martes, 19 de junio de 2018

Corazones cicatrizados (Max Blecher)

Título original: Inimi cicatrizate
Traductor: Joaquín Garrigós
Páginas: 192
Publicación: 1937 (2009)
Editorial: Pre-Textos
Sinopsis: En Corazones cicatrizados, Blecher traslada su experiencia existencial durante el tiempo en que estuvo internado en el sanatorio de Berck. El personaje central es un alter ego del autor que acepta lo trágico de su situación pero sin dejarse abrumar por la crueldad implacable de su destino. De todos los internados en el sanatorio, ninguno se deja desmoralizar por su trágica existencia; al contrario, todos están llenos de una impresionante ansia de vida, tratan de vivir, inmovilizados en sus camillas, dentro de un caparazón de yeso, como seres sanos: hacen amigos, se enamoran e incluso organizan juergas nocturnas. 
Mire, los corazones de los enfermos han recibido a lo largo de su vida tantas puñaladas que se han transformado en tejido cicatrizado… Insensibles al frío… al calor… y al dolor… Insensibles y amoratados de tan duros.
Hago la ola a las editoriales y librerías que se mueven por parajes ajenos a lo comercial, que nos traen autores y libros que jamás llegarían a nuestras manos si no fuera por esa valentía de muchos editores en buscar literatura menos ruidosa pero de incuestionable calidad. Si no fuera por ellos (editoriales, traductores, libreros) el panorama de las novedades sería desolador.

Hay que seguir los pálpitos. El título de este libro (y la editorial) era como un grito, las cicatrices me parecen atractivas, me gusta reseguirlas. Ha habido llaga, ha habido una cura (parcial), queda la marca, la cicatriz como un reguero de astillitas que vibran y se tensan para no olvidar el malestar, su origen, su desenlace. Y su evolución: la herida estuvo abierta. Y se cerró. Se cerró.
¿Qué puede hacer una persona en medio de la limpidez del ambiente? Y aunque hiciera algo… sería demasiado claro… demasiado visible y demasiado ininteligible. El misterio más inquietante quizá sea el que se nos aparece de la forma más simple y evidente.
Max Blecher falleció con apenas 29 años de edad. A los 19 se le diagnosticó el mal de Pott, una tuberculosis ósea que le mantuvo encerrado en un corsé de escayola los últimos años de su efímera y precaria vida. Si es importante saber el lugar desde donde escribe un autor, en este caso se hace casi imprescindible. Porque desde ahí, desde ese lugar como enfermo, desde esa existencia entre médicos, sanatorios, inmovilidad, terribles dolores… desde ahí escribió Blecher su breve obra (tres novelas y un poemario).

Cuando tu propio cuerpo se convierte en una prisión, te esclaviza, tienes que volver a aprender; los parámetros vitales bajo los que te movías han cambiado, todo es diferente en un mundo que permanece igual. Te desdoblas. Eso es lo que hace Blecher: desdoblarse, desdibujar los contornos entre lo exterior y lo interior, lo manifiesto y lo íntimo, lo cual revierte en su escritura plasmándose en un peculiar estilo entre lo onírico y lo real, lo absurdo y lo sensato, lo grotesco y lo racional, lo extravagante y lo reflexivo.
En las escenas que suceden en los sueños, lo que parece extraño y alucinante es que los acontecimientos más raros tengan lugar en escenarios conocidos y banales.
Emanuel, el alter ego de Blecher, era proclive a emociones fáciles y ligeras, como si fueran un reflejo de las pautas de supervivencia que se ponen en marcha en un cuerpo enfermo: no hay lugar para la autocompasión ni el lamento, tienes prisa por vivir. Mucha prisa y mucha pausa.

La vida es imparable, incluso desde la enfermedad, el infierno o la cicatriz. Y esa inevitabilidad de la vida es lo que se respira en el sanatorio Berck, donde el protagonista de Corazones cicatrizados (y el propio Blacher) pasará una temporada. Allí conocerá a otros personajes que le sirven para desplegar con minuciosas pinceladas las hechuras de la naturaleza humana, con su dolor, sus alegrías, sus locuras, sus risas, sus fiestas, sus soledades, sus luchas…

Con la engañosa facilidad con que un reloj mueve sus manecillas, Blecher describe la complejidad de la vida, de cada instante, generando dudas pequeñas e inaudibles pero que nos paralizan sin que nadie se dé cuenta del abismo que se nos acaba de abrir bajo los pies. El imaginario convirtiendo el futuro en recuerdos que no existen ni existirán.
La sexualidad se había transformado en un dolor intenso, en una dura tortura interior de la propia piel, que arrancaba del pubis, junto a su alicaída virilidad, toda la calma que necesitaba para el sueño. Era una vigilia suprema hondamente clavada en la carne, un esfuerzo supremo de prisionero.
Y el sexo también. Si pensáis que Corazones cicatrizados es una lectura desgarradora, de esas que se mueven en torno a la muerte plañideramente, estáis en un error. Cuando el cuerpo enferma, la vida empuja más que nunca, como una excepción, ahora desde la conciencia y la consciencia del vivir. Y el sexo, el erotismo, la pasión, también es vida, e incluso lo contrario también, así es el abanico vital.

El amor, el deseo, la sensualidad… ¿por qué renunciar? Ahí estará el sexo, como una implosión de vida en la que se entremezcla la pasión y la frustración, el ardor y la repulsión, el placer y la desesperación. Blecher, nuevamente cuanta facilidad para borrar los contornos, desdibujar lo exacto y limitado y a la vez enriquecer la realidad llenándola de múltiples tonalidades.
El crepúsculo los incendiaba con su luz roja y, entonces, en toda la extensión aparecía como una red de sangre y fuego. Daba la impresión de que en aquel lugar hubiesen despellejado la tierra para que se viese su circulación íntima, las arterias ardientes y terribles por las que discurrían el oro y la púrpura incendiados. Era un instante de sobrecogedora grandeza que cortaba la respiración.
Destacable la prosa de Blecher. Su capacidad para generar imágenes me ha dejado cautivada. En esa línea de desdibujar contornos que he mencionado, con un trazo muy fino, casi inexistente, imposible delimitar el exterior del interior, los objetos de los sentimientos, los acontecimientos de las emociones, Blecher crea imágenes hacia ambos lados: lo que ve, lo que siente. Lo sensorial, en un cuerpo preso de sí mismo, se intensifica.

La mirada de Blecher es la mirada de quien ya no permanece estático, pese a su inmovilidad física, sino en un constante proceso y trasiego entre lo real y lo imaginado, lo onirico y lo verídico. 

Hay sufrimiento, pero también hay lucha, el romper barreras, límites y todo lo que pueda constreñir la vida. Pueden ponerle un corsé a tu cuerpo pero… ¿quién, excepto nosotros mismos, puede ponerle un corsé al alma?
Cuando a uno le sacan una vez de la vida y ha tenido el tiempo y la calma necesarios para hacerse una sola pregunta esencial acerca de ella, se queda envenenado para siempre… Desde luego el mundo sigue existiendo, pero alguien les ha borrado a las cosas su importancia.
Blecher fue testigo de la inevitable tragedia humana (somos aves de paso) y en Corazones cicatrizados comparte la intimidad de su enfermedad con una dignidad, una perspicacia y un talento incuestionables. Me admiraron sus descripciones, me asombró su mirada profunda, disfruté de su prosa e incluso en algunos pasajes provocó en mí algo poco frecuente con un libro delante: la carcajada.
Algunas veces el dolor se equivoca.
Imagen de Max Blecher, en un paseo durante su estancia
en el sanatorio de Berk, en la costa francesa.
 (©AnaBlasfuemia)

23 comentarios:

  1. La mente de una persona cuyo cuerpo está aprisionado por la enfermedad, inmovilizado por el dolor, necesita aventurarse más allá de la limitación, tiene que lanzarse a volar libremente, a soñar fuera de ese cuerpo condenado al padecimiento, a explorar una vida más allá del sufrimiento físico.

    A menudo, esas mentes son las que logran volar más alto, para ver desde las alturas, como hace el cóndor en los Andes, cuán diminuto es todo.

    Un magnífica propuesta.

    Cuídate Ana.

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    1. Una joyita de libro, Paco. De los que no hacen ruido pero te llena de melodías.

      Un abrazo grande, Paco.

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  2. No sé qué pensar. Tiene cosas que me gustan, en especial, ese rebelarse contra unas circunstancias que te han puesto la zancadilla y que pese a saber que tienes la partida perdida vas a sacarle todo lo que puedas, es como vale, yo caigo pero no sin nada. Pero por otra parte me parece demasiado intensa y dura para el momento actual. No la olvidaré.
    Un abrazo

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    1. No es intenso y duro en ese sentido. No es duro, y la intensidad está en la prosa. A mí a momentos me hizo reírme, que ya es difícil.

      Un abrazo

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  3. Gracias por seguir descubriéndonos títulos como este, espero leerlo cuando tenga el tiempo suficiente para disfrutarlo. Un beso

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    1. Gracias a ti por comentar y ojalá pronto tengas tiempo para disfrutar leyendo ;)

      Un abrazo.

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  4. Desde luego el corsé del cuerpo no tiene por qué traducirse en un corsé del alma. Se nota que te ha encantado el libro. Me quedo con tu carcajada. A mí es muy difícil que un libro me haga reír, así que es una sensación maravillosa cuando uno lo consigue, especialmente cuando lo consigue el más insospechado.
    Un abrazo

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    1. De hecho hay gente que tiene encorsetado el alma y la mente teniendo el cuerpo muy libre y sano... A mí también me cuesta muchísimo que un libro me saque una carcajada. Sonrisas tal vez, pero carcajada es inaudito.

      Un abrazo.

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  5. Intensa, muy intensa, dura, no se si muy dura pero flexible tampoco...me gusta, las sacudidas literarias me gustan, que te toquen y te den un meneo que casi te hagan caer, digo casi...ahora no se si es la lectura que quiero, pero me la llevo anotada.

    Besitos cielo, buena reseña.

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    1. Como acabo de comentar es intensa en la prosa. No diría que es un libro duro, aunque lo pueda parecer y esa es su grandeza.

      Un abrazo.

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  6. No conocía la novela, -tampoco al autor-, y me has dejado con mucha curiosidad. Es una novela dura que no sé si quiero leer en estos momentos, pero me quedo con el título para el futuro...

    Besos! Y gracias por la recomendación :)

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    1. No es libro que venga con el ruido de los best-seller, pero es de los libros que busco, esos que pasan más desapercibidos pero literariamente todo un descubrimiento. No es una novela dura, aunque pueda parecerlo.

      Un abrazo y gracias por comentar.

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  7. Pues aquí otra que no conocía ni autor ni novela. Lo apunto para echarle un ojo =)

    Besotes

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    1. Ha sido todo un descubrimiento, lastima que falleciera tan joven y dejara poca obra :(

      Un abrazo

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  8. Hola, me ha interesado mucho el libro, ¿Sabes si puedo conseguirlo en internet, o alguna descarga gratuita?, en librerías de mi país no lo he encontrado. Espero tu ayuda. Gracias.

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    1. Hola! Pues la verdad que no tengo ni idea, siempre leo en papel y desconozco cómo conseguir descargas gratuitas...

      Un abrazo

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  9. La enfermedad y sus lastres que pueden ser cadenas. El tema es importante y si está bien tratado y bien escrito, habrá que buscarlo.
    No lo conocía al auto, así que me quedo con su nombre y el título.

    Un abrazo.

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    1. A mí me encantó cómo está escrito, la mirada de este autor, que también era desconocido para mí, pero el título y la editorial fueron suficiente gancho.

      Un abrazo.

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  10. No pensaría de este libro que podría arrancarte la carcajada... Ahora me dejas con mucha, pero que mucha curiosidad. Y sí, hay que hacerle la ola a estas editoriales que se arriesgan con títulos tan poco conocidos.
    Besotes!!!

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    1. Blecher manejaba bien lo absurdo y grotesco, muy inteligente. Y por ahí me sorprendió con una carcajada :D

      Un abrazo

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  11. Por si os interesa, en la Feria de Madrid se presentó en junio un librito con los microrrelatos de Max Blecher. Se titula La ciudad de los condenados y otros relatos. Tiene también semblanzas sobre el autor. Una delicia que solo vale 10€.

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    1. Sabía lo de la película, pero no sabía (o no lo recuerdo) lo del libro de microrrelatos. Lo buscaré, muchísimas gracias.

      Un abrazo

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  12. Ah, y en internet se puede encontrar la película que hicieron de Corazones cicatrizados, aunque en inglés, Scarred hearts. Tuvo un premio en el festival de Locarno en 2016. En Madrid se estrenó en diciembre del año pasado con subtítulos en español.

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