“El verano en que cumplió quince años, Melanie descubrió que era de carne y hueso”
Que puede parecer que lo sabemos de siempre, que estamos hechos de carne y hueso. Pero no y menos cuando eres una adolescente con muchas prisas por crecer, beberte la vida, vivir tu cuerpo, descubrirlo, sentirlo... Hasta que un día te das cuenta que no sólo eres deseos, imaginación, ardor, belleza y sexo, sino que también estás hecha de carne y hueso. Y entonces empiezas a querer vivir más despacio.
Ángela Carter era hasta ahora tierra ignota para mí. Mi relación con la literatura fantástica y gótica tiene sus altibajos, así que me acerco a ella de puntillas. Pero enseguida me tranquilizo y me instalo en la quietud de saber que voy a leer un libro que no me va a agitar las venas, pero que voy a disfrutar mucho.
Me ha gustado su estilo narrativo, con un perfecto y controlado equilibrio lírico y sus recargadas descripciones. Mi atención se bifurca, se polariza entre la historia que nos cuenta y la sólida y vívida escritura de Carter, una escritura que atrae la atención sobre sí misma. Una prosa profesional, corajuda y una trama controlada. Un simbolismo y una ironía ya presentes desde el título del libro.
Ángela Carter recurre a una historia de apariencia surrealista pero con un lenguaje narrativo realista para abordar temas que parecen ser recurrentes en ella: la búsqueda de una misma, la identidad, el género, la naturaleza de las relaciones sexuales.
El despertar sexual de la protagonista está descrito con una prolija belleza simbólica que me cautivó, al igual que lo hizo el cambio de escenario: del poético y ardiente descubrimiento del cuerpo y la sexualidad de la protagonista, al turbio y oscuro ambiente cuando tiene que irse a vivir a la juguetería de su tío.
Me fascinó ese dominio casi climático, pasando de un entorno tropical (erótico y luminoso) a un clima de tormentas perturbadoras, grises y violentas. Aplaudo ese abrupto cambio de un ambiente a otro sin que esa ruptura descomponga la estructura narrativa, porque es una herramienta intencionada de las muchas que utiliza Carter para que la parodia no se descomponga ni el sentimentalismo distraiga de lo central: no hay redención fácil ni finales felices y limpios.
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