Páginas: 384Publicación: 2003Editorial: AlfaguaraCategoría: NarrativaISBN: 9788420490649Sinopsis: Un grupo de mujeres, encarceladas en la madrileña prisión de Ventas, enarbola la bandera de la dignidad y el coraje como única arma posible para enfrentarse a la humillación, la tortura y la muerte. Pocas novelas podemos calificar como imprescindibles. La voz dormida es una de ellas porque nos ayuda a bucear en el papel que las mujeres jugaron durante unos años decisivos para la historia de España. Relegadas al ámbito doméstico, decidieron asumir el protagonismo que la tradición les negaba para luchar por un mundo más justo. Unas en la retaguardia y las más osadas en la vanguardia armada de la guerrilla, donde dejaron la evidencia de su valentía y sacrificio.
La voz dormida no es sólo una voz, son muchas
voces: la de Hortensia, la de Pepita, la de Paulino, la de Felipe, la de Reme,
Elvirita, Tomasa... Es una novela coral, muchas voces y ninguna de ellas está
dormida ni nos duerme, son voces solidarias, voces nobles, transparentes, honradas,
bravas...
...La mujer que iba a
morir se llamaba Hortensia... No estoy haciendo spoiler: así empieza la novela y a partir de ahí
ya no puedes parar de leer. Ni podrás distanciarte de lo que lees. Un comienzo
que impacta y te atrapa. Un comienzo que no deja dudas ni resquicios. Dulce Chacón ya nos avisa: lo que os voy a contar no es fácil, es duro y doloroso. No
te voy a engañar, puedes dejarlo aquí o seguir. Hortensia va a morir y lo sabes
desde el primer momento, y aunque no quieras encariñarte con Hortensia, porque
va a morir, te encariñas. Y así con todos los personajes. Les coges cariño.
Se ha escrito tanto sobre nuestra guerra civil y sobre la posguerra,
que encontrar algo que no te suene a mil veces contado y que te conmueva no es
fácil. Pero Dulce Chacón, con un estilo muy personal, no siempre fácil, pero
siempre honesto, lo consigue: nos llega a las entrañas, nos emociona. Y lo hace
de una manera muy inteligente, porque en realidad no hay personajes malos
malísimos de la muerte: es la situación, las circunstancias, la dictadura, las
consecuencias de una guerra fratricida… lo que provoca el mal, pero no necesita
que haya personajes perversos, que sean la reencarnación del mal y a los que
puedas señalar con el dedo. No, lo cruel, lo inhumano, es la propia guerra, la
indiferencia, la alienación, la censura, los silencios, los cobardes.. No
puedes dirigir tu rabia de lector(a) a ningún personaje, porque eso sería
empequeñecer la realidad, a una guerra civil y su posterior dictadura, y aunque
tenga nombres propios la guerra tiene muchas raíces y muchos culpables.
Sí, se ha escrito mucho sobre la guerra civil y sobre los años
posteriores, pero sigue habiendo grandes historias silenciadas, porque en este
país se nos da bien pasar de puntillas sobre las cosas, mirar hacia otro lado,
dejarlo pasar… Y eso lo sabía bien Dulce Chacón, consciente de que nuestra
democracia se sustenta sobre demasiadas cicatrices cerradas en falso, y ha
querido darle voz a esas historias silenciadas, que no son voces, son
desgarros. Porque las personas honestas,
las personas que se niegan a perder la dignidad, son a las que hay que rescatar
del olvido y darle voz. Y los personajes de esta novela, aparentemente los
“perdedores” de nuestra guerra infame, son en realidad los vencedores: personas
leales a sí mismas, a sus familiares y amigos, con valores inquebrantables,
personas solidarias y generosas que no renunciaron a sí mismas para hacerse la
vida fácil.
Muchos diréis: “uf, no parece una lectura para el verano”, “parece
demasiado duro”… ¡¡aaalto!!: Aunque el libro es duro no está
exento de humor e ingenio y
esa es también una de las claves de "La voz dormida", es como la vida
misma: ríes y lloras, te cabreas y te asalta la ternura, quieres echar a correr
y quieres quedarte, te enfadas y te reconcilias, te duele y te enternece,
quieres terminar de leer y a la vez que no terminara nunca… Contrastes.. Así somos. Buscad el momento,
pero no dejéis pasar este libro de largo: es una delicia.
Es una pena que Dulce Chacón se
nos fuera tan prematura y rápidamente. En estos tiempos con tantos indignos y tantos
indignados harían falta más voces como la suya…
(©AnaBlasfuemia)