Publicación: 2016
Editorial: Catedral
Sinopsis: Haru es una joven oriental que, tras la muerte de su madre, es enviada a aprender a un dojo, una pequeña escuela en la que son admitidos sólo un puñado de alumnos y donde vivirán durante cinco años. A través de la práctica del shodo (la escritura clásica), el tiro con arco, el tai-chi y la meditación, Haru irá aprendiendo una filosofía de vida contra la que su propia edad la empuja a rebelarse. Pasados cinco años llega el momento de abandonar el dojo y Haru se encontrará con la realidad. Después de negarse a regresar a casa con su padre, pasa hambre, frío, situaciones límite y llega a caer en los bajos fondos.
Cada día es una vida entera. Cada día una vida.
Haru, Haru… ¿qué hago contigo? Veamos, Haru es, dicen, una historia de aprendizaje, una historia que atraviesa la vida de Haru, desde que su padre la envía al dojo hasta que, ya anciana, vuelve a uno de los lugares de los que huyó. Más o menos. Como si fuera un círculo, tan perfecto como perverso, la vida parece llevarnos a los sitios de los que huimos; un regreso elegido, porque has aprendido, has perdonado y te has perdonado.
A ver, a ver… es que tengo emociones encontradas con este libro. Opuestas. Y conviven perfectamente, que mis contradicciones siempre congenian muy bien entre ellas, tendría que haberme apellidado oxímoron (Ana Oxímoron). Haru es un libro balsámico. Me ha venido bien, entre tanta lectura feroz, leer algo tan… plácido. Un libro en el que te mueves desde la tranquilidad y el sosiego; ahora entiendo lo de leerlo en un día de sol, quizás con el mar de fondo y las olas como música ambiental. Y un libro que me ha enseñado a no huir. A irme sin huir.
Solo podemos ser quienes somos si no nos miramos desde fuera.
Una lectura amable, sí. Zen, diría yo, puesto que encontramos todo el armazón de esa filosofía: meditación, silencio, equilibrio, espiritualidad, contemplación, etc. Y yo estoy últimamente de un zen que flipas. ¿Cuál es el problema entonces? He subrayado muchas frases. Pero nada nuevo, nada que no sepa. Y eso es parte del problema, quizás si hubiera leído este libro hace años me hubiera “iluminado” algo más, aunque tengo ciertas y razonables dudas. En cualquier caso no me ha aportado mucho nuevo, ni siquiera en la forma de plantear esas ideas ya tan familiares y reconocidas. Esto en cuanto, digamos, el aprendizaje que puede conllevar una lectura. En cuanto a emoción me ha dado sosiego, una especie de oasis en el desierto.
Cada vez que se pierde la atención, se hiere a alguien.
Pero creo que principalmente el mayor obstáculo que me he encontrado es que toda la historia está demasiado al servicio de esas citas, frases, tópicos… No se derivan de la historia, sino que ésta se construye en torno a esas ideas. Y busca confirmarlas, hacerlas verdad.
Mi espíritu rebelde es malsano, me impide aceptarlo todo sin cuestionarlo previamente, siempre pongo dudas en alguna de las partes, o incluso en la totalidad. Cuestiono. Me cuestiono. Supongo que es falta de fe, desconfianza, exceso de decepciones o, simplemente, que soy rara. Pero no puedo aceptar Haru en su totalidad, entre otras cosas porque me obliga a hacerlo, me lo exige, y si no aceptas las máximas extendidas a lo largo de las casi 400 páginas te sientes como una mala alumna a la que regañan por no prestar atención. Y si no prestas atención... se hiere a alguien (o te hieren a ti).
Y como a estas alturas no me vienen nada, pero que nada bien las regañinas, aunque se camuflen de sabiduría, el balance final es una especie de: te he leído, ha sido plácido, has sido amable, has sido generosa, ha sido una buena lectura, calmante y balsámica, muchas gracias, gracias de corazón por protegerme durante un tiempo, pero no me quedo, no vuelvo, no regreso, sigo mi camino, muevo mis pasos (que no sé si son muchos, pocos o ninguno pero sí que son decididos, lleven donde me lleven).
Nunca tires contra nadie; nunca tires para seducir a nadie; nunca tires para ser más que nadie; nunca tires para demostrarte nada a ti misma; el tiro con arco es un estado que se puede compartir.
Hola Ana.
ResponderEliminarCasualidad o no, hace poquito he llevado a mi blog otro libro imbuido del espíritu zen, pero en ese caso de complaciente tenía más bien poco. Será porque su autor, Y. Kawabata, un narrador sublime, fue un alma atormentada que solo pareció encontrar consuelo en el suicidio, siguiendo la estela que ya iniciaran dos se sus grandes amigos, igualmente escritores deslumbrantes, Akutagawa y Mishima.
Tu espíritu rebelde no es malsano, lo insano es aceptar todo sin cuestionarlo, y tu caso, querida Ana, es el opuesto.
A veces, el beneficio de una lectura es otra cosa muy distinta a la profundidad que esperábamos hallar. Daremos por bueno lo balsámico, en espera de las turbulencias lectoras en las que, conociéndote, sé que te adentrarás, y nos lo contarás como solo tú sabes contarlo.
Un abrazo fuerte!!
Ay,Kawabata es autor pendiente (con Mishima hace tiempo que cumplí).
EliminarUn punto de rebeldía siempre es necesario, aunque se vuelva contra ti. Pero es necesario cuestionar, interrogarse, no aceptar todo sin que una parte de ti no haga un poco de abogado del diablo.
La lectura en verdad la doy por buena, aprendí a irme sin huir (que no es poco), recordé cosas, me tuvo un tiempo relajada. Es bastante. Ahora a seguir con las turbulencias ;)
Un abrazo grande
Pues me ha gustado lo que has contado, incluso lo que no te ha convencido me ha despertado curiosidad. Esta me la anoto :-)
ResponderEliminarBesos.
Te gustará el libro. Es un buen libro al que llegué tarde.
EliminarUn abrazo.
Yo lo tengo pendiente de lectura. En su día hablé con la autora y me impresionó todo lo que me dijo pero aún no he podido hacerle hueco al libro. Tomo nota de tus impresiones. Besos
ResponderEliminarPues tuve oportunidad de intercambiar impresiones con ella después de hacer esta entrada y lo cierto es que me hizo ser más consciente de todo lo que he sacado de está lectura.
EliminarUn abrazo.
Cómo me gustan estas lecturas, me apasionan, y se ven tan poco por estos lares...me alegra que hayas compartido una novela así. Me la llevo anotada.
ResponderEliminarbesitos.
Mis lecturas fluctúa entre las novedades, lo menos novedoso, las relecturas y las rarezas. Hay mucho libro bueno que no hace ruído pero que están ahí.
EliminarUn abrazo
Este libro a mi me encanto, me dio muchas respuestas y me hizo hacerme otras mientras seguía una historia. Creo que nunca se deja de aprender y aunque no tenga nada nuevo algo por tus palabras te ha calado. Yo me lo estoy leyendo por segunda vez.
ResponderEliminarComo acabo de comentar, he llegado tarde al libro. Hace años me habría dado también respuestas. Ahora ya las tenía. Aún así, le he sacado cosas y me vino bien entre lecturas más feroces. Tienes razón: nunca se deja de aprender.
EliminarUn abrazo.
Bueno, ha sido un "sí pero no". Por lo que "leo", uno de esos libros que lees con gusto, pero nada más. En fin, estos vienen bien de vez en cuando. Abrazos.
ResponderEliminarO tal vez ha sido un no pero Sí, no te creas. Cumplió sobradamente su papel en este momento. Y lo agradezco.
EliminarUn abrazo.
Es que es muy light para ti, le falta fuerza, que te zarandee aunque sea en plan bueno. A mí me gusta, y me gustan mucho este tipo de libros que parece que curan. Me da un poco de rabia eso de que visite lugares comunes, porque lo ya leído...Pero creo que la oportunidad la tendrá.
ResponderEliminarUn abrazo
No sé si light, pero sí es verdad que no me ha zarandeado, pero oye... es justo lo que necesitaba.
EliminarDale una oportunidad y cuéntalo ;)
Un abrazo
Soy de los que creen que hay momentos para un determinado libro. Si él no llega en el momento oportuno, el lector no puede apreciarlo en toda su extensión. Y también creo que como lectores -al igual que con los seres humanos- existe un perfil de libro que nos corresponde mejor.
ResponderEliminarQuizás éste no pertenece a tu perfil lector, y sólo fue otro libro y nada más, o no llegó a conectar contigo porque no era su momento, quién sabe...
En lo personal, el tema que aborda de manera tan zen, puede serme interesante en tiempos de distensión: un viaje, vacaciones, etc.
Gracias por traérnoslo y por describirlo con la misma pasión de siempre; la que te conocemos y apreciamos.
Un fuerte abrazo, Ana.
Cierto, cada libro tiene su momento y la verdad es que mis lecturas parecen producirse siempre en el momento adecuado. Sí no leí este libro cuando más lo hubiera necesitado es simplemente porque no estaba escrito todavía... Pero tampoco ha sido un libro más.
EliminarGracias a ti por comentar y por tu cariño.
Un abrazo grande.
Pues yo me lo llevo anotado en la "lista de Ana", que es una lista propia... me interesa el aprendizaje aunque los momentos entre autor y lector no coincidan... cómo cuando leo algún libro de tu lista, q a veces no coincide con mi momento para leerlo. Pero me interesa.
ResponderEliminarAbrazo.
No ha sido mala lectura, pese a haber llegado tarde a ella. Me recordó cosas que sabía, y aprendí a irme sin huir. Y ese no es poco aprendizaje.
Eliminar(sonrío con lo de la "lista de Ana") :)
Un abrazo.
A pesar de la tibieza de tus impresiones generales, me has dado mucha curiosidad. Creo que indagaré un poco más sobre el libro.
ResponderEliminarUn beso ;)
En general ando muy tibia, Ray, y supongo que eso se refleja en mis comentarios. Es una lectura interesante ;)
EliminarUn abrazo