Traductora: Pilar del Río
Páginas: 336
Publicación: 1997 (2007)
Editorial: Alfaguara
Sinopsis: En el ambiente opresivo, cerrado y polvoriento de la Conservaduría General del Registro Civil trabaja como escribiente don José, un soltero solitario que un buen día decide crear su particular registro de personas famosas. No contento con los datos que le proporcionan periódicos y revistas, resuelve completarlos con los que posee, tan a mano, en el Registro. Para ello no tendrá más remedio que violar alguna de las normas de la Conservaduría.
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Conoces el nombre que te dieron, no conoces el nombre que tienes.
Yo no vivo en una burbuja. No. Qué va. Vivo en varias. Me encierro en una o en otra según el momento. Una burbuja me protege de otra y me aísla de las demás y también de lo que hay fuera de ellas. Y tengo, claro que sí, también mis burbujas como lectora. Necesitaba, me apetecía, una que fuera zona de confort. Espacio de seguridad. Disfrute sin riesgo ni sacudidas. Pero con calidad. Deseaba continuar por mi paisaje de libros pero dejando atrás el vértigo de quien camina sobre la cuerda floja, de precipicio en precipicio.
Elegí la burbuja de José Saramago.
La precariedad que acompañó la infancia y juventud de Saramago (hijo de labradores y artesanos, madre analfabeta -que le regaló su primer libro-) creó en él una lúcida capacidad para indagar sobre la conciencia social y una actitud crítica que, junto a un estilo narrativo personal y una ética muy sólida, le llevarían a conseguir el Premio Nobel de Literatura en 1998.
La prudencia sólo es buena cuando se trata de conservar aquello que ya no interesa.
Era fácil elegir esta burbuja, aunque quise no ponérmelo demasiado cómodo acudiendo a sus obras más conocidas o a una relectura, así que elegí Todos los nombres, uno de sus libros de los que apenas tenía referencia y que estaba por la estantería. Curioso el título, puesto que en el libro no aparece ningún nombre, excepto el del protagonista, don José, un funcionario de la Conservaduría General del Registro Civil. Un hombre gris. Pero ya John Williams en Stoner nos enseñó las distintas tonalidades del gris y cómo es un color con luz propia. Así que intuía que detrás de esta vida gris podría encontrarme de nuevo con esas tonalidades tan luminosas como imperceptibles.
En esta ingeniosa, laboriosa, compleja, sutil arquitectura que crea Saramago, los nombres, que son todos, que no es ninguno (excepto el de don José), están contenidos en ese espacio cerrado y laberíntico que es el Registro Civil. Los vivos, los muertos, todos los nombres están. ¿Qué hay detrás de los nombres que aparecen en cada papel, documento, carta, registro, carnet...? Nada. Somos nombres en un papel, desperdigados por archivos que van contando nuestra vida: nació en tal fecha y lugar, estudió aquí o allá, se mudó de un sitio a otro y otro, compró tal piso, sacó el carnet de conducir en tal año, se compró esto o aquello, ingresó taitantas veces en el hospital, se casó o no, se divorció tal vez, trabajó en esto o lo otro… Nuestro nombre registrado por un lado y otro. Nuestra vida en papel.
… son como una nube que pasó sin dejar señal de su paso, si llovió no llegó para mojar la tierra.
Pero don José, el de la vida anodina y gris, necesita rebelarse contra esa nada que son los nombres en un papel, rasgar la monotonía, poner patas arriba el orden. No quiere resignarse. Y es entonces cuando el gris empieza a brillar. Hay almas, hay vidas, detrás de los nombres. Y decide ir a la búsqueda de un nombre. El nombre de una mujer desconocida. ¿Con qué fin? No nos queda claro. No todo tiene explicación. No es tan importante conocer sus razones, si es que las tuviera. Lo importante es lo que le empieza a suceder a partir de entonces. Empieza a moverse. A salir de la inercia, de la monotonía. Busca, indaga, se plantea, se cuestiona…
Leer a Saramago nunca supone irse de vacío. Su escritura, mordaz, irónica, elegante, sus alegorías y metáforas, conllevan siempre un mensaje y unas reflexiones que van más allá de la historia, que no se queda al margen, sino que es el hilo conductor. Sutil y sólido a la vez. Una historia original, opresiva, melancólica, que consigue mantener el interés de forma constante mientras vas percibiendo ese mensaje sobre los seres humanos, la vida, la muerte, nuestras vidas, las ajenas. Si estamos vivos cuando morimos, si estamos muertos en vida. Las motivaciones, decisiones, impulsos. La intrincada, confusa y aparatosa armazón de la sociedad. No, no nos vamos de vacío.
Puede que el estilo narrativo de Saramago incomode a algunos, con ese saltarse algunas reglas gramaticales, sustituir signos de puntuación por comas, la ausencia de guiones, paréntesis, comillas… pero lo cierto es que consigue lo que pretendía: un diálogo con el lector en el que éste pone de su parte. Además, Saramago escribe y cuenta tan bien que su peculiar estilo no llega a ser obstáculo porque lo que quiere decir lo dice, lo que quiere contar lo cuenta y su parte la cumple sobradamente. El resto está en nuestras manos.
No parezco yo, pensó, y probablemente nunca lo había sido tanto.
¡Hola Ana Petana (así llamaba yo a mi hermana de pequeñas, jajaja. Petana es pequeñaja...)!
ResponderEliminarMira, si lee esto mi marido me mata y luego me resucita para matarme de nuevo...me lo regaló hace años, él es muy pro Saramago, y ante su instistencia sobre qué me había parecido, le dije que ya me lo había leído pensando que en poco tiempo lo haría y prou, no se iba a enterar nadie. Creo que hace ya lo menos ocho o nueve años que lo tengo, madre mía.
No me va a quedar más remedio que leerlo de una vez.
Gracias por traerlo!!
Un besito.
¡Hola!
EliminarAnda queeeeeee... Si es que las mentiras tienen las patas muy cortas ;) Ahora tendrás que solucionar el tema leyendo a Saramago ;)
Un abrazo
De Saramago he leido varias novelas. Esta que reseñas, la leí hace bastante tiempo, recuerdo que me gustó mucho, esa búsqueda obsesiva, asfixiante, intentando atrapar la vida de las personas en esos nombres que estan en el papel, no los datos fríos y desapasionados... Es difícil de leer por la escasez de signos de puntuación (eso también lo recuerdo). Me pareció fascinante...
ResponderEliminarAbrazo.
La verdad que de los libros de Saramago que tengo era al que iba más "virgen", lo que me hacía pensar que igual era una obra "menor" pero la verdad que me gustó también mucho. No voy a decir que sea cómodo leer a Saramago, pero por encima de un estilo que no facilita está su magistral forma de contar. Y lo que cuenta.
EliminarUn abrazo
Sin duda a veces es necesario refugiarnos en nuestras propias burbujas, o en las que nos ofrecen los autores que sabemos lo cómodas que nos harán sentir. Tengo muchas ganas de reencontrarme con Saramago, con esa escritura suya que has adjetivado tan bien.
ResponderEliminarUn abrazo
Oh, sí, yo necesito de esas burbujas (en todos los planos) casi como método de supervivencia :D Pero afortunadamente tengo una buena reserva de este tipo de libros, que no me arañan, pero que son grandes de la literatura ;)
EliminarUn abrazo
Pues a mí me encanta que dejen parte del trabajo en mis manos. Este título de Saramago no lo conocía. Y sí, todos tenemos a nuestros autores-burbuja a los que recurrir, sin tener necesariamente por ello que irnos de vacío. Tal vez recurramos a ellos precisamente por ello.
ResponderEliminarUn abrazo
A mí también, Lorena, aunque reconozco que encontrar ese equilibrio entre lo que pone el autor/a y lo que ponemos los lectores no es fácil. Como acabo de comentar, afortunadamente tengo una buena reserva de autores-burbuja a los que acudir cuando necesito un... respiro.
EliminarUn abrazo
Pues aun a riesgo de que me eches de todas tus burbujas y de que no quieras venir más a la cantina, te diré que a mí Saramago no me gusta, no me convence ni le veo el punto. Varias veces en distintas épocas he intentado leer Ensayo sobre la ceguera, es el único libro suyo que hay en mi estantería y ahí se ha quedado.
ResponderEliminarAbrazos
Ni de coña te echaré de mis burbujas. Y seguiré acudiendo a la cantina cada semana, faltaría más. No está escrito en ningún sitio que a los demás os tenga que gustar los autores que a mí me gustan, o los libros que me fascinan. Yo lo leo, lo cuento y cada cual sabe si sí o si no. Esto es así. Que conste que Ensayo sobre la ceguera se merece una oportunidad (tal vez lo relea algún día para contarlo).
EliminarUn abrazo
Ana,
ResponderEliminarEnamorado como estoy de la literatura portuguesa, no puedo sino ayudar a pensar que la literatura portuguesa es probablemente, (contando a Saramago que por ahí anda absolutamente vivo) como, si no la mejor, de las mejores de las letras actuales, desde el desorbitado y absolutamente genial Lobo Antunes , hasta el originalísimo GOnçalo Tavares, o Correia, o al otro Tavares, o Ivo, Bessa Luis o Torga o Peixoto o Jorge o Botelho o Carvalho,o Velho Costa o Hugo Mae o Cardoso Pires... Me temo que olvidamos a lo que tenemos al ladito, y Saramago debería ser su faro...
un abrazo
cuídate
Lo cierto es que la literatura portuguesa tiene autores de lujo. No sé, quizás en este país siempre pensamos que nuestros vecinos están en un plano inferior, y sin embargo tenemos mucho que aprender de ellos.
EliminarUn abrazo
Yo era de los que al principio criticaba la libertad ortotipográfica de Saramago, hasta que leí Ensayo sobre la ceguera y me pareció muy interesante ese recurso. Tiendo a echar siempre un vistazo rápido a los diálogos, se me van los ojos, y su estilo lo impedía, algo que en su día agradecí. Ya va siendo hora de que vuelva a leer algo de este autor, tomo nota.
ResponderEliminarUn besito.
Dice mucho de ti, Xavier, que termines por apreciar un recurso que al principio rechazabas. Yo también he tenido que comerme algún prejuicio con algún autor que otro o algún libro que otro. El panorama de libros y autores es amplio, pero es claro que hay algunos que son ineludibles.
EliminarUn abrazo
Pues tuve una época en la que encadené varios libros seguidos de Saramago y luego me estanqué. Ya va siendo hora de que lo retome, porque fueron grandes horas de lectura. Sí, tengo que volver al autor. Y no me importaría hacerlo con este libro.
ResponderEliminarBesotes!!!
Yo también tuve una época muy de Saramago, ahora espacio más las lecturas de un mismo autor. Pero en cualquier caso, Saramago es un lugar seguro al que volver.
EliminarUn abrazo
Es una bonita coincidencia traernos a un escritor portugués, por el hecho de que la Feria del Libro de Madrid, 2017, tenga a Portugal como país invitado. Además, como sabes, hace poquito he leído a otro fascinante autor luso, Mário de Sá-Carneiro.
ResponderEliminarEscritores como Saramago, con una obra solvente y de largo recorrido, pueden permitirse contravenir determinadas reglas gramaticales, como las que señalas. Cortázar (igual que Saramago), también usaba muchas comas donde deberían ir signos de puntuación. Según él (lo explica en un libro magnífico, “Clases de Literatura: Bekerley, 1980”) las frases adquirían una musicalidad propia gracias a ese ritmo fluido… Fíjate hasta que punto sopesaba detalles a la hora de escribir. Cómo si la escritura fuese tan fácil como encadenar palabras en un folio.
Y Saramago hace lo mismo, siempre hay una intencionalidad que tiene que ver con la forma de sentir y vivir la literatura.
También la omisión de nombres en los personajes es un sello distintivo en las novelas de Saramago. Un dato curioso en sentido opuesto, Napoleón conocía los nombres de miles de sus soldados :)
Y por supuesto, Ana, el obstáculo no suele estar en el estilo de un escritor como Saramago, o Cortázar y algunos más, no, eso lo fabrica la mente del lector. Aunque todos sabemos que cada uno es soberano para leer lo que le venga en gana, faltaría más.
Muy pertinente la ambientación fotográfica del libro :))
Un abrazo!!
Dicen que las coincidencias no existen... Y además mañana me voy a la FLM (¡peligro! afortunadamente no iré con mucho tiempo).
EliminarEs claro que sólo los grandes pueden romper con las estructuras estilísticas, ortográficas y lo que les dé la gana. Ciertamente es que tiene mucho que ver con el ritmo, la cadencia, y la clave está en entrar en la armonía de esa melodía que crean. No es fácil, claro, por eso sólo lo pueden hacer los grandes.
Un abrazo, Paco.
Lo leí hace muchos años, en una situación difícil, y a pesar de que no es un libro fácil o de evasión, consiguió hacerme olvidar, en algún momento, mis problemas personales para seguir a José en su busca de ese nombre de mujer. No recuerdo mucho, hace casi veinte años, pero sí que me gustó y contribuyó, junto a otros, a que aquellos momentos pasaran con menos dolor.
ResponderEliminarUn beso.
¿Sabes? Creo que la buena literatura tiene poco de "evasión"... Y, sin embargo, qué grandeza tienen los libros que nos hacen olvidar/superar ciertos momentos difíciles.
EliminarUn abrazo
Hola Ana,
ResponderEliminarNo conocía ni he leído este libro de Saramago y te reconozco que me ha despertado la curiosidad. Me ha gusatado empezar a descubrir esas tonalidades del gris también en los personajes, no sé a veces creo que las matizaciones igual que las distintas gradaciones del gris nos llegan con los años. Y hace años que leí algo de Saramago, no recuerdo qué título (eso también lo hacen los años) pero sé que no me pareció de lectura fácil ni cómoda, igual no elegí bien o no era el momento del libro, yo creo mucho en que los libros tienen sus momentos y libros que cuando los leí no los disfruté, al cabo del tiempo me han parecido una auténtica maravilla.
Lo apunto para redescubrir al autor.
Un beso
No es de los más conocidos este libro, por eso precisamente lo elegí, que aún cuando me lo quiero poner fácil tengo que ponerme algún "obstáculo" :D No es fácil, no, pero si entras en su ritmo, en su estilo, como digo, no te vas de vacío nunca.
EliminarUn abrazo
Saramago es su estilo, pero no solo es estilo. Hay una lección profunda en cada uno de sus libros. Mi favorito es "Ensayo sobre la ceguera", pero "Todos los nombres" es tan insólito. Si no recuerdo mal, su mujer era la traductora de todos sus libros. Adoradas burbujas, yo también tengo las mías, cada vez más. La imagen viene a ser, más o menos, la de un jacuzzi, jaja.
ResponderEliminarUn abrazo.
Así es, Gerardo, más allá de su estilo lo que contiene la obra de Saramago es mucho más profundo. Tengo también un enorme jacuzzi, por eso, bastante cálido y acogedor :)
EliminarUn abrazo
Yo nunca he leído a Saramago, y desde hace un tiempo me estoy planteando priorizarlo, porque me está empezando a picar mucho la curiosidad la literatura portuguesa.
ResponderEliminarInteresante lo que comentas sobre distintos tipos de grises, por cierto.
¡Un abrazo!
Uno de los más reconocidos de sus libros es "Ensayo sobre la ceguera". Prueba a ver, y nos cuentas, espero que descubras al gran autor que es Saramago y que su forma de escribir no sea obstáculo.
EliminarUn abrazo
De Saramago leí un título y casi me ahogo, así que esta vez no sé si picaré el anzuelo :-D Un besote!
ResponderEliminarjajajjaja... bueno, que reconozco que no es un autor fácil, pero para mí es necesario.
EliminarUn abrazo
Lo leí hace un montón y no es mi libro favorito ni de lejos de Saramago, me costó encajar con él y lo arrastré durante toda la lectura
ResponderEliminarBesos
No diré que es su mejor libro ni mucho menos, pero a mí no me costó ningún esfuerzo leerlo, y me sorprendió (por ser una obra menos conocida).
EliminarUn abrazo
Saramago es una maravilla siempre. Como dices, nadie se va de vacío. Eso sí, tiene un estilo que no es para todos. Este es de los más difíciles, de modo que deben abstenerse los lectores epidérmicos. El resto, a disfrutar. Insisto: qué estilo, qué maravilla.
ResponderEliminarEs que autores como Saramago no suelen decepcionar. Me gusta ese concepto de "lectores epidérmicos". Tiene que haber lectores de todos los tipos y cada autor suele encontrar su lector y viceversa. Yo lo tengo claro.
EliminarUn abrazo
Sólo he leído dos libros del autor portugués: el anodino `El hombre duplicado´ y el memorable `El evangelio según Jesucristo´. Quizás pueda éste desempatar. De todas maneras, es un autor que muchos buenos lectores valoran y siempre debe ser tomado en cuenta.
ResponderEliminarNo me ha molestado nunca su estilo, por más que no hace fácil la lectura y obliga a veces a volver atrás. Lo apuntaré.
Un abrazo.
Creo que "Ensayo sobre la ceguera" te desempata a favor seguro. Sé que el estilo atípico de un autor no será obstáculo para ti...
EliminarUn abrazo
Leer a Saramago nunca supone irse de vacío.
ResponderEliminarA ti no te ocurre que José Saramago siempre ha sido como un amigo en silencio?
Es cierto que hay gente que no le gusta encontrarse sin un punto y aparte donde no toca. Creo que esto lo tendriamos de hacer nosotros. Algunos se negaron a puntuar sus textos, aunque ello supusiera asfixiar a un lector que los leyera en voz alta.
No fue el escritor polaco Andrzejewski que publicó en 1962 una novela escrita por entero con una sola frase, cuyas primeras 40.000 palabras se suceden sin ser interrumpidas por ningún signo de puntuación.
Leer a Saramago nunca supone irse de vacío.
Muchas gracias, Anna.
Un brazo.