Traductora: Paula Kuffer
Páginas: 208
Publicación: 1962 (2012)
Editorial: Minúscula
Sinopsis: Merricat, la protagonista de Siempre hemos vivido en el castillo, lleva una vida solitaria en una gran casa apartada del pueblo. Allí pasa las horas recluida con su bella hermana mayor y su anciano tío Julian, que va en silla de ruedas y escribe y reescribe sus memorias. La buena cocina, la jardinería y el gato Jonas concentran la atención de las jóvenes. En el hogar de los Blackwood los días discurrirían apacibles si no fuera porque algo ocurrió, allí mismo, en el comedor, seis años atrás.
Me llamo Mary Katherine Blackwood. Tengo dieciocho años y vivo con mi hermana Constance. A menudo pienso que con un poco de suerte podría haber sido una mujer lobo, porque mis dedos medio y anular son igual de largos, pero he tenido que contentarme con lo que soy. No me gusta lavarme, ni los perros, ni el ruido. Me gusta mi hermana Constance, y Ricardo Plantagenet, y la Amanita phalloides, la oronja mortal. El resto de mi familia ha muerto.
Sin duda, el inicio de Siempre hemos vivido en el castillo es uno de los más espectaculares que conozco. Y cuando terminas su lectura, más conciencia tomas de este primer párrafo. Como si todo el libro estuviera contenido ahí. Que lo está. Ese primer párrafo en sí mismo es todo un microrrelato, a la altura del tan conocido de Augusto Monterroso (Cuando despertó, el dinosaurio todavía seguía allí)
Y Mary Katherine Blackwood, Merricat, es uno de esos personajes literarios que no se van a olvidar fácilmente, si es que se olvidan. Y si algo hace de forma magistral Shirley Jackson es construir la psicología de sus personajes. Personajes peculiares. Son varios los que aparecen en este libro, pero la palma se la llevan los tres habitantes del “castillo”: Merricat, Constance y el tío Julian. Quizás podríamos incluir también al gato Jonas.
Nunca fuimos una familia muy dada a la agitación ni al movimiento.
Contextualizo sin spoiler. Tenemos a los personajes antes mencionados viviendo un aparentemente voluntario encierro, aislados del resto de habitantes del pueblo. Pero tal encierro no implica, aparentemente, una claustrofobia oscura. Al contrario, todo parece bastante idílico y luminoso, como un cuento feliz. Poco a poco, gracias al tío Julian, iremos conociendo las razones de tal encierro.
Los días transcurren con placidez casi bucólica, como si vivieran en un edén. El espacio de seguridad está definido y transcurre en un terreno establecido, claramente delimitado. Cada día tiene su quehacer, cada quehacer tiene su día. Se respira paz, amor y armonía dentro de la casa (hogar, nido). Pero los paraísos no existen, lo sabemos. Así que Shirley Jackson hace lo más grande: sin decirlo, sin explicitarlo, algo en el ambiente nos hace zozobrar, la inquietud empieza a ser un estado permanente.
Deseé que estuvieran todos muertos, tirados por el suelo.
Shirley Jackson no da puntada sin hilo, y de eso nos daremos cuenta al terminar la lectura. Sutil pero espléndida, va dejando miguitas que nos llevaran a visualizar la imagen completa, ese paisaje complejo, enrevesado y perverso que transcurre dentro de las cuatro paredes del “castillo”. O, más exactamente, en la enmarañada y a la vez atractiva imaginación de Merricat.
Siempre hemos vivido en el castillo tiene la apariencia de una historia sencilla, gracias a la inteligente construcción narrativa de Shirley Jackson, pero la profunda y compleja psicología que contiene es realmente abrumadora y asombrosa.
No puedo evitarlo cuando veo que la gente está asustada; siempre me entran ganas de asustarla aún más.
Uno de los aciertos memorables de este libro es cómo Shirley Jackson dosifica esa información. Cómo juega con el lector, con una malicia propia de la misma Merricat. La autora no sólo mide la información y la reparte con una inteligencia tan ingrávida como eficaz, sino que también juega con lo que es relevante y lo que no. El hecho más relevante, la razón por la que estas personas están viviendo recluidos, lo acontecido seis años antes del momento que se nos narra, siendo un hecho clave, permanece en el pasado, aunque se respira en cada página. Pero es irrelevante. Lo es. Lo que suceda a partir de que cierras el libro con los personajes, también es secundario. Lo esencial es lo que hay dentro de las 208 páginas. Todo está ahí.
Hoy va a venir mi caballo alado y te voy a llevar a la Luna y allí comeremos pétalos de rosa.
Merricat, Merricat… Cómo no dejarse seducir por ella, por su cándida inocencia, por su magia simpática, por su imaginación protectora y fértil, por su amor inocente y blanco… Turbadora y fascinante Merricat. Cómo se burla de nosotros, porque no sabemos, pero ella sabe, se sabe.
Inteligente Merricat, sabe cómo cuidar de las personas, cómo protegerlas. Sabe que es necesario que nada cambie, que nadie ni nada desestabilice la zona de confort, el espacio confiable y sólido creado, el fortín protector, el mundo inventado, la realidad diseñada por y para ella. Desconfía de los adultos y de los habitantes de un pueblo que no miran con buenos ojos a su familia, y Merricat construye una campana de cristal en torno a sus seres queridos, una campana protectora, a la que llena de rutinas amorosas, disfraza de magia amable y reviste de pequeños gestos que rozan la brujería, pero una brujería agradable, simpática, original, creativa, entrañable incluso.
Me di cuenta que era la tercera vez que se tocaba el tema en un mismo día, y tres veces lo convierten en una realidad.
Para Merricat la única realidad es la suya. Los únicos mundos posibles son los suyos. La única tierra que existe es su Luna, esa Luna donde no existen los fantasmas pero sí caballos alados que bailan. Las únicas reglas que existen son las suyas, las únicas normas también las suyas.
La locura de Merricat es una locura tan bella que da miedo, su perversidad está tan endiabladamente revestida de encanto que resulta terrorífico. Y ese es un mérito enorme de Shirley Jackson: nos hace dudar, retuerce nuestro juicio. ¿Dónde está el bien¿ ¿dónde está el mal? ¿pueden convivir ambos, extremados, en la misma persona? ¿La perversidad en un ser inocente o la inocencia en un ser perverso? Pueden, vaya si pueden…
Constance, suave, amable, bondadosa… sometida al poder y la posesión de su hermana Merricat, anulada su personalidad y voluntad, un títere en manos de Merricat (Merricat, tontuela).
Siempre hemos vivido en el castillo es un libro retorcido, pero tan espantosamente probable…
Decidí escoger tres palabras poderosas, tres palabras que me protegieran; mientras esas grandes palabras no se pronunciaran en voz alta no se produciría ningún cambio.
(He escogido mis tres palabras, poderosas, para que haya cambios, para que me protejan del mal. ¿Has escogido tú las tuyas?)
como merricat también tengo tres (o más ) palabras mágicas que van cambiando cuando dejan de tener efecto (si te las digo dejan de funcionar .Tengo que reconocer que merricat se quedó con mi alma ,tal cual si yo hubiese sido otra constance preparando galletas de jengibre para comerlas al sol .pero como no querer a una niña que vive en la luna ,no en la de valencia ,su mejor amigo es un gato y cuida como nadie de su castillo ? Y me pregunto que habrá sido de ella y de constance ...
ResponderEliminarMerricat es una encantadora de serpientes... Y, como tal, fascinante. Hay que dejarse fascinar por ella midiendo mucho y bien la distancia que hay que interponer para no caer en su embrujo ;)
EliminarUn abrazo
Me gusta eso de encantadora de serpientes, un poco a al flautista de Hamelin, con su melodia se los llevaba todos al castillo.
EliminarAunque por una vez, y solo una vez ,le daremos las gracias a merricat por todo lo que ha empezado de este libro 🤗😘
Castillo, niña, gato ¿Cómo no me voy a sentir atraída? He de leerlo, vaya que si he de leerlo...😏
ResponderEliminarBesukis carinyet 💋💋💋
No te arrepentirás ;)
EliminarUn abrazo
Pues otra novela que pasa a engrosar mi ya muy gruesa lista de pendientes. me atrae mucho todo lo que cuentas y las citas que destacas del libro.
ResponderEliminarEso de "un libro retorcido, pero tan espantosamente probable…" me gusta mucho. No hay nada más aterrador que leer sobre cosas que nos parecen espantosas mientras nos damos cuenta de que a cualquiera podrían sucederle.
Un beso.
Rosa, creo que disfrutarás mucho de esta lectura. Lo de disfrutar es por lo literario, porque es de esos disfrutes inquietantes, por lo que cuenta y cómo. Qué cabecita la de Shirley Jackson...
EliminarUn abrazo
Tras leer la novela, cuya recomendación te agradezco, me da mucho miedo escoger mis tres palabras poderosas porque es muy difícil dar con alguna que nadie vaya a pronunciar, y mucho menos con tres. Mira todo lo que les pasó porque el tío Julian mencionó melodía, una de las tres palabras poderosas de Merricat.
EliminarUna maravilla de historia.
Antes de llegar a la parte de "retorcido" y de "espantosamente probable", me estaba relamiendo por la buena pinta que tenía la historia que contabas. Perooooo... ay, es que esto último me tira muy para atrás. No sé, me lo pienso. Abrazos.
ResponderEliminarEs retorcido pero brillante, Marisa. Es un libro muy pero que muy bueno. Lo de retorcido es su atractivo, que conste ;)
EliminarUn abrazo
Hola, Ana:
ResponderEliminarHe leído un par de libros de la autora y se me atragantaron un poquito. He visto siempre comentar lo inolvidable que es Merricat, por lo que posiblemente acabe leyendo este también, pero será en un tiempo, de momento todavía estoy digiriendo el último, "El reloj de sol".
Besos.
Pues yo he puesto en la cola ya el otro libro de esta editorial "Déjame que te cuente", porque me ha encantado la forma de contar de Shirley Jackson.
EliminarUn abrazo
Estoy ya embrujada por Merricat antes de conocerla, esa brujita encantadora que se ve tentada a asustar aún más a las personas asustadas. Tentada estoy yo con este libro que apunto subrayado en mi lista de pendientes. No me puedo resistir a una historia que barrunto será deliciosamente perversa.
ResponderEliminarUn abrazo
Lorena... hablaremos de Merricat seguro, porque tendrás que hablar de ella. No te digo más y te lo digo todo.
EliminarUn abrazo
Qué atrezo más bonito has hecho con esa composición vegetal y el libro, una armonía cromática muy seductora.
ResponderEliminarSi ves las imágenes de Shirley Jackson... algo te dice que tras ese semblante discreto se esconde una vida convulsa, y parece que es así en esta escritora, (madre de cuatro hijos, uff).
Tú lo has dicho muy bien, en referencia a su libro, y yo lo añado a su vida... "espantosamente probable".
Una autora por descubrir.
Un abrazo, Ana ;)
:) Sí, me gusta hacer composiciones con los libros, aunque el margen que tengo para recrearlas es complicado.
EliminarOye, sí, que había visto fotos de Shirley Jackson y tiene un "noséqué" inquietante... Voy a leer por ahí sus cuentos, que intuyo irán en la línea de este Siempre hemos vivido en el castillo, aunque de momento la dejaré reposar un tiempo.
Un abrazo, Paco
¿Tres palabras? Para que cambie todo se me ocurren las tres, pero también para que no cambie nada. Hay días que oscilo entre unas y otras (soy géminis).
ResponderEliminarMe gustan esas novelas que encubren realidades que se van descubriendo de manera dosificada. Dos hermanas dependientes, me recuerda a la novela de Adón (igual no tiene nada que ver).
Me gusta mucho cómo lo explicas.
Abrazos.
No te voy a preguntar por las tres palabras, aunque soy de natural inquieta :) Más que nada por lo de que cambie todo pero también para que nada cambie (con lo que me gustan a mí las contradicciones, ya sabes). Y no soy géminis.
EliminarTienes buen ojo: es un libro muy, pero que muy Adón. De hecho a ella le encantó. Son del mismo universo.
Un abrazo
Me gustó mucho este libro. Esa sensación de aquí está pasando algo pero que no se ve ni se oye, se siente y que hay un secreto. Me gustaron mucho también los personajes y por supuesto la atmósfera de intriga, como de inquietud todo el rato. Lo que menos me gustó es que se acabara tan pronto, podía haber seguido contándonos muchas más cosas.
ResponderEliminarUn abrazo
Claro, esa forma de contar, sin tener que explicitar, basta con sugerir, con ir creando un ambiente, un mundo, y que te empieces a revolver en el asiento. Creo que está bien medido, cómo empieza, cómo termina. Incluso al final podría haber terminado antes, fíjate lo que te digo, si bien es verdad que se te hace corto y cuesta salir del mundo creado por Jackson.
EliminarUn abrazo.
Al inicio parecía que hablabas sobre una novela gótica: tiene todo lo que busco: castillo, encierro, seres extraños, ricos, pero luego he pensado (yo que soy un clásico en esto de lo gótico:))que parece faltar ese tono casi lúgubre que adivinamos en ellas, pero luego he vuelto a pensar :), que hay un mundo gótico más allá del siglo XIX;), y como me gusta mucho ese tipo de literatura(esos ambientes) (al menos ahora) la buscaré..
ResponderEliminargracias ANa
un abrazo
Jaaajajajja, me ha hecho gracia "ver" tu va y viene mental sobre lo gótico de este libro... Creo que lo mejor es que lo leas y juzgues por ti mismo. Tengo la sensación de que disfrutarás de esta lectura, que admirarás (bueno, lo de admirar es personal, digamos que valorarás positivamente, reconocerás el mérito) cómo Jackson construye a historia y lo que cuenta.
EliminarUn abrazo.