martes, 11 de junio de 2019

Siete cuentos morales (J.M. Coetzee)


La invisibilidad no es una cualidad del objeto. Es una capacidad o incapacidad del observador

Dicen de este libro que es ficción didáctica, y yo me pregunto si hay ficción que no lo sea, aunque no lo pretenda. Así que hablamos más bien de la intención, en este caso claramente didáctica. Coetzee quiere decirnos algo y utiliza para ello siete cuentos morales. Que cada cual lo interprete como quiera, lo que está claro es que Coetzee nos coloca, deliberadamente, frente a nosotros mismos con la evidente intención de que detectemos nuestras pequeñas (o grandes) inmoralidades.

Pueden ser o no siete cuentos, en verdad cada capítulo, o cada cuento, funciona como pieza única, pero todo el sentido viene dado por el conjunto de ellos.

Coetzee retoma a Elizabeth Costello, su alter ego, ya anciana, para hablarnos de la vejez, el maltrato animal, la soledad, la familia, la existencia, la muerte, los miedos, la infidelidad, la vanidad… de tantas cosas.
La ancianidad se nos plantea como una crisis moral ¿cómo vivir con todo lo que se sabe? ¿es el mundo realmente tan feo y duro que solo es visto por unos pocos o es un error pensar así? ¿cómo dejar que muera todo el conocimiento que Elizabeth Costello posee?
No morimos cuando morimos, sino cuando ya no hay nadie vivo que nos recuerde. “Siete cuentos morales” es la lucha de Elizabeth Costello por no morir una vez que se muera, es su lucha contra el miedo al olvido. Y para ello nos dará siete latigazos, sin concesiones, sin tiritas ni apósitos. Porque cuando la herida late en carne viva, no existe el olvido.
No ver algo no significa que no exista, sino que tal vez no estemos mirando bien, que el observador está invisibilizando algo o a alguien. Y Coetzee es una buena lente para corregir cualquier tipo de distorsión visual y ayudarnos a enfocar...

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