Traductor: Manuel Abella
Páginas: 176
Publicación: 1903 (2015)
Editorial: Mármara
Sinopsis: «Lo que he ganado con la soledad es poder decidir por mí mismo mi dieta espiritual. No tengo que ver a mis enemigos en mi propia casa, sentados a mi mesa, ni escuchar en silencio mientras alguien se burla de lo que yo más estimo; no tengo que escuchar, dentro de mi casa, la música que aborrezco; evito ver periódicos, tirados por ahí, con caricaturas de mis amigos y de mí mismo; me he liberado de leer libros que desprecio y de visitar exposiciones y admirar cuadros que no me gustan. En una palabra, soy dueño de mi alma en aquellos casos en los que uno tiene algún derecho de serlo, y puedo elegir mis simpatías y antipatías. No he sido nunca un tirano, lo único que he pretendido es dejar de ser tiranizado, cosa que no soportan las personas tiránicas. Al contrario, siempre he odiado a los tiranos, y esto es algo que los tiranos no perdonan».
Si hay un estado que provoque en las personas múltiples contradicciones, ese es el de la soledad. La tememos y la buscamos, nos paraliza y nos impulsa, nos duele y nos cura, es obstáculo y ayuda, encuentro y huida, fuga y refugio… Es, en sí misma, un compendio de negatividad y positividad, todo en uno. También es muy dada a que hagamos alguna que otra fullería: la provocamos e invocamos cuando estamos en compañía, la evitamos cuando no hay nadie alrededor… Es cómoda la soledad cuando hay donde o a quien volver. Hay que haber vivido mucho o no haber vivido nada para buscar la soledad y hacer de ella una opción de vida. Escoger soledad es opción de valientes.
August Strindberg fue un reconocido autor y dramaturgo sueco. Un personaje inadaptado de esos que tanto me atraen. Inquieto, autodestructivo, esquizofrénico, inestable, propenso a relaciones sentimentales conflictivas. Una persona rabiosa, compleja, vehemente e hipersensible. Y también uno de los mejores escritores suecos de todos los tiempos. Y un misógino de cuidado que no podía vivir sin las mujeres.
Sabiendo lo anterior, cuando vi que la editorial Mármara publicaba este libro supe que tenía que hacerme con él, adentrarme en sus páginas y leer a un autor que me provocaba tanta admiración como repulsión.
Se daban cuenta de que en los últimos diez años habían ido surgiendo silenciosamente nuevos vínculos en cada uno de nosotros, que nuevos intereses desconocidos se habían interpuesto entre unos y otros, y que quienes habían hablado libremente habían chocado contra arrecifes sumergidos, habían roto hilos, habían pisado campos recién labrados.
Esperaba encontrar a un Strindberg irascible, atormentado, desquiciado, paranoico… Y me encontré a un Strindberg pausado, reflexivo, poético. Y sobre todo, encontré a un Strindberg observador. Solo es una novela autobiográfica, en la que Strindberg describe su regreso a Estocolmo, después de una ruptura sentimental. No comienza solo, sino intentando recuperar la compañía de sus viejos amigos. Un reencuentro imposible, en el que describe cómo hay vínculos irrecuperables y cómo el paso del tiempo puede desgastar pilares que se creían indestructibles. Y así es como se queda solo.
Así fue como, poco a poco, dejé de acudir al café y empecé a ejercitarme en la soledad. En ocasiones cedía a la tentación, pero cada vez que esto ocurría salía más curado que antes, hasta que finalmente encontré un gran placer en oír el silencio y prestar atención a las voces nuevas que en él pueden sentirse.
¿Y qué hace Strindberg? Extrañamente (dado su carácter) decide convertir la soledad en su aliada, la soledad como algo esencial para convertir la realidad en poesía. ¿Y cómo lo hace? Observando. Pausadamente. Todo lo que le rodea. Lo que ve por su ventana, cuando pasea, cuando lee, cuando intenta dormir, cuando escribe… Es una observación en doble dirección, hacia dentro y hacia fuera, un ejercicio de introspección y a la vez de contemplación del exterior. Se convierte en testigo de la realidad. Una soledad que no encierra, sino que abre. Una oportunidad para reencontrarse consigo mismo.
Ha sido una lectura acorde a lo que Strindberg proponía: pausada, recreada, observando al observador. Tardé más de lo que su extensión me habría llevado porque, al igual que Strindberg, me paseé por sus páginas con la mirada atenta y reflexiva, absorbiendo lo que me sugería, eludiendo los desencuentros (misoginia y religiosidad), enriqueciendo el concepto de soledad y la forma de mirar. Ha sido una sorpresa agradable, tranquila, relajada. Brisa fresca para mi alma fogosa.
Hay una soledad necesaria en la que se libran mil batallas. Y otra deseada en la que solo ha de despuntar la belleza de lo que nos rodea. Esas pequeñas cosas que se hacen hermosas con la mirada íntima y privilegiada de la soledad. Entre batallas y deseos, así nos transcurre la vida. Más en soledad que en compañía. Quizás elegir soledad no sea una opción descabellada. E incluso puede ser una opción que salve. La contemplo como un aprendizaje y un paso necesario. Una especie de red, esa que no uso nunca pero que se me antoja necesaria. Antes de que me escoja ella, la elijo yo. Si entras dentro, quiéreme bien.
La soledad como aliada... Esa es una buena soledad. Lo peor es la soledad no buscada, la que una quiere evitar y parece que te persigue, hasta que te alcanza. Tendré que buscar este libro, que me seduces con tu reseña.
ResponderEliminarBesotes!!!
Lo cierto es que convertir la soledad en una aliada no es una tarea nada fácil. En realidad nada bueno es fácil :)
EliminarUn abrazo
Da la impresión de que, en realidad, la soledad no es cosa solo de toreros y vigilantes nocturnos, sino que nos envuelve a todos, aunque no nos demos cuenta. Mira en la literatura: ahí tienes en tu blog una cita de Umbral; a pesar de la presencia del hijo en "Mortal y rosa", ahí mismo aparece el autor como un gran solitario, porque, a pesar de su intensa vida social, lo era, como Baroja (al que admiraba). Otros señalados solitarios: Borges, Quevedo, Hesse: como para irte de juerga con ellos, vamos. ¿Y qué me dices de "Cien años de soledad"? Con esa fantasía de Macondo y esos amoríos tan románticos, no nos damos cuenta de que, en el fondo, desde el título hasta la frase final, es una gran reflexión sobre la soledad, la enfermedad incurable de los Buendía. Así que lo mejor es buscarse un modo de alegrarse la vida, porque tampoco conviene ponerse demasiado filósofos. Un saludito.
ResponderEliminarLa soledad es una cara de la moneda. Esa cara que no nos gusta mirar. En el fondo todos tenemos esa parcela de soledad que gestionamos como podemos. Como tú dices, una enfermedad incurable, como la propia vida.
EliminarUn abrazo
De peque me encantaba la soledad. Me imaginaba una vida "de mayor" sola en una casa con un perro. Ahora ese tipo de vida no me parece tan perfecta, la soledad me da más miedo (aunque sigue gustándome, sobre todo cuando estoy un tiempo sin ella). Una vez más, me quedo con tu reflexión más que con el libro. Un abrazo =)
ResponderEliminarEl problema es que idealizamos la soledad, la vestimos de momentos. Momentos, no de continuidad, no como algo que dure horas, días, meses, años... la vida entera. A mí también me da miedo la soledad, y porque me da miedo, tengo/quiero aprender a vivir con ella.
EliminarUn abrazo
Me parece una lectura interesante, desde luego tengo que echarle un ojo; aunque reconozco que a mí, a veces (no siempre), me cuesta eludir los desencuentros.
ResponderEliminarBesos.
Con Strindberg los desencuentros son inevitables. Pero probablemente en este libro sea más fácil eludirlos.
EliminarUn abrazo.
Me gusta la soledad elegida...y sin ella no puedo luego estar bien con los demás...La soledad de Strindberg, que hace de ella su aliada, es la aceptación de esa belleza que nos rodea,...la soledad que invita a ser observadora de la vida, como bien dices...Sin duda, tomo nota del autor.
ResponderEliminarPero también es bonito, darse cuenta de que estamos más acompañados de lo que creemos...depende de cómo definamos la soledad. Hay quienes viven en compañía y se sienten solos...y hay quienes disfrutan de encuentros con amigos y amigas, con momentos tenues de compañía...y que luego marchan a su hogar, llenos del amor sincero que nos ofrecen los buenos vínculos. De esos hay que nutrirse...sin lugar a dudas.
Un beso grande, en un rato de soledad elegida y de lo más agradable...
Todo lo que podamos elegir nos gusta más. La soledad así, escogida, a ratitos y, como digo, teniendo dónde y con quién volver, es una soledad necesaria. Pero también es necesario aprender a vivir esa soledad no escogida, con la que es más difícil de lidiar. Por eso he agradecido esta lectura. Aprender a vivir con la belleza que te rodea. Desde la soledad.
EliminarUn abrazo
Me seduce la soledad de Strindberg, una soledad buscada (al menos en parte) y contemplativa. Esta reseña da para reflexionar mucho, mucho. Por otro lado, no entiendo la creación literaria o artística sin ese punto de aislamiento, de meterse uno en su propia burbuja. Anoto la sugerencia de esta semana.
ResponderEliminarUn abrazo.
Digamos que la vida le empuja a la soledad, y lo que busca es la convivencia con ella. El tema es que es para reflexionar. También concibo la creación como algo que nace desde el aislamiento, aunque sea elegido. Pero la propia soledad también puede crearse...
EliminarUn abrazo
Nunca me he sentido sola, quizás incomprendida, mal entendida, o incluso rechazada, pero sola, no tengo noción de haberme sentido. Soy una persona solitaria, desde pequeña. Mi soledad ¿es elegida? En parte sí, porque me siento cómoda en ella, pero en parte no, porque mi tendencia es ésa. Lo cual no quiere decir que no tenga afectos y compañía a mi alrededor, de los que también me gusta disfrutar, pero en su justa medida.
ResponderEliminarParecen interesantes las reflexiones de Strindberg. Me lo apunto, por no sé cuando le tocará.
Abrazo.
La soledad, así desnuda, es muy difícil de asimilar. La soledad de Strindberg es brutal, pero sin embargo sabe extraer la belleza de ella. Pienso en la soledad como ausencia de afectos y compañía y me parece... brutal.
EliminarUn abrazo
Este es otro de esos autores de los que siempre pienso que debo leer algo, pero siempre lo pospongo. Este libro que reseñas tan fenomenalmente, me atrae mucho por todo lo que cuentas. Las reflexiones sobre la soledad me parecen muy acertadas. Es algo que se echa de menos cuando no se tiene, pero que pesa mucho cuando se presenta como una situación forzosa.
ResponderEliminarMe ha encantado tu reseña y creo que me gustaría el libro. A ver si le hago un hueco.
Un abrazo.
Como escritor es increíble, Strindberg. A mí este libro me parece algo distinto a otros (aunque no he leído tanto suyo como para tener la certeza). Es corto, es interesante, es curioso...
EliminarUn abrazo
Gran tema Ana, la soledad, elegida puede ser una gran aliada y no deseada, un terrible lastre. Me ha hecho reflexionar sobre todos esos tipos de soledades y he pensado que una de las peores para mí es justamente la soledad acompañada, donde parece que uno está bien y se siente más solo que aquellos que realmente lo están.
ResponderEliminarMe ha gustado la reseña.
Un abrazo
Un lastre cuando no se desea... En verdad la soledad es un concepto que admite muchos matices, que solemos obviar porque simplificamos tornándolo todo blanco o negro... Para mí también es cruel la soledad acompañada. Y la soledad no elegida también...
EliminarUn abrazo
Hola Ana
ResponderEliminarCreo que cuando se van cumpliendo años, vas encontrándote más cómodo en soledad, supongo que no tienes obligaciones que sí tienes de joven: sociales o amistosas, sean impuestas o queridas, y vas dando espacio para encontrarte en el lado cómodo de la vida, en la que estás a gusto, sea con los libros, con tu pareja, con tu aficiones, con tus animales. El contacto humano sin dejar de ser imprescindible deja de ser lo importante que era cuando pensabas que el mundo se reducía a pocas cosas y a muchos instantes en los que siempre debías estar acompañado.
Además como decía Manolo Chinato, en un poema cantado por Extrechinato y tú:
“La soledad no está tan sola ¿no ves que a mí no me abandona? “
cuídate mucho
No pensaba tanto en una cuestión de edad como de circunstancias, aunque es posible que los años nos den una especie de serenidad o algo así, aunque yo voy más camino de la insensatez que de otra cosa :) Sea la edad, sean las circunstancias, lo cierto es que vas eligiendo, descartando, perfilando... Es muy trillado, pero creo que lo principal es estar en paz con una misma. Al menos es un primer paso necesario.
EliminarCuídate tú también, Wineruda. Un abrazo.
La soledad asumida como necesidad genera el espacio para la introspección del Yo y, generalmente, si se alcanza el encuentro consigo mismo, surgen motivos nuevos para la vida con los demás. Cuando no es así, solemos llenarnos de cosas vacías, que sólo aportan ruido e incomprensión.
ResponderEliminarGracias por tu reseña sobre un libro desconocido para mi. Aún me espera 'El salón rojo' del mismo autor.
Un gran abrazo, Ana.
Está claro que primero está el acuerdo con una misma, algo que lleva su tiempo, no te creas... Yo hace mucho que me alejo del ruido y me quedo con lo que se me antoja más... musical. Más humano.
EliminarUn abrazo.
Hola Ana. Me ha gustado mucho tu reseña y tus reflexiones a propósito de la soledad. Menudo tema. Una poción de la cual hay que beber la dosis necesaria, ni menos ni más. Un equilibrio difícil de encontrar, porque además no depende sólo de nosotros. Un misterio cómo los humanos somos seres sociales, y al mismo tiempo necesitamos esas islas para reencontrarnos, redescubrirnos, lamer las heridas.
ResponderEliminar"Es cómoda la soledad cuando hay donde o a quien volver", gran verdad.
Me gustó eso de elegir la observación como una opción para convivir con ella. Tal vez porque nos saca de la auto-observación, de la rumiación cíclica de nuestros pesares, y nos abre a lo externo. A todo ese mundo que existe independiente de nosotros, pero al cual nosotros podemos agregar algo con nuestra mirada. Enriquecerlo, de algún modo. Y enriquecernos.
Bueno, disculpa si me he extendido. Es un tema que nos toca a todos en algún momento, que nos duele o nos dolió a todos. Tú has podido ponerlo en palabras, que es una forma de conjurarlo. O de encontrarle "sentido". O de írselo encontrando -que la vida me parece es más proceso que resultado-.
Y si además de ese "sentido" -que podríamos llamar existencial- se añade una cualidad estética... bueno, ya es mucho. "El desasosiego es creativo" escribió hace unos días otra buena bloguera, U-topía, en un comentario.
Un abrazo. Siempre es un placer leerte. Nunca le esquivas al bulto, vas de lleno al hueso. Se ve que lo vives en carne viva, pero no haces de eso una ostentación, un exhibicionismo. Es tu estilo, es genuino. Muchas gracias por compartir eso con nosotros.
Hola Josebla. Últimamente me da por libros que tratan temas sobre los que reflexionar. Precisamente porque el equilibrio es tan difícil de encontrar... Te encierras en soledad buscándolo, pero el mundo no se detiene, suceden cosas, te vuelves a "desequilibrar"... Realmente es muy difícil aislarse del todo, estar ajena, en soledad absoluta.
EliminarSiempre me ha gustado observar, cuestionar, interrogar, preguntarme, saber... A veces va de fuera hacia dentro y a veces de dentro hacia dentro. La vida es interacción continua, se nos escapan tantas cosas...
No te disculpes por la extensión, me encantan los comentarios largos, se me antojan más conversación, más comunicación, más intercambio. Y al fin y al cabo has dado en el clavo: escribo para conjurar "cosas". Me viene bien el diálogo para afinar más... Me alegra que no lo veas como un exhibicionismo (no lo es) porque a veces dudo si puede parecerlo, pero tiene mucho más de conjuro, de saneamiento, de purgar que de otra cosa...
Muchas gracias por tu comentario.
Un abrazo
De entrada me descubres editorial y autor (bueno, miento, que acabo de ir a wikipedia y compruebo que un par de títulos me suenan).
ResponderEliminarEl libro me lo anoto, que me interesa especialmente el tema que trata, la soledad, un término o concepto que suelo sacar en conversaciones y que tantas diferentes opiniones suele generar.
bsos!
De esta editorial comenté no hace mucho otro libro que fue directamente a mis joyitas, un libro de Violette Ledúc...
EliminarEs curioso que la soledad de para tantas conversaciones, es como un contrasentido :)
Un abrazo.
Acabo de buscar la reseña, que en su día se me pasó. El libro de V. Ledúc lo conocía del catálogo de la editorial, que me fui directa a él nada más leer esta reseña tuya, y me llamó mucho la atención también. Bueno, los 4 de la colección, la verdad. A ver si me hago primero con "Solo" y ya te contaré.
Eliminarbsos!
Hola Ana.
ResponderEliminarMe entusiasma encontrar a un autor como Strindberg por los blogs, algo del todo infrecuente, a decir verdad, tus gustos literarios tienen el don de lo poco frecuentado, igual que esos faros en los que te recluyes para admirar el horizonte y escuchar el mar.
Y no menos atractivo es observar a Strindberg bajo el prisma de tus impresiones, un autor que he leído siendo más joven y que siempre me ha impactado, lo tengo muy a mano en mi biblioteca.
Llama la atención que un contemporáneo suyo (aunque veinte años mayor), y vecino escandinavo, el noruego Ibsen, admirase tanto a su colega sueco a pesar de esa misoginia titubeante, pues Ibsen era un reconocido valedor de la mujer y sus derechos, no hay más que leer “Casa de muñecas”. Eso sí, como buenos escandinavos, tenían aspectos comunes, ambos eran retraídos y solitarios.
La soledad escogida en las ocasiones que considero… es mi refugio predilecto.
Un fuerte abrazo!!
Hola Paco. Ya sabes, yo y mis extrañas lecturas. A Strindberg lo traje un poco por varias cosas: porque lo tenía en casa. Porque me interesaba el tema de la soledad. Porque necesitaba equilibrar un poco la balanza mujeres/hombres escritores, que últimamente está algo "descompensada".
EliminarStrindberg es en verdad un escritor impactante, quizás porque su personalidad lo era. Si algo he aprendido, aunque siempre me exige un esfuerzo extra, es a salvar esos obstáculos que suponen ciertas "características" de algunos (grandes) autores, como la misoginia de Strindberg, y que además no es tan difícil de encontrar, más descarada o más camuflada, pero la verdad que cuando hay alta literatura de por medio aprendes a sortearlos. Supongo que, como comentas, es lo que hacía Ibsen, buscar los puntos comúnes.
La soledad puede ser un refugio o una cárcel. En la medida que se pueda elegir, se acercará más a refugio...
Un abrazo, Paco
Tengo pendiente por casa, Inferno del mismo autor y lo cierto es que me da bastante pereza. Aunque creo que ya va siendo hora de ponerme con él.
ResponderEliminarGracias por la reseña, Ana
Desde luego no es un autor al que te acerques así como distraídamente. Hay que pensárselo :)
EliminarUn abrazo, Ariel, gracias a ti por pasarte por aquí ;)
¿La sinopsis son palabras suyas? En todo caso me traducen bastante bien. Siempre digo medio en broma que soy asocial, solo medio en broma porque lo soy bastante: no asisto a ninguna celebración de trabajo, no celebro nada habitual como bautizos o comuniones (de mis hijos), boda, asistencia a entierros los justos que de verdad me duelen... en fin, tengo pocos amigos/as pero con la mayoría llevo muchosss años de amistad, a los conocidos los descuido. No me gustan los compromisos, no hago nada por bien quedar, etc etc, que ya me estoy pasando de hablar de mi misma.
ResponderEliminarEl libro me interesa, me siento afín con todo lo que dice (excepto la misoginia o la religiosidad, pero hace tiempo que he aprendido a aceptar las diferencias si me unen más cosas de las que me separan de una persona o escritor).
Un abrazo!!
Ya tengo el libro en casa ;)
EliminarSí, es parte del texto, con lo cual espero/deseo que ese impulso que te ha llevado a adquirirlo tan pronto se vea satisfecho con la lectura y lo que de ella extraigas. Hay partes eludibles, y no son tan difíciles de soslayar, tal y como están desarrolladas dentro del discurso. O al menos a mí no me molestaron especialmente... Ya contarás ;)
EliminarUn abrazo
¿Sabes? Siempre he tenido predilección por los autores que se han suicidado. Las letras están llenas de moribundos desesperados: Plath, Pizarnik, Pe Pas Cor... Tantos que son infinitos... Una pena...
ResponderEliminarQuizás leerlos era querer entenderlos, saber qué les había motivado a poner fin a sus vidas, porque nos mutilaron sin sus creaciones....
Y les entiendo. A veces, la vida es muy puta, o la ven muy puta. Y deciden rendirse, agachar los hombros, y deciden no volver a respirar.
A mi, siempre me han parecido unos valientes. Unos verdaderos gigantes que me inquietan, y que seguramente lo han intentado todo, de mil maneras. Pero su cuerpo, sus ojos, su mente, ya no aguanta más, y deciden marcharse. ¡Adelante! ¿Si ya no tienen más monedas para poner en la máquina? Tienen saldo negativo, así que... Entiendo su adiós.
Si te interesa el tema, te dejo aquí un enlace de una entrevista a una psiquiatra: Carmen Tejedor, que no tiene desperdicio ;).
http://www.elperiodico.com/es/noticias/opinion/carmen-tejedor-psiquiatra-suicidio-evita-hablando-242349
Y sobretodo gracias por compartir también un trocito de ti con nosotros.
Un abrazo!
Yo no sé si predilección (que va a ser que sí), pero tengo muy claro qué autores (sobre todo autoras) y libros estoy leyendo últimamente...
EliminarLeo por muchas razones, comprender una de ellas. Desentrañar(me).
Hay que ser valiente para ambas cosas: para vivir y para morir. Estoy segurísima que quien opta por el suicidio habrá luchado mucho y de mil maneras, al menos en la mayoría de los casos. Y seguramente en todos los casos de creadores, artistas, que con toda su sensibilidad, inteligencia, arte, capacidad... dan ese paso.
He leído la entrevista a Carmen Tejedor y me ha encantado hasta la emoción. Hay que hablarlo, sí. Hay que poder hablarlo.
Gracias a ti por comentar (y por despreocuparme, ya de paso) ;)
Un abrazo
Ana Blasfuemia ¿sabes donde podría descargar el libro para leerlo?, no lo encuentro.
ResponderEliminarLeo en formato papel todos los libros. No sé si has mirado en la editorial si tienen versión electrónica...
EliminarSaludos
Quería una versión pirata pero no he encontrado :/
EliminarGracias por responder.
Vuelvo a pasar por esta reseña para darte las gracias por descubrirme "Solo", Ana. Me encantó.
ResponderEliminarbsos!
Gracias a ti por volver a comentar y qué alegría que lo hayas disfrutado. Sabes leer ;)
EliminarUn abrazo
Excelente reseňa Ana, me lo apunto como próxima lectura, Luisa Daimiel
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