Hay muchas formas de viajar, y casi todas adquieren la forma de una medalla que colgarse. Pero algunas de ellas pasan por hacer un turismo sostenible y solidario. Un día una amiga, a la que debo tanto (¡tanto!), me ofreció ir a pasar la Nochevieja al desierto. Le dije sí sin preguntarle nada más, confío ciegamente en ella porque me ha demostrado que puedo hacerlo. Luego supe que era un viaje organizado por la asociación Viento Norte-Sur, y que el destino era el desierto de Merzouga.
Finalmente mi amiga no pudo venir al viaje (¡¡te pondrás pronto bien y no pararemos de viajar!!), pero llevaba el apoyo de otros dos seres de luz que supieron darme espacio y cercanía, ambas cosas a la vez, y su cariño silencioso e inteligente y lleno de gestos me dio el sostén necesario y preciso.
No sé escribir, me gusta hacerlo, pero no sé escribir. Si supiera, escribiría sobre cómo los encuentros se encadenan con sencilla naturalidad; te explicaría el porqué tengo, aún, los pies y las manos del color del desierto; o porqué es que las cosas encajan siempre, sin forzarlas, y encuentras las respuestas aunque no sean de tu agrado.
No sé escribir, me gusta hacerlo, pero no sé escribir. Si supiera, escribiría sobre cómo los encuentros se encadenan con sencilla naturalidad; te explicaría el porqué tengo, aún, los pies y las manos del color del desierto; o porqué es que las cosas encajan siempre, sin forzarlas, y encuentras las respuestas aunque no sean de tu agrado.
Si supiera escribir te contaría, aquí y ahora, porqué hay cervezas que saben a gloria bendita, sea como sea que sepa la gloria esa. Te hablaría de los pequeños detalles que engrandecen a las personas que los realizan, o de cómo una sonrisa y un abrazo es el camino más corto entre dos, siete o mil puntos o destinos.
Si supiera escribir, escribiría “fuera de juego” y sabrías que no estoy hablando de fútbol, sino de mí y que además podría explicarlo. Tal vez si supiera escribir, escribiría sobre lo que callo y no siempre otorgo. También sobre lo que otorgo y no siempre callo. Pero también.
Escribiría sobre cómo, de haber estado unos días más, no habría habido nada que me detuviera ni nada que no hubiera podido hacer, que ahora sé (del verbo saber, no del verbo creer que sabes) que puedo hacer y haré. Sobre cómo subir una torre cuando alguien te espera arriba y no abajo, o cómo dejar el corazón subiendo la gran duna y encontrar una mano en el último metro.
Si supiera, si supiera escribir, respondería muchas preguntas, incluso las que ni te planteas. Escribiría sobre el tiempo y lo efímero que es; te diría porqué, todos los porqués. Y pondría en palabras cómo te conviertes en una antena parabólica cuando a tu alrededor hay personas llenas de energía y belleza, y detectas que, al igual que tú y yo, no se saben ver, no ven su nobleza, su honestidad, su fuerza, su verdad. Y quieres abrazarlas, traspasarlas y decirles: no cedas, no cedas, está en ti, todo está en ti. Y quieres ser el espejo que les devuelva todo aquello que son y que perdieron alguna vez.
Escribiría sobre cómo, de haber estado unos días más, no habría habido nada que me detuviera ni nada que no hubiera podido hacer, que ahora sé (del verbo saber, no del verbo creer que sabes) que puedo hacer y haré. Sobre cómo subir una torre cuando alguien te espera arriba y no abajo, o cómo dejar el corazón subiendo la gran duna y encontrar una mano en el último metro.
Si supiera, si supiera escribir, respondería muchas preguntas, incluso las que ni te planteas. Escribiría sobre el tiempo y lo efímero que es; te diría porqué, todos los porqués. Y pondría en palabras cómo te conviertes en una antena parabólica cuando a tu alrededor hay personas llenas de energía y belleza, y detectas que, al igual que tú y yo, no se saben ver, no ven su nobleza, su honestidad, su fuerza, su verdad. Y quieres abrazarlas, traspasarlas y decirles: no cedas, no cedas, está en ti, todo está en ti. Y quieres ser el espejo que les devuelva todo aquello que son y que perdieron alguna vez.
Si supiera escribir, encontraría explicación al frío y al calor, a los amaneceres en una duna, a los atardeceres en el desierto, a la generosidad de quien menos tiene, a las puertas abiertas de un pueblo y una gente a la que en este, nuestro civilizado país, se las cerramos en las narices. Escribiría sobre los posos que dejan el té y las personas de corazón abierto. Sobre la luz de los abrazos mañaneros y el calor de las noches frías.
Si supiera, si supiera escribir, lo haría sobre cómo brotan las amistades. Sobre lo que empieza, sobre cómo se mueven las piezas del ajedrez (aunque a veces se mueven solas, eso nadie te lo diría). Escribiría sobre cómo brindar mirando a seis pares de ojos a la vez y sin que se te maree la mirada.
Si supiera escribir, traduciría las palabras, los silencios, los gestos, la música, los noches, los días y hasta los alimentos. Transcribiría palabra a palabra lo visible y lo invisible, lo verdadero y lo falso, destriparía intuiciones e imaginaciones. Pondría palabra sobre palabra para describir la realidad que nadie mira y muchos esquivan. Descubriría, frase a frase, quién eres y hasta quién soy. Desgranaría cada minuto y su esencia. Cada pensamiento propio y ajeno, cada sensación que contiene cada grano del desierto. Si supiera, si yo supiera, escribiendo recuperaría la cordura para volver a desecharla y quedarme con lo que todos etiquetan como “locuras”. Yo le digo, tú lo sabes, VIDA (¡pura vida!).
Decía Swight Morrow que existen dos categorías de personas: los que quieren ser algo y los que quieren hacer algo. Estas últimas personas son las únicas que me interesan, porque arriesgan, se exponen, se la juegan, dan la cara, son cristalinas. Hace falta pasión, adrenalina, originalidad, ideas, creatividad, imaginación, salirse de las líneas rectas y elegir las personas curvas y transgresoras. En el desierto había muchas personas haciendo algo, y muy pocas que parecían hacer algo sin hacerlo.
Y decía Paul Eluard que hay otros mundos, pero están en este. Hay puertas para traspasar esos mundos. Al margen de clones, probetas y replicantes, sólo hay una forma de nacer, pero muchas de morir y más aún de vivir. Tal vez haya abismos que deben permanecer insalvables deliberadamente, que se deban de saltar con el alma y la imaginación, pero si se fracasa que nunca sea por falta de ilusión. La mente es como arena movediza, te hundes en ella con la certeza de que es un pozo abismal; crea laberintos que esquivan la conciencia, y llama tranquilidad a lo que es, llanamente, no querer ver lo que duele o inquieta. Como si no existiera. Pero están las puertas. Los otros mundos existen. Y están en este.
Y decía W. E. Henley en un poema: Soy el amo de mi destino: soy el capitán de mi alma. El destino no puede enjaularse en mentes constreñidas y reducidas. No hay una predeterminación del destino. Hay demasiadas cosas invisibles esperando ser vistas, muchos mundos posibles ahí fuera. No nos esperan, no los esperemos. Vayamos. Sería suicida no responder, no calzarse las botas de explorador y salir ahí fuera.
Hoy celebro la pérdida de fe en destinos inquebrantables. Me detuve un momento, el amanecer en una duna, conecté con el desierto y experimenté la espiral de la vida. No era el destino, sino mis elecciones las que me habían guiado hasta ahí. Ahora mis elecciones están en mis manos. La libertad consiste en limitar la fuerza del destino. Estoy, por decisión propia, y eso celebro en este mundo que ahora son otros muchos mundos.
Aquí radio nómada: fui al desierto. Volví. Llena. Fui a dar y recibí. Con la mirada arrasada, el alma colmada, el corazón preñado de otras almas. He conocido a personas que son como una caja de Pandora, la que esparcía vientos fértiles, la que se despojaba de los males, la que atesora las esperanzas…
Enero, el propicio, ha vuelto estrenando cielo protector, aquel bajo el cual volví a nacer en el desierto de Merzouga.
Gracias a todas y cada una de las 51 personas que me acompañaron en este viaje solidario. Especialmente a las personas con las que, más pronto que tarde, volveré a reunirme para tomar unas cervezas, canalizar todas las energías y saber que el mundo está ahí fuera, que hay que construirlo desde el respeto. Que solo dando es como recibirás y sabiendo recibir podrás dar. Ahora sabemos que podemos desprendernos de muchas cosas. Y que nos digan locos.
A alguien que hace eso. Te enfrenta a ti mismo. No puedes evitar quererlo (Tom Spanbauer, “Yo te quise más”)
Pd1: Echarle un vistazo a la asociación Viento Norte-Sur. Animaros a hacer este tipo de viajes solidarios. Creéis que vais a dar, a ser generosos con las donaciones, a repartir entre quien tiene menos. No es así: os traeréis mucho más de lo que llevaréis. Quien tiene menos, tiene y da más.
Pd2: Seguiré un poco ausente de las redes: mi cuerpo ha vuelto de Merzouga, pero mi alma aún sigue allí y mi corazón repartido entre las bellas personas que tanto me han sumado y de las que tanto he aprendido. No me cansaré de daros las gracias. Ya sabéis quiénes sois.
Dices que no sabes escribir? Pues has descrito perfectamente las emociones y sensaciones de las que fuimos cómplices, a veces tienes emociones que no sabes como describirlas y tu lo has hecho perfectamente. Pues sí que nos llamen locos si quieren, por ser atrevidos, diferentes , soñadores y mostrar nuestro cariño, ese es el problema, vivimos en una sociedad reprimida dónde dar un abrazo es sinónimo de debilidad, prefiero ser loca y sentir mi corazón latir, sentirme viva, rodeada de persónas como vosotr@s que apreciaís la vida.Me encuentro más viva que nunca, porque me dí cuenta que los cuerdos sómos nosotros en una sociedad deshumanizada y sin valores.
ResponderEliminarY sí, siempre hay una mano al final final del camino, xq cada esfuerzo tiene una tecompensa, y la mía ha sido conoceros. 1beso amarillos
Merce... hay que vivir al margen de lo que hace tanto ruido y en el centro de lo que el corazón nos dice. Ser una persona curva es muy humano, digan lo que digan. Cuando la recompensa es una mano el esfuerzo siempre merece la pena. Gracias de corazón por la mano, por ser como eres, por sentirte viva y por vivir :)
EliminarUn gran abrazo (amarillo, claro)
Pues yo creo que sí sabes escribir... Me alegro de que haya sido un viaje tan gratificante; parece una experiencia que vale la pena conocer. Gracias por hacernos partícipes de ella.
ResponderEliminarAbrazo!
Gracias Zamarat. Es una experiencia que todo el mundo debiera de vivir al menos una vez (aunque querrás repetir). Cambia la vida.
EliminarUn abrazo
Gracias Ana por compartir lo que late en tu corazón y transmitirlo de esta forma tan sincera y cercana. Es tan maravilloso y bello sentir con fuerza, dar y recibir que me guardo esto en mi corazón con alegría y esperanza de poder seguir experimentando esta indescriptible sensación de bienestar. Me haces sentir libre y rebosante de puro amor. Sigue volando amiga que la manada unida llegará lejos! Sangui. Quiero mas abrazos mañaneros...
ResponderEliminarInfinitas gracias a ti, tu sonrisa en la mirada y esos abrazos que ensanchaban el día y el corazón. Tú eres un potrillo libre que no se domesticará nunca (¡espero!).
Eliminar¡Yo también los quiero!
Un abrazo largo.
Pues menos mal que no sabes escribir aunque en el fondo creo que eres consciente de que sí sabes y no te dejas admitirlo.
ResponderEliminarMenuda aventura vital y regalo que te has llevado. Ojalá solo sea el comienzo y sigas disfrutando.
Un abrazo.
Norah, ya sabes que leo mucho, así que mi concepto de "saber escribir" es muy exigente.
EliminarHa sido una aventura vital, cierto, viajar así es realmente conocer un país, su gente, su cultura... Nada que ver con ese turismo más convencional y cómodo dónde en el fondo sólo ves lo que te quieren enseñar y que está impregnado de comodidad muy europea.
Ojalá, Norah, ojalá sea un comienzo.
Un abrazo
Al lado de la palabra "modestia" debería estar tu fotografía. Sí sabes escribir, y lo más importante, sabes "llegar". Enhorabuena por esa experiencia vivida; más de uno te envidiamos muchisisisimo, ;D. Abrazos.
ResponderEliminarJajajjja ¡Gracias Marisa! Pero no es modestia, como le digo a Norah, tengo un concepto de "escribir bien" muy definido y no encajo en él. Pero lo de "llegar" es algo que me emociona, gracias. Y no me tengas envidia ¡haz un viaje así! Merece mucho la pena, de verdad.
EliminarUn abrazo
Gracias Ana! Me encanta lo que compartes y para no saber escribir (segun tu...) escribes muy bonito...
EliminarPorque escribes con y desde el corazon... y eso se lee y se siente!
Un abrazo
Como sabes escribir (y cómo), me has dado mucho en esta entrada que se ve que te ha salido del alma, el corazón y el sombrero (Lorca dixit). Como dice Marisa, sabes llegar a la gente con lo que escribes y con tu manera de expresarlo. No conozco Marruecos. Una vez estuve a punto de ir, pero, por cuestiones de trabajo, se canceló el viaje. Ahora, por circunstancias tan obvias como tristes, la verdad es que me da un poco de miedo visitar un grupo de países, entre los que se encuentra Marruecos, que, por otra parte me apasionan.
ResponderEliminarUn beso y vuelve pronto al blog con tus reseñas. Se echan de menos.
No te de miedo ir a Marruecos, Rosa. El viaje es duro, es largo, es agotador, pero te lleva al Marruecos real, pobre y generoso. Sentí muchas cosas allí pero ningún miedo, ni siquiera desconfianza. La hospitalidad y generosidad de los bereber son una lección de vida.
EliminarNecesito tiempo todavía para contar lecturas, incluso para leer. Pero por primera vez en tiempo... eso es bueno ;)
Un abrazo
Sin duda, el desierto es uno de esos destinos que me llama y me impone a la vez. Sé que sería un viaje que me marcaría y sorprendería porque encontraría ahí algo totalmente nuevo.
ResponderEliminarTomo en cuenta lo de la asociación y esta experiencia que te ha marcado.
Gracias por este relato, Ana.
Saludos!
Será así Mrs. So. Mira que yo sabía que este viaje iba a ser diferente a cualquier otro. No sabía hasta qué punto. Aun estoy descifrando lo vivido y sentido. Ojalá te animes a hacer este viaje, acaban de abrir la inscripción para semana santa. Ahí lo dejo ;)
EliminarUn abrazo
Bonito Ana, bonitas palabras y mejor experiencia la que has encontrado, me gusta esa diferenciación entre los que hacen y aquellos que dicen ser, ese paso a hacer es lo que vale la pena ya que las palabras sin hechos solo son palabras.
ResponderEliminarCelebro ese elegir por decisión propia, no hay nada peor que dejarnos en manos de un destino en el que somos como marionetas, sin opción a nada, limitando nuestras opciones, es mucho mejor decidir por elección propia.
Felicidades por ese encuentro y por transmitir toda la emoción que hay en tus palabras.
Un abrazo
Claro, los hechos son la realidad de lo que somos, no lo que decimos ser. Mienten menos...
EliminarAhora soy dueña de mi destino. O al menos voy a intentarlo ;)
Un abrazo
No me extraña que aún sigas mentalmente en ese lugar. Qué fotos más bonitas y qué manera más inteligente de viajar. Bienvenida. Besos
ResponderEliminarY creo que aún voy a tardar en "aterrizar". Quiero hacerlo despacio para que la rutina y el día a día no se devore lo mucho y bueno que me he traído. Canalizarlo todo.
EliminarUn abrazo
Yo después de esto tampoco sé escribir. Quiero ir a ese sitio (o a otro de alma parecida) y, como dice Marisa, si yo fuera tú, sufriría una nostalgia tremenda tras la vuelta.
ResponderEliminarMe ha encantado que incluyeras la cita de Spanbauer, ojalá lo traigas un día en libro (aún no he leído ese). Tenía el pálpito de que te gustaría su estilo (si es que la cita significa que te gusta).
¡Besos!
¡Hazlo! Haz un viaje así. Te cambia... El libro de Spanbauer me acompañó cada minuto y a cada paso que dí. Pero apenas leí. Estaba desbordada con todo. Tardaré, pero será el primero del año que comente. El libro ua era especial antes de leerlo, tiene su propia historia. Por eso lo elegí como compañero de viaje. Y sí, me encanta Spanbauer ;)
EliminarUn abrazo
Hola Ana, tuvimos pocas oportunidades de conocernos, pero te leo y me doy cuenta de que hemos compartido mucho. Espero tener otra ocasion, quien sabe igual vuelve a ser en Marruecos.
ResponderEliminarY me gusta mucho como escribes. Un abrazo y te sigo
Natalia del desierto amarillo
Natalia, tengo la sensación de que tod@s hubiéramos necesitado más días,más tiempo. Pero también de que hemos compartido y de que esto es solo un principio. Volveremos a encontrarnos. En cualquier lugar del mundo. La conexión ya está hecha ;)
EliminarGracias y un abrazo.
Existen otros mundos en este mundo pero es más cómodo ignorarlos.
ResponderEliminarEl cuerpo en un sitio, el alma en otro y el corazón en un tercero, como los granos de la arena del desierto. Que sean buenos vientos los que te traigan de vuelta.
Me alegra que tu viaje te haya dado tanto.
Un abrazo
La comodidad es la mayor mentira que conozco.
EliminarNo sé si terminaré de volver, Lorena, hay algunos momentos de este viaje de los que bo me quiero ir...
Un abrazo
tal vez no sepas escribir, cosa que dudo, pero si sabes emocionar y que te broten lagrimas y sonrisas a la vez. por favor, no cambies!!!!feliz año nuevo!!!!
ResponderEliminarJo... gracias buho. No sé qué es más difícil, si escribir bien o emocionar bien, si una de las dos cosas he hecho medianamente bien creo que será la segunda ;)
EliminarAbrazo y feliz año y vida
"Uno cree que va a hacer un viaje, pero enseguida es el viaje el que lo hace a él."
ResponderEliminar- Nicolás Bouvier, escritor, viajero y fotógrafo.
Cuídate, Ana :)
:)
EliminarNo, Paco. No me voy a cuidar. Como mucho... me dejaré cuidar 😘
Abrazo grande
Realmente fascinante. Lo bueno de los viajes es que no acaban nunca, pues viajas durante el camino, viajas interiormente durante la estancia y tu alma viaja eternamente con lo vivido y aprendido durante el viaje físico. Fabuloso.
ResponderEliminarUn beso
Yolanda ❤ ❤ ❤
Es cierto: los viajes, y tantas cosas, no acaban nunca. Dentro de nosotros está la temporalidad de lo que nos importa.
EliminarAbrazo
Ana, cómo nos llega y emocionan tus palabras, tal vez porque muchos de nosotros también somos "personas curvas". Después de una pérdida inesperada e irreparable en nuestra familia, creo que necesitaría hacer un tipo de viaje así porque el vacío es inmenso pero, como comentan, me llama mucho y a la vez me impone el desierto- Gracias por compartir experiencia, me quedo con la asociación y, por supuesto, con lo que has vivido y tan bien nos describes, aunque no sepas escribir. GRACIAS!!!
ResponderEliminarBesos de luz, Ana
Gracias, Myriam, eres siempre tan amable y cariñosa...
EliminarNo debemos sentirnos mal por ser personas curvas. Yo, que soy del norte y conozco bien las carreteras llenas de curvas, sé bien que al final lo que importa es ser quien eres y que no siempre la línea recta es el mejor camino.
Siento lo de la pérdida. Sé lo que es y también cómo un viaje o una experiencia así es un paso necesario. Sabrás cuándo te llega la oportunidad y aprovecharla. Estoy segura.
Un abrazo fuerte,