martes, 7 de agosto de 2018

Cuando éramos hermanas (Sheila Kohler)

Título original: Once we were sisters
Traductor: Mariano Antolín Rato
Páginas: 232
Publicación: 2017 
Editorial: Alba
Sinopsis: Cuando éramos hermanas es la historia de Maxine y Sheila Kohler. Mientras crecen en la sociedad elegante y a la vez sofocante de la Sudáfrica de los años 50, ambas esperan tener unas vidas esplendorosas. Maxine va a cumplir 40 años, cuando su marido, un cirujano brillante y respetado, conduce su coche, se sale de la carretera y la mata. La historia está contada en primera persona por su hermana. Una historia verídica que se lee como una novela. Un peculiar y terrible caso de violencia machista. 

Hay historias misteriosas que no cuentan del todo sino que ocultan cuidadosamente de ellas tanto como revelan.
Sheila Kohler escribe Cuando éramos hermanas para vengar la muerte de su hermana. Así lo expresa en varias ocasiones. Sin embargo, la sensación final, al menos la mía, es que escribe esta historia para explicarse a sí misma, para tratar de entender, para plantear infinitas preguntas para las que no siempre tiene respuestas.

Es un libro más complejo de lo que parece y que contiene muchas claves que explican la violencia de género y los hilos invisibles que hay detrás de los silencios que rodean dicha violencia. Y aunque el contexto es muy concreto: la Sudáfrica de los años 50, la época del Apartheid, en una sociedad machista, racista, violenta… sin embargo, el tiempo parece detenido en cuanto a las piezas que forman la piedra angular de lo que hay por debajo de la violencia de género también en la actualidad.
El aspecto es lo más importante; es lo que les ha permitido progresar: la ropa, el tipo, la cara.
Sobre todo, madre duerme.
Y bebe
 
El contexto social, político e histórico es importante, pero (¡ay!) el contexto familiar no lo es menos. Maxine y Sheila Kohler nacen en el seno de una familia blanca, acomodada, y con un peculiar desapego afectivo. No entre las hermanas, al menos cuando eran niñas porque, como todos los niños, nacen y (durante un tiempo) crecen ignorantes y libres. El afecto que no encuentran en sus padres (padre ausente, madre adicta al alcohol y las drogas y más centrada en sus hermanas que en sus hijas) se lo prodigan entre ellas. También muestran un gran apego a la cultura y a los libros.
Con facilidad, mucha facilidad, jóvenes, sanas y fértiles, mi hermana y yo quedamos embarazadas. Nuestros maridos parece que nos prefieren embarazadas. La píldora todavía es controvertida, el ginecólogo de Maxine no la recomienda. Produce varices, dice.
Con los mimbres emocionales que han ido construyendo, en una época, lugar y sociedad claramente misógina, toman decisiones. Su acomodada situación no les libra de las decisiones equivocadas, de los silencios, del miedo, de las injusticias. El dinero no da libertad ni mucho menos lucidez.

Aunque Sheila Kohler critica las normas sociales, racistas y machistas, en las que se educó, no pudo evitar que su vida estuviera marcada por esas propias normas. Al fin y al cabo, ella también calló. Calló cuando su marido le fue infiel. Calló cuando supo que su hermana era víctima de la violencia machista de su marido. Y porque calló, utiliza la única herramienta que siente que es realmente suya para terminar con el silencio: la escritura.
Estamos separadas por el tiempo y por grandes distancias, pero sobre todo por nuestras propias y a menudo secretas preocupaciones.
Nuestras propias preocupaciones nos alejan de las preocupaciones de quienes amamos. El dolor es egoísta. Vale. Es así. Tampoco es malo ser egoísta, a veces es necesario. Pero hay límites para ese egoísmo. Un territorio invisible pero necesario en el que es ineludible dejar de mirar nuestros ombligos, alzar la voz, no consentir. 

En un momento dado Sheila se pregunta qué es lo que les ata a esos hombres (sus maridos) que tanto daño les hacen. No hay una respuesta explícita, pero sí está claramente expuesta y sobreentendida a lo largo de la narración. Los motivos de los silencios, las relaciones materno-filiales (Sheila aconseja a su hermana que vuelva con -por- sus hijos), las presiones silenciosas pero atroces del entorno, de tu propia educación y vivencias…
Aunque dejé que pasase, y no hice nada para pararle excepto ofrecerle mi cuerpo tenso y nada dispuesto, en cierto modo sentía que algo del interior de mí misma había sido profunda e irrevocablemente violado.
Porque una de las razones por las que este libro termina por ser más intrincado de lo que aparenta es esta forma sutil de exponer y relatar. En el párrafo anterior está descrita, de una forma precisa y sencilla, lo que es sentirse violada dentro de una relación consentida. No se detiene ahí, porque la memoria y los recuerdos siempre están en movimiento, aunque en ocasiones se muevan en círculos (más o menos viciosos), así que avanza en esos recuerdos. Pero cuando terminas la última página y dejas reposar lo leído, tomas conciencia de esas perlas envenenadas que Sheila ha ido dejando a través de sus recuerdos. Es por ello que cuando terminas la lectura, te das cuenta de cuántas capas contienen sus páginas, y descubres una estructura mucho más rica de lo que percibías según ibas leyendo.

16 comentarios:

  1. Lo tenía en la lista de novelas que me resultan interesantes pero de las que me dan miedo por el tema que tratan, porque pienso que me van a doler y me van a afectar demasiado. Que digas que es sutil es una buena señal, ya supongo que será más llevadero. Caerá pero no sé cuándo.
    Abrazo

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    1. Está contado de manera que no duele, lo cual no quiere decir que deje indiferente. Aunque, claro, cada lectura es personal. Pero no cae en sensiblerías, dramatismos y todos esos artilugios que casi obligan al lector a sentirse mal, vaya.

      Un abrazo.

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  2. El egoísmo es un buen tema para cualquier obra literaria. Como dices, no es malo ser egoísta y hay veces que hasta es necesario. No hay ningún problema mientras en nuestro egoísmo sepamos entender el ajeno. El problema es cuando solo pensamos en nosotros y creemos que los demás también tienen que pensar en nosotros. Ese es el egoísmo tóxico que emponzoña cualquier relación.
    Una novela que me atrae mucho. Ufff, cómo está mi lista…
    Un beso.

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    1. Somos egoístas por naturaleza, lo cual no quiere decir que sea malo, obviamente. Creo que la barrera que marca el egoísmo bueno del malo está en que causes daño o no a otros.

      Un abrazo.

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  3. Por venganza, para entender, ¿tal vez para perdonarse su silencio? Supongo que Sheila Kohler pudo tener muchos motivos para escribir este libro y que esos motivos pueden solaparse como parece que también lo hacen los temas que trata.
    Me gustan mucho las citas que nos has dejado y me gusta aún más lo que nos cuentas. Vamos, que me lo llevo, como no. Mi lista de pendientes te odia, ¿lo sabes? ;P
    Un abrazo

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    1. Yo creo que más que nada para comprender(se), aunque también estará ese sentimiento de culpa de "y si..."

      Mientras no me odies tú, vamos bien ;)

      Un abrazo.

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  4. Es un librito maravilloso. Muy sencillo en la forma, pero de una gran profundidad. Hay mucho amor y mucha culpabilidad en sus páginas. Es de esos libros que no se acaban cuando los acabas porque, en cierta forma, sigues dándoles vueltas. Sobre todo si tienes hermanas y viven lejos porque, ¿cómo saber si todo lo que te cuentan es cierto? Y lo más importante, ¿Y si todo no es todo?.

    Besines.

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    1. Sí, es curioso como ahora que hay tantos libros feministas algunos pasen más desapercibidos, cuando (al menos para mí) tienen mucho que decir, son muy clarificadores.

      Un abrazo.

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  5. Me va a doler, me va a doler, pero tengo que leerlo. Maravillosa reseña, como siempre!
    Besotes!!!

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    1. Duele, porque son temas que duelen, pero no porque la autora busque eso. No juega a doler, sino a contar, a buscar respuestas.

      Un abrazo.

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  6. En la violencia de gènero, auténtico terrorismo doméstico, siempre se llega tarde. Entiendo la intención del libro y la aplaudo porque se necesitan libros que visibilicen la vivencia de estas mujeres. Bienvenido, sin duda, por la denuncia que contiene, tardía, pero que tiene el valor de sacar a la luz el silencio cómplice del entorno de la víctima. Anotado queda.
    Abrazo.

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    1. Qué mona la fotillo con tu hermana, supongo...

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    2. Y se seguirá llegando tarde (hoy, que me duele Argentina). Tiene valor porque podría justificarse, pero intenta comprender, y también vengar, aunque sea tarde. Pero muestra bien lo complicado que es todo.

      (Sí, es una foto con mi hermana, la de la portada me recordó a esa que tengo por ahí guardada y quise ponerlas juntas)

      Un abrazo.

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  7. Es un tema que siempre duele, pero también es un tipo de libro que suele gustarme mucho... lo apunto =)

    Besotes

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    1. Para mí ha sido un libro de esos que muestra bien esas claves que suelen estar ocultas en porqué a veces se silencia esa violencia machista. La toxicidad que hay detrás, y lo difícil que a veces es verlo incluso para quien está en medio de esa situación.

      Un abrazo.

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  8. Lo dejé pasar son leerlo. Mañana subsanaré el error. Tal como lo cuentas es necesario. Aunque duela.
    Gracias.

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En este blog NO se hacen críticas literarias ni mucho menos reseñas. Cuento y me cuento a partir de lo que leo. Soy una lectora subjetiva. Mi opinión no convierte un libro en buen o mal libro, únicamente en un libro que me ha gustado o no. Gracias por comentar o, simplemente, leer