lunes, 3 de agosto de 2020

El majestuoso libro de los animales marinos (Val Walerczuk y Tom Jackson)


Llevo la mar en las venas y sin embargo siempre he vivido lejos de ella. Muy yo esa poética del alejarse de aquello que amas. Soy como un salmón que remonta ríos desde el océano para morir en el lugar en el que nació, pero a la inversa: remonto por tierra en dirección hacia el mar abierto.

Con mi rosa de los vientos, cuyo único horizonte es el mar, doy vueltas en círculo esperando una liberación. Mientras, busco el mar en tierra de secano. Aprendo. Aprendo sobre el mar en la distancia. Respiro curiosidad e interés por cada poro, miro mi vida con la fe de quien siempre comienza, cada día.

Mientras todo sucede, a cada respiración, miro, toco, acaricio ilustraciones como las de “El majestuoso libro de los animales marinos”, aprendo como una niña pequeña, extasiada y dando palmas con la mirada. Y aprendo cosas como:

El corazón de una ballena azul puede pesar lo mismo que un coche (mi corazón pesará alrededor de los 200 gramos, siendo generosa conmigo misma)

Cada manada de ballenas tiene una “canción” propia que usan para llamarse unas a otras (mi banda sonora sigue siendo sólo mía)

Hace mucho tiempo, los marineros daneses vendían los colmillos del narval asegurando que eran cuernos de unicornio (yo perdí mi unicornio azul hace varias vidas).

El pariente vivo más cercano del manatí es el elefante (nuestro pariente vivo más cercano es el chimpancé…)

El tiburón ballena nunca deja de nadar (nunca dejes de creer, Ana Blasfuemia)

El caballito de mar es uno de los pocos animales macho que pueden dar a luz (…)

Todos los peces payaso jóvenes son machos. Los que al crecer se hacen más grandes se transforman en hembras (no pierden el tiempo en agrias polémicas transgénero)

La almeja ofrece protección a las algas, y estas le suministran azúcares (las redes de protección y cuidado mutuo que tanto nos cuesta a los humanos…)

Si una langosta pierde una pata, le vuelve a crecer otra (y así deberíamos hacer cuando nos rompen el corazón). ¡Ah! y se comunican entre ellas bombeando orina unas sobre otras (el caso es comunicarse)

Y todo así.

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