Traductor: Ana Mata Buil
Páginas: 536
Publicación: 2014 (2017)
Editorial: Lumen
Sinopsis: Hay semanas que resumen una vida entera y nos cuentan de nosotros más de lo que querríamos saber. Un mal secreto arranca un lunes cualquiera, mientras Mary Rose MacKinnon está sentada en la mesa del desayuno de su casa, y acabará en domingo, pero en estos siete días el caos del día a día y los recuerdos de infancia se irán trenzando para dar la imagen de un mundo donde caben la comedia y el drama. Bien mirado, Mary Rose algo de responsabilidad tiene en todo eso; es ella quien ha decidido dejar de lado su carrera para dedicarse a sus hijos, Maggie y Matthew, dos criaturas que tendrá que cuidar sola mientras su compañera Hilary está de viaje por trabajo. En general, todo parece dispuesto para lo mejor, pero hay detalles que duelen: ¿nadie se ha fijado en la abolladura de la nevera?, ¿cómo es posible que Maggie aparezca de repente con unas tijeras en la mano?, ¿dónde está el maldito mando del coche...?
No preguntes por quién parpadea el cursor…
Estoy tan removida por tantas cosas (que no son “cosas”) que se me hace difícil comentar esta lectura. Pero tengo una cita ineludible con mi yo del futuro, que acudirá aquí algún día a recordar cómo ha (he) llegado a dónde sea que esté. Manos a la obra, pues.
Los malos tiempos terminaron de forma abrupta y todos siguieron adelante como si no hubiese ocurrido nada; pasaron página. Sin embargo, desde hace un tiempo se pregunta si lo que hicieron fue quemar el libro.
Este libro llegó a mí de forma inesperada, y sin saber muy bien con qué me iba a encontrar. Las lecturas siguen entrelazándose entre sí de una forma que se me empieza a escapar de las manos, como quien encuentra señales por todos los lados. Sé qué me quieren decir. Lo que no sé es por qué tanta insistencia.
Siete días. Siete días en la vida de Mary Rose. Días normales, cotidianos. Tan sólo en apariencia. Porque los días no transcurren en el vacío de las rutinas. Los pensamientos nos asaltan constantemente, detalles insignificantes pueden desencadenar tempestades emocionales. Y todo transcurre dentro de nosotros. Y, así, en esos siete días Mary Rose intenta desentrañar su propia historia.
Es imposible saber qué palabras nos van a desmoronar.
Otra vez el apego feroz: relación madre-hija, la maternidad encima de la mesa. La familia. La familia de la que vienes y la que has creado tú misma. La mochila en la espalda llena de piedras y que a cada paso parece hacerse más pesada hasta el punto en el que mover un pie y luego otro parece una tarea descomunal que nos produce una inmensa fatiga.
¿Hay alguna familia que no guarde dentro de sí un secreto, tal vez varios? Mary Rose intenta trepar en sus recuerdos hasta encontrar uno en concreto. Sabe que está. Pero no lo recuerda. Y sus padres ya son mayores, su memoria es frágil, juguetona, incluso cruel. No pueden devolverle ese recuerdo que se le escapa de las manos. El microcosmos familiar, ese universo lleno de enredos, nudos, recuerdos… y olvidos.
¿Cómo te cuentas algo que ya sabes? Si has logrado evitar algo con éxito ¿cómo sabes que lo has evitado? Hay minas antipersona hechas de rabia, restos de alguna guerra olvidada, y puedes pisar alguna por casualidad. Hoyos de depresión repentinos, de los que sales a cuatro patas. […] Trincheras desdibujadas por la maleza, pero visibles desde el espacio, cinturones verdes, cicatrices que cuentan una historia. Aprietas.
¿Y qué sucede cuando el odio y la rabia no pueden ser, no pueden suceder? La madre de Mary Rose, maltratadora psicológica e incluso física de sus hijos, es ya, con una edad avanzada, una persona desmemoriada, extrovertida e incluso divertida. Complicado dirigir el rencor a una madre a quien la ancianidad la convierte en una niña pequeña, vulnerable, desesperante… y casi que hasta tierna.
Cada día de los siete, Mary Rose se construye, se devasta y se vuelve a reconstruir. Y, con ella, el recuerdo de su familia, especialmente de su madre, maltratadora sí, pero… ¿tal vez también maltratada?
Víctima de una víctima…[…] ¿Es eso lo que se esconde detrás de un trauma?
(Esta cita es brutal)
Dolly, la madre de Mary Rose, padeció ese lado oscuro de la maternidad: abortos, hijos muertos, depresión posparto ¿Cómo enfrentarse a la maternidad?, ¿qué manual, dónde está cuando ser madre te deshace en mil esquirlas? Pero la maternidad de Mary Rose no es menos mezquina en su día a día, la angustia, la ansiedad, el miedo, la paciencia a punto de quebrarse… ¿Qué pasa, y porqué, cuando la maternidad te debilita?
¿Cómo se cura el tiempo?
Y luego está el dolor, el físico, real o recordado, el dolor del alma materializándose en el cuerpo, los huesos… El estrés del día a día con dos niños pequeños que te desbordan, un hermano del que (pre)ocuparse, una madre desmemoriada y disparatada que tal vez tenga signos de que la edad va a pasarle factura, un padre al que siempre has adorado pero no eres capaz de comunicarte con él, una rabia acumulada que no sabes dónde dirigir… En algún momento, quizás a lo largo de siete días, intentas poner orden a todo eso, encontrar el equilibrio, el aire para respirar, la grieta por la que entre la luz. ¿Dónde carajo está la luz?
No es Mary Rose un personaje con el que te sientas cómoda. Ella misma es consciente de lo difícil que es ser su amiga. Pero el mérito de Ann-Marie MacDonald está en que no necesita que empatices con la protagonista, ni siquiera las más de 500 páginas son un inconveniente cuando el manejo de los personajes, de la historia, de los diálogos, el uso nada truculento del lenguaje, hace que avances reconociendo lo que te está contando. No desgarra, pero eres consciente de es una historia sólida, bien contada y con ingredientes que identificas y reconoces: el entramado de las familias, cómo nos convertimos en lo que no queríamos, las relaciones de pareja, las materno-filiales, los secretos, lo que callamos y nos callan, el barro que vamos acumulando en los pies, la indefensión…
El amor es ciego. El perdón es tuerto.
Aunque pueda parecerlo, no hay exceso de drama, no más allá de esos microdramas (macrodramas) cotidianos y reales. No hay regodeo en ello. Pese a tanto acontecimiento turbulento en la vida de Mary Rose y su familia, hay cierto poso de esperanza, de conseguir avanzar.
No es un libro que vaya a dejarme un recuerdo imborrable, pero ha sido una lectura equilibrada, respetuosa, reflexiva y muy interesante. Está bien escrito, no carece de humor, no agrede aunque tampoco abraza. Me ha aportado mucho, en verdad.
Justo después de terminarlo, supe que era un libro que tenía mucho de autobiográfico y entonces entendí mejor muchas cosas, la siguiente cita entre otras:
El miedo, el miedo, el miedo...- No tiene que ser perfecto. Basta con que sea sincero.
- Escribo obras de ficción.
- La ficción no es incompatible con la sinceridad.
El odio no es incompatible con el amor.
- No puedo
El miedo sí.
El miedo es incompatible con tantas cosas.
Esta vez no me lo llevo. Aunque es de agradecer que no cargue las tintas con el dramón para conmover al lector, el tema no me gusta para lectura de ficción.
ResponderEliminarAbrazos
La vida ya tiene bastante tinta como para añadirle más. Como por libros no va a ser, que descartes lecturas es lo más sano para esos apremios lectores que tenemos ;)
EliminarUn abrazo
Ufff... creo que este libro me podría gustar mucho. Siento mucha curiosidad por asomarme a sus páginas. Besos
ResponderEliminarSon muchas páginas :) pero lo cierto es que se lee con bastante fluidez.
EliminarUn abrazo
¡Hola cielo!
ResponderEliminarEstá cargada de intensidad, de cartas boca arriba, de cajones abiertos, de choques frontales...estoy segura que me gustaría mucho. Es un tema apasionante a la par que catártico, al menos eso me parece tras leerte.
Me lo llevo, que sea lo que dios quiera con la dichosa lista de pendientes.
Un besito.
Sí, sí, es que últimamente me ha dado por lecturas intensitas :) El tema este de las relaciones familiares, como que a todos nos toca un poco ¿verdad?
EliminarÁnimo con la lista (mala época ahora para disminuirla)
Un abrazo
Creo que me podría gustar, pero ahora mismo entre tanto pendiente... Por ahora va a esperar.
ResponderEliminarBesotes!!!
Es que en esta época, con tantas novedades, hay que ponerse firmes con qué libros añadimos a la lista porque sino se nos desborda. Yo de momento aguanto el embiste, ya veremos si me mantengo :)
EliminarUn abrazo
Me quedo con lo último que has dicho: el miedo es incompatible con tantas cosas. ¡Cuánta verdad!
ResponderEliminarNo conocía el libro pero se ve que te ha encantado. Me alegro de que llegara a ti de esa manera tan inesperada.
Besos!
El miedo, los miedos, nos atan tanto... El libro me ha gustado, no una cosa espectacular, pero sí bastante convincente.
EliminarUn abrazo
Ya sabes que las historias familiares y, sobre todo las que cuentan relaciones entre madres e hijas son mi debilidad y esta tiene pinta de ser muy especial. Las citas son brutales, no solo la que así calificas, sino la mayoría. Necesito saber lo que se esconde detrás, a lo largo de todo el libro. Apuntado queda.
ResponderEliminarUn beso.
También son mi debilidad (aunque yo tengo muchas debilidades) Es un buen libro, no a nivel de joya, pero sí muy sólido y sugerente. Ya contarás.
EliminarUn abrazo
Me parece una lectura muy interesante,me la llevo.
ResponderEliminarBesos
Espero que te guste!
EliminarUn abrazo
Bueno...tu reseña magnifica..a mi me costó..no se si por la niña tan hioeractiva ( al menos asi nos la plantea la madre) o por la madre tan obsesionada con dar la talla, que se supone que a ella le exigio su propia madre...acabe un poco agobiada con las tijeras..o lo que quiera que pillase la niña..mientras la madre divagaba...sea que crie a tres mientras estudiaba mi carrera..y nunca me pillaron unas tijeras..para hacerse daño...para pelarse unos a otros si¡
ResponderEliminarLa niña es niña, como tantos otros niños, necesita actividad, moverse, descubrir. Pero sí es cierto que la madre se sentía autoexigida, esa mochila maternal parece inevitable muchas veces, como no hay manuales...
EliminarUn abrazo
Interesante lo de ponerse en el papel del maltratador, en este caso maltratadora, e interesantes tantos otros temas que trata esta novela. Los claroscuros de las familias son un filón para la literatura. Puedo que no sea una lectura que te deje un recuerdo imborrable pero ha hecho que te marques un pedazo de reseña. Así es difícil decirle que no al libro.
ResponderEliminarAy, los miedos. Incompatibles con tantas cosas...
Un abrazo
Cuando buceas en tus propios traumas, buscas causas, razones, comprender, es necesario que la empatia esté activa. Es la única forma de que las piezas encajen. En este caso no es tanto ponerse en la piel de quién presionó y forjó un daño de esos que parecen irreparables, sino tratar de entender. Alguna vez comenté: ¿de dónde viene el mal?... del mal. Alguien que daña muchas veces es alguien dañado.
EliminarLos miedos... qué yuyu, qué ganas de espantarlos.
Un abrazo
¡Qué triste que la maternidad sea un problema y que produzca tanta desgracia! Verdaderamente es un punto de vista muy interesante, pero no me resulta nada agradable. Pero, como siempre, aprendo un montón con tus reseñas. Gracias Ana.
ResponderEliminarLa maternidad no es un tema fácil. Por responsabilidad y casi que por historia. Las mujeres han tenido que ser madres perfectas, no hay manuales, solo exigencias. Pero está claro que los vínculos madres-hijos de alguna forma ha generado y genera más ficción (y realidad) que las relaciones padres-hijos.
EliminarUn abrazo (y gracias a ti)
Uno de los pocos títulos que al visitar tu casa no despiertan mi interés. No obstante, tengo apuntado 'Apegos feroces', a la espera de su arribo.
ResponderEliminarUn gran abrazo, Ana.
Yo soy muy de empatizar con los protagonistas, lo necesito, sino el libro se me diluye y acabo dejándolo. Lo que dices de que es complicado hacerlo me echa para atrás, así que creo que no me lo apunto. Besos.
ResponderEliminarhola! captaste toda nuestra atencion, libro intenso, que nos llevamos a compartir y tratar de conseguirlo,gracias! saludosbuhos.
ResponderEliminarToc-toc... Hace tiempo que no nos cuentas lo que lees..
ResponderEliminarAbraçada.
Pero no dejo de leer... 😊 Ando desconectada de redes pero pronto volveré, muy pronto.
EliminarAbraçada!
Hombre, que sorpresa!! Me tenías preocupada. A seguir leyendo, ya nos contarás 🤗😘
ResponderEliminarGracias por (pre)ocuparte. Volveré sutilmente customizada, eso sí (con red) 😉😘
EliminarUn abrazo
Un fuerte abrazo, Ana. Cuídate, sabes que te espero :)
ResponderEliminarPero qué intuitivos todos... Ya estoy volviendo, Paco. Yo también te espero.
EliminarUn abrazo muy fuerte!
A quien no le llega la hora de hacer recuento y descubrir el alma de tus padres y el secreto que esconden, después de leerte me lo apunto y salgo corriendo a comprarlo. Por que sí, ahora creo es mi momento, es la hora de reflexionar ¿que secreto guardara mi pasado?
ResponderEliminarAbrazos, me encanta tu blog
Abrazos guapa me encanta tu blog