De esos pueblos en los que parece imposible mantener un secreto. Todo sale a la luz, sea en forma de verdad, de superstición, de rumor, de acosos y chismorreo. Ya sabéis. Todos conocemos un pueblo así.

La trama del libro nos es familiar, el lenguaje que utiliza Burnside es sencillo, quizás confuso en la psicología del protagonista y otros personajes, pero fino en la descripción del clima del pueblo y los paisajes. Al terminar no estoy segura de a dónde me ha llevado esta lectura, que percibo con más nudos de los que se deshacen al final.

El protagonista posee aparentemente una gran agudeza para detectar los problemas y analizarlos, sin darse cuenta que lo hace desde el embotamiento y desde una visión limitada del mundo, y además posee una pereza casi genética para afrontar las soluciones, lo que le termina por llevar a que su propia cabeza le traicione. Como a veces padezco de esa misma pusilanimidad no puedo evitar ponerme a la defensiva si la detecto en algún personaje. Lo curioso es que cuando me di cuenta de este hecho, y reprochaba con cierta irritación a Michael Gardiner su relativismo moral y su falta de empatía, caí en la cuenta de que tenía un libro de este mismo autor, Burnside, que había adquirido recientemente. Un libro de poesía, “Dones”. Así que lo cogí y abrí al azar:

“no es que yo quiera renacer,

pero en algún sitio entre esta vida y la otra

imagino un lugar

donde el alma

se purifica”

Pues ya estaría.

©AnaBlasfuemia

lunes, 2 de noviembre de 2020

El mar alrededor (Keri Hulme)


Por otra parte, mi virtud cardinal es la esperanza. La desesperada esperanza, la esperanza crítica. No la esperanza cristiana, sino una rebelión innata contra las inevitables maldiciones del sufrimiento, la muerte y la desesperación. Una esperanza insensata…

Hace no mucho este libro me habría destrozado. Ahora, también. Pero ya no soy la misma. Ahora tengo una esperanza insensata, de cristal y acero, temible y sin olvido. Conozco lo imprevisible, no me lamento del mundo soñado, sino del real. Mi única extrañeza es la realidad. Y, por eso, entiendo este libro y dejo que me cobije.

Porque habla de todo, de la tierra, lo humano, lo místico, las tradiciones, las heridas y el amor. De aferrarse unos a otros, lo palpable y lo etéreo. De elegir entre confianza o herida. De la tierra, las personas, la familia… como CASA. De cuando solo tenemos sentido estando juntos. De lo inevitable de la soledad pero también de la reunión de almas.

Casi 700 páginas en las que Keri Hulme exige al lector tanto como da, un compendio de estilos y recursos literarios (más o menos afortunados), una envoltura muy espiritual (y espirituosa), una ficción mágica que es una realidad, una fe sólida en una cultura, una tierra, una forma de ser como sociedad que tiene raíces que confrontan con culturas más “terrenales”.

Como lectora, tengo dos opciones con este libro: caer en la extrañeza o pelar las capas de la cebolla, dando más importancia a unas que a otras, porque al fin y al cabo estoy muy por la labor de historias que conlleven una especie de reconquista y catarsis, por el poso de esperanza que implican y que tanto necesito.

Hace mucho que comparto mis lecturas en redes, siempre con un afán no tanto de compartir sino de dejar constancia de una autobiografía literaria y personal a la que pueda acudir siempre que quiera para saber de mí misma. Algunas veces lo hago porque necesito “soltar” una lectura que se prende en mis dedos y en mi corazón de una forma que es muy íntima. Y necesito desprenderme de esa lectura, escribiendo sobre ella, para pasar a la siguiente. Este es uno de esos libros. De esos libros que, más allá o más acá de su valor literario, te rasgan algo que te pertenece.

©AnaBlasfuemia