Traductor: Carmen Martín Gaite
Páginas: 222
Publicación: 1973 (2003)
Editorial: Acantilado
Sinopsis: Este libro nos presenta la historia de un hijo perdido, Miguel, que abandonó de joven su familia, que se casó en un país lejano y que, tras una vida poco ordenada, murió en otro país lejano en circunstancias poco claras. Su madre podrá llorarlo, pero no entender sus secretos.
En sus melancolías no iba a logar entrar nunca porque allí sitio para mí no lo había.
Me ha pasado con este libro que me ha crecido entre las manos. Os lo juro. Cuando lo terminé me di cuenta que lo que acababa de leer era una literatura sólida, perfecta, nítida, en la que Ginzburg interpone una distancia de su obra, una distancia profesional, para conseguir una calidad emocional y literaria impecable, casi quirúrgica. Cómo no iba a querer Carmen Martín Gaite traducir (magníficamente) este libro.
Estas palabras tal vez te parezcan de una crueldad inútil. Efectivamente son crueles, pero no son inútiles.
Quisiera poder explicar lo de la distancia profesional, para explicármelo a mí. Natalia Ginzburg escribía con los mimbres que le aportaban sus propias vivencias y experiencias, los recreaba a través de la ficción, pero para ella la literatura, escribir, no era una terapia, sino que era un oficio, que ejecutaba con profesionalidad y constancia. Y también con distancia. Ginzburg era una mujer que se sentía pequeña y que se empoderaba escribiendo.
Creo que podría decirse que fue una amanuense de la sociedad y la época que le tocó vivir. Pero eso requiere de una gran habilidad de observación, detectar las claves de aquello que te rodea, de esos hilos invisibles que mueven las conductas de las personas. Y luego, claro, hay que contarlo, escribirlo. Algo que Ginzburg hace desde un lenguaje sencillo, a lo que añade una construcción metódica de sus personajes.
Soy una persona con la casa en orden y el corazón en desorden.
Que mejor contexto que el de la familia para que todos quedemos retratados. Así, tenemos a la familia de Miguel y personajes que revolotean alrededor de esta familia. Ningún secundario está de adorno, todos son pieza de un mismo engranaje: el de la incomunicación. El de la soledad. Me pregunto cuántas personas hacen falta a tu alrededor para que la soledad sea más evidente. Supongo que es extraño hablar de incomunicación cuando uno de los recursos utilizados en Querido Miguel es el epistolar (no el único). Se diría que escribirse cartas es una forma de comunicarse ¿no? Pues yo no lo tengo claro, lo mismo que dudo que las palabras, hablarlas, escribirlas, sean por sí mismas un medio de comunicación.
Y creo que este libro es un buen ejemplo de ello, porque todas las cartas, todas las conversaciones, son en realidad un vehículo de aislamiento, un grito en el desierto, una voz desde el extrañamiento y la soledad. Lo cierto es que todos los personajes son unos desconocidos entre sí. Unos extraños.
Se acostumbra uno a todo. Cuando ya nos hemos quedado sin nada.Posiblemente sea el lector quien percibe con más claridad, gracias a Natalia Ginzburg, ese desconocimiento de unos y otros, esa falta de comunicación, el egoísmo de unos, la generosidad de otros… En el fondo no se escuchan unos a otros y lo que callan dice más de ellos mismos que lo que dicen.
Que los personajes estén bien construidos no quiere decir que empatices con ellos. De hecho me ha costado que alguno de ellos me cayera bien. Curiosamente, Mara, la más descarada, manipuladora y mentirosa, ha sido quien me ha parecido el personaje más fresco y a quien más cariño cogí.
Esos personajes que se me hacían antipáticos provocaban que entrara y saliera de la lectura sin quedarme realmente en ella. Pero finalmente cuando termino el libro tomo conciencia de que la arquitectura del libro es parte de su genialidad, cómo Ginzburg construye lo que quiere contar, con aparente sencillez, pero con detalles inteligentes en los cimientos de lo que cuenta. Es un libro triste en realidad, lo cual no le convierte en un mal libro ni muchísimo menos porque también es un libro inteligente y sutil, como lo era la literatura de Ginzurg.
Genial entrada. Desde hace tiempo tengo ganas de leer a Natalia Ginzurg y este parece ser un buen comienzo.
ResponderEliminarGracias, Vanessa. Creo que es un libro que recoge bien la esencia literaria de Ginzburg, que puede ser el adecuado para iniciarse con ella, aunque seguro que cualquiera de sus libros puede ser el adecuado.
EliminarUn abrazo
La comunicación o la incomunicación, qué gran tema. Efectivamente, las palabras, lo que proclamamos y declamamos no sirve para comunicar, porque la intención no es, en bastantes ocasiones, comunicarnos, es más, la intención comunicativa es una molestia. La comunicación requiere de reconocimiento del otro, respeto a su autonomía comunicacional y reflexiva. He llegado a la conclusión que muchas veces la gente lo que quiere son orejas que oigan... y sólo eso.
ResponderEliminarTus reseñas, así como las elecciones de libros que haces, me parecen tan personales que no me atrevo a comentar... En cualquier caso, te leo.
Abrazo.
En realidad es EL tema. A partir de él y sus ramificaciones creo que se tocan todos los temas posibles... La intención comunicativa es compleja, y lo complejo siempre es molesto, pero lo cierto es que siempre está ahí, la intencionalidad. Pero claro, el receptor también está. Con sus propias intenciones. Que coincidan ambas ya es casi alquimia, Elvira...
EliminarComenta (o no)siempre que quieras, aunque los lectores silenciosos del blog los tengo muy presentes, de una manera extraña e intuitiva percibo su (vuestra) fuerza (la que me dais). Es verdad que mis lecturas son personales, cómo las leo y cómo las cuento. Hace mucho que he decidido que esa sea la seña de identidad de este cuarto propio que es mi blog y así seguirá siendo si no quiero perder algo que es esencial para mí...
Un abrazo (y gracias por leerme)
Hola Ana
ResponderEliminarHe leído varios libros de Natalia, el que más me gustó con diferencia fue "Lexico familiar", me gustó mucho, sin embargo este de "Querido Miguel" lo comencé y, no sé la razón, no me llegó, me incomodó, y lo dejé. No sé si no era el momento o ... pero lo déjé.
Un abrazo
cuídate
Bueno, ya ves que a mí también me ha pasado algo parecido, que me costó entrar en él, por eso me creció en las manos. Creo que es porque los personajes son intrínsecamente desagradables, molestos, incómodos... Pero al final todo va cobrando forma, ahí el oficio de Ginzburg es increíble, por eso valoro tanto su escritura.
EliminarUn abrazo (me estoy descuidando un poco últimamente, la verdad, que jodía es la vida, Wine)
"Me llamo Natalia Ginzburg: soy aquellos que fueron antes de mí", dice Elena Medel en el prólogo de Léxico Familiar, que estoy leyendo justo en estos días. Y Querido Miguel fue lo primero de ella que leí, llevada por la admiración de que profesa hacia ella Alejandro Zambra. Ya no pude desprenderme de Natalia y sigo acaparando cada cosa que llega de ella a mi ciudad. Como siempre Ana, tus reseñas me conmueven. Un abrazo.
ResponderEliminarY Zambra de literatura y buenos/as escritores/as sabe un rato... Hace tiempo que quería leerla, y aunque creo que la relación entre Ginzburg y yo va a ser muy "profesional" y no tanto de las que me agite, sé que estoy ante una escritora muy grande.
EliminarUn abrazo
Hola Ana! Leí este libro hace mucho, en una época en la que nos creemos comer el mundo a bocados, en la que nada nos satisface y pensamos que la revoluciòn es la única salida a esa insatisfacción socio psicológica, vamos, ingenuos universitarios...y me encantó, me marcó lecturas futuras e ideas presentes.
ResponderEliminarUna gran reseña.
Un besito.
Ay, esa época la pasamos todos... y el final menudo bocado nos da el mundo ¿verdad? :D No es mi caso, el de que este libro marcara mis lecturas, pero sí hubo muchas lecturas en su momento que me las marcaron (casi todo autoras: Nin, Plath, Beauvoir, McCullers, Djuna Barnes, y tantas otras...) Hoy en día aún sigue habiendo algún que otro libro que me reconduce...
EliminarGracias. Un abrazo.
Me ha entrado curiosidad por la autora más que por la novela en concreto pero sería una opción para empezar. Me da un poco de respeto lo de entrar y salir de la historia, por el peligro de quedarse fuera. Y estoy de acuerdo contigo en que un buen personaje no tiene necesariamente que provocar empatía, a veces es todo lo contrario, y sigue siendo muy buen personaje.
ResponderEliminarAbrazos
Como representativa de la literatura de Ginzburg puede ser un buen comienzo, aunque sus personajes son antipáticos e incómodos, la verdad. Ellos eran los que me hacían salir de la lectura de cuando en cuando, pero es un libro cortito, bien escrito, bien trabado y cuando lo terminas sabes que estás ante una muy buena escritora. Te encantará Mara (creo) :D
EliminarUn abrazo
A veces se dice más con los silencios que con las palabras... Has conseguido picarme y mucho con este libro.
ResponderEliminarBesotes!!!
Pero los silencios también hay que saber escucharlos :)
EliminarUn abrazo
Nunca la tristeza hace malo a un libro. Solo lo hace... triste.
ResponderEliminarEstas historias duelen mucho, sobre todo cuando se tienen hijos y te pones el lugar de de esa madre que pierde al suyo.
Lo apunto. Me atrae mucho lo que cuentas de él.
Un beso.
Desde luego que no. La tristeza puede ser incómoda, pero no menos cierta. La verdad es que en este caso con la madre he empatizado más bien poco, es que salvo Mara, y tiene lo suyo también, apenas había personajes con los que me sintiera cómoda.
EliminarUn abrazo
Hace tiempo que quiero estrenarme con Natalia Ginzburg. Como me suele ocurrir en estos casos, dilato la espera al no decantarme por ningún título en particular. Ahora, tras leer tu reseña, creo que ya tengo un firme candidato. Te ha salido un poco como me da la impresión de que es la prosa de esta autora: escueta, sin adornos y contando lo justo porque a buen entendedor pocas palabras bastan.
ResponderEliminarUn abrazo
Yo también le tenía ganas y este libro hace mucho que lo tenía en espera. Años. Ahora que Ginzburg vuelve a estar de moda, pero no tanto este libro, yo como siempre me he decantado por él precisamente por eso :)
EliminarTienes razón, eres tremendamente observadora. Yo también tuve la sensación, cuando terminé de escribir mis impresiones de este libro, de que me había salido un comentario distinto de lo habitual. Muy "profesional", en el sentido de mantener yo también esa distancia. No sé. Pero al fin y al cabo siempre son las sensaciones lectoras lo que me salen, intento que sean un fiel reflejo de lo que sentí con la lectura, independientemente de que lo haga con cuerda de seguridad o no, con red o sin ella, encriptándome o no...
Un abrazo
Ya la tengo un poco olvidada, pero disfruté de ella tanto como tú. Cuando se juntan sensibilidad y oficio lo que surge es una gran obra. Es de esas que no prometen fuegos artificiales pero profundiza hasta descubrir lo menos evidente. Me recuerda un poco a las grandes novelas españolas de los años 60, con ese realismo algo corrosivo que parece no estar contando nada de importancia. Como Nada (precisamente), Pascual Duarte, Las hogueras y muchas más.
ResponderEliminarBuena reseña y buen libro. Un abrazo
Yo es que la tenía pendiente. Leeré más cosas suyas, sin duda, aunque a saber cuándo. Es precisamente ese buen oficio, junto con una sensibilidad exquisita diseccionando lo que ve, lo que me ha gustado de Ginzburg. Si es que la realidad ya tiene lo suyo, no hace falta añadir mucho más, solo mostrarla (que tampoco es fácil, ahí está el mérito).
EliminarGracias. Un abrazo
Ana bonita no sabía que tenías un blog y mira por donde te he encontrado.
ResponderEliminarQue genial reseña del libro cuando cuesta empatizado con los protagonistas, eso sí me preocupa que hayas empatizado con la descarada, manipuladora y mentirosa jajaja. Parece un buen libro. B7s
Bueno, no es tan extraño que haya empatizado con ese personaje. Me gusta porque se la ve venir y eso lo valoro mucho en las personas.
EliminarUn abrazo
No me he leído nada de esta autora, este me lo apunto como primera lectura de ella, para un futuro. Un abrazo, Ana.
ResponderEliminarAhora está de moda Ginzburg y es que funcionamos así, de repente un autor o autora "rula" mucho por las redes, cosas del Internet :)
EliminarUn abrazo
Me gusta bastante la literatura de Natalia Ginzburg, las razones las explicas muy bien en este texto: su literatura es próxima, cotidiana, familiar, doméstica....... sin embargo logra que las emociones, los valores, etc. sean universales. Su prosa es sencilla pero a la vez profunda y de calidad y eso lo valoro mucho. No he leído este libro, pero lo tendré en cuenta (aún tengo algo suyo pendiente de lectura).
ResponderEliminarUn abrazo.
Exacto: escribe sobre lo universal, y lo hace, como digo, con mucho oficio, pero también porque sabe mirar al "sitio" adecuado y poner el acento ahí.
EliminarUn abrazo
Pues sí, en ocasiones escribir o hablar no sirve sino para reforzar nuestro aislamiento. Uno de los síntomas de incomunicación es precisamente el exceso de palabras. Me gustaría ser suscriptor de editoriales como Acantilado (con un buen descuento, si es posible) y que cada mes me mandaran un libro y dejarme sorprender. Y todavía mejor, que la biblioteca de mi ciudad lo fuera. Sigo soñando...Además ya casi es la hora.
ResponderEliminarUn abrazo.
Incluso a veces las palabras aíslan más que otra cosa. Hay exceso de palabras, de intenciones. Son capas, capas y más capas que al final lo único que hacen es ocultarnos.
EliminarMira, en la biblioteca de Ciudad Real al menos no hay ese problema, ni con Acantilado ni con otras editoriales :)
No dejes nunca de soñar, Gerardo :)
Un abrazo
No he leído nada de esta autora, y la verdad es que me atrae lo que cuentas de ella. Sobre el libro, no termino de empatizar con la trama, pero todo es ponerse. Así que tomo nota. Abrazos.
ResponderEliminarPues últimamente anda mucho por las redes, nuevas ediciones la han puesto de nuevo en el punto de mira. A mí me costó entrar en la trama, pero el buen hacer de Ginzburg hace que vayas entrando poco a poco.
EliminarUn abrazo
No he leído nada de ella. Buena opción entonces empezar por este? es que lo vendes que...este desde luego me lo apunto. Un besote!
ResponderEliminarPues no sé si es la mejor opción para empezar, Rocío, porque sólo he leído este... :) Presiento que quizás haya otros mejores (su Léxico familiar, por ejemplo -creo que se llama así-)
EliminarUn abrazo
Lo leí el verano pasado junto con otros títulos de la misma autora. Con este libro me pasó lo mismo que a ti, al principio me costó meterme en la historia y sobre todo empatizar con los personajes, pero a medida que iba leyendo, los iba conociendo mejor y al final me gustó bastante.
ResponderEliminarUn abrazo
Es que cuesta... esos personajes (excepto Mara, en mi caso) resultan antipáticos, pero como digo, el buen hacer de Ginzburg te retiene y terminas por saber que es una buena lectura.
EliminarUn abrazo