Traductor: Óscar Luis Molina
Páginas: 312
Publicación: 1973 (1989)
Editorial: Grijalbo
Sinopsis: El matrimonio formado por Vita Sackville-West y Harold Nicolson fue uno de los más excéntricos y menos convencionales de la sociedad inglesa de la primera mitad del siglo XX. Ella era aristócrata, escritora, especialista en jardinería, de reconocidas tendencias homosexuales y sirvió como modelo a Virginia Woolf para el personaje protagonista de Orlando; él, también homosexual, era un notable escritor, político y diplomático. Juntos vivieron una historia de asexuada pasión en el seno del mítico grupo de Bloomsbury, entregados a la literatura, la amistad, las aventuras extramatrimoniales y a la restauración de castillo de Sissinghurst en Kent, cuyos jardines diseñaron y cuidaron a lo largo de toda su vida.
En alguna ocasión he mencionado en el blog la teoría de los seis grados de separación, que sostiene que todas las personas del mundo mundial estamos conectadas unas a otras a través de una cadena de conocidos que no necesita más de cinco eslabones de unión. Seis grados, seis pasos, nos separan (o nos unen) unas personas a otras.
No pocas veces miro mis estanterías y veo las conexiones que hay entre unos libros y otros, entre unos autores y otros. Las más evidentes saltan a la vista: Anaïs Nin - Henry Miller, Siri Hustvedt - Paul Auster, Frida Kahlo – Diego Rivera – Elena Poniatowska, Marguerite Duras – Yann Andréa, Paul Bowles - Jane Bowles y un largo etc. Luego están esas otras conexiones menos conocidas, algunas muy tormentosas, pero no menos ciertas: Annemarie Schwazenbach - Carson McCullers, Julio Cortazar - Cristina Peri Rossi, Jean Paul Sartre - Simone de Beauvoir, Juan Carlos Onetti - Idea Vilariño, Virginia Woolf - Vita Sackville-West… A veces me tienta coger un hilo rojo que vaya uniendo un libro con otro, a unos autores con otros y sus conexiones, porque normalmente esas relaciones no eran únicas, no fueron una relación a dos únicamente, y muchos de ellos necesitaron menos de seis grados de separación...
En cualquier caso, la relación entre Virginia y Vita fue la que me llevó a este libro. No tanto porque se hable de ella, de Virginia Woolf, como por conocer más a Vita Sackville-West. De hecho la relación entre Vita y Virginia apenas es mencionada en Retrato de un matrimonio, excepto en la última parte del libro y en unas pocas páginas. Eso sí, suficientes como para percibir la inmensa personalidad de Virginia y el respeto y admiración que provocaba en quienes la conocieron.
Porque mi vida es un pantano, un charco, un pudridero, una región engañosa con un solo punto brillante en su centro, un refugio permanente.
Pero vamos a situarnos. El matrimonio al que se refiere el título es el de Vita Sackville-West y Harold Nicolson. Y no es casualidad que el autor de este libro sea Nigel Nicolson, uno de los hijos del matrimonio (y que escribió también, entre otras obras, una biografía de Virginia Woolf). Y no sólo no es casualidad, en realidad es más que eso, porque que sea un hijo del matrimonio el que haga este retrato añade un interés extra a esta lectura. No parece nada fácil hablar de los propios padres, ser su biógrafo, cuando además se trata de un matrimonio tan peculiar y fascinante como el formado por Vita y Harold.
Para seguir ubicando esta lectura, he de decir que Nigel escribe este libro a partir del hallazgo en 1962 (año del fallecimiento de Vita) de un diario de su madre en el que narra su amor por la escritora Violet Trefusis. Nigel divide el libro en cinco partes, dos pertenecen al diario mencionado y las otras tres son la narración del propio Nigel a partir de su propio conocimiento y de cartas de Vita, Violet y el propio Harold.
Hay un lazo que me une a Violet y a Violet conmigo; nos unió no menos que une ahora, pero lo que es ese lazo sólo Dios lo sabe; a veces lo siento como algo legendario.
La relación entre Vita y Violet duró tres años, pero durante toda la vida sintieron que estaban conectadas entre sí y que ese lazo legendario jamás se rompió (Te dije que me espantabas tú. Es verdad. No quiero enamorarme otra vez de ti. Estimo mucho la vida tranquila que llevo… Pero si de verdad me quieres, me iré contigo siempre, a cualquier parte.)
Me ha parecido un acierto enorme la estructura del libro, el posicionamiento de Nigel, capaz de armar la tela de araña que componen Vita, Trefusis y Harold y, sobre todo, cómo da forma y sentido a la relación tan peculiar que mantenían sus padres. Y si una palabra se me enciende en fosforito una y otra vez durante esta lectura y también al terminarla, es la palabra equilibrio (qué bonita, pero qué bonita palabra). El equilibrio que Nigel encuentra para hablar de sus padres, el equilibrio que encuentra Vita en Harold y viceversa, las proporciones exactas, la distancia justa, la armonía sensata, la unión serena…
Ahora me parece evidente que toda mi maldición ha sido esa dualidad contra la cual era demasiado débil y cobarde como para luchar.
Sin duda, Vita es la fuerza, la que irradia la energía, la pasión, el arrebato. Muchas veces me hizo recordar a Annemarie Schwazenbach: la nota desafinada, el renglón torcido, la lucha, la búsqueda. Y percibo que al final de la búsqueda tanto Annemarie como Vita llegan a un mismo lugar, una soledad acompañada (en el caso de Vita), un viaje al interior de una misma que termina por ser el único territorio que habitas. La certeza de que hay una soledad íntima que es tan inevitable como insondable. Cierto que en el caso de Vita era un territorio levemente compartido, con un espacio para Harold, ese refugio que suponían el uno para el otro.
A mí me fascinan las relaciones diferentes, fuera de la norma y la convención, las que introducen nuevas formas de relacionarse y quererse/amarse, porque creo que hacen justicia a la naturaleza humana, más libre, más salvaje, más intensa, y posiblemente también más superviviente. No sólo me fascinan, admiro estas relaciones porque en ellas encuentro una meta en mi propia búsqueda, y también una razón de ser.
No conocí a Violet […] Ni siquiera sabía que Vita pudiera amar de ese modo ni que lo hubiera hecho, pues no le habló a su hijo del asunto. Ahora, que lo sé todo, la amo aún más, tal como mi padre, porque fue tentada, porque era débil.
Estoy a seis grados de separación de ti.
Me gustan los diarios, las relaciones diferentes como tu dices y siempre consigues interesarme por los libros que reseñas. Paso por aquí para darte las gracias por ello :)
ResponderEliminarUn beso linda ♡♡♡
Yo últimamente estoy leyendo muchos libros que son diarios... Cuando me da por una temática, me da :) Gracias a ti por comentar, bur.
EliminarUn abrazo
Lo leí hace tiempo y creo recordar que lo dejé en un baúl en casa de mis abuelos, junto a otros muchos, pero recuerdo perfectamente la portada...me gusta encontrarme estas reseñas que nos traen libros tan icónicos y desconocidos por la mayoría.
ResponderEliminarMe ha encantado.
Un besito.
Hay tanto libro por leer... no me ciego con las novedades, los libros por los que ya han pasado los años suelen ser un valor más seguro.
EliminarUn abrazo
No conocía el libro. Y me gusta lo que cuentas, esas relaciones diferentes, conocer a Vita... Y esa relación con Virginia, aunque sea solo en las páginas finales. Me lo apunto.
ResponderEliminarBesotes!!!
Es que últimamente unos libros me llevan a otros, o más bien unos autores a otros... Así voy encadenando lecturas :)
EliminarUn abrazo
Pues me parece buena idea. Sí, indagar en esas relaciones diferentes que luego ya veremos si nos convence o no para el mundo real. Tengo que investigar a Annmarie a quien casas con la Carson.
ResponderEliminarAbrazo
Lo mío ya no es leer, ya casi es investigar jajajaja. Pero es que me gustan las lecturas en las que puedo conocer la vida de algunos autores o personajes que me llaman la atención, qué le voy a hacer.
EliminarYa hubiera querido Carson casarse con Annemarie :D Estaba loca por ella, pero Annemarie no le hacía mucho caso... Aunque curiosamente, en la peor época de Annemarie, la única persona que acudió a ayudarla y estuvo a su lado... fue Carson. Ya ves.
Un abrazo
Hace años también leí ese libro. Llegué a él después de ver y leer Orlando. Después , durante mucho tiempo, leía todo lo que podía acerca de Bloomsbury y el hilo se fue extendiendo a Schwarzemberbach, Von Arnim, Mansfield,etc. Es lo mejor de leer, que una cosa te lleve a otra e ir enlazándolas. No sé si conoces las Cartas de amor a Vita, de Violet, editadas hace mucho en Grijalbo, colección Espejo de tinta. Aunque no me gustan los diarios ni las cartas, en general, estas son muy interesantes.
ResponderEliminarUn abrazo.
Sí, exactamente eso sucede. Que unos te van llevando a otros y realmente hay tantas conexiones por todos los lados que no te da la vida para profundizar en todas. Pero vamos, yo lo intento :) Sí, sí, tengo el libro de Trefusis, creo que lo adquirí (segunda mano) a la vez.
EliminarPues ya siento que no te interesen mucho los diarios y las cartas porque... últimamente mis lecturas están por esa onda... ;)
Un abrazo
Yo también encuentro fascinantes esas relaciones distintas, bien por ser homosexuales o bisexuales (o sencillamente libres de las limitaciones del sexo) o bien por ser contrarias a cualquier norma por múltiples razones. Me hacen ver que la vida se puede vivir de maneras muy diversas y todas son igual de válidas, aunque unas más valientes y arriesgadas que otras. Apunto este libro.
ResponderEliminarInteresante lo de los seis grados de separación. No sabía nada, pero ya me he informado y me han entrado ganas de leer "Chains" de Frigyes Karinthy.
Un beso.
Libres de las limitaciones del sexo y de las convenciones del matrimonio, la monogamia... yo que sé. Que es que nos ponemos muchas limitaciones, que en realidad son más impuestas por el entorno que por la propia naturaleza humana.
EliminarPues nada... a por Chains ;) (¿ves? conexiones y libros que llevan a otros libros)
Un abrazo.
Curioso lo de las relaciones entre los libros, siempre lo pienso, no sólo entre sus autores sino que muchas veces unos nos llevan a otros.
ResponderEliminarA mí también me fascinan esas relaciones atípicas y atópicas, las que se saltan los convencionalismos y no responden más que a las propias normas que dictan los que las mantienen. Muchas veces son más justas y procuran mayor felicidad, supongo que porque logran ese equilibrio al que aludes y que es tan difícil de alcanzar.
Un abrazo desde el otro extremo de los seis grados que nos separan.
Si yo tuviera una librería tengo claro que habría muchos rincones "temáticos" y uno de los temas sería precisamente poner juntitos a autores que tenían relaciones entre ellos, fueran cuáles fueran esas relaciones... Las relaciones atípicas y atópicas son más intensas, y más felices... pero a la larga seguro que viene alguien y las jode, claro :D
EliminarUn abrazo (seis grados de separación no es ná) :D
Este es uno de mis libros favoritos y durante mucho tiempo no supe decir por qué, pero creo que es porque siempre he encontrado fascinantes también estas relaciones fuera de lo común, por decirles de alguna manera. Además, cualquier mención a Virginia me hechiza de inmediato.
ResponderEliminarBesos.
Claro, si en principio yo a Vita llego por Virginia... y Vita me lleva a Trefusis... y todo así. Un no parar :)
EliminarUn abrazo
En general desconfió de las biografías o las autobiografías o diarios o similares, he leído muchas y creo recordar que de los pocos que recuerdo con alivio es "Confieso que he vivido" de Neruda y los geniales libros semibiográficos de Groucho Marx; y sé que me gustarán los libros autobiográficos (porque ya los tengo revisados y recomendados vivamente por gente afín,:)) de Lillian Hellman y los de Chester Himes. Y no me gustan sobre todo las biografías, en las que el autor puede hace una hagiografía o un canto al demonio, y en las autobiografías, en general, siempre está esa sensación de no contar todo o contar cosas para que resulte divertido o vendible. Entiendo más el dibujarse el autor a través de sus escritos. Entiendo mejor los escritos en primera persona que dibujan un ambiente propio.
ResponderEliminarEn este caso sé que hubo cierta discusión sobre la moralidad de exhibir los diario de la madre, y supongo que es una difícil disyuntiva para el hijo, enseñar la verdad o ocultarla, o dibujar la realidad de sus padres o dejarla que sea pasto de las charlas por la espalda: Entiendo que en su caso eligió la mejor opción ,eran sus padres y ellos eran así, tal y como los dibujaba, y lo dice a través de los escritos de su madre
En cuanto a las parejas especiales, estoy de acuerdo contigo, pero a mi me atraen las parejas que sin salir en los grandes escritos , han salido en pequeños libros que me llenan de luz, como John Berger y Beverly Bancroft, o la pareja genial de Lillian Hellman y Dashiell Hammett o María Teresa León y Rafael Alberti Y dentro de las extrañas parejas, esas que me desasosiegan , también, Sylvia Plath y Ted Hughes o Nabokov y su mujer Vera.
Cuídate,
siento la largura
A mí, independientemente de la credibilidad o no que puedan tener, u otros temas de fondo (sí son póstumos o no, si se escribieron para que se publicaran o no, etc) la verdad que me atraen este tipo de libros. Yo ya luego me hago mi composición de lugar :) De Hellman tengo por ahí. Por supuesto también los de Groucho, geniales y divertidos, entre otros calificativos...
EliminarEs cierto que en este caso el hijo se plantea y debate sobre la moralidad de publicarlos o no. Pero creo que acertó en el planteamiento, en cómo lo hizo. Curiosamente ahora mismo estoy leyendo un libro en la misma tesitura, los diarios de Susan Sontag, también editados por el hijo después de cuestionarse lo mismo... pero creo que no acertó tanto en la edición... (ya lo contaré).
A Plath, ahora que están sacando más cosas, le iré metiendo lecturas también, incluido a Hughes. Pero yo soy total e irracionalmente Plath y pelín antiHughes, te avanzo :)
Un abrazo (y nunca, insisto, te disculpes por extenderte en comentar sobre lo que nos gusta) ;)
Leí este libro hace relativamente poco tiempo, poco más de dos años. Me interesó esa pareja tan peculiar (me refiero a Harold Nicolson y Vita Sackville-West), esa vida rica que se construyeron sobre fundamentos espirituales, intelectuales, no físicos, y en los deseos de saborear la vida, desafiar los convencionalismos, trabajar mucho, jugar peligrosamente con las emociones y en la solicitud que se demostraban mutuamente.
ResponderEliminarLas conexiones entre libros merecerían ese hilo rojo que los uniera.
Un abrazo.
Cierto, una pareja peculiar, que me recordaba a la de Nin con su marido, aunque en el caso de Nin creo que había más interés egoísta que este vinculo más amistoso y con trasfondo de respeto y cariño que se tenían Harold y Vita.
EliminarSería necesario muuuuuucho hilo rojo para esas conexiones :) (pero no descarto la idea, una especie de perfomance ;)
Un abrazo
Mmm...suena de maravilla esta libro. De Vita tengo otro en casa, que ahora no recuerdo el título, pero que seguro que me iré a las estanterías a ver si lo encuentro...últimamente tengo muy mezclados los libros...y mis recuerdos, con las dos últimas mudanzas.
ResponderEliminarEstá claro que Vita y su marido fueron personas muy adelantadas a su tiempo. Me interesa ver la visión que tenía de ellos su hijo. Las biografías siempre me saben a percepción...y aunque ese no es un termino objetivo, llega a ser lo que veía alguien cercano sobre ellos y su forma de vida. Seguro que si Woolf hubiera escrito una biografía de Vita (quizá fue Orlando, no lo sé), habría sido diferente a la visión que tiene su hijo de ellos.
Gracias por una reseña maravillosa.
Un abrazo y buenas lecturas.
Creo que el planteamiento del hijo sobre como abordar la publicación de lo escrito por su madre, su relación con Trefusis, la relación de sus padres... ha sido un acierto. No era un equilibrio fácil de encontrar, sin duda, pero creo que lo hizo bien, muy bien.
EliminarCiertamente, te confirmo, "Orlando" es Vita...
Un abrazo.
Lo apunté cuando U-topía lo presentó en su espacio; tus líneas refuerzan mi interés.
ResponderEliminarEse hilo rojo que señalas existe, pero es virtual. No se ve y puede tener una extensión infinita. No obstante, enhebra títulos dispares de autores distantes geográfica y temporalmente.
Gracias por recordarme que me debo hacer de un ejemplar.
Un abrazo grande.