domingo, 23 de junio de 2019

Compañía (Samuel Beckett)


"Una voz llega a alguien en la obscuridad. Imaginar […] El uso de la segunda persona caracteriza a la voz. El de la tercera al otro. Si también él pudiera hablar a aquel a quien habla la voz habría un tercero. Pero no puede. No podrá. No puedes. No podrá
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Noches sin dormir. Insomnio. Noches y oscuridad. Y una voz. Yaces boca arriba. A oscuras. Y te acompaña la voz. Una voz que intenta aplacar la nada. ¿A quién se dirige la voz? A él. A otro. A ti. O a mí. ¿Por qué habla la voz de ese otro y no de él, a él? ¿Quién habla?
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Puedes exiliarte del mundo, pero no puedes desertar de ti mismo ¿Y qué dice esa voz, a quién? La voz de la locura, espesa e insensata, clara y justa. Una voz que está y no está en un lugar o en otro, murmullo y grito, que se repite, que recuerda para que recuerdes, que se intensifica cuando calla. Y tú yaces boca arriba.
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En la oscuridad se oye una voz y te inventas a ti mismo para hacerte compañía, una compañía imaginaria que nos adhiera a la vida. Si escuchas el vacío no te tragará. Si te hablas te conviertes en dos. Ser tu propia y unica compañia.
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Con una dialéctica compleja, trabada, repetitiva, profunda y subversiva y un dolor y una soledad palpable Beckett vuelve a hablarnos de lo innombrable, a cuestionar el “yo” y a esperar una verdad imposible. En el mundo sin ilusiones de Beckett, y sin nombrar la esperanza, es capaz de imaginar un espacio en el que todavía podamos creer en ella.

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