lunes, 21 de mayo de 2018

Con rabia (Lorenza Mazzetti)

Título original: Con rabbia
Traductora: Natalia Zarco
Páginas: 288
Publicación: 1963 (2017)
Editorial: Periférica
Sinopsis: Penny, su protagonista, trasunto de la propia autora, crece en una época (la posguerra) donde están en crisis tanto la vida como la moral. Junto a su hermana gemela Baby, en el apogeo de su insurrección interior y rebelión juvenil, con la rabia y la exageración propias de su edad, descubre y se enfrenta a un mundo que no comprende. Ambas viven en la inmensa casa familiar que han heredado, a orillas del Arno, en Florencia, con Elsa, la cocinera de la familia. Su sed de amor y pureza es absoluta, como su rechazo total a la hipocresía de las convenciones sociales. Penny y Baby, además, vienen de un pasado que sienten todavía demasiado cerca: son las únicas supervivientes del exterminio por parte de los nazis de sus tíos y primas, su familia adoptiva.

Como puede ser la realidad algo tan extraño, imprevisible e incomprensible, y que nadie nos explique nada.
Son varias las razones que me desconectaron de las redes sociales, blog incluido, pero si hubo un libro que me provocara bloqueo e incapacidad para comentarlo, fue precisamente este. Y no porque me rasgara por dentro, sino justamente por lo contrario.

Con la rabia propia de la adolescencia escribe Lorenza Mazzeti este libro de ficción autobiográfica. Y un recorrido por esa adolescencia rabiosa, desconcertante, volcánica, inquieta, rebelde, es lo que haremos los lectores al transitar por Con rabia.

La extrañeza es un estado que se ha instalado en mí como una segunda piel, o tal vez una primera. La diferencia con Penny, la protagonista de Con rabia, es que ella transforma toda esa extrañeza e incomprensión en rabia. Aplaudo la rabia, es un motor, un aguijón, una especie de “hasta aquí hemos llegado”. Y rabia, mucha rabia, es la que transpira cada página de este libro, en el que una joven Penny se inflama y encoleriza ante un mundo y una vida que no termina de comprender, en el que no termina de encajar. Y nadie le explica nada. Hay que escuchar a la vida para que se te explique. 
¿Qué quiere hacer en la vida, señorita Penny? 
- Vivir consciente, ¡vivir sabiendo vivir!
Si Penny se hiciera un eneagrama sería un tipo cuatro (y aquí un guiño cariñoso, incluso amoroso, a todos los eneagrama cuatro): emocional, intensa, dramática, sensible… Se siente/sabe diferente  y busca la pertenencia con la misma constancia que incompetencia. A mí me resuena muchísimo. Con matices, claro, que para eso existen (los matices).

Mazzetti detalla con precisión escrupulosa la peliaguda y compleja etapa de la adolescencia dentro de un contexto infame como es una posguerra, en la que la protagonista ha perdido a su familia por segunda vez (primero a su familia biológica y posteriormente a su familia adoptiva). Y es que la vida es cruel, no nos engañemos. Vivir es extraordinario y único, pero la vida juega una partida demoniaca contra la que tienes que echar un pulso inagotable y grandioso si quieres vivir, vivir sabiendo vivir. Incluso vivir queriendo vivir. Tienes que jugar esa partida, no se puede, no se debe de evitar.
No tenía ninguna intención de ser sometida también en el pensamiento, aunque les hubiera concedido ya mi cuerpo.
Ay, esta declaración de intenciones en las que el reconocimiento previo conlleva asumir que ya has concedido tu cuerpo nos dice bien a las claras que en temas de reivindicaciones feministas hace mucho, demasiado, que el papel del cuerpo (femenino) tiene un papel significativo en cómo nos han (y nos hemos) cosificado.

Y es que parte de esa extrañeza que siente Penny tiene que ver con el hecho de ser mujer. Por ese feminismo innato que poseen algunas mujeres, como si lo llevaran en su genética, siendo consciente de que esa misma genética no nos ha aportado un manual para entender y descifrar este mundo tan insólito y chocante, que no hay explicaciones que se ajusten a una lógica, y es por eso por lo que Penny termina por llenarse de una terca y obstinada rabia, una furia que la desborda constantemente y que llega incluso hasta a cegarla.
Los largos silencios que me fascinan y a la vez me preocupan. El silencio puede hacer pedazos a una persona.
Comentaba al principio que este libro me provocó un bloqueo a la hora de comentar. Y es que ya ha llovido desde que lo leí hasta ahora, que lo comento. Y ha llovido mucho, por cierto. Con esa lluvia que limpia el barro, pero no de forma indolora, porque había barro muy incrustado y antiguo en mi epidermis. No lo ha limpiado, pero lo ha ablandado. La lluvia me ha dejado blanda, muy blanda.

Lo que me sucedió es que, aunque disfruté este libro escrito desde las entrañas y que combina drama humano con ironía, amargura y cinismo, sin embargo me mantuvo a una distancia que a veces rozaba la indiferencia. Una lectura que me gustó, pero desde un desapego inesperado. ¿Era yo? ¿era el libro?

El desapego tiene mucho que ver con esa rabia melodramática de la adolescencia de Penny, ese furor incontrolado y sin filtro, aunque con unos mimbres terriblemente honestos y necesarios, pero que me mantenía a una temperatura invernal. Fría. Porque la rabia descontrolada de Penny le impedía ver esas explicaciones que reclamaba, le impedía la reflexión y toda ella era impulso, impulso, acción, grito.

Pasado el tiempo, pasadas muchas lecturas, pasada una distancia con muchas cosas (que no son cosas), me doy cuenta que soy yo, claro, y no sé porqué me sorprendo, si al fin y al cabo mis lecturas son personales, desde la cutícula y desde las entrañas, y nunca han pretendido otra cosa ni he pretendido convencer a nadie ni subirme a ningún púlpito ni plataforma para hacer apología de buenas o malas lecturas y buenos o malos libros. Así que si un libro me gusta o no, me rasguña o me deja indiferente, lo disfruto o lo sufro o no… siempre tiene que ver conmigo, además de con el libro. Es mi forma de leer y de contarlo. Si pierdo eso me pierdo a mí y pierdo el blog.
Entre la indignación y la indiferencia elijo la indignación.
Siempre he pensado que esto de las distancias es algo curioso: en realidad es necesario alejarse, tomar distancia, perspectiva, para poder acercarse a algo o a alguien, para enfocar y ver con precisión. Es por ello que, de acuerdo con lo que pienso, hice lo que tenía que hacer: alejarme, enfocar, ver con nitidez. Y lo más difícil: aceptar lo que veía. Aceptar el lugar en el que estoy, el espacio que ocupo, la distancia a la que pertenezco, las afueras que soy. No tiene nada que ver con la resignación, sino con la aceptación, un paso previo a la transformación. En ello estoy.

Dicho lo anterior, que poco o nada o tal vez mucho tiene que ver con el libro, decido retomar este pequeño espacio con la imperiosa necesidad de volver a mi bitácora, al diario personal y de lecturas que es mi blog, porque ni he dejado de vivir, o sobrevivir, ni he dejado (ni mucho menos) de leer.

Con muchas dudas pues, porque las dudas también son necesarias y son pálpito, con los miedos de siempre y alguno nuevo, pero con la urgencia de hablar(me) a través de los libros, las ventanas de mi blog vuelven a abrirse para que entre la luz y el aire y los sonidos de la brisa, de los pájaros y del mar y la puerta… la puerta siempre ha estado abierta y yo dentro.

Necesitaba este alejamiento de redes sociales, como persona, pero también como lectora, para volver a comentar mis lecturas como siempre he hecho: como si nadie fuera a leerlo. Para mí, solo para mí.

27 comentarios:

  1. Hola Ana.
    Creo que ahí, tu última frase en negrita, reside el carisma de tus palabras, que nacen con el cometido de que tú misma te encuentres en ellas, y eso es atrayente para quien te lee, descubre el libro leyendo a la persona, esa autenticidad amplía la dimensión del libro.

    Había visto este título en el blog de Laura (U-topia), y ya me pareció muy interesante, a lo que se suma ahora tu personalísima visión, esa misma que tanto hemos echado de menos. La juventud y su rebeldía, como la de esta protagonista, es una fuerza vital poderosa, la pena es que en muchos casos se vaya debilitando con el pasar de los años.

    Es necesario alejarse y sanador reencontrarse. Seguimos en el camino.
    Un fuerte abrazo, querida Ana.

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    1. Querido Paco: En esas últimas palabras está, sobre todo, un recordatorio constante para mí misma, porque es muy fácil deslizarse a otros espacios dentro de este mundo... virtual.

      Este libro tiene para mí exceso de rabia, o más que exceso de rabia, exceso de adolescencia. No es tanto que esa poderosa fuerza vital se debilite con los años, sino (en el libro) que no se orienta hacia ningún lado. Es un grito al viento.

      Seguimos.

      Abrazo grande.

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  2. ¡Hola preciosa!

    Me había fijado en este libro en otro blog y lo anoté, pero no era una reseña tan precisa como la tuya, todo hay que decirlo, me ha gustado mucho lo que te he leído, así que anotado y subrayado.

    Besitos cielo.

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    1. Hay un libro anterior de Mazzetti, El cielo se cae, que cuenta la historia previa a esta. Yo no lo sabía y me la salté. No es imprescindible haberlo leído, pero para quien quiera ser escrupuloso con la cronología está bien saberlo ;)

      Un abrazo.

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  3. Bonita reseña, un poco del libro y un mucho de ti.
    Besos

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    1. Como siempre, aunque a veces sea también al revés: un mucho del libro y un poco de mí. Marca de la casa ;)

      Un abrazo

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  4. Te he echado de menos, Ana. Tus reseñas tan personales, hacen de tu blog un imprescindible para mí, precisamente porque comentas "como si nadie fuera a leerlo" y eso te da una libertad inmensa y hace tus reseñas únicas.
    Es cierto que los libros son distintos dependiendo de quien los lea. Siempre reivindico mi derecho a aportar mi propia interpretación, mi propia conclusión, mi propia imaginación y, por supuesto, mis sentimientos, mis alegrías o mis dolores. A veces me duelen tanto que los tengo que aparcar. Por todo ello, a pesar de que mis gustos son muy amplios (incluida la novela negra y policíaca), hay algo que siempre exijo y es que el autor me permita intervenir de alguna manera y poner mi parte en la lectura. Lo que jamás le perdono a un escritor es que me lo cierre todo de tal manera que no me dé opción a nada más que a leer y aceptar.
    Un beso.

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    1. Gracias, Rosa. Que sean tan personales me provoca muchos quebraderos de cabeza, por eso tengo que recordarme lo de escribir solo para mí.

      Un libro son muchos libros, tantos como lectores lean ese libro. Eso es algo que no conviene olvidar, porque además es parte de la grandeza de la literatura. En el fondo no hay libro malo si hay un lector, aunque solo sea uno, que disfrute de su lectura. Y cada uno tiene su forma de leer, y su momento lector. Ser lector es un recorrido largo, con muchas etapas. Saber en cuál estás ayuda mucho a elegir bien. Particularmente también prefiero una literatura con una base implícita, de propuestas, pero no de que me lo den masticado y explícito.

      Un abrazo.

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  5. Pues a mí este tipo de lecturas si me alejan y me hacen coger distancia no me gustan. La rabia es imprescindible sin pillar inocentes por medio, claro. La adolescencia es una de la etapas más complicadas y creo que decepcionantes y da para mucha literatura.
    No me la llevo pero me alegro de que hayas vuelto a compartir impresiones.
    Un abrazo

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    1. Prefiero también lecturas que me arrastran dentro de las páginas y no que me mantienen fuera. Aunque este libro a la mayoría de la gente le provocó exactamente eso, acercamiento. Pero bueno, los libros llegan a cada lector a su manera, no siempre todo es coincidencia. La rabia es necesaria, pero hay que dirigirla hacia algo, no digo hacia alguien, sino hacia algo productivo, algo eficiente.

      Gracias, Norah. Un abrazo.

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  6. Ole por tu forma de leer y por tu forma de contar! Y ole, ole y ole por tu regreso!!! Gracias por volver a a abrir tus puertas y dejarnos entrar! Ya se te echaba de menos, mucho de menos. Hoy me has dado una gran alegría!
    EL libro no me importaría leerlo. La rebeldía de la adolescencia, esos años difíciles... Suena tentador.
    Besotes!!!

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    1. Gracias, Margari. Las puertas de este blog siempre están abiertas y yo suelo estar por aquí, más en silencio o menos.
      Como comento, hay un libro anterior de Mazzetti en el que cuenta la historia de cómo perdió su familia.

      Un abrazo.

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  7. Re-bienvenida!! Qué alegria leerte. A veces hay que alejarse para ver las coses con cierta perspectiva.
    Un abrazo enorme. Y después de la lluvia: https://i.pinimg.com/originals/6f/57/ab/6f57ab8af7ac8f1d7f3a92344afbdf79.jpg

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    1. Regracias :) Ya sabes mi vocación (y necesidad) de Guadiana. Por cierto, aquí la lluvia sigue. Por una vez, estas tierras manchegas mantendrán los colores, las flores y el verde más allá de Mayo. Pero claro, si deja un ratito de llover lo mismo podemos ir al campo a disfrutarlo :D

      Un abrazo.

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  8. Qué bueno es volver a tener noticias tuyas, Ana! Y nada menos que con un título que viene rondando hace un tiempo en la blogosfera. Lo apunté desde las líneas de Utopía y espera su momento desde la última Feria del Libro local.
    Toda toma de distancia siempre aporta cosmovisión, y resulta necesaria cada tanto tiempo. Recuerdo lo que ha dicho J.R.R. Tolkien: 'No todo el que anda errante está perdido'.
    Bienvenida nuevamente, y bienvenido tu costado pasional!
    Un abrazo grande.

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    1. Gracias Marcelo! Ya estoy comentando que hay un libro anterior, también autobiográfico, de Mazzetti (El cielo se cae). No parece imprescindible leerlos ambos, pero si te ronda esta autora quizás no esté mal leerlos por orden.

      La distancia siempre amplía la mirada, no tengo duda. Y también lo decía Lispector: "perderse también es camino" ;)

      Abrazo grande.

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  9. Curioso, porque la frase de «Los largos silencios que me fascinan y a la vez me preocupan. El silencio puede hacer pedazos a una persona» y tu mención de la lluvia me han hecho acordarme de La vegetariana. Supongo que por el silencio de su protagonista y porque para mí ese libro es lluvia: feroz, luminosa y purificadora lluvia. Y me da sin embargo que las protagonistas de ambas novelas no tienen nada que ver.
    Siempre me quedo confusa y perpleja cuando un libro me gusta y sin embargo me mantengo a distancia, especialmente si está escrito con fuerza y de manera desgarrada como es el caso. Un poquito como tú, preguntándome si soy yo o es el libro el causante de esa barrera. Nunca por ello he sentido la necesidad de 'alejarme', sin embargo, aunque supongo que en tu caso hay más factores aparte de esta lectura. En cualquier caso, tomar distancia, airearse y enfocar viene bien de vez en cuando. Y aceptar, como bien dices, no es sinónimo de resignarse, sino un acto muy inteligente y práctico y necesario para seguir avanzando. De igual manera, el que tus pasos te traigan nuevamente aquí tampoco es equivalente a un retroceso sino un retomar lo que eres y tu manera de contarte pero más ligera de equipaje. Así que bienvenida a tu casa en la que siempre has estado a pesar de tu ausencia.
    Un abrazo

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    1. Es claro que no puedo estar más de acuerdo con esa frase. Y mira que yo soy de muchos silencios. Pero son los tiempos y los momentos en los que se producen esos silencios cuando pueden hacer daño y despedazar. Curioso la conexión que haces con La vegetariana, aunque como soy propensa también a hacer conexiones extrañas, te entiendo. No, en absoluto tienen nada que ver ambas protagonistas. Y sin duda me quedo con La vegetariana pero de largo.

      Esa confusión la padezco mucho últimamente, aunque tengo conciencia de que hay libros que son "buena literatura" y los valoro, pero no son libros que me dejen la sensación de volveré a ellos. Estuvieron por aquí, los leí, están bien... y hasta luego sin mirar atrás :) (algo así). El alejamiento era más de las redes sociales que de los libros, aunque por un tiempo ambos alejamientos se dieron de la mano, pero de los libros nunca me gusta irme.

      Resignarse es mucho más fácil que aceptar (cuando "aceptar" no es solo una palabra).

      Gracias, Lorena.

      Un abrazo.

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  10. Mil gracias por volver a contarnos Ana, no suelo leer otros blog, por eso he notado tanto tu ausencia. Aunque no lo pretendas, me convences, lo sabes expresar todo con un sentimiento que me atrapa. No conocía  el libro, anotado queda.

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    1. Gracias, Paquita. No temas (aunque tampoco sea nada que haya que temer), que ya sabes que desaparezco pero siempre vuelvo porque en realidad de mi blog nunca me voy. Y no, no lo pretendo, convencer a nadie. Despertar curiosidad por los libros y las lecturas, tal vez sí ;)

      Un abrazo grande.

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  11. Ana, qué alegría reencontrarte, casi todas las noches en mi momento de celular visitaba tu sitio con la esperanza ya desesperanza de escuchar de ti, y eso que en Argentina no consigo ni un cuarto de los libros que recomiendas, pero igual los anoto en mi lista ideal, y como tú dices van ensanchando mi vida. Una alegría inmensa saber por fin de ti y a la espera de que coincidamos en alguna lectura, de todos modos siempre es un placer leerte. Trata de leer Toda una vida de Robert Seethaler publicado por Salamandra. No te nos pierdas por tanto tiempo!!! Los lectores te necesitamis!!!

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    1. Gracias, Paula. La verdad es que siempre me provoca mucha desazón cuando comentáis que en los países sudamericanos no se encuentran algunos libros... Aunque creo que eso poco a poco irá mejorando, pero también es verdad que a veces comento libros de editoriales que quizás no tengan tanta difusión por allá :( Todo se andará ;)

      Me anoto el libro que me comentas, muchas gracias.

      Un abrazo.

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  12. Hola Ana.
    Me pasó y me pasa, que no encuentro la manera de mostrar lo que leo, y a escribirlo, y lo tiro, tengo más reseñas en la basura que escritas, tengo más libros inolvidables en mi cabeza que en texto, pero nunca puedes enseñar lo que te ha dado, a fin de cuentas , como dices al final, los libros son para ti, para tu estómago o tu corazón o tu cerebro, solo tuyos, que...luego quieras pintarlos con palabras, es maravilloso , a mí me encanta, pero si pierdes, como dices, la perspectiva de eso de que es tu lectura y tus ganas y ..., te conviertes en un lector para publicar o un publicador que colecciona reseñas, -me ha pasado- y eso no es mi manera de ver el mundo, no lo es, y por eso he parado años enteros, casi lustro enteros, hasta que aprendí, que escribo para mi, leo para mí, y si a alguien le gusta o le aprovecha encantado estaré, pero también si nadie me lee.
    En tu caso me alegro que sigas mostrando tus estómagos, cerebros y corazones..
    cuídate Ana, encantado de verte de nuevo

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    1. Wineruda, mi papelera, la virtual y la real está más llena de mí que todo lo que deje por aquí. Esto ha sido así desde siempre. De hecho el blog es la única manera que he encontrado de conservar "algo". Por mi forma de leer es difícil poder contar las sensaciones y apenas consigo poner palabras, quedo en la superficie, pero a mí me vale para recordar las sensaciones. No perder de vista qué sentido tiene para mí el blog y dejar mis sensaciones lectoras es una batalla que tengo conmigo misma de cuando en cuando, no perder el norte ni olvidar la brújula.

      Un abrazo muy largo, Wineruda.

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  13. hola! que placer leerte y saber de ti y tus lecturas, nos encanta los trozos de alma que dejas en tus reseñas, los que se muestran y los que se dejan entrever para los que saben mirar, y, ojo! que dos pares de ojos de buhas ven mucho, bienvenida!! abrazosbuhos

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En este blog NO se hacen críticas literarias ni mucho menos reseñas. Cuento y me cuento a partir de lo que leo. Soy una lectora subjetiva. Mi opinión no convierte un libro en buen o mal libro, únicamente en un libro que me ha gustado o no. Gracias por comentar o, simplemente, leer